Lunes, 25 de agosto de 2014

Mensajes mensuales
MENSAJE PARA LA APARICIÓN EN LA CIUDAD DE CUIABÁ, MATO GROSSO, BRASIL, TRANSMITIDO POR LA SANTÍSIMA REINA DE LA PAZ, LA VIRGEN MARÍA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Queridos hijos:

Para que el mundo pueda dar un paso hacia el Reino de Dios y salir de la situación en que vive, es necesario que los corazones que en él habitan decidan entregarse definitivamente al Creador.

Para que la victoria de la Luz Divina sea una realidad en este mundo, es necesario que los corazones humanos eleven al Cielo un pedido de Misericordia y que sean consecuentes con sus aspiraciones.

Mis queridos, ya hay bastante lamentación en este mundo. Muchos ya están conformes con el sufrimiento que viven y otros se entregan a la oscuridad sin percibirlo y no encuentran la fuerza para abrir los ojos.

Vengo al mundo buscando almas que acepten vivir el despertar. Almas que ya no quieran vivir alimentadas por la oscuridad, sino que deseen ardientemente abrir las puertas y las ventanas de sus vidas para que ingrese la Luz Divina.

Hoy vengo a pedirles que no vivan más en las comodidades que este mundo les ofrece, sino que abracen el sacrificio, el esfuerzo permanente para ingresar como humanidad en el Reino de Dios.

Mis amados, si pudieran ver el mundo como Yo lo veo, comprenderían definitivamente que son tiempos de emergencia y estarían ávidos por salir del punto en el que están y tornarse sagrados instrumentos de Dios, fieles soldados de Su ejército de Paz.

Queridos hijos, no lamenten los acontecimientos del mundo, no lloren sus propios dolores o los dolores ajenos, más bien levántense de donde están, transformados por la Gracia de Mi presencia y ¡actúen! Vivan para transformar esos acontecimientos maléficos, porque así, como todo lo que sucede en el mundo es consecuencia de las acciones humanas, también la reversión de esos hechos es responsabilidad de la humanidad.

Muchas veces transmití a los corazones de Mis hijos, secretos que pueden, un día, volverse realidad. Profecías que hablan de la Justicia de Dios que se aproxima al mundo. No lo digo para causar temor en los corazones; no los quiero amenazar, quiero despertarlos y que se vuelvan conscientes de lo que ocurre en este mundo que vuestros ojos no pueden ver o que vuestros corazones no les permiten sentir la gravedad de estos tiempos.

Hablo a todos los que Me escuchan, porque cada uno, en un grado diferente, necesita despertar para la realidad de esta vida. Necesito soldados cada vez más conscientes del propósito que se debe manifestar. ¡Despierten! ¡Despierten cada día un poco más!

Mis queridos, si todos los días ofertaran al Creador un pequeño sacrificio, un pequeño esfuerzo en pro del despertar de la humanidad, colaborarían para que el sufrimiento de este mundo fuera aliviado.

Mediten en Mis palabras, ellas nunca llegan al mundo en vano. Cada una de las frases que pronuncio guardan en sí un propósito mayor. Aquel que las sepa escuchar, podrá recibir todo lo que Dios entrega al mundo a través de Sus Mensajeros.

Sean fuertes y decididos, humildes y servidores. Sean incansables, como Aquellos que descienden del Cielo para rescatar a la humanidad.

Son tiempos de urgencia, son tiempos de despertar definitivamente.

Yo los amo y les agradezco por estar hoy respondiendo a Mi Llamado, aunque no lo sepan.

María, Madre y Reina de la Paz, la portadora del despertar de esta humanidad