Martes, 9 de febrero de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Ábrete al mayor servicio que se encuentra escondido en los actos de caridad que aspiras a vivir día a día. Ábrete, hijo, a la vivencia del amor absoluto, profundo e incondicional; amor que no tiene preferencias, amor que no se dirige a un objetivo específico, porque simplemente vive y se expresa en el corazón.

Ama tanto a los pobres como a los ricos. Comprende las miserias ajenas como si fueran las tuyas y, desde tu comprensión encuentra la forma de ayudar en la transformación de la consciencia planetaria.

Mira los hechos desde un punto de vista espiritualmente más maduro; encara las situaciones difíciles que se presentan, con la neutralidad que ellas necesitan, para que encuentres una salida de los abismos de la Tierra, como también de tu propio mundo interior.

Aprende a no involucrarte emocionalmente con las dificultades; porque si no haces eso, abrirás una brecha en tu consciencia para que la confusión emocional del inconsciente planetario ciegue tu corazón y no te permita atraer la sabiduría que Dios necesita que vivas en este tiempo, así como en los tiempos que vendrán.

Con las pequeñas dificultades, aprende a construir la fortaleza con la que enfrentarás la verdadera prueba de la vida en la Tierra, que aún no es la que vives en la actualidad.

Estás siendo forjado, con la propia purificación, para soportar un día la purificación del planeta y auxiliar a aquellos que mínimamente conseguirán mantenerse en equilibrio mental, emocional y espiritual.

Delante de la pruebas reconoce las dificultades, reconoce tu propia necesidad de transformación; silencia, ora, medita y busca en tu espíritu la conexión con Dios, para que Él, que te creó, pueda conducirte al principio perfecto que tiene para ti y del cual te desviaste hace tanto tiempo.

Si te dispones, como parte de la creación humana, a enderezar tus caminos y a reconducir tu vida en la dirección correcta rumbo a la manifestación del propósito de Dios para ti, poco a poco ayudarás a la consciencia humana para que encuentre la Verdad.

Cuando un niño encuentra alguna dificultad llora, patalea y, a veces, se tira al suelo, sin saber qué hacer; pero un adulto reflexiona, trata de discernir hasta encontrar la mejor solución y, si no puede resolver la dificultad por sí solo, busca la ayuda de aquellos que tienen más experiencia que él. Es así como Dios te llama para que madures tu consciencia, para que puedas estar delante de la prueba actual de la humanidad como un adulto, un soldado, un discípulo, un apóstol de Cristo, y no como un niño.

No te verás libre de las dificultades y, tarde o temprano, vivirás tu propia purificación; enfrentarás aquellos aspectos de tu ser que necesitan definirse, para que tu consciencia sea guiada al lugar que le corresponde según sus elecciones. Ese mismo proceso vivirá el planeta en un tiempo futuro; cada consciencia que en él habita representa un aspecto suyo que deberá vivir la propia definición para que, a partir de esa respuesta, la consciencia planetaria  sea encaminada de la forma que necesita.

Así como debes ser purificado por corrientes superiores que revolucionan tu mundo interior, el planeta también será purificado por fuerzas naturales y cósmicas que lo llevarán a su transformación.

Tanto en tu proceso personal como en el planetario deberás estar neutro y caminar decidido y con coraje hacia el Propósito Divino que ya conoces. Mantente en la Ley del Amor y no te resistas. Intenta ver en todo la necesidad del cumplimiento de un Propósito Mayor y rápidamente encontrarás en ti la fortaleza que necesitas.

Solo se torna fuerte aquel que renuncia a la propia fuerza. Solo se renueva en Cristo aquel que se deja quebrar por entero.

El Señor Altísimo decidió recomenzar la vida planetaria, pero antes de eso tú deberás recomenzar espiritual e internamente, para que seas parte de la reconstrucción espiritual de la Tierra.

Aquel que te guía en este y en todos los tiempos,

San José Castísimo