A medida que el tiempo pase y sus corazones observen en el mundo y en el interior de muchos seres el crecimiento de los conflictos, de las guerras, de la desunión en las familias, en los grupos internos y hasta aun en los grupos espirituales; que en su interior no haya temor, sino certeza.
Que una sola certeza crezca dentro de ustedes: ha llegado el tiempo y la hora del Retorno del Señor.
Cuanto mayor el caos en el mundo, cuanto mayor la oscuridad en el interior de los corazones, más óleo debe haber en sus lámparas, más oraciones deben pronunciar sus bocas, más perdón debe emanar de su corazón, más decretos deben pronunciar con el verbo sagrado.
Cuanta mayor la ignorancia que ven en los actos, en el hablar y en la mente humana, más sus espíritus se deben elevar hacia la Fuente de Sabiduría, esa Fuente que reconocerán en el silencio y en la oración verdadera.
No permitan que la disociación de los tiempos y el cansancio de los días apaguen el fuego en su interior y tornen su oración vacía y mecánica, como una obligación que se cumple más por consciencia que por amor.
Busquen la Fuente del amor y del perdón. El camino hacia un amor más amplio es una oferta más amplia y para que esa oferta sea verdadera, solamente encontrarán en Mí la Fuente y el ejemplo a seguir.
Yo les dejé los Evangelios con Mi Verbo y Mis ejemplos. También les dejo hasta los días actuales el Nuevo Evangelio de Cristo, para que las almas no se pierdan. Por eso, beban de todas las Fuentes que ya les entregué y no permitan que sus almas sucumban por sed.
Enciendan sus lámparas en oración y encuentren en Mí la fortaleza y la referencia del amor que necesitan, y no se perderán por estar en la oscuridad.
Aún hay mucho por hacer, aún hay muchas almas por atraer y despertar, aún hay Misericordia en Mi Corazón.
¿Quién traerá su cáliz vacío para recibir y multiplicar esa Misericordia para el mundo?
No dejen a su Señor solitario en la agonía de la noche oscura, sino sean luces que, junto Conmigo, iluminan el camino de las almas perdidas.
Aún hay Misericordia en Mi Corazón.
Su Maestro y Señor,
Cristo Jesús
Que escuchen Mi Voz todas las naciones. El Señor les habla y Su Voz resuena desde el Monte Roraima hacia los cuatro puntos del mundo.
La esperanza renace en el interior de los seres, en la esencia de los Reinos, en la consciencia de las naciones.
Los espíritus suplicantes alaban y su alabanza es escuchada en los altares celestiales. El mayor servicio que un alma puede prestar en este tiempo es elevar una alabanza sincera a los Pies de Dios, abrir las puertas de la Misericordia a través del canal suplicante que cruza cada dimensión de la existencia, desde los abismos más profundos hasta los Cielos más sublimes.
Este es el don de Roraima. Roraima, como monte, como región, como Centro de Amor, como espacio sagrado, promueve en las almas la posibilidad de la elevación de la consciencia y, de esa forma, la capacidad de intercesión.
Así como su naturaleza, que se eleva desde las capas más profundas de la Tierra hasta lo más alto de los cielos, así las almas son impulsadas a recorrer un camino no solo de ascensión, sino de intercesión.
Mientras los acontecimientos planetarios distraen a los corazones y las fuerzas del caos intentan callar al corazón de Roraima, su silencio se transforma en poder y su simplicidad yergue la fortaleza de una vida interior que, más que resiliente, se vuelve un verdadero portal de intercesión para el planeta.
Por eso, hoy el Señor está sobre el Monte Roraima. Yo estoy ahí donde Mi Padre está, y Él es Uno Conmigo. Por eso, que las almas observen las señales y las indicaciones divinas.
Roraima se enciende porque el mundo necesita de su Luz y cada pequeño o gran esfuerzo para que esta Luz llegue al planeta es contemplado en el universo. Por eso, no dejen decaer en su interior el ímpetu de ser guerreros suplicantes. Hagan del silencio una fortaleza y de la resiliencia un servicio planetario.
Lo que para ustedes puede parecer simple e insignificante, para el Señor es motivo de Gloria y Misericordia. Es con sus esfuerzos que mantiene un canal intercesor para el mundo. Es con el esfuerzo de las almas pequeñas que el Señor le abre grandes portales al planeta y recibe de Dios la posibilidad, ante la Ley, de derramar Misericordia sobre el mundo que solo merece justicia.
