MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN LA SAGRADA CASA DE MARÍA, MADRE PAULISTA, SP, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Si quieren aprender a servir tendrán que ser mansos, humildes y simples. El verdadero servidor no impone su servicio; el Padre es quien dispone de su entrega para atraer hacia Él a los corazones más necesitados y a las situaciones más urgentes, para ser curadas y resueltas bajo el espíritu del amor y de la paz.

Hijos:

El mayor servicio en estos tiempos es la vivencia del amor y de la unidad entre los soldados que se autoconvocaron.

Cuando sus almas aprendan a amar y a superar los obstáculos impuestos por la propia incapacidad de aceptar las diferencias y limitaciones del prójimo; cuando sean capaces de vivir la unidad y la fraternidad sin miedo, sin competencias, sin ofensas, percibirán que abrirán en el mundo una puerta más amplia que la que abren con un plato de comida a un alma pobre y hambrienta.

No estoy diciendo con esto que no deben servir a los pobres y hambrientos, porque el auxilio a los más necesitados es la base de Mis instrucciones. Pero, hoy, necesito hacerles comprender que en estos tiempos existe un servicio mayor y prioritario que deben prestar; un servicio que para muchos es invisible, un servicio que no se revela a los ojos de los que están distraídos en la propia voluntad.

En estos tiempos deben profundizar en su crecimiento espiritual, pues eso repercutirá, en el futuro, en las vidas de muchos pobres, ciegos y perdidos que necesitarán auxilio no solo para sus cuerpos, sino sobre todo para sus almas; necesitarán un ejemplo de amor verdadero para vivir la propia redención y, si no existiera ese amor en sus corazones, de nada servirá llevar un plato de comida o un remedio para el cuerpo, si los que verdaderamente están enfermos son el alma y el espíritu.

Si los servidores descubrieran que la esencia del servicio son el amor y la unión entre ellos, si construyeran entre sí una fortaleza inquebrantable basada en la unidad y en el amor al Plan Divino, entonces sí serán, en estos tiempos y en los tiempos que vendrán, verdaderos instrumentos de Dios. Por eso todos los días, antes de pensar en servir lejos, piensen en servir cerca, piensen en servir a los que tienen al lado. Sirvan al prójimo comprendiendo sus limitaciones y dificultades, amando sus imperfecciones, para ayudarlo a transformarlas.

Sean verdaderos discípulos de Cristo y, en medio de la humanidad actual, tan ciega e ignorante, no habrá mayor servicio para prestar.

Si viven el amor, todo lo que hagan se volverá caridad.

Su padre y compañero,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Cuando el alma está frente a la propia oscuridad, sus ojos nada pueden ver. No hay claridad que le sea comprensible. La oscuridad del alma lleva a la oscuridad de los sentidos, de los pensamientos y del corazón.

No les hablo de la oscuridad espiritual que antecede al encuentro con Dios. Les hablo de la oscuridad de estos tiempos, en la que el alma ingresa cuando se sumerge en los abismos de la propia consciencia. Como esa oscuridad proviene de sí misma, no hay luz que la haga ver ni Gracia que la retire de las tinieblas. Es la misma alma la que debe dirigir sus ojos hacia lo alto y descubrir, más allá de sí misma, la luz que la ampara.

Muchas veces, el alma transita por sus abismos sin percibirlos, y aunque ella ya había conocido y experimentado la presencia de la luz, le costará mucho enfrentar con valentía la oscuridad e, incluso, aceptar que semejante negrura proviene de sí misma.

Para el alma que entra en sus abismos después de definir su adhesión a la luz, le llega la hora de dar un paso más y de dejar que la luz, que antes iluminaba y hacía relucir todo lo que era superficial y visible, ahora pueda llegar a los oscuros abismos y tornar luminoso aquello que los ojos no quieren ver.

Después de llevar la luz a lo que antes estaba en la oscuridad, cabrá a cada alma amar sus aspectos cavernosos, así como una vez amó sus virtudes y sus destrezas; porque, de la misma forma como todo lo que ya era positivo en el alma delante de la presencia de la luz se transformó, se consolidó y se ennobleció, también los aspectos oscuros deben recibir en sí parte de ese fluido curador, que proviene de la fuente del Amor-Sabiduría, para transformarse.

Para amar, ustedes tendrán que ser valientes. Aprendan en estos tiempos a amar como un corazón materno que, a pesar de ver las miserias más profundas e inexplicables en sus hijos, nunca deja de amarlos. La madre ama, no para que el hijo siga siendo miserable; ella ama porque sabe que para que su hijo sea digno y encuentre la verdad necesita ser amado, sobre todo por ella.

Cuando la consciencia se está transformando, el alma despierta debe actuar como una madre porque, para que sus aspectos no generen resistencias y se dejen modelar y corregir, ellos no solo necesitan de la serenidad, sino sobre todo del amor de la propia alma.

Cuando es el alma la que está inmersa en la oscuridad, ella necesita del amor del prójimo, silencioso y paciente, como una madre cuando ve a su hijo enredado en sí mismo y ciego.

Sientan en el corazón lo que les digo y ténganlo presente. Si hoy ustedes no comprenden lo que les hablo, lo comprenderán mañana.

Su padre y amigo,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN LA CASA DE COSTURA OFICINA SAN JOSÉ, COMUNIDAD-LUZ FIGUEIRA, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

El servicio dignifica al alma y le da al mundo el espíritu de la caridad, tan escaso en todos. Cuando un corazón descubre el amor al servicio, se torna pleno y encuentra un camino seguro para su consagración.

El segundo paso después del servicio abnegado, bajo el espíritu de la caridad, es el sacrificio consciente en nombre de los padecimientos de Cristo. Por más simple que les parezca lo que realizan, siempre que ofrezcan sus acciones en reparación del Corazón de Cristo, sus ofrendas son aceptadas y el Sagrado Corazón es aliviado.

Consagré esta casa a Mi Casto Corazón para que aquí vivan la simplicidad, la caridad y el amor entre todos. Quiero hacer de cada corazón servidor una fuente de paz para este planeta.

Muchos piensan que es necesario realizar grandes obras e ir muy lejos para que el servicio sea válido y verdadero, pero Yo les digo que fue dentro de una simple carpintería que presté el mayor servicio de Mi pequeño Espíritu y ahí encontré la santidad y la puerta a la Divinidad, que alcancé al lado de Mi Hijo.

La santidad en la vida de cada ser no depende de las circunstancias externas en que vive; depende solo de cada corazón, de la disposición de cada uno para tornar sagrada la propia existencia.

Si en el servicio que prestan ofrecen a Dios sus actos, descubrirán muchos misterios que les serán revelados como comprensiones, a veces inexplicables, que provienen del corazón y solo para él serán claras.

Me comprometo, como padre de todos los servidores, a estar presente entre ustedes siempre que invoquen Mi presencia a través de la oración, la caridad y los actos de compasión y de fraternidad.

Me comprometo a interceder por las almas y por los Reinos de la Naturaleza en este oratorio de caridad.

Solo les pediré que se acuerden de Mí y que hagan de este espacio un lugar de alegría, de caridad y de unidad entre los hombres y Dios.

Quisiera que en la entrada de esta casa estuviera la imagen de Mi Casto Corazón, consagrando y bendiciendo este lugar, que irradiará la inspiración al servicio para las almas que deben aproximarse en estos tiempos.

Yo los bendigo y los protejo.

Su padre y amigo,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Establece el Reino de Dios en tu interior, ese espacio de paz donde las Leyes Universales encuentran su manifestación.

