Apariciones extraordinarias
APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN SAN FRANCISCO, CALIFORNIA, ESTADOS UNIDOS, A LOS VIDENTES FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Hoy vengo, rodeada por muchos coros de ángeles, con el fin de establecer, en este lugar y en toda esta nación, un propósito que puede ser imposible ante sus corazones y vidas. 

Pero si emerge de ustedes la fe, este propósito se realizará, porque es Mi ardiente deseo de que él se cumpla en esta parte de la humanidad que necesita absolutamente del Amor de Dios para poder redimirse y volver a reencontrar el camino hacia la Luz. Camino hacia el infinito, que muchas consciencias, más allá de las presentes, perdieron en algún momento al separarse de Dios por no haber conocido la Voluntad de Su infinito Amor para cada una de sus vidas y para cada uno de los miembros de su familia.

Es así que he decidido, queridos hijos, llegar aquí, a California, para abrir un nuevo ciclo en esta humanidad muy dormida que debe despertar a Mi Amor maternal, a Mi Amor infinito, a Mi Amor purísimo que Yo tengo por cada uno de Mis hijos.

Si Yo he venido aquí, a los Estados Unidos, es porque otros hijos en el mundo crearon las condiciones espirituales y materiales para que Yo estuviera aquí, amorosamente entre ustedes, trayéndoles la paz, la paz interior que tanto necesitan para poder resucitar en la vida espiritual, al camino de redención que les ofrece Mi Hijo en estos tiempos finales. Un camino que es una preparación para cada uno de ustedes. Un camino que los llevará a la redención, a la conversión.

Y eso será posible, queridos hijos, cuando sus corazones se decidan a confiar en Mi Corazón, porque a partir de esa confianza la Obra de Dios se realizará en los corazones de Norteamérica, como también en Canadá y en Alaska. Porque allí, Yo deseo llegar algún día, para que los corazones reencuentren el Amor que perdieron, el Amor que Yo he derramado en estos últimos tiempos en Centroamérica, México, Sudamérica y Europa. 

Quiero que conozcan, queridos hijos, este Amor potentísimo que es el Amor que emerge de Mi Inmaculado Corazón, que viene a apartarlos de la oscuridad que circunda en muchas mentes que gobiernan. Un Amor que viene a recordarles su filiación con el Padre Celestial, un Padre que espera pacientemente que sus hijos puedan despertar a este llamado de Mi Corazón maternal.

Es así que, en esta noche, Yo los invito, queridos hijos, a vivir el primer paso de la reconciliación con el Padre. El Padre es muy ofendido, el Padre que está en los Cielos es negado por muchos hijos de este lugar. 

Esa es la razón, queridos hijos, por la que, a través de los latinoamericanos y de todos los inmigrantes que aquí viven, buscando una esperanza de vida, buscando una oportunidad de poder realizar sus proyectos, Yo los reúno con los norteamericanos como un solo pueblo, como una sola raza, como una única humanidad que surgió desde el principio de la Creación para vivir y cumplir un propósito que aún es desconocido por muchos.

Pero es a través de la grandeza de Mi Corazón Inmaculado que Yo les traigo el Amor del Cielo, el Amor que Dios ha concebido en Mi Purísimo Corazón para que las almas despierten a ese Amor profundo que conforta y cura cualquier herida o enfermedad que parezca imposible.

Por medio de esta declaración, queridos hijos, Yo le traigo a los Estados Unidos la última Gracia de Dios. Después de haber implorado a los Pies del Creador, junto a las santas mujeres que Me acompañan en esta sagrada Misión, les traigo esta oportunidad que es extraordinaria e infinita, