APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL SEXTO DÍA DE LA SAGRADA SEMANA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Las madres de la Orden se pueden acercar a los pies del Altar.

Vamos a encender nuestras velas en este momento de encuentro con Cristo, intentando mantener la quietud ante la Presencia de Cristo.


A pesar de todo lo que ustedes ya saben que Yo viví, hay algo que la humanidad desconoce hasta este momento, fue una experiencia profunda que Yo viví por ustedes y por el mundo, fue lo que Me sostuvo para que Yo tuviera la valentía de beber del Cáliz en el Huerto Getsemaní, para que Yo tuviera la fuerza para poder besar la Cruz antes de cargarla y dar Mis pasos firmes hasta lo alto del Monte Calvario, en donde se elevaría por primera vez el Árbol de la Vida, totalmente entregado y abnegado por los Suyos.

Esta experiencia de Amor que Yo viví, de forma tierna, profunda y espiritual, fue haber podido sentir el Amor íntimo de Mi Madre y de las santas mujeres, de las mujeres caminantes de la Tierra que veneraron al Precioso y Amado Hijo, después de todo lo que Yo hice por el mundo; aun siendo rechazado, humillado y severamente martirizado; después de tantos milagros y prodigios, de tanta liberación de espíritus impuros de las almas; después de cada una de Mis Palabras pronunciadas en los Evangelios y, sobre todo, a través de Mis Parábolas; a pesar de todo lo sucedido y vivido por Mí y por cada uno de sus hermanos y hermanas de la Tierra en aquel tiempo.

La sagrada fidelidad de las santas mujeres, y la Madre de todos sus hijos, fue lo que irguió la Voluntad del Señor para que, bajo la Omnisciencia y Omnipresencia del Padre, Yo pudiera hacer lo que saben que hice por ustedes.

Más allá del sufrimiento y del dolor del Señor, no solo en aquel tiempo, sino también en estos tiempos ante la situación planetaria, ante la grave carencia de amor en la humanidad; hoy vuelvo aquí, en nombre de Dios Padre, a entregarles a los Míos y Mías los códigos alcanzados en los méritos de Mi Pasión.

En este día en el que Mis cinco principales Llagas de Luz irradian hacia los cuatro puntos de la Tierra, vengo a intentar transfigurar sus caminos y los caminos de sus hermanos, transformándolos a través del poder de Mi Preciosa y Divina Sangre, cuidadosamente guardada y vigilada en el Arca de la Santa Alianza por los cuatro ángeles custodios de la Sagrada Arca.

Pero hoy, quiero que se detengan en algo muy importante, más allá de que conocen por ustedes mismos Mis dolores en la Pasión, quiero que se detengan en la importante enseñanza que Yo les dejé sobre el Amor, porque sé que cada uno de ustedes carga su propia cruz, con mayor o menor peso sobre sus espaldas.

Pero, ¿qué es lo que debe animarlos a seguir adelante, a pesar de las consecuencias y traumas? Así como el Señor, en Su Calvario, siguió adelante sin dudar, confiando plenamente en la vida del espíritu que el Padre Eterno Me otorgaba, en cada paso del Calvario, a través del Arcángel Miguel.

Yo quiero, amigos Míos, hijos e hijas Mías, que tengan muy presente en estos tiempos esta enseñanza primera que Yo les di sobre el Amor; porque la redención del género humano, en aquel tiempo de Mi Cruz, no hubiera sido posible si su Maestro y Señor no hubiera dado el sí.

Porque el poder o aun la autoridad que Yo pudiera haber utilizado para vencer todo el mal, fue recogido y secretamente guardado para que, posteriormente a la Muerte en Mi Cruz, todos los espíritus y almas en el mundo fueran rescatados y salvados.

Pero sus pies, compañeros, así como los pies de sus hermanos y hermanas en el mundo, después de la experiencia vivida Conmigo en Tierra Santa, caminaron por otros senderos que no fueron los Míos.

Así, a través de esta Sagrada Semana, Yo los vuelvo a hacer retornar hacia Mi único y verdadero camino, que es el camino del Amor, para que sean ungidos por Mi Espíritu y por Mi Divinidad, sus secuelas más profundas y ocultas sean disueltas, y la cura del alma y del espíritu en cada uno se pueda dar conforme a la Ley de la Gracia y de la Misericordia Divina lo otorgan.

Así como hoy, las madres de esta Orden, en nombre de todas las madres de la Tierra, llevan una vela encendida, representando la vigilia y la adoración al Señor durante Su más dolorosa agonía en este Viernes Santo, quiero que recuerden, a través de esta llama poderosa del Espíritu del Señor, que deben vigilar, orar y celar por Mi Amor en el mundo; primero en ustedes mismos, para después poder preservar y cuidar el Amor de Cristo en los demás.

Cuando en verdad, compañeros y compañeras, hayan vivido la experiencia profunda del Amor Crístico, preciosamente impregnada de los códigos de la Sangre y del Agua de Jesús; Yo les aseguro que no necesitaré repetirles esto una vez más, porque a través de su propia experiencia de amor, en el día a día y sobre todo con los hermanos que tienen a su lado, se podrá cumplir una de Mis tantas promesas hechas al Padre Eterno: que se amen los unos a los otros, así como Yo los amo; que Dios, en sus vidas, esté en primer lugar, antes que todo.

¿Por qué les digo esto?

Porque la humanidad está cambiando el curso de su camino, a través de los acontecimientos y también de las modernidades, en los que se intenta sustituir al Dios Vivo por dioses artificiales, en los que toda sensibilidad humana es bloqueada y paralizada. Quien toma contacto con esto, necesito que lo tenga muy presente para que no sea engañado.

Dios desea y aspira a gobernar sus vidas a través de Su Hijo, así como Él silenciosamente intenta hacerlo todos los días por medio de sus caminos de transformación y de redención, de amor, de servicio y de caridad.

Esto es lo que mantendrá a sus espíritus vivos en la Tierra y, más allá de que existan corrientes opuestas al Amor de Dios y a la vida divina, les aseguro que si sus consciencias mantienen estos atributos vivos, no habrá nada contrario que los haga vacilar; porque el Amor de Dios los guiará, así como el Propósito de Dios guio a Su Hijo Amado, hasta que Él murió en la Cruz traspasado y desfigurado por los pecados de los hombres y mujeres de la Tierra para que, a partir de la Muerte Sagrada de Jesús, la humanidad tuviera vida en abundancia.

Algunos se preguntarán: ¿por qué es necesario revivir la Pasión de Cristo todos los años?

Porque la humanidad se olvida, en un instante, Quién fui Yo para ustedes y el mundo, y qué es lo que Yo represento como parte viva del Creador, como intermediario y mediador entre las almas y el Padre Eterno.

Si nadie sigue Mi Camino, Mi Verdad y Mi Vida, y ni siquiera Me recuerda una vez al año, ¿qué resultado tendrá la vida de los que escogieron otros caminos?

No es necesario ser vidente para entenderlo y comprenderlo, porque las señales de los tiempos serán claras; y es el Legado de Cristo, en los corazones y en la vida íntima de todas las almas que tienen fe en Mí, que hará perpetuar el Amor de Dios y de Cristo en el mundo, más allá de todo lo que suceda en esta difícil transición planetaria.

Por eso, recuerden que, al igual que la llama que hoy llevan en sus manos, así siempre deberá estar la llama encendida en sus corazones: la llama del Propósito, la llama del Amor, la llama de la Verdad que los hará libres.

Es así que, en este sagrado momento, en el que el Cielo y la Tierra se unen en comunión y vida, a través de los corazones orantes y a través de Dios, vengo a entregarles, a través de Mi Espíritu y Divinidad, la Comunión Espiritual y Sacramental, la misma que recibió Mi Santísima Madre a través de las manos del Arcángel Gabriel.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Coloquemos nuestras manos en señal de recepción. Abramos aún más nuestro corazón, para recibir del Sagrado e Insondable Corazón de Jesús ese mismo código de Energía Divina que Cristo recibió en el Huerto Getsemaní en una forma luminosa y resplandeciente.

Llevemos nuestras manos al corazón y comulguemos espiritualmente, en gratitud y amor. Comulguemos por todos los que en esta hora se olvidan de Cristo, para que Dios tenga Misericordia de esas almas y despierten a la verdad.

Oremos:

Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los Sagrarios de la Tierra,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que Él es ofendido;
y, por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.


Y así, como esta lluvia que cae en este momento para purificar, lavar y nutrir la tierra; así como los elementales, devas y ángeles, el Reino de Figueira, comulgan de la Presencia de Cristo; así Yo bendigo todas las cruces que han traído a Mis Pies y principalmente alivio su cruz espiritual.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Sean valientes y tengan fe. Yo estoy aquí para ayudarlos.

En este día en que celebramos la victoria de Cristo, de su Maestro y Señor, por encima de todo mal y adversidad, vengo aquí a instituir la bendición del Sacramento del Matrimonio, porque la familia en el mundo está siendo atacada y dividida.

En nombre de todas las familias aquí presentes y no presentes, escogí a algunos matrimonios para bendecirlos hoy con Mi Espíritu, a través de la unción, del agua bendita y del incienso; para que, en esa unidad entre las almas que se aman y conviven, se restablezca el Propósito de Dios en la célula de las familias.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Nos prepararemos para este momento, a pedido de Cristo, Nuestro Señor.

Él se recogerá, mas volverá para bendecir a los que escogió en nombre de todos.

Mientras nos preparamos, vamos a cantarle a Nuestro Señor, recordando el poder de Su Preciosísima y Divina Sangre, para que ella nos bañe y nos purifique, como esta lluvia que cae en este momento, y nos libere de las prisiones y del dolor.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cantemos y vamos a un intervalo.


Canción: “El poder de la Sangre”.


Hermanos, vamos a acompañar este momento de bendición y de consagración que Cristo pidió.

Vamos a unirnos profundamente a todo lo que Cristo nos dijo, teniendo bien presente lo que significa para Dios la familia y sobre todo el matrimonio.

Quiero aclararles que vamos a hacer una bendición y una consagración, que no es un casamiento. Lo estoy aclarando a pedido del Señor.

Pueden venir, hermanos.

Vamos a orar juntos un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria en portugués, para que el Señor bendiga y unifique a estas almas en un solo espíritu, en un solo corazón, en un solo amor y vida, para que Sus Atributos y Gracias se hagan presentes en sus familias.

Ahora, oramos en inglés.


Ahora, consagrados a Mí, sus familias y sobre todo su unión matrimonial y espiritual deben ser un núcleo de luz, entendimiento y sobre todo de amor, para que los valores y principios de la Sagrada Familia desciendan sobre ustedes y sobre todos los que unieron sus vidas para vivir juntos.

A través de este simple pero profundo momento, su Maestro y Señor, Jesucristo, viene a bendecirlos con Su Espíritu y con Su Paz, para que el núcleo de la familia humana sea reconstruido y amparado, y protegido de todas las influencias del mal, por el triunfo del Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en todas las familias.

Alegren sus corazones.

Que la unión entre sus almas les otorgue la evolución, la experiencia del amor y de la caridad por el semejante.

Yo los bendigo, los consagro, bajo la Unidad Trina, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.