Establece en ti la unión con el Padre y permítete asemejarte a Él, dándole la potestad de transformarte según Su Voluntad.

El Reino de Dios no es como los reinos de este mundo, donde algunos disfrutan de las riquezas y la mayoría sufre y trabaja para servir a los primeros.

En el Reino de Dios todo está impregnado por la Consciencia Divina. El Creador está en todos Sus siervos. Él mismo es la esencia de la humildad, viviendo en el más pequeño como en ningún otro.

En el Reino de Dios solo triunfan la paz, el bien, el amor y la unidad, principios que se convierten en leyes manifestadas en la vida de todas las criaturas que comparten ese estado de consciencia, que es el Reino del Creador.

Vive estos principios en ti y vuélvete digno de ser portador del Reino de Dios, que emerge primero en el interior de los seres, a partir de la unión con el Padre, y después se establece fuera, en la vida material de este mundo.

Todo principio, ley o manifestación de la Consciencia Divina, antes de plasmarse externamente en la vida planetaria, primero encuentra su morada en el corazón de cada ser. El corazón es el puente con Dios, es la puerta hacia el Cielo, es el gran manifestador de la Voluntad Divina. Todo aquel que tiene una misión, primero la conoce en el corazón, la siente, la comprende y la acepta, para después vivirla.

Cristo, primero vendrá a los corazones en Espíritu y Divinidad; después, se manifestará en Cuerpo y Alma, cuando Su morada ya esté establecida en los corazones de aquellos que, habiendo reconocido Su Presencia en los propios corazones, lo reconocerán cuando retorne y cumplirán con Él el final de esta Obra Redentora. Por eso, lleva el Reino de Dios hacia dentro de ti; hazlo siendo consecuente con él, viviendo la paz, el amor, la unidad y la humildad como premisas.

Deja, hijo, que las Leyes Superiores actúen en tu corazón y que, desde ti, lleguen al mundo entero. Déjate ser moldeado, transformado, corregido. Prepárate y consolida en ti el Reino de Dios, morada segura para el Redentor.

San José Castísimo, aquel que prepara el retorno de Cristo en el interior de los seres.

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

La esencia del despertar se encuentra en el desarrollo de la fe, porque la fe es la que los mueve a responder a los impulsos del corazón.

La fe es la que los hace trascender los atavismos de la limitada comprensión material, para que ingresen en los misterios de la vida superior.

La fe es la que los lleva a cruzar los umbrales de la vida en este mundo, para que a pesar de estar sobre él no pertenezcan solo a él y, sí, se perciban parte de una Creación infinita e indescriptible.

La fe no nace de la mente, proviene del espíritu y se expresa por medio del corazón. Por eso, si quieren que los impulsos recibidos no se pierdan, dejen que la fe se desarrolle libremente en su interior, aunque no comprendan bien el objeto de la propia fe.

Muchos se preguntan: “¿Tener fe en qué?”. Tengan fe en el Propósito, fe en la Enseñanza, fe en la Presencia de los Mensajeros Divinos, fe en lo que los mueve a la transformación, fe en la comunión con Cristo, fe en Su retorno, fe en la posibilidad que cada uno tiene de vivir los Planes de Dios, fe en la Fe.

Déjense transformar por los impulsos de su fe, para la cual las leyes de la materia no son las que prevalecen. La fe que proviene del espíritu se mueve con base en las Leyes espirituales; es por eso que los corazones que tienen fe pueden vivenciar lo que llaman milagros, que no son nada más que la acción de Leyes superiores en la vida de aquellos que se abren para vivirlas.

Descubran, hijos, el potencial de la propia fe y, por medio de ella, sus prodigios.

Su padre y amigo, en la fe y en la oración,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

¡El Señor resucitó! Y disipó la oscuridad, el temor y la soledad absoluta de los corazones de los hombres.

¡El Señor resucitó! Y podrá resucitar todos los días en el interior de los muertos de espíritu que, despiertos por el Amor de Cristo, acepten la redención.

¡El Señor resucitó! Para demostrarle a la humanidad y a todo el universo que aquel que está unido a Dios trasciende las leyes de este mundo, incluso aquellas más materiales, que rigen el curso natural de la vida humana.

¡El Señor resucitó! Para demostrar que el amor no tiene límites y que aquellos que entregan la vida por amor reciben, a cambio, la eternidad con Dios.

Todos los seres vivientes son herederos naturales del Poder de Dios y de toda Su Gracia. Solo es necesario que acepten vivir como Sus hijos y que se reconozcan como tales, viviendo para manifestar Su Voluntad, sin importar cuál sea.

El Creador es el gran dueño de esta empresa de la vida universal. Para llevar adelante Su Obra, tendrán que servirlo y seguir Sus Pasos, para que un día sean uno con el Padre y tengan, por Gracia, la posibilidad de llevar adelante Su Plan.

¡Den Gloria y Gracias al que les muestra el camino por medio de Su Resurrección! Crean en la Presencia Viva de Cristo entre todos, guiando de cerca la Obra del Padre en la Tierra. Únanse a Él y a los códigos de Su Vida, de Su Pasión, de Su Muerte y de Su Resurrección, pues es tiempo de que los códigos dejados por la experiencia de Cristo se multipliquen y encuentren nueva morada.

Su padre y amigo,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Contempla, hoy, el misterio de la muerte de Cristo y la soledad sentida por todos Sus apóstoles y discípulos, por todos Sus seguidores, ya que muy pocos fueron capaces de comprender la grandeza de Su Crucifixión.

Contempla en tu corazón el recogimiento de Cristo, Su silencio y la incertidumbre que ese silencio causaba dentro de los Suyos.

Los que lo esperaban estaban ante una prueba de fe, estaban sintetizando en su interior todo lo que habían recibido y todo lo que habían aprendido, para colocarlo en práctica al auxiliar a los demás.

Este Sábado Santo se asemejará a la prueba que vivirá la humanidad en tiempos futuros. Ahora, aún están en la presencia de Cristo, de María Santísima y de Mi Casto Corazón; ahora aún cuentan con la Instrucción y la Guía de Aquellos que fueron enviados por el Señor para que, en la materia, lo representaran y condujeran Su rebaño a Su encuentro. Pero llegará el tiempo en que a cada uno le cabrá confirmarse y afirmar su fe. A cada uno le cabrá repartir el pan y ser el puente hasta Dios para quienes están vacíos de espíritu. Le cabrá a cada apóstol y a cada discípulo de Cristo anunciar el amanecer que llegará después de los días oscuros y, así, mantener en pie y con fe en el corazón a aquellos que deben perseverar hasta el fin, porque se comprometieron con Cristo.

Contempla, entonces, la fe de las santas mujeres de Jerusalén y cómo ellas vencieron el dolor que sentían para así vivir el puro amor que el Señor les había enseñado. Contempla la devoción de esas santas devotas de Cristo, que no solo perseveraron en el Calvario, sino que también ungieron el Cuerpo de Cristo, lo vieron resucitado, viajaron por los continentes anunciando Su Victoria y, a lo largo de los siglos, retornan al mundo, aún como santas mujeres, para perpetuar la Obra del Salvador.

Obtén tu fuerza de los misterios del Calvario, de la victoria sobre la muerte, de la fe en los días de oscuridad y de la gloria de la resurrección.

Revive la historia de tu Señor y multiplica Su Gracia y Su Bondad, siendo tú mismo la Palabra Viva de Cristo y el cumplimiento de Sus promesas.

Haz cosas mayores de las que Él hizo y cumple con Sus Palabras, así como Él lo manifestó en las Escrituras.

