Cada mes, una nueva recopilación de Mensajes de los Sagrados Corazones. Estudie temas específicos y profundice en esta sublime Instrucción.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ve, Yo Soy tu Señor y vengo con Mis Brazos abiertos, con Mi Corazón expuesto, con Mis Llagas visibles a tus ojos, palpables a tu espíritu, iluminando los abismos más profundos de tu pequeña consciencia. Encuentra en Mí tu refugio. Yo Soy el Señor.
Ve, debajo de Mis Pies está el planeta, y Mi Corazón sigue irradiando Sangre y Agua sobre el mundo. A pesar de las indiferencias, de los egoísmos, de las vanidades, de las viejas y nuevas energías capitales que siguen separando a las almas de Dios, Yo aún estoy aquí.
Y si Yo estoy aquí es porque aún tengo un propósito para ti. Coloca entonces tus miedos a Mis Pies, tus recelos, tus angustias. Ofrécelos al Señor, para que así como Mis Rayos de Misericordia tocan el mundo, puedan tocar también tus miserias, tus angustias y tus temores.
Ve, Yo Soy el Señor y tengo un propósito para toda y cada criatura de esta Tierra. Mi Padre creó a Sus hijos uno a uno. A cada uno le dio un don para que pudiera manifestarlo en la vida, a cada uno le dio un destino para que fuera vivido en la Tierra y más allá de ella; y a cada uno le ofrece pruebas para que ese destino se cumpla, para que ese don se manifieste, para que esa voluntad se realice.
Yo Soy el Señor y estoy delante de ti, no solamente en esta hora. Yo estoy delante de ti en todas las horas.
En la hora de la Misericordia y en las horas en que tus miserias parecen desbordar de tu corazón, Yo aún estoy delante de ti. Cuando estás con tus hermanos, cuando oras, cuando te silencias, cuando te distraes y te sumerges en el mundo, Yo aún estoy delante de ti.
Yo estoy en cada instante. Yo estoy cuando alabas de corazón, cuando unes el Cielo y la Tierra, cuando sientes y experimentas lo que es ser un ser humano y lo que lo hace diferente de las demás criaturas del universo.
Yo estoy delante de ti, y continúo estando delante de ti cuando parece que ese potencial no existe, que los Cielos no se abren, que el vacío y el desierto son mayores que cualquier luz, cuando parece existir solo oscuridad. En lo oculto, Yo aún estoy delante de ti.
Cuando tus ojos no Me ven y tu corazón no Me siente, sabe solo que Yo estoy allí.
Esto, hijo, es la fe, la certeza en Mis Palabras, la confianza en Mi Presencia constante, permanente.
Yo estoy delante de ti cuando estás pleno, impregnado de alegría, de seguridad, de gratitud, de protección. Pero, Yo también estoy delante de ti cuando estás enfermo, en soledad, con miedo, con angustias.
Por eso, hoy te pido que recuerdes Mi Presencia, independientemente de lo que suceda en tu cuerpo, en tu mente, en tu espíritu, independientemente de lo que suceda en el planeta, en tus creencias, en tus seguridades. Recuerda, Yo Soy el Señor y estoy delante de ti.
Aunque estés en la oscuridad, extiéndeme tu mano; busca Mi Corazón como un niño que, en un cuarto oscuro, busca a sus padres hasta encontrarlos. Nunca dejes de buscarme, nunca te olvides de Mi Presencia. Ejercita tu fe cuando todo parezca perdido y sin sentido, ejercita tu confianza en Mí.
Deja que, a través del desierto y de la soledad, Yo pueda ir desterrando de tu consciencia lo que aún te separa de Mí. Deja que Yo pueda ir moldeando y transformando tu ser.
Solo necesito que recuerdes: Yo Soy el Señor y estoy delante de ti.
Muchas veces Yo les dije que llegaría el tiempo y la hora de vivir experiencias desconocidas; pruebas nunca antes vividas por la humanidad, por los Reinos, por la consciencia del planeta y ni siquiera por los seres del universo o los bienaventurados. Ni siquiera el Señor experimentó lo que están a punto de vivir como humanidad.
Ese tiempo y esa hora ya llegaron, pero es en ellos que los corazones deben encontrar plenitud, la plenitud del Amor Divino, de la Misericordia y de la posibilidad de renovar la Creación.
Es en ese tiempo y en esa hora que el Señor os llamará a vivir como Él vivió, con una mirada de cruz, con un corazón de cruz, un corazón que abraza los desafíos y las superaciones, un corazón que abraza las humillaciones y los vacíos, un corazón que abraza las negaciones, la soledad, un corazón que abraza las miserias del mundo como propias, que no busca colocar la culpa en los demás, sino que asume lo que debe ser transformado, para que algo nuevo nazca en la consciencia humana. Esto es lo que Yo los llamo a vivir en este tiempo.
No miren los conflictos del mundo, los conflictos internos, los conflictos en las familias o en los grupos espirituales, buscando un culpable. Asuman la responsabilidad de transformar, de curar, de perdonar, de liberar Misericordia y paz para los corazones.
