Sábado, 20 de febrero de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AUORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Hijos:

Proclamar la paz y ser un pacificador es una necesidad de estos tiempos para que el planeta pueda sustentarse en evolución en este universo.

Muchos no creen en el cambio de este ciclo final, y otros, aunque sus almas reconozcan los tiempos de purificación, prefieren afirmarse en las indagaciones de la mente y pensar que, en verdad, esa purificación nunca los alcanzará.

Dichosos y bienaventurados los que no esperarán que el suelo se estremezca bajo sus pies y que su mundo interior se desestabilice para buscar a Dios y Su Paz.

Hijos, la unión plena con Dios es una dádiva espiritual concedida a las criaturas de la Tierra para que, en esa vivencia perfecta de la unidad con el Creador, puedan desarrollarse como criaturas semejantes a Él. Que la búsqueda de Dios los torne Uno con el Creador y que puedan actuar y vivir siendo portadores de Su Poder Divino.

Sin embargo, para unirse con Dios es necesario deshacer todos los vínculos creados con el mal y con tantos aspectos de la involución en la Tierra; para unirse a Dios es necesario renunciar a sí mismo y a todo lo que creen ser, porque lo que expresan en la Tierra es fruto de los aprendizajes y de las influencias terrestres; para asemejarse a Dios, en unidad, deben primero comenzar a experimentar estar en Dios, aprender con Él y sentirlo, hasta que puedan vivirlo plenamente. 

Ese camino que les propongo no es utópico, es una realidad e, incluso, es una Ley para la evolución humana, pero los tibios de corazón e inertes de espíritu no lo recorrerán, ni siquiera lo vislumbrarán.

Para estar en el camino de la evolución humana, que los conduce a Dios, deben retirar los pies del camino de la involución, que los conduce a los abismos de la Tierra.

Para reconocer el camino del abismo, basta observar a la humanidad y todo lo que ella construyó a lo largo de su existencia. En cambio, para encontrar el camino de la evolución, basta contemplar el ejemplo de Cristo y reconocer, en el propio interior, el ansia que sus almas tienen de seguir los Pasos del Maestro.

Como el camino hacia la evolución fue trazado perfectamente por un único hombre, Cristo, e imitado por los santos y bienaventurados, que muchas veces permanecieron anónimos para
la humanidad, no es tan simple para la consciencia seguir sin miedo ese camino tan desconocido y abandonar el camino de la involución, que casi todos recorren en este mundo.

Para vencer el miedo a sacrificarse y a renunciar, deben aprender a amar el Plan de Dios, los pasos de Cristo y todo lo que ellos representan; deben amar con locura la entrega del Señor en la Cruz, para querer imitar Sus pasos; pero como ustedes no morirán en la Cruz como Él, todo lo que vivan será pequeño y poco delante de la grandeza de Su Amor. Y es aquí que encontrarán la valentía y el coraje para no imponer límites a la propia entrega.

Lean el Evangelio, oren, silencien, intenten despertar dentro de sí el amor del cual les hablo y no teman ser otros y sentir cosas diferentes, porque, por encima de todo el temor de la mente, estará la alegría del alma de finalmente poder expresarse y cumplir  con su parte uniéndo el Cielo y la Tierra dentro de ustedes.

Yo los amo y los animo a seguir los pasos que un día seguí, hasta que lleguen a Dios.

Su padre y amigo,

San José Castísimo