Renueva la Iglesia de Cristo, que no está guardada en una religión, sino en el corazón de todo aquel que tiene fe y disposición para seguir los pasos del Señor.

Aquel que te guía hacia el Salvador,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Comparte el peso de la Cruz de Cristo, ayudándolo a transmutar las imperfecciones humanas.

Comparte el peso de la Cruz de Cristo, amando Su Sacrificio y ofreciendo, en nombre de Sus padecimientos, la propia transformación.

Comparte el peso de la Cruz de Cristo, dejando que Él coloque sobre ti tu propia cruz, esa que representa la parte que te cabe vivir como servidor del Plan de Dios, para trasformar el tiempo de este mundo en el real tiempo del universo.

Comparte el peso de la Cruz de Cristo, consagrando tu vida a Dios, en nombre de Aquel que entregó la vida por ti y por tus hermanos.

Comparte el peso de la Cruz de Cristo, en silencio y mansedumbre, sin quejas y con humildad.

Comparte el peso de la Cruz de Cristo, para que Él también comparta contigo los méritos de Su Pasión. Así, vivirás no solo el dolor, sino también el amor que vence a la muerte en la cruz.

Comparte el peso de la Cruz de Cristo y descubre, en el sacrificio del Rey Universal, que el verdadero sentido para tu vida es imitarlo.

Tu padre y compañero,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Nuestro Señor elevó el pan, lo consagró y lo repartió entre los Suyos; elevó el vino, lo transubstanció y lo repartió entre los Suyos. ¿Quién habrá comprendido este misterio en el cual Cristo toma para sí el sacrificio que se ofrecía con los animales? Misterio en el cual el Rey demuestra Su filiación con Dios, ofreciéndose a Sí mismo como Pan de Vida.

Comer el Pan Consagrado y transformado en el Cuerpo de Cristo es compartir con Él Su Sacrificio; es decirle a Dios que ustedes son un solo cuerpo y una sola sangre con Cristo, y asumiendo esta unidad con el Hijo, asumen también la filiación con el Padre.

Beber del Vino Consagrado y transformado en la Sangre de Cristo es aceptar seguir Sus pasos, recibir en la propia sangre los Códigos de Aquel que trajo el verdadero arquetipo de la vida en la Tierra; es aceptar en sí la genética de Cristo para abandonar los viejos patrones humanos, los que llevaron a la humanidad a la actual decadencia.

Aquel que comulga verdaderamente con Cristo se funde en el Hijo, como también en el Padre, y vive los Misterios del Espíritu Santo, aunque sin saberlo.

Podrán preguntarse: ¿Cómo comulgar verdaderamente con Cristo si la comprensión humana es tan limitada y el corazón tan imperfecto para abarcar ese misterio?

La reverencia ante la Eucaristía les dará un corazón humilde, y con un corazón humilde y simple podrán vivir lo que les digo. Jamás se permitan comulgar con Cristo de forma inconsciente, sin que el corazón participe en cada detalle de esa comunión y se deje inundar espiritualmente por ese misterio.

El Pan Consagrado toma vida y da sus frutos en el corazón fertilizado por la reverencia, por la humildad y por la fe. Si no es así comulgarán como Judas que, a pesar de haber recibido el Pan de Vida, no tenía el corazón dispuesto para recibirlo. Su corazón estaba deseoso de ver al Maestro glorioso para el pueblo y reconocido como un rey en la materia y, así, perdió la oportunidad de vivir los verdaderos milagros espirituales de la Presencia de Cristo.

Hoy, delante de Cristo, abran el corazón para las dádivas que el Señor les trae espiritualmente y no se aferren a la necesidad de que este momento tenga alguna instancia fenomenológica porque, si es así, jamás comprenderán la esencia de esta Obra, de la cual forman parte.

Su padre y amigo, este que los lleva a la verdadera comunión con Cristo,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Durante Su agonía, Jesús pudo ver y sentir, en Su Sagrado Corazón, todos los males que padecería a lo largo de Su Pasión y también a lo largo de los siglos de la existencia humana para sustentar a humanidad en este planeta. Aun así, Él eligió vivir el Amor, el Sacrificio y la Entrega, porque en Su Corazón mucho mayor que el temor, era el Amor por los Planes de Dios.

Su Voluntad era una con la del Padre y no había sentir humano que pudiera separarlo del Creador. Incluso ante la tensión y el temor inmenso, que hicieron que los vasos sanguíneos de Su Cuerpo se rompieran y Él sudara sangre, el Señor no se detuvo en la debilidad del cuerpo y, a partir de ahí, afirmó Su fortaleza en el Espíritu.

Lo que padecía en la materia, a pesar de ser difícil y doloroso, ya no desviaba la atención de Jesús. Su meta estaba en Dios y, trascendiendo lo que sentía Su Cuerpo, abrazó la Cruz, que era el propósito de Su Espíritu.

La Pasión de Cristo, hijos, no es solo para ser contemplada, es para ser vivida y renovada por todos los que dicen ser Sus soldados, Sus compañeros. Aunque no sean martirizados ni muertos en la cruz, pueden valerse de todos los principios espirituales vividos por Cristo y atraer hacia sus vidas todas las Enseñanzas que Él dejó con Su ejemplo.

Ustedes deben aprender a permitir que la consciencia trascienda los hechos y los acontecimientos y se sumerja en la verdadera esencia que mueve todas las acciones divinas. Solo así podrán aprender a actuar como hijos de Dios y serán dignos de representarlo en este mundo, cuando Su Voz se silencie y a los propios hombres les corresponda guiarse los unos a los otros.

Muchos quieren saber con detalles lo que sucederá en los últimos tiempos, en su prueba final, pero ¿quién perseverará al saberlo? ¿Quién continuará al lado de Dios, sabiendo que lo aguarda una cruz eterna? ¿Quién trascenderá los padecimientos del cuerpo para transformar todo dolor que pueda vivir en perdón y en triunfo de Dios?

La Pasión de Cristo es revivida cada año por la humanidad para que los códigos dejados por Él los despierten al propio camino espiritual y puedan obtener del ejemplo del Maestro la inspiración que necesitan para dar sus pasos sin titubear.

No solo sufran por el sacrificio de Cristo, o solo lo admiren; no lo glorifiquen solo porque Él haya hecho algo que ustedes piensan que jamás serán capaces de hacer. Glorifíquenlo, porque Él les mostró el Camino y porque harán del Sacrificio de Él la fuerza para no desistir de cumplir los Planes de Dios, aunque estén frente a la muerte.

Este es el verdadero motivo para recordar la Pasión de Cristo: aprender a amar como Él amó y seguir Sus pasos.

Aquel que los ama y los instruye siempre,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Los mundos internos del planeta contemplan también la Pasión de Cristo. Los ángeles y arcángeles hacen revivir y emerger, del interior de la Tierra, los códigos impresos por Jesús en los planos espirituales del planeta, al vivir el martirio y la muerte en la Cruz, por amor al Plan de Dios y a Su Creación.

En el Cielo, los santos y bienaventurados se arrodillan frente al Altar Celestial, contemplando las llagas aún marcadas en el cuerpo espiritual del Cristo Solar, como símbolo de Su perpetua donación, en nombre de toda la vida manifestada.

El Amor de Cristo perdura a lo largo de los siglos, multiplicándose y profundizándose a diario. Su sacrificio no terminó en la Cruz, aunque en el Reino de los Cielos, a la derecha de Dios, el Señor abandone todos los días Su Trono para acompañar a la humanidad y al universo entero, repartiendo Su Instrucción, Su Sabiduría y Su profundo Amor, desconocido para muchos.

Aun siendo Uno con el Padre, Cristo se manifiesta entre los hombres y Él mismo prepara los corazones en los que desea habitar en el próximo tiempo.

Sientan en sus corazones la reverencia de toda la Creación por el Hijo de Dios, que no es solo el arquetipo perfecto para la creación humana; es el ejemplo y guía de toda la Vida, porque Su Amor trasciende cualquier expresión de amor ya vivida, pues es el Amor puro de Dios en Su Sagrado Corazón.

Únanse a la reverencia de toda la Vida por el eterno sacrificio de Cristo. Sean parte de la Creación de Dios que es consciente de Su Majestad y rindan honra y gloria a Aquel que es digno de recibirla.

Delante de Cristo, en esta Sagrada Semana, ríndanse a la oportunidad única de vivir la humildad, comprenderla y experimentarla, aunque sea por algunos instantes. Háganlo contemplando la grandeza de Cristo delante de ustedes y reconociéndose como la pura nada, frente a Su Amor.

Que sus consciencias, por fin, descubran la Verdad sobre lo que viven y que puedan ser consecuentes con las Gracias que reciben.

Una simple reverencia verdadera puede cambiar sus vidas para siempre; porque, cuando el alma actúa de acuerdo con lo que sabe, toda la consciencia comprende sus señales y vive de acuerdo con los principios emanados por el alma.

Hoy, les dejo Mi profundo Amor por el Hijo de Dios, que demostró Su Humildad, haciéndose hijo del menor de todos los hombres: Este que les habla.

Con amor y paz, Su Padre y Amigo,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Así como Jesús cargó la Cruz de los pecados del mundo cuando estuvo sobre la Tierra, hoy continúa cargando todas las faltas de la humanidad; faltas que crecieron y se multiplicaron, faltas que muchas veces se tornaron imperdonables.

Cristo carga esa cruz porque sabe que solo un amor tan grandioso como el que vive dentro de Su Sagrado Corazón es capaz de soportar esa Cruz. Solo el Amor de Dios dentro de Sus criaturas puede soportar los males causados por la humanidad, no solo física, sino sobre todo espiritualmente.

Hijos, Jesús los invita a amar como Él ama, a dejarse impregnar por Dios y así, revertir la situación actual de este planeta. No piensen que ustedes son pocos entre la multitud que camina en la oscuridad. Solo confíen en que no conocen la potencia de ese Amor, que por ser tan inmenso, no cabría en un pequeño corazón humano. Ese Amor debe ser vivido por todos aquellos que se dicen soldados, compañeros y apóstoles de Cristo.

Ante la Pasión del Señor, contemplen los hechos espirituales y no tanto los materiales. Contemplen la potencia del Amor de Dios que, en el lacerado Corazón de Jesús encontró su morada. Ese Corazón herido se hizo grande al perdonar las llagas recibidas y así el mismo Dios pudo amar dentro de él.

Vivan esta Pasión en sus días: perdonen a los que los maltratan, déjense humillar por los que los ofenden, amen sin límites, sirvan independientemente de los resultados de si a quienes están sirviendo merecen o no su amor. Amen como Jesús, porque Él amaba como Dios.

El Padre es negado, ultrajado y olvidado por la humanidad, y aun así, no deja de ser Dios, no deja de ser Padre, no deja de cuidar cada corazón humano. Y no siendo suficiente con haber enviado a Su Hijo a padecer las acciones humanas y convertirlas en Amor, lo envía en espíritu a lo largo de toda la existencia de la humanidad y lo hará retornar al mundo para concretar Su Obra.

Ese es el Amor de Dios y todos, como humanidad, tienen la Gracia de vivirlo. Es tiempo de abrir el corazón y entregar la propia morada.

Su Padre e Instructor, Aquel que se dejó habitar por Cristo,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Las últimas gotas de la Sangre de Cristo se derraman sobre el mundo, representando el manantial vivo de Su Divina Misericordia.

Para perpetuar Su Misericordia, Nuestro Señor perpetúa también Su Sacrificio todos los días, renovando los méritos para la salvación de este mundo.

Muchos piensan que el Sacrificio de Cristo fue solo Su dolorosa Pasión y muerte en la Cruz, vividas hace dos mil años. Pero, ¿cómo podría Él estar tan vivo en los corazones del mundo? ¿Cómo podría seguir salvando las almas y los espíritus aparentemente irredimibles, si no hubiera una renovación mística permanente de Su Divino Amor?

Cristo no solo rememora Su Pasión: Él la vive, la siente, padece cada flagelo, recibe cada llaga. Y cada vez que un alma de la Tierra entrega su vida por amor al Sacrificio de Jesús, o realiza actos de reparación a Su Divino Corazón, es una llaga menos revivida por Cristo, porque los méritos que generaría a través de esa llaga, la propia humanidad los genera, por su aprendizaje de amor.

Reconozcan el eterno padecimiento de Aquel que tiene la potestad de hacer desaparecer este mundo, y con él todos sus males, y sin embargo elige sufrir Su Martirio y revivir Su Pasión, para sustentar la vida en este planeta; con la esperanza de que una sola alma siga Sus Pasos y manifieste Sus Palabras o Su Evangelio, así como Él manifestó las Palabras plasmadas en las antiguas Escrituras de los Patriarcas.

Que esta Sagrada Semana represente el despertar de sus almas al Amor y la Misericordia de Cristo, y que a partir de este impulso transformador, también aprendan a vivir y perpetuar ese Amor y esa Misericordia, que en verdad, son capaces de vivir. Solo se necesita olvidarse de sí mismos y lanzarse en este misterio.

Ustedes no padecerán los martirios vividos por Cristo; solo batallarán espiritualmente para establecer este Amor, y aunque en el plano físico les corresponda experimentar el sacrificio en nombre de Dios, nada se compara con lo que vivió el Señor, que necesitó romper las duras barreras que separaban no solo a la humanidad, sino también a todo el Universo, de la Consciencia de Dios.

Los amo y los bendigo.

San José Castísimo

APARICIÓN DE SAN JOSÉ Y DE LA VIRGEN MARÍA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LOS VIDENTES FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de San José:

Que la presencia de la Sagrada Familia prepare cada uno de sus corazones para un nuevo tiempo.

Hoy, en presencia de su Madre Santísima y de Nuestro amado Hijo Jesús, depositamos en sus corazones aquel amor profundo que pudimos vivir como Sagrada Familia. Todo aquel que se abra para recibir esta dádiva la recibirá, porque no vinimos al mundo solo para hacer una experiencia. No vinimos al mundo solo para que nuestra historia se plasmara en un papel o en los éteres de este planeta.

Venimos al mundo, hijos, para dejar un ejemplo, un camino, una guía para cada corazón humano. Venimos al mundo para demostrarle, no sólo a la humanidad, sino a todo el Universo, la perfección del Plan de Dios.

Hoy, Mi Mensaje diario será un único Mensaje con el Mensaje de María, porque les hablaremos trayendo a sus corazones aquello que necesitan para que se preparen, en verdad, para recibir a Cristo. Porque esa es nuestra Misión: preparar el corazón humano para la llegada del verdadero Rey. Así como preparamos Su llegada al mundo, Su nacimiento, así también preparamos Su retorno.

Por eso, Dios nos pide que sigamos viniendo a este planeta, cada día, para instruir al corazón humano. En Jerusalén, nuestro silencio era el que instruía los corazones, porque el nacimiento de Cristo también era un misterio para nosotros. Muchos sabían que algo acontecía en esa Familia tan misteriosa, pero no sabían exactamente qué, porque para la mente humana no es posible concebir la grandiosa Gracia de que Dios mismo se manifieste entre los hombres. Eso acontece, hijos, porque ustedes no se reconocen verdaderamente como Creación de Dios, porque creen que están distantes de Aquel que los creó, cuando, en realidad, Él está dentro de cada uno de ustedes. Si descubriesen su unidad con el Creador, esta unidad absoluta, única en todo el Universo, no les sería difícil creer que Él viene a su encuentro por medio de Sus Mensajeros y que Él retornará, volverá resplandeciente en las vestes de Su Hijo.

Para que comprendan verdaderamente los misterios de la Sagrada Familia, para comprender nuestra vida en este planeta y también nuestra Presencia aquí, en estos tiempos, deben aprender a unirse a Dios, porque es solo con el corazón unido al Corazón del Creador que estos misterios les serán comprensibles, no con la mente, sino con el corazón. Es el corazón el que comprende sin saber explicar ¿cómo?; él no tiene una teoría, solo sabe.

Quisiera sacarlos de esta tercera dimensión, de este pensamiento siempre tan humano y de esa forma de vivir siempre tan humana. Por eso, les hablamos de cosas celestiales, divinas, porque ya llegó la hora de retornar. Y si no comienzan a amar el Cielo, a amar la Vida Superior, ¿cómo ella podrá volverse una realidad en este mundo?

Los Cielos descenderán a la Tierra en el momento justo, correcto, para la humanidad; pero antes de que esto suceda, deben llegar a sus corazones y a sus esencias. Para eso les pedimos tanto que oren, que sirvan, que aprendan a amar, porque es el amor el que se desarrolla en sus corazones, a diario, el que les permitirá encontrar a Dios, Su Universo, Su Conocimiento, Su Sabiduría.

Yo también tuve una mente humana, un corazón humano, tampoco fui capaz de comprender muchas verdades, hasta que Dios Me enseñó a amar. Y, delante de la grandeza de ese Amor, que vi nacer en Mi Corazón, no había teoría, no había pensamiento que pudiera vencerlo. No había duda que retirara ese Amor de Mi Casto Corazón. Es a eso a lo que los llamamos, en este tiempo: a vivir ese Amor absoluto.

En los próximos días, estarán delante de Cristo, que es la representación del propio Amor para toda la Creación Divina. ¿Se dejarán amar por Él? ¿Comprenderán lo Sagrado, lo Majestuoso, que es ese encuentro con Cristo? Cuando tuve a Jesús en Mis brazos, en Su nacimiento, no cabía dentro de Mi ¿cómo Dios podría colocarse en los brazos de un hombre? Ese niño Dios creció, entregó su vida por amor a todos, se entregó en los brazos de aquellos que lo odiaban y se dejó martirizar y crucificar, por la grandeza de Su Amor. Es ese mismo Dios el que retorna al mundo, y que por siete días, estará delante de ustedes. Es ese mismo Dios el que los invita a anunciar Su Presencia, a ser testigos de Su Misericordia, multiplicadores de Su Gracia, porque Él no aspira a quedarse dentro de este salón, Él no aspira a llegar solo a este lugar.

Dios quiere vivir en cada corazón humano, quiere llegar a aquellos que no lo han conocido, porque han temido a Su Amor; quiere hacer valer Su Sacrificio, ese que se perpetúa a lo largo de los siglos, a través de la victoria de sus corazones.

Por eso, no teman seguirlo, no teman dejarse conducir por Él, no teman rendirse delante de Él. Por eso, escuchen Nuestras Palabras: si no creían en Nuestra Instrucción en Jerusalén, si no creían que era Dios dentro de aquel Niño, ahora tienen la oportunidad de responder a Su llamado celestial, de hacer crecer su propia fe y, esta vez, a ser dignos de llamarse Sus compañeros.

Ahora, escuchen a su Madre Santísima.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Mi silencio es compartido por San José y por el pequeño Niño, porque en la humildad del espíritu nace la fuerza de los valientes y la convicción de los semejantes, para seguir, a pesar de todo, el Plan de Dios y Su máxima Obra.

Hoy estamos aquí como la Sagrada Familia, que ardientemente espera que todos ustedes así lo sean, en poco tiempo. Una familia espiritual por la paz, que infunda los nuevos patrones de la Vida Universal y del Evangelio.

Estoy aquí, gestando en Mi Vientre Purísimo este momento, que es único para todos. Felices de aquellos hijos Míos que lo sepan aprovechar y no pierdan tiempo, para abrazar la oportunidad que el Cielo les entrega, a través de este momento y de la venida gloriosa de Mi Hijo a un mundo tan caótico, lleno de dolor, de sufrimiento y de negación.

Venimos a despertar en ustedes el verdadero sentido de la vida, de la hermandad y de la confraternidad con todo el Universo. Las bases para eso ya están sembradas en sus corazones y en sus almas; solo bastará, hijos Míos, que definitivamente se animen a dar el último paso, para que Mi Hijo encuentre un camino seguro, a través de Su segundo retorno a la humanidad.

En esta Sagrada Semana, su divinidad debe estar en la Divinidad de Cristo; su corazón, en Su Corazón Ardiente y Amante; su condición humana, en el océano de Su Misericordia, en donde las llamas ardientes de Su Fuego Misericordioso abrazarán a aquellos que se animen a aceptarlo incondicionalmente, y sin apremios.

Quisiera que ese Fuego de Cristo, durante siete días, los transformara, porque ya no podemos esperar, hijos Míos. Dios necesita que los colaboradores del Plan estén disponibles, para que la Sagrada Familia pueda retirarse al Universo y prepararse para ese gran momento del retorno de Cristo, en Su Gloria y en Su Gracia.

Mientras tanto, queridos hijos, ustedes abrazarán con amor la cruz que Dios les entregó. Ustedes se esforzarán por vivir todo por sus semejantes y por sus hermanos. Y en esta transición planetaria, acompañarán en el amor y en la oración, a todos los que no pueden levantarse del suelo, por su propia purificación.

Pero como Soy su Madre bondadosa, y San José también es bondadoso en Su Misericordia infinita, como también en Su Gracia lo es Mi Hijo, no los abandonaremos.

Las Enseñanzas que les transmitimos durante tantos años deben estar presentes en su vida diaria, en sus ejemplos, acciones y modos, para que así la humanidad perdida e ignorante, que se sumerge en la ilusión material y en el fanatismo, pueda despertar y ver en sus rostros el reflejo de una obra realizada con inmenso amor; obra que proviene de Dios y de Sus Altares Celestiales a través de Nuestros Sagrados Corazones, que distribuyen Sus Gracias por donde Ellos pasan, en cada lugar del mundo.

Si Nosotros estamos aquí, en esta hora y en este tiempo, es porque son llamados a vivir la transición, junto a la humanidad y a todos los Reinos de la Naturaleza, que esperarán de su parte, como siempre lo han hecho, un auxilio interior y exterior, una caridad fraterna, que se multiplique con amor, en todos los corazones.

Delante de los siete Coros que hoy nos acompañan y cantan la Gloria de Dios para todos los Universos y realidades sublimes, que hoy sus corazones se fundan con Nuestros Sagrados Corazones, en una sola familia espiritual; y que este paso que son invitados a dar en esta Sagrada Semana, en compañía de la Pasión de Jesús, sea evidente, sea su íntimo testimonio de que, en verdad, aman a Cristo por encima de todo, y que siempre estarán abiertos a recibir, con humildad, todo lo que los hará crecer en el nombre de Dios.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de San José:

Que en este día, en que sus corazones agradecen a Dios todo por estar en presencia de la Sagrada Familia y porque Mi voz resuena en el mundo hace ya tres años, sus corazones reflexionen profundamente sobre todas las enseñanzas que recibieron y todas las bendiciones que le fueron entregadas.

