Lunes, 21 de marzo de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Así como Jesús cargó la Cruz de los pecados del mundo cuando estuvo sobre la Tierra, hoy continúa cargando todas las faltas de la humanidad; faltas que crecieron y se multiplicaron, faltas que muchas veces se tornaron imperdonables.

Cristo carga esa cruz porque sabe que solo un amor tan grandioso como el que vive dentro de Su Sagrado Corazón es capaz de soportar esa Cruz. Solo el Amor de Dios dentro de Sus criaturas puede soportar los males causados por la humanidad, no solo física, sino sobre todo espiritualmente.

Hijos, Jesús los invita a amar como Él ama, a dejarse impregnar por Dios y así, revertir la situación actual de este planeta. No piensen que ustedes son pocos entre la multitud que camina en la oscuridad. Solo confíen en que no conocen la potencia de ese Amor, que por ser tan inmenso, no cabría en un pequeño corazón humano. Ese Amor debe ser vivido por todos aquellos que se dicen soldados, compañeros y apóstoles de Cristo.

Ante la Pasión del Señor, contemplen los hechos espirituales y no tanto los materiales. Contemplen la potencia del Amor de Dios que, en el lacerado Corazón de Jesús encontró su morada. Ese Corazón herido se hizo grande al perdonar las llagas recibidas y así el mismo Dios pudo amar dentro de él.

Vivan esta Pasión en sus días: perdonen a los que los maltratan, déjense humillar por los que los ofenden, amen sin límites, sirvan independientemente de los resultados de si a quienes están sirviendo merecen o no su amor. Amen como Jesús, porque Él amaba como Dios.

El Padre es negado, ultrajado y olvidado por la humanidad, y aun así, no deja de ser Dios, no deja de ser Padre, no deja de cuidar cada corazón humano. Y no siendo suficiente con haber enviado a Su Hijo a padecer las acciones humanas y convertirlas en Amor, lo envía en espíritu a lo largo de toda la existencia de la humanidad y lo hará retornar al mundo para concretar Su Obra.

Ese es el Amor de Dios y todos, como humanidad, tienen la Gracia de vivirlo. Es tiempo de abrir el corazón y entregar la propia morada.

Su Padre e Instructor, Aquel que se dejó habitar por Cristo,

San José Castísimo