Miércoles, 4 de noviembre de 2015

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Para encontrar la vida del espíritu y tornar plena la existencia en el descubrimiento de la verdad, deben ser simples de corazón.

Sé que para muchos no es fácil desapegarse de las elucubraciones de la mente ni de su fuente inagotable de ideas y sugerencias. Mas es por eso que les pido que ejerciten el silencio.

La humanidad transitó por períodos en los cuales su mayor expresión era la fuerza, el poder corporal.  En aquellos momentos, el desarrollo humano se basaba en el más fuerte. Después, aprendieron que la mente controla la fuerza y la trasciende; aprendieron que, con la mente, el cuerpo puede no ser fuerte físicamente, pero, con su concentración podrá mover montañas e incluso actuar más que aquel que solo tiene la fuerza del cuerpo.

Cristo vino al mundo en la era de la fuerza y entregó a la humanidad la posibilidad de dar un salto, porque Él ya conocía el poder de la mente y, sin embargo, actuaba con el corazón.

El Maestro sabía que Sus ejemplos perdurarían a lo largo de los siglos, porque la humanidad común aún debería aprender mucho para llegar a lo que Él enseñaba, que era trascender la fuerza y la mente para llegar al corazón y encontrar ahí el verdadero potencial de los seres humanos.

Hoy les digo que, en la vasta Creación de Dios en el universo, existieron muchas criaturas que expresaron la verdadera esencia de la fuerza corporal y desarrollaron por completo las diferentes funciones del cuerpo. Otras ingresaron en las potencias de la mente y con ella desarrollaron muchas ciencias y descubrieron sus múltiples funciones. No obstante, ni la fuerza ni la ciencia llegaron a la dimensión celestial, en donde el Creador habita.

¿Cuál será este grandioso secreto que cuando develado, une la criatura a su Creador? Es el desarrollo del corazón.

Al contrario de todos los caminos para el descubrimiento de la fuerza y de la mente, el camino hacia el corazón se encuentra en la simplicidad. Para vivir la fuerza, deben “ser”. Para vivir la ciencia, deben “conocer”. Pero para encontrar el corazón, deben “no ser” e incluso “desconocerse” a sí mismos. 

Es por eso que este momento es tan difícil para muchos, porque a muchos seres de este mundo les cuesta creer en el camino de la simplicidad; les cuesta perdonar, reconciliarse, humillarse y orar, como camino para tan grandioso encuentro con el Creador.

Les digo, queridos compañeros, que ustedes deben ser simples, mansos y humildes para encontrar las Puertas del Cielo.

Yo los amo y les dejo, en Mis simples palabras, la trascendencia de toda fuerza y de toda ciencia, para que encuentren el recinto del corazón.

San José Castísimo, humilde y simple siervo de Dios