Estas bendiciones, hijos, no pueden permanecer en sus corazones: deben irradiarse al mundo entero. Quisiera que la presencia de la Sagrada Familia, en este lugar, fuera conocida por muchos; porque aquí, así como en cada Centro Mariano fundado por el Inmaculado Corazón de María, estamos construyendo una Obra única, para preparar los corazones para un tiempo de caos. Tiempo en el cual no podrán perder la paz, la fe y la esperanza de ver nacer una nueva humanidad en este mundo.

Pero, para esto, necesitan esforzarse, necesitan transformarse, dar sus pasos rumbo a este arquetipo perfecto, que el Creador pensó para cada uno de ustedes.

Es por medio de esta Obra, hijos, que les extendemos las manos para que coloquen en nuestros brazos sus viejas vestiduras, vestiduras que representan su faz no redimida, que representan los errores del pasado, errores que cometieron mucho más allá de esta vida, manchas que traen en el alma para curar y perdonar en este tiempo.

Es por eso que hoy les pediré que esta Obra de los Mensajeros Divinos, que comienza a plasmarse en el papel, por medio de cada libro que manifiestan con nuestras palabras, pueda llegar a los cuatro rincones de este mundo, pueda traducirse para muchos idiomas, además del inglés, del español, del portugués. Que el idioma del corazón pueda llegar a cada nación de este mundo. Para eso, convoco a todos los que nos escuchan a que despierten y a que colaboren, porque pueden no comprender por qué les pedimos estas cosas ahora, pero en el futuro, les aseguro que podrán comprenderlo.

No venimos para causarles temor o aprehensión sobre un futuro incierto, venimos para despertar su fe y para que recuerden cada una de estas palabras, cuando piensen que esa fe ya no vive dentro de ustedes.

Quisiera, hijos, que un día, en este altar, así como en lo alto de la colina, estuvieran pintadas las imágenes de los tres Sagrados Corazones. Que también Mi Faz, la que revelé el primer día de los mensajes diarios, pueda pintarse y difundirse por el mundo, no por Mí, sino por lo que representará para el corazón humano y por el impulso que el Creador enviará por medio de ella. Que también la imagen de María, Rosa de la Paz, pueda ser pintada, para que Su Pureza llegue a los cuatro rincones de este planeta, y que todo ser viviente reconozca que su Madre Celestial entregó hasta Su Esencia, por amor a la humanidad y a los Reinos de la Naturaleza.

Que, por medio de esas imágenes, como de nuestras palabras, todos los corazones sientan que tanto en este lugar, como en cada Centro Mariano, el Creador entregó lo mejor de Sí para la redención de la humanidad.

Que la nueva raza, la que surgirá a partir de su redención, pueda saber, conocer, que el Amor de Dios se manifestó en este lugar y en este planeta; que el Creador, hasta el final, no desistió de la humanidad, y por más que los errores crecieran, las atrocidades y las guerras fueran infinitas, Su Sagrado Corazón aún derramaba más Gracias, enviaba aún más bendiciones al mundo por medio de Sus Mensajeros Divinos, Sus Ángeles y Arcángeles, los santos, los bienaventurados, para, de todas las formas, guiar al corazón humano.

A veces, hijos, el resultado de esta Obra no podrá ser visto por sus corazones, pero, aún así, deben colaborar para que ella se manifieste, porque es parte de su redención, y del despertar de sus consciencias, que puedan actuar en este Plan de Dios en estos tiempos.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Queridos hijos, a través de la unión casta de los tres Sagrados Corazones, traigan aquí la oferta del pan y del vino para la Consagración, para el establecimiento de la paz.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Oraremos ahora esta oración, que María nos transmitió, que es una oración que los tres Sagrados Corazones realizan juntos, por la concreción del Plan Divino en las almas y por el despertar de todos los corazones.

 

Gracia Sublime de Dios,
desciende en los corazones
para que las almas despierten
a la Vida Mayor.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Cuando Jesús era niño, enseñó a la Sagrada Familia, en Nazareth, a Su amado Padre San José, las bases de Su Sacerdocio Espiritual, porque el Arcángel Gabriel inspiraba toda la obra de esa Sagrada Familia, que vino al mundo para concretar la redención de las almas y la salvación de todos los espíritus caídos.

San José fue la primera Consciencia que aprendió sobre la Santa Comunión con Dios y con Su Espíritu Divino. Por eso hoy, Él consagrará, en nombre de la Sagrada Familia y de todas las familias del mundo, que deben cada día más, unificarse en el amor, en la hermandad y en el perdón. Consagrará esta Comunión por todos los jóvenes y niños, adultos, mujeres, ancianos y enfermos, que están en la soledad del corazón humano y que deben reencontrar en este Ministerio del Santo Sacramento, a Cristo, Nuestro Señor.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Elevemos las ofrendas, desde nuestros corazones, a los Corazones Sagrados de Jesús, de María y de San José, para que el amor de nuestro corazón toque el Corazón de Dios y Él difunda Su Misericordia en el mundo.


Gracia Sublime de Dios,
desciende a los corazones
para que las almas despierten
a la Vida Mayor.
Amén.


Hermana Lucía de Jesús:
Escuchemos, a pedido de San José, siete campanadas, que anuncian los siete días de encuentro con Cristo.


Oh, Sangre de Cristo
derramada sobre el mundo,
purifica nuestra alma,
alivia nuestro corazón,
ten piedad de nosotros, Señor.
Amén.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Nos elevamos al Cielo, con la ofrenda de sus corazones y almas, para que las Gracias se multipliquen en aquellos que más las necesitan.

Les agradecemos por haber respondido a Nuestro llamado y a Nuestra convocatoria celestial, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Escuchemos el cántico de la Sagrada Familia.

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Hijos:

En tiempos de tribulación interior y exterior, es necesario desarrollar los dones de la persistencia y de la perseverancia. Esos dos atributos emergen naturalmente en las almas fuertes y hoy les digo que todas las almas que vivirán las pruebas finales de estos tiempos deben ser fuertes. Su fortaleza proviene del amor y de la fe; la perseverancia de la cual les hablo se relaciona con esos dos atributos divinos.

Aunque se derrumbe el mundo a su derecha y a su izquierda, mantengan la fe y el amor en sus corazones. No vivirán nada que no puedan soportar, porque esta es la Ley; sin embargo, descubrirán que pueden soportar mucho más de lo que imaginaban.

La fe aquieta la mente, con la certeza que el único que sabe el verdadero fin de todo es el Creador. Y como Su Triunfo también es una Ley, si están a favor de esta Ley y actúan en cumplimiento de ella, no importa lo que vivan, pues todo será un medio para lograr el Triunfo de Dios, de alguna forma misteriosa e imprevisible.

Muchos creen que la fe es la sabiduría de los ignorantes, que no pudiendo recurrir a la razón recurren a la fe. Pero aquellos que piensan de esa forma y que tienen su fortaleza afianzada en las inestables arenas de la playa de la vida material, buscarán el auxilio de los que llamaban ignorantes cuando vean hundirse la fortaleza de la soberbia y del falso conocimiento.

Hijos, no presten oídos a los que no creen en el poder de la fe. Cuanto mayores sean los desafíos para mantener esa fe, deben ser aun más persistentes. Porque si la fe no fuera un tesoro único en los corazones de los hombres, el adversario de Dios no se esforzaría tanto en hacerla desaparecer.

