Domingo, 20 de septiembre de 2015

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Si contemplasen con el corazón las necesidades del mundo de una forma natural, sus propias necesidades se disolverían. Lo que sucede es que las consciencias no están verdaderamente conmovidas por lo que ocurre en el planeta y aún no se abrieron para comprender lo que está sucediendo. 

Mientras las almas se sumergen en los abismos planetarios, muchos aún están preocupados intentando ofrecer a Dios pequeños sacrificios y transformándose, con mucho esfuerzo, casi nada, cada día.

La imposibilidad de la transformación es impuesta por la consciencia que, al estar inmersa en sí misma, no consigue salir de sus propias dificultades; y lo peor que sucede en el mundo, para esa consciencia, es aquello que no consigue transformar.

Compañeros, en tiempos de Apocalipsis, sus proporciones deben cambiar en la consciencia: en lugar de estar tan preocupados con lo que sucede consigo mismos, coloquen la atención en el planeta y toda su vigilancia y oración para equilibrar el caos planetario.

Les aseguro que, si descubren el amor al Plan de Dios y, dentro de ese amor, la perseverancia absoluta en la concreción de ese Plan en todas las almas, en poco tiempo, no serán más los mismos y se disolverán en un propósito mayor.

El Señor necesita, en estos tiempos, consciencias capaces de renunciar a sí mismas; para que solo sean instrumentos de la manifestación de Su Plan, y eso se da cuando el ser dona todo de sí, incluso se dona a sí mismo, para que el propósito de Dios se cumpla en todas las almas.

Ustedes deben preocuparse menos con el cumplimiento del  propósito de Dios en sí mismos y más en toda la humanidad. Si todo lo hicieran para que el otro alcance la salvación, el despertar y la santidad, les aseguro que llegarán a la meta de una forma como nunca llegarían si estuviesen tan preocupados consigo mismos.

Son tiempos de crisis planetaria, de Apocalipsis, de Armagedón. Que cada uno retire la atención de sí y observe los que tiene alrededor. Es hora de desarrollar el amor al prójimo, el amor al planeta, a los Reinos de la Naturaleza, al Plan de Dios.

Ofrezcan sus vidas a un propósito mayor y dirijan todos sus esfuerzos a la salvación de otros. Con esmero, den lo mejor de sí para que otro alcance la santidad.

Oren, no por sí mismos, sino por las almas que verdaderamente lo necesitan, pues si ustedes están leyendo estas palabras es porque ya tienen todo, inclusive mucho más de lo que merecen.

Con amor, los guío y en Mi divina paternidad los hago crecer.

San José Castísimo