Miércoles, 12 de julio de 2017

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN LA COMUNA DE LUZ-SAINT-SAUVEUR, ALTOS PIRINEOS, FRANCIA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Eleva tu consciencia como las montañas y siéntete parte de un gran misterio.

Ante tus ojos se develan todos los secretos del universo.

Las llaves más seguras son entregadas en las manos de los humildes.

Los portales al infinito se abren para que los más simples puedan pasar hacia recónditos espacios de la vida universal.

De forma cíclica y armoniosa, los tesoros más sagrados se muestran a los que los quieren ver, para que puedan reconocer en su interior el mayor tesoro de la Creación, el Amor.

Los caminantes de la fe encienden sus antorchas en el gran Fuego de toda la existencia e iluminan los caminos sombríos de los que aún no pueden reconocer su propia luz interior. Nunca se separan porque, en lo profundo, saben que un Propósito deberá cumplirse.

Por eso, poco a poco, caen los velos de la consciencia para que cada espíritu, como cada corazón, se torne consciente del efecto de sus hechos y de sus experiencias de otrora.

Pero, ante la señal de la Verdad, los viajeros se postran, porque saben que en su camino siempre estuvo la mano infinita del Amor que a todo guiaba y amparaba.

Los ojos de los no rendidos se llenan de intensas lágrimas; al fin pueden sentir que solo el amor es lo que todo transforma, eleva y cura.

Llegó el tiempo de que los buscadores del camino depositen, a los pies del Templo, todas las espadas, para que así se cumpla la rendición de todos los errores.

Mientras los espejos se encienden ante la mirada de los puros, en el escenario de la vida se reflejan los primeros momentos de una inolvidable paz.

Cada paso que da el peregrino es un paso que da la dormida humanidad.

Cada entrega incondicional es la Cruz de la victoria redentora que se plasma en alguna parte de la superficie.

Así, lo que está lejos de los corazones comienza a aproximarse, y la Fuente del Amor retorna con un ímpetu desconocido.

La Obra se realiza en nombre de la indiferencia de la mayoría, y los arcos de luz se abren, más allá de todo, a los que no los merecerían ver.

Los apóstoles sienten en su interior la acción de la Misericordia y nadie queda sin saber que la hora de la redención se aproxima.

Se preparan los jardines de las almas, lugar en donde el Maestro, entre los maestros y sabios, posará Sus humildes Pies.

Mientras tanto, todo se purifica dentro y fuera de las consciencias con el fin de que la mayoría esté libre de los errores antiguos.

Una luz de renovada esperanza surge en el horizonte y todos la pueden ver.

Así, son llamados nuevamente a la vivencia del verdadero amor.

Los caídos en las tinieblas son sacados de esos espacios.

El amor se vuelve Misericordia para salvar a quien se quiera salvar.

El tiempo del reloj está marcando la hora prometida.

Que los seguidores de la Luz y de las tormentas laven sus pies en la Fuente para que, limpios, puedan estar sentados a la mesa y a la espera del Gran Maestro.

Una sabiduría inexplicable desciende hasta en las mentes más obtusas. El fin es que los más duros de corazón se abran a la llegada de la Verdad universal.

Los caminos de antiguas y pesadas historias son modificados.

La Justicia y su severidad son cambiadas por la acción del Amor y de su eterno poder.

Todos son reunidos, a pesar de sus diferencias e historias. Todos, sin excepción, son colocados por un momento en los Brazos del Divino Padre.

Todos perciben que nunca hubo ganadores ni perdedores, sino almas que experimentaron diversos caminos de redención.

Así, el nuevo sol nace en el universo de los que estaban en penumbras, y la Luz comienza a florecer como las rosas en un jardín de invierno.

Todo se transforma. La Gracia, como principio mayor, todo lo hace posible.

Los soldados, tomados de las manos, se unen para concretar la última fase del Plan de Redención.

Se escriben, en los Libros del Universo, estos momentos.

Que los oídos internos estén atentos para que escuchen la sagrada palabra de la Luz que todo transfigura.

En unidad se eleva el estandarte de la redención.

En amor se cumple el Retorno de Cristo.

¡Les agradezco por responder a Mi llamado!

Los bendice,

Vuestra Madre María, Rosa de la Paz