Antes de ceder a los que juzgan y condenan su forma de vivir, oren por ellos y entréguenlos en las manos de Dios, con la esperanza de que, un día, el Creador los acoja en Su Reino; porque también aquellos que lo niegan son parte de Su Proyecto y deben vivir la Redención.

Les digo todo esto porque muchas serán las dificultades de estos tiempos para mantener su propia fe y amor. Por esta razón, deben estar fortalecidos y preparados para enfrentar esos embates.

Les pediré que sean perseverantes y también atentos, ya que el enemigo no obra solo por intermedio de los otros, pues él también puede utilizar a cada uno de ustedes para establecer su reino. Y aquellos impulsos que los hacen perder la fe pueden venir de ustedes mismos. Por eso, sean valientes y amen de corazón el Plan de Dios, para el que fueron convocados.

Su Padre y Amigo,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Entra en Mi Casto Corazón, para que te revele los misterios insondables de la simplicidad, de la humildad y de la pureza de intención.

Es en el corazón simple, humilde y puro que habitará el Señor, cuando Su Esencia Crística comience a renovar el mundo por medio de los corazones de los hombres. Por eso, anhela para ti un corazón simple, esto significa un corazón que se adhiera a la Voluntad Superior y que no genere resistencias a la manifestación de los Planes de Dios.

Un corazón simple es aquel que fluye de acuerdo con la necesidad que se presenta y que no genera conflictos en ningún nivel de consciencia.

Un corazón simple no retiene nada para sí y no busca comprender todas las cosas antes de vivirlas; solo las vive como Dios las encomienda para su vida y deja que la comprensión surja de la experiencia.

Un corazón simple necesita también ser humilde, para no creerse mejor que los demás por su simplicidad. Si no genera conflictos aparentes, pero al mismo tiempo juzga las dificultades de los otros como cosas de la vida y quiere que todos sean simples como él, de nada vale la simplicidad de ese corazón.

El corazón simple debe ser humilde para ser simple naturalmente, para ser simple y solo eso; para no querer mostrar su propia simplicidad o facilidad de aceptar las circunstancias de la vida. Si el corazón es simple y humilde, comprende al prójimo y, aun en el silencio, lo ayuda con el ejemplo para que dé sus pasos y venza sus propias resistencias.

El corazón que es simple y humilde, cuando también es puro de intenciones, puede heredar naturalmente el Reino de Dios y vivir Su Inmenso Amor, porque se vuelve digno de recibirlo, aunque no lo sepa.

Aquel corazón que es verdaderamente simple, humilde y puro de intención, nunca sabrá que lo es. Primero, porque no está pensando en sí mismo ni en sus propios atributos y segundo, porque su atención está siempre dirigida al presente, a la necesidad, al prójimo.

Si quieres hacer de tu corazón un corazón simple, humilde y puro de intención, entonces olvida que quieres hacerlo y dedícate solo a amar al prójimo, y sobre todo a Dios. Busca a cada instante la necesidad de Su Plan, no para que seas operario de cosa alguna, sino porque sabes que el Creador espera que mínimamente cumplas con tu parte.

Sabes que lo que haces no tiene mérito extraordinario alguno. Lo que sucede es que tú haces lo mínimo, mientras la mayoría duerme.

Agradece por ser hijo de la Misericordia y deja que tu propia gratitud te conduzca a la manifestación del Propósito de Dios en ti. Si eres verdaderamente agradecido, jamás resistirás a algo que te envía el Señor, porque todo te será poco, frente a la grandiosidad de la Misericordia, que te retiró de los abismos de este mundo.

Por eso, hijo, siempre agradece a Dios, sirve y olvídate de ti. Así te harás simple, humilde y puro de intención sin que te des cuenta. Del mismo modo, algún día serás digno de recibir en tu morada al Rey de reyes, tu Señor y Maestro, Cristo Jesús.

Aquel que te prepara para el retorno de Cristo en tu interior,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Queridos hijos y compañeros de Mi Casto Corazón:

En vísperas de su encuentro con Cristo, como humanidad, quisiera impulsarlos a la entrega de su voluntad y de su razón a Él.

Quiero, con eso, decirles que los llamo a que profundicen el contacto con el Maestro y Señor de sus vidas, para que cada vez se tornen más dignos de Su Presencia y que sepan valorar y vivir plenamente esos momentos con Él.

El contacto con los Mensajeros Divinos, de forma general, hijos, es muy misterioso y aún poco comprendido por la mayoría de ustedes; por este motivo hoy vengo a profundizar ese tema con todos.

A lo largo de nuestras apariciones en el mundo, despertamos a muchos seres orantes, que descubrieron el poder de la oración, de la fe y de la caridad, que reparten hoy la paz para el mundo, por medio de sus vidas.

En este ciclo planetario y a través de su grupo de trabajo, vinimos a instituir la fraternidad y la unidad entre las razas, naciones y religiones, mediante el ecumenismo, el lenguaje del corazón y el amor al Dios único, que manifiesta Sus faces y expresiones gracias a las diferentes religiones del mundo.

Vinimos, en este último tiempo, a profundizar la entrega de los orantes y servidores para que, además de ser colaboradores del Plan, comiencen a ser soldados y discípulos de Cristo.

Más que seres orantes, buscamos ahora consciencias que se dispongan a renunciar a su voluntad y al modo de pensar humano, para que ingresen plenamente en la Voluntad y en el Pensamiento Divino y que, así, sean instrumentos de Dios en el mundo, consciencias con las cuales el Creador puede trabajar y por intermedio de las cuales Él mismo podrá perpetuar Su Presencia entre los hombres.

Para que lleguen a este grado de entrega del cual les hablo y ser verdaderos instrumentos de Dios, ustedes deben aprender a amar Su Plan por encima de todas las cosas.

A muchos espíritus les resultará más fácil, porque ya conocen el amor al Propósito por encima de la propia voluntad, pero a otros les costará mucho, y cuando estos alcancen ese amor, podrán ayudar a muchos otros a que den pasos rumbo a la entrega.

Para sentir lo que les digo en sus corazones, y sobre todo, para tener la valentía de encaminarse por esa senda, primero permitan que el Amor Divino se adueñe de sus corazones y les dé muestras de la grandeza del Amor del Creador y de cuán pequeñas son las cosas de este mundo ante la inmensidad de este Amor Celestial.

Es para esto que Nuestro Señor viene al mundo: para darles a conocer el Amor Divino del cual Él se tornó expresión viva, incluso, material.

Delante de Cristo, ríndanse y déjense arrebatar por ese Amor infinito, que por sí solo los transforma. Prepárense para encon­trarlo, relean el Evangelio, recuerden Su paso sobre la Tierra y reaviven dentro de ustedes la memoria de estar con Él en este mundo.

Sientan dentro de ustedes al mismo Maestro que caminaba en los valles y en las montañas del desierto. Sientan que resuena la misma voz que se plasmó en los aires de Oriente y que emanó el perdón, la cura y la redención para tantas almas.

El mismo Señor que los despertó en el pasado, hoy viene para que retomen el compromiso con Él y con Su Misión que, en verdad, es la misión de toda la humanidad.

Por eso, hijos, por más que no puedan verlo, siéntanlo dentro de ustedes y delante de ustedes. Cierren los ojos y escuchen Su Voz, como si Dios mismo les hablara, como en el pasado. Así, encontrarán fuerza y valor para entregar todo por amor, y el Plan de Dios podrá cumplirse por intermedio de sus vidas.

Su padre y amigo,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Para aprender a amar, ustedes deben primero colocar los ojos y la consciencia en la Verdad, porque lo que amarán es la Verdad que proviene de Dios y que se expresa en todo.

Si no aprenden primero a reconocer la Verdad que habita en todo lo que fue creado, ustedes correrán el riesgo de vivir un amor humano, basado en juicios y convicciones que no son reales, sino solo fruto de la limitada comprensión de la mente humana.

Por ejemplo: si Cristo no hubiera reconocido la Verdad, jamás habría podido vivir el amor en Su Pasión, porque fue abandonado por Sus compañeros, humillado por todos aquellos que lo escucharon predicar y que, incluso, recibieron las Gracias vertidas por Dios por medio de Sus palabras. Él fue torturado por aquellos que representaban la Ley de Dios para Su pueblo y cargó, en cada una de Sus llagas, el odio, la envidia y la maldición de todos ellos.

¿Cómo amar con un corazón humano esa experiencia?

Cristo amaba porque conocía la Verdad. Él sabía del amor de Sus compañeros, pero también sabía de sus debilidades.

Él sabía que, después de que ellos lo habían dejado solo y de darse cuenta que aún así los amaba, nacería en el corazón de cada uno de Sus compañeros una fe inquebrantable y, aunque lo abandonaron en aquella hora, después de esto, perpetuarían Sus palabras y Su Presencia en la Tierra por el ejemplo y por el testimonio vivo de cada uno de ellos.

Cristo conocía la miseria en el corazón de los fariseos; sabía que el demonio utilizaba sus debilidades para fortalecerse y ese modo de ver la Verdad, le producía compasión. Él sentía con pesar que Sus hermanos tuvieran que aprender con sus errores; pero sabía que, de alguna forma, eran vehículos para el cumplimiento de los Planes de Dios, para que se plasmara en la vida lo que estaba en las Escrituras.

Cristo sabía que aquellos que lo escupían en el rostro, después de haber escuchado Sus palabras y recibido las bendiciones de Dios, necesitaban de algo más, de un grado de amor aún mayor, porque inmensa era la oscuridad que los cegaba. Por eso, Él los amaba.

Hoy, hijos, deben aprender a contemplar la Verdad. Verdad que no se encuentra con el uso de la razón, porque racionalmente no es posible amar a quien les quita la vida y que disfruta de cada gota de sangre derramada por su cuerpo.

Esa Verdad es incomprensible para sus mentes y, si intentan ser eruditos y lógicos delante de ella, jamás la encontrarán.

Los llamados sabios de la época de Cristo no creyeron en la Sabiduría y en el Poder de Jesús, pues pensaban: “Si cura a los enfermos y multiplica los panes, ¿por qué no se salva a sí mismo y demuestra a toda la multitud que lo persigue Su verdadero Poder y Divinidad? ¡Es, en verdad, un débil, un burro o un mago, pero no es el Hijo de Dios!”.

Jesús escuchaba esos pensamientos, amaba y se fortalecía aún más y más, porque era tanta la ignorancia de Su pueblo, que cada vez debería ser mayor Su sacrificio y Su ejemplo de amor.

Hoy, hijos, como su padre, los llamo a amar la Verdad, a comprender las limitaciones, la ignorancia y el desamor del prójimo y a amarlo aún más plenamente.

Aunque les parezca irracional, inmaduro, ingenuo o imperfecto, aun así amen.

Busquen a Dios sin utilizar para eso la razón ni incluso los recursos intelectuales que tienen dentro de sí, porque ustedes nunca vivieron el amor que deben manifestar ahora. El amor del cual les hablo es nuevo, es desconocido, pero es pleno, único y verdadero.

No se olviden de lo que les dije y sientan Mis palabras en el corazón, pues las pruebas venideras buscarán en los discípulos de Cristo un ejemplo semejante al del Maestro.

Su padre y compañero, Este que les enseña a amar y a conocer la Verdad,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Hijos:

Algunos días antes de un acontecimiento importantísimo, vengo a preparar sus pequeños corazones. Me refiero a la Sagrada Semana con Cristo Jesús. (1)

Vengo a pedirles que dispongan verdaderamente sus corazones para este momento, no solo como un evento, sino como un encuentro con el Rey del Universo, quien se digna aproximarse a todos, en Espíritu y Divinidad, por siete días seguidos.

La Sagrada Semana representa para la humanidad el cumplimiento de las promesas hechas por Cristo hace más de dos mil años. Aquellos que un día escucharon Sus Palabras y murieron con la esperanza de reencontrarlo, al final de los tiempos, retornan al mundo junto con Cristo para terminar de cumplir con Él Su santa Obra en esta Tierra.

Ustedes, hijos, que escuchan estas palabras, en algún momento de sus experiencias en este mundo, aceptaron seguir los pasos del Maestro y ser partícipes de Su Proyecto redentor. Aceptaron seguir Sus Pasos e imitarlo en sacrificio, en humildad y en redención, para alcanzar el arquetipo perfecto que Su Divinidad transmitió al mundo, por el ejemplo vivo y material de Su Cristificación.

Si bien hoy sus ojos aún no lo pueden ver, porque están muy involucrados con la materia y además deben estar preparados para eso. Sus corazones sí pueden reconocerlo y vivir plenamente la transformación que Él les propone, si tan solo se abren para profundizar en lo que viven y no dejen que los días pasen en la superficialidad propia de la vida común de este mundo tridimensional.

Es el amor en sus corazones lo que les permitirá trascender las formas comunes de la mente humana de estar frente a las situaciones de la vida, para descubrir lo sagrado y lo divino que hay en estas instancias de encuentro con Cristo, así como lo es con todos los Mensajeros Divinos que, en verdad, son portadores de la Presencia de Dios en este mundo.

Quisiera, hijos, traerles esta reflexión, para que sus corazones profundicen verdaderamente en la Gracia que están recibiendo y que vivan esta Sagrada Semana con la santidad que ella les propone, para que puedan vivir algo único, una unión absoluta con Aquel que tiene la potestad de transformar sus vidas para siempre.

Los amo y les enseño a estar delante de Aquel que es digno de toda Honra y de toda Gloria, porque se entrega todos los días, en sacrificio, a esta humanidad por su salvación.

Su Padre y Amigo,

San José Castísimo

1. Conmemoración realizada en los Centros Marianos en ocasión de la semana en que se revive la Pasión de Cristo; tradicionalmente conocida como Semana Santa.

MENSAJE DIÁRIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Reposa la consciencia en el sacrificio. No habrá mayor descanso para el espíritu que aquello que él encuentra en la certeza en el permanente servicio a Dios.

Reposa la consciencia en el sacrificio y encontrarás la verdadera paz, que nace de la Gracia de servir al Padre y de saberse en el camino correcto de Su Voluntad.

Mientras el mundo se cansa luchando por metas vacías de sentido, mientras las almas no encuentran la paz ni el reposo, porque los confunden con la inercia y el placer mundano, reposa la consciencia en el sacrificio y, aunque tus cuerpos estén cansados, tu espíritu y tu alma conocerán el verdadero regocijo que es servir a Dios.

Sacrificio no es martirio. Sacrificio es el permanente esfuerzo para manifestar lo sagrado en este mundo de superficialidades.

Sacrificio es el conocimiento de otras Leyes que trascienden la materia y colman el espíritu.

Sacro Oficio es aquel que se ofrece a Dios con el corazón.

Aquel que te llama a la Gracia del sacrificio hecho por amor,

San José Castísimo

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Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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