Asuman la responsabilidad de transformar la consciencia humana, porque es así como serán verdaderos compañeros e imitadores de Cristo. Es así como surgen los Nuevos Cristos.
Si hubiera una necesidad de perdón, perdonen. Perdonen de verdad. Perdonen con consciencia. Batallen con ustedes mismos para perdonar.
El Calvario para Mí no fue simple, no fue algo que su Señor vivió con naturalidad, porque aunque Yo sea Uno con el Padre, y siempre lo fui desde el principio, Mi Corazón era un corazón humano, un corazón de carne.
Mi Consciencia estaba colocada dentro de la condición humana, de sus miedos, de sus angustias, de sus sentimientos, de sus raíces más profundas, arraigadas en la tierra.
Para que la trascendencia se hiciera realidad, para que el Amor Divino se manifestara dentro de tu Señor, Mi Corazón tuvo que ser rasgado, Mi Carne tuvo que ser rasgada, Mis huesos dislocados, Mis heridas expuestas, Mis miedos arrancados por la necesidad de amar.
El Señor vivió una gran batalla, batalla que Yo los llamo a vivir, que se traba dentro de cada uno de ustedes. Esta batalla, hijos, compañeros de Mi Corazón, debe ser vivida con consciencia.
Ya no busquen que otros la vivan. ¿Qué sería del Señor si Yo esperara que los fariseos, los apóstoles o las santas mujeres fueran capaces de vivir lo que Yo debería vivir?
¿Qué sería del Señor, qué sería de la humanidad, de este proyecto, de este planeta, si Mi Corazón estuviera buscando comprensión para entonces dar un paso; si Yo estuviera buscando auxilio, apoyo en la soledad, en el vacío, en el desierto, en la Cruz?
Aunque ese apoyo siempre lo encontré en Mi Santa Madre, Yo no lo buscaba. Dentro de Mí, habitaba una única certeza: Mi Padre, que es su Padre, acompañaba cada uno de Mis Pasos, cada trascendencia, cada superación, cada perdón concedido, cada gota de Amor vivida.
Mi Padre acompañaba Mis Pasos, así como hoy Yo acompaño a cada uno de ustedes, así como Mi Madre está a su lado y espiritualmente carga esta cruz de los nuevos tiempos con Sus hijos.
Por eso, tengan fe, confien en el Señor, confien en Mi Presencia y entréguenme todo.
Vean la puerta abierta de Mi Sagrado Corazón. Entren en Mí.
Existe un código de Amor, de trascendencia, de Misericordia, que ya fue vivido por su Señor. Entren en Mí.
En Mi Corazón existe Gracia y Paz en las tribulaciones. En Mi Corazón encontraran fortaleza. Entren en Mí.
Entren en Mí en adoración, en oración, en perseverancia. Entren en Mí a través de la fe, de la gratitud. Estas son las llaves que abren este Corazón que está delante de ustedes.
Ha llegado el tiempo y la hora de imitar al Señor; y, para eso, cada uno de ustedes debe vivir su propia definición, debe construir su propia fortaleza, debe dar el propio sí.
Así como Yo no tuve nada más que a Mi Madre y a Mi Padre Celestial, ustedes tampoco tendrán nada más que a su Madre que está en los Cielos y al Señor que está delante de ustedes, dentro de ustedes, a su alrededor, en toda la vida, para que lo encuentren.
Que Mis Palabras los fortalezcan, que Mis Palabras los colmen, que impregnen los espacios vacíos, para que no sean colmados por las angustias, los miedos y la disociación que el adversario aún imprime en las almas. Que sea la Gracia del Señor la que colme sus espíritus.
Por eso, Yo los bendigo, los fortalezco y les entrego Mi Santa Paz.
Que Mi Gracia, la Gracia de la Cruz, impregne sus espíritus.
Que Mi Fe, la Fe de la Cruz, impregne sus mentes, sus corazones.
Que Mi Amor, el Amor de Cruz, rasgue lo que debe ser rasgado, trascienda lo que debe ser trascendido, transforme lo que debe ser transformado.
Por el poder de Mi Nombre, de Mi Presencia, de Mi unión con el Padre, Yo los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Su Maestro y Señor,
Cristo Jesús
Que la oración sea siempre su instrumento de elevación, de reparación y de vida.
Que la oración sea el bálsamo que los mantiene unidos a Dios y el soplo que les concede la vida espiritual.
Que en oración, hijos Míos, reciban y sustenten los dones y la presencia del Espíritu Santo de Dios.
Que en oración busquen el discernimiento, la sabiduría, las respuestas a cada una de las cuestiones que hoy angustian a sus corazones.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo,
ilumina los corazones,
para que ellos alcancen
la Transfiguración de Jesús.
Amén.
(nueve veces)
La Voz de la Virgen María:
Así como una vez, reuní a los apóstoles en el Cenáculo del Señor para que recibieran al Santo Espíritu de Dios, hoy vuelvo a reunir a Mis hijos, una vez más, en el Cenáculo de Mis Centros Marianos, Cenáculo que hoy se extiende por el mundo, por todos los hogares y corazones que Me escuchan; para que, reunidos alrededor de Mi Corazón, reciban hoy al Santo Espíritu de Dios.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más