Que se enciendan las almas en adoración y clamor.
Que los mundos internos reconozcan y atraviesen los portales de Roraima, porque llegó el tiempo y la hora de que sus Espejos se reflejen sobre la Tierra.
Yo los bendigo y los aguardo siempre en oración.
Su Maestro y Señor,
Cristo Jesús
Que vengan a Mí los que aspiran a seguir Mis pasos, pero que están presos en las incertidumbres y confusiones de este tiempo.
Que vengan a Mí en oración, como un amigo se aproxima a su amigo, como la oveja se aproxima a su pastor, como el niño se aproxima a su padre.
Que vengan a Mí así como están, así como son, con su corazón imperfecto, sin embargo con su espíritu dispuesto a corregir lo que ya no le sirve a un discípulo de Mi Espíritu.
Que vengan a Mí, aun en medio de dudas.
Que vengan a Mí, aunque tengan miedo.
Al llegar a Mis Pies, comprenderán que Yo Soy el Señor del Amor y de la Misericordia, Yo Soy Aquel que da la vida por los Suyos, Aquel que concede vida a los que están perdiendo el aliento espiritual. Soy Aquel que transforma y renueva todas las cosas. Por eso, simplemente vengan a Mí.
En omnipresencia, escucho sus oraciones y sus confesiones más profundas. En el silencio, escuchen también Mi respuesta, que no siempre será la que buscan escuchar, porque Mi Corazón no sigue las leyes del mundo y sus dictámenes; Mi Corazón sigue las Leyes del universo, del cosmos infinito, las que provienen de los Rayos Inmateriales y que dirigen la vida, aunque muchas veces los seres no lo comprendan y crean tener control y poder sobre sus vidas.
Encuentren en Mi Corazón la Ley que rige los universos y, dentro de esa Ley, caminen Conmigo.
Para estar dentro de Mi Ley, el primer paso es el amor y el perdón; porque, sin amor y sin perdón, no serán capaces de ingresar en universos superiores y no podrán crear las condiciones para que Leyes Superiores ingresen en sus vidas.
Cuando experimentan amor y perdón, disolviendo rencores y manchas de su interior, es entonces que abren camino para que lo inusitado y lo desconocido actúe, restaure lo que estaba quebrado, una lo que estaba separado y cree unidad no solo entre los seres, sino dentro de la consciencia, uniendo el propio ser con la Vida Superior y con la Vida Divina.
Por eso, que dentro de ustedes no haya obstáculos al amor y al perdón, sino que tengan un espíritu siempre dispuesto a vencerse a sí mismos, para defender lo que es verdadero y que los une al Creador y a Su Ley.
Si así caminan y así buscan vivir, aunque sea de forma imperfecta, siempre darán testimonio de Mi Presencia, porque esta es la forma de demostrar que son Mis compañeros.
Por sus frutos de amor y su capacidad de perdón serán conocidos no solo como discípulos, sino como prolongaciones del Cristo.
Yo los bendigo y los guío por este camino.
Su Maestro y Señor,
Cristo Jesús
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo,
ilumina los corazones,
para que ellos alcancen
la Transfiguración de Jesús.
Amén.
(nueve veces)
La Voz de la Virgen María:
Así como una vez, reuní a los apóstoles en el Cenáculo del Señor para que recibieran al Santo Espíritu de Dios, hoy vuelvo a reunir a Mis hijos, una vez más, en el Cenáculo de Mis Centros Marianos, Cenáculo que hoy se extiende por el mundo, por todos los hogares y corazones que Me escuchan; para que, reunidos alrededor de Mi Corazón, reciban hoy al Santo Espíritu de Dios.
En este Cenáculo, queridos hijos, el don del Espíritu Santo que hoy les traigo no les permitirá hablar en lenguas, sino que les permitirá silenciarse, aprender a encontrar a Dios en el propio corazón, aprender a tener la palabra correcta; pero, sobre todo, el silencio verdadero que calla los aspectos humanos, que calla las purificaciones internas y les da a conocer la verdad de sus corazones, que se oculta detrás de todos los sentimientos, pensamientos y acciones que la humanidad vive en los días de hoy.
En este Cenáculo, hijos Míos, en el Pentecostés de los últimos tiempos, el Santo Espíritu de Dios viene a enseñarles a estar en el Corazón del Padre ante cualquier circunstancia, a encontrar la sabiduría, el discernimiento y la paz en tiempos de disociación y locura. Por eso, vengan a Mi encuentro, así como al encuentro del Señor, con el corazón dispuesto, para que sea renovado, transformado y curado por la Presencia del Santo Espíritu de Dios.
Hoy, Nuestros Sagrados Corazones están ante ustedes para que Nos contemplen con los ojos del corazón. Nuestra Sagrada Presencia trae el Cielo a la Tierra y abre los portales de los Universos Mayores para que las diferentes Jerarquías de la Creación contemplen la Tierra y sus criaturas y puedan hacer descender entre las dimensiones los impulsos que hoy el Creador envía.
Dejen que los espejos de sus corazones se enciendan para que capten de los Espejos Mayores del Cosmos los impulsos para este nuevo ciclo.
Como Madre de los Espejos y Madre de la Paz, hoy les traigo esta Gracia de recibir y conocer los Rayos Divinos, no solo los Rayos Materiales e Inmateriales, sino aquellos que provienen de Mi Divina Consciencia, de las Fuentes de la decimosegunda dimensión y más allá de ella.
Estos Rayos, hijos Míos, que provienen del Origen, llegan a las criaturas a través de los Espejos para que trasciendan la condición humana, para que trasciendan las aparentes confusiones de estos tiempos y puedan elevar la consciencia para que, real y definitivamente, caminen sobre las aguas del caos del mundo.
Para que sustenten los impulsos que les traemos y permitan que se tornen vida en sus vidas, necesitan sustentar cada impulso a través de la oración.
Ustedes ya saben, hijos, porque les venimos diciendo en los últimos años, constantemente, que la oración es su protección y seguridad, la oración es lo que los mantendrá más allá de las dimensiones del caos. Por eso, no dejen de orar. Den importancia y valor a cada momento, porque ellos serán los que sustentarán, en el mundo, las Gracias que aún pueden descender sobre la Tierra.
Hoy, les traigo uno de los Rayos Primordiales Divinos: el Rayo de la Unidad.
Así como sus corazones claman para que cure sus heridas más profundas, para que transforme su comprensión arraigada, para que libere sus corazones de la ignorancia y de la voluntad de prevalecer sobre los demás, hoy los Universos Celestiales se abren para derramar sobre la humanidad la Divina Unidad.
Que sus corazones estén despiertos, abiertos y dispuestos, para que esta energía no solo trasborde a sus consciencias, como tantas otras Gracias que recibieron, sino que encuentre espacio y lugar para permanecer, para vencer dentro de ustedes todo lo que hoy batalla por la desunión.
Hoy, los Tres Sagrados Corazones están ante ustedes, porque es solo a través de Nuestra Presencia unida que podrán recibir ese Rayo Divino. Ninguno de Nosotros, por Sí solo, puede concederle a la humanidad esta Gracia de cruzar en consciencia los portales celestiales y recibir los Rayos Divinos de las Fuentes Inmateriales. Pero Nuestros Corazones unidos, en clamor e intercesión, junto a cada uno de ustedes, sí pueden, hijos Míos, traerle Gracias incalculables al planeta, mucho más allá de los méritos y de los merecimientos humanos.
Es así como funciona la Divina Misericordia a nivel cósmico y superior: no solo retirando a las almas de los abismos y de la ignorancia, sino concediéndoles Gracias que ni siquiera las criaturas más elevadas del universo pudieron aún conocer y recibir. Es a través de la consciencia humana de este sagrado proyecto de redención que las criaturas del universo podrán tocar las Gracias Divinas.
Por eso, siéntanse responsables y coloquen sus consciencias más allá de la superficialidad humana y de aquello que conocen como dificultades, pruebas, problemas, para que estén, hijos, al servicio de un Plan Mayor. Es para que estén con la consciencia ahí, en ese punto, que Nuestros Sagrados Corazones están aquí.
Permítanse elevarse en nombre de toda la humanidad. Permítanse transmutarse, curarse y liberarse para que estén vacíos delante de Dios. Esta es la Gracia que a través de los Espejos del cosmos viene a traerles Mi Inmaculado Corazón.
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchemos a Nuestro Señor, Cristo Jesús.
La Voz de Cristo Jesús:
Después de Mi Sagrada Pasión y Muerte, cuando el desaliento se apropió de los corazones de Mis compañeros y, a pesar de haber estado Conmigo y escuchado Mis Palabras, se sintieron indignos, sintieron que fallaron, buscaban razones en la consciencia humana, pensaban: ¿quién los iría a guiar? ¿Quién sería digno? ¿Quién tendría razón? ¿Quién podría ser obedecido? ¿Quién podría traer el Poder de Dios a la Tierra?
Se sintieron perdidos, fracasados, como si todo lo que habían vivido Conmigo, de repente, hubiera desparecido de sus consciencias.
La condición humana se apropió de sus consciencias y hasta de los espacios más profundos de sus corazones. Las miserias, los pecados y la oscuridad humana, así como eran transmutados por Mí en los tres días antes de Mi Resurrección, también emergían en Mis compañeros, en Mis apóstoles y discípulos y también en algunas santas mujeres.
Esto era así para que ellos pudieran transmutar y liberar profundamente a la humanidad de todo el lodo humano, de toda la oscuridad que habitaba en lo profundo de la consciencia humana y que hicieran eso junto Conmigo, aunque no pudieran comprenderlo.
Hoy, ustedes viven algo semejante. Están viendo emerger, de adentro de ustedes como de adentro del prójimo, lo que hay más oscuro, los pecados, las miserias y aquello que muchas veces les hace olvidar todo lo que vivieron de gracias y bendiciones hasta llegar aquí.
Muchas veces se olvidan de que son hermanos de camino y dejan que la necesidad de poder y de querer prevalecer sobre el otro venza dentro de ustedes.
No es buscando quién tiene la razón que cumplirán Mi Voluntad. No es buscando certezas de estar o no en el camino correcto que encontrarán ese camino.
Dejen que Yo los lave y los renueve, para que puedan comprender en esta tarde que, a pesar de tanta confusión, esta es Mi Voluntad. No se culpen, no tengan vergüenza por no haber dado los pasos que deberían dar de acuerdo con su propia consciencia; sino que, en humildad, permítanse llegar nuevamente a los Pies del Creador, sabiendo de sus imperfecciones, miserias y pecados, para que Él, en este ciclo, les conceda una nueva oportunidad.
Así como estuve oculto a Mis compañeros y apóstoles, también estuve oculto a sus corazones. Y, ahora, estoy una vez más junto a ustedes.
Así como estuve con Mis compañeros después de la Resurrección, Me encontrarán en diferentes caminos. Caminaré con ustedes hasta Emaús; muchas veces no Me reconocerán, pero si abren sus corazones al amor y al perdón, si se disponen a reconciliarse unos con otros, entonces sabrán, hijos, que Yo estoy con ustedes, que Yo vivo no solo a su lado, en un espacio, en un tiempo o en un lugar, Yo vivo dentro de sus corazones, siempre y cuando Me permitan estar.
Vivan estos tiempos como un servicio, dejando que sea lavado, dentro de ustedes, lo peor que aún existe en la consciencia humana.
Dejen que Mi Amor los limpie, transmute y transforme, a través de un corazón humilde, para que así conozcan lo que más quiero para sus vidas.
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchemos al Casto Corazón de San José.
La Voz de San José:
Que esta lluvia sea el símbolo de la Gracia que, de los Universos Mayores, desciende sobre ustedes.
Pueden aproximarse a este altar, para que den abrigo y acogimiento a sus hermanos.
Un día, hijos, Nuestros Sagrados Corazones también necesitarán abrigo.
Hoy, esta lluvia los une.
Así como se juntan para estar al abrigo de esta Mi Casa, así deben estar en consciencia, rodeados por la Gracia que desciende de los Cielos, juntos y unidos al abrigo de los Sagrados Corazones.
Vean los símbolos de la vida espiritual en cada situación de sus vidas. Aprendan a leer los mensajes de la naturaleza, los que transmiten la Gracia de Dios, pero también los que los llaman a servir.
La naturaleza le habla al corazón de los hombres, aprendan a escucharla.
Para sellar y consumar este Cenáculo Divino, canten juntos “Ruach Ha Koidesh”, para que, de esta forma, el Santo Espíritu de Dios, hoy manifestado en todas las dimensiones, inclusive físicamente a través de la lluvia, pueda tocar lo más profundo de sus espíritus y tornarse vida en sus vidas.
Nosotros los bendecimos, consagramos y curamos, para que reciban el Don Divino de la Unidad.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Canción: “Ruach Ha Koidesh”.
Hermana Lucía de Jesús:
Estaba durmiendo y, de repente, soñé con el Rostro de Cristo ensangrentado, muy cerca de mi rostro, y Él dijo con voz firme: “Tengo sed”. En ese momento, me asusté y desperté, y después no conseguí dormir más.
Comencé a rezar mentalmente un Misterio del Rosario, acostada, para ver si me dormía, pero terminé el Misterio y no me dormí; entonces, comencé el segundo. Como no tenía nada de sueño, me levanté y fui a orar delante del Santísimo.
Cuando estaba en el tercer Misterio Doloroso, comencé a ver la Hostia sangrando y, detrás de ella, un portal se fue abriendo y mostrando diferentes situaciones del planeta, sobre todo de los lugares en guerra. Ese portal fue abarcando el cuarto, de modo que yo percibía las dos realidades superpuestas, como si estuviera sentada adorando al Santísimo dentro de esos espacios.
Veía esos lugares de noche y, en medio de esa noche, dentro de ese portal, vi a Cristo, que venía caminando con Su Corazón expuesto, envuelto en fuego. Él me pidió que continuara rezando y seguí. Veía entonces que Él abría dentro de esos espacios oscuros otras realidades, como abismos que existen allí, verdaderos infiernos. Percibía que la oración permitía que Cristo se mantuviera caminando por ese lugar, y Su Presencia generaba consuelo y fortaleza en las almas que estaban allí. No lo veía rescatar a las almas; era como si algo aún no lo permitiera. Él solamente caminaba entre ellas y Su Presencia las aliviaba.
Después de un tiempo, Él comenzó a hablar y me pidió que grabara, ya que este sería Su Mensaje de hoy:
Mientras muchos duermen, en el silencio de este mundo, en la aparente quietud de la noche, en otros lugares el silencio es roto por el sonido de las guerras, de las bombas, de las armas, de los gritos, de los llantos, y esa grieta que se abre en el silencio del mundo toca a Mi Corazón.
¡Tengo sed!
Mientras muchos duermen, en la aparente quietud de la noche del mundo, en otros lugares las almas son tomadas por la desesperanza, por la falta de fe, ansiando la muerte y la paz, porque ya no confían en la vida, ya no encuentran el don de Dios en el acto de vivir.
¡Tengo sed!
Mientras muchos duermen, en el sueño de este mundo, en la aparente quietud de la noche, concentrados en la noche oscura de sus almas, otros pierden la paz, otros pierden la vida. Por eso, vengo rompiendo esta noche con Mi Verbo y con Mi Corazón para decirles: "¡Tengo sed!".
Tengo sed de las almas que oran, que interceden por el mundo, que trascienden la propia condición, el propio pensamiento y parecer, las propias verdades, las propias certezas, para estar solamente en oración ante Mí.
¡Tengo sed!
Tengo sed de las almas que abren los Cielos, que oran de corazón, para que Dios derrame Misericordia sobre el mundo que solamente merece Justicia.
¡Tengo sed!
Tengo sed de los corazones que sufren, que agonizan, que claman y que necesitan ser saciados en la Fuente inagotable de Mi Amor, que está abierta para las almas, pero que ellas no consiguen verla.
¡Tengo sed!
Ábranme la puerta de sus corazones, de sus vidas, de sus casas; ábranme las puertas de este mundo a través del clamor sincero de sus almas. Hagan llegar Misericordia a los que tienen sed, porque Yo, dentro de ellos, ¡tengo sed!
Abran las puertas del Cielo con sus alabanzas, cantos y plegarias. Abran las puertas de la consciencia humana con la rendición del alma, con la humildad, con la transparencia y con la transformación. Permítanse ser instrumentos en Mis Manos, porque ¡tengo sed!
Escuchen, en el silencio, el clamor de los corazones. Existen muchas almas que fueron silenciadas por su dolor. Pero este dolor aún puede ser escuchado por los que se disponen a clamar por Misericordia.
¡Tengo sed!
Escuchen las súplicas de los abismos del mundo, de los abismos de las almas. Muchos ya no pueden interceder por sí mismos, necesitan de su intercesión. Por eso, vengo rompiendo la noche con la Luz de Mi Sagrado Corazón, para decirles: "¡Tengo sed!".
Que sus almas puedan ir más allá de sí mismas, que sus corazones puedan salir de sí para dar un poco más a Dios, un poco más a las almas, para darme de beber, porque ¡tengo sed!
Ya se los dije y continuaré diciéndoles, porque hasta que la última alma no venga a Mí, aún tendré sed.
Su Maestro y Señor,
Cristo Jesús
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más