Sábado, 9 de enero de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

No dejes que tus días se tornen mecánicos ni tu vida, común, “normal” para tu corazón. No dejes que el ritmo te haga automático ni que la repetición de las acciones retire la espontaneidad
de tu ser. 

Obsérvate para que no te acostumbres al caos y al desorden interno y externo; para que el Armagedón del planeta no se torne algo normal para ti y pierdas el sentido de tu papel en el Plan de Dios, así como muchos ya lo perdieron.

Sabes que es parte de la naturaleza humana tratar de adaptarse y acomodarse a todas las situaciones que se presentan en la vida, pero ese acomodamiento es fruto de la influencia de las fuerzas de la inercia, que no permiten la evolución de la consciencia.

La mayoría de los seres humanos, en este momento, está intentando acostumbrarse a la violencia, al terror y al caos actual del planeta. Aquellos que están mínimamente despiertos deberían estar ávidos por sacar del sueño a sus hermanos, porque la somnolencia está envolviendo a la humanidad.

Te digo esto, hijo, para que no busques para ti un espacio cómodo, fácil o “normal”, para que tu consciencia no viva la tensión propia de estos tiempos. Al contrario, afírmale a tus células dormidas que es hora de despertar y vivir en Cristo cada segundo, como si fuese el último.

Es hora de que escuches cada mensaje como si fuese el último y de que trates de vivirlo como si fuese el último momento para hacerlo porque, en verdad, lo es.

No intentes adaptar tus cuerpos a la tensión del día a día, como forma de no incomodarte con el asedio de la oscuridad, porque en el momento en que te acomodes en el actual escenario planetario, la victoria del caos prevalecerá en ti.

Por eso, hijo, solo trata de encontrar la paz interior. Encuentra tu fortaleza en el Propósito Divino de la existencia de este ciclo planetario y sé firme para soportar las corrientes que descienden al mundo. 

No temas titubear ni siquiera caer; solo levántate cada vez, porque también Tu Señor cayó más de tres veces.

Por el despertar del corazón humano,

San José Castísimo