Lo más grave no es salirse de la Ley durante la vida consagrada, sino no poder retornar a ella para estar amparado por la Divina Protección.
La Ley no solo protege, sino también ayuda a corregir las lecciones de la vida y los aprendizajes.
Cuando la Ley no es amada ni respetada, sobrevienen las pruebas difíciles y las dificultades; y el alma, por más que intente, no consigue retornar a ella, ya que entregó su espíritu y corazón al mundo.
Por encima de todo, y de ustedes mismos, los invito a vivir y amar la Ley para que en estos tiempos en los que se verán cosas difíciles, nada los sorprenda.
La única tabla de salvación para poder volver a la Ley es pedir ayuda y reconocerla como tal; pues esto los salvaguardará de sí mismos y contarán con la ayuda de la Jerarquía Espiritual.
La Ley existe para acompañar la evolución de las almas y no para condenarlas.
La Ley infunde Misericordia en todos los aspectos de la vida; pero cuando repetidas veces decidimos abandonar la Ley, condenamos nuestra existencia, llevando nuestra consciencia a las corrientes superfluas del mundo.
En la Ley está la salvación de la humanidad actual.
¡Les agradezco por vivir la Ley de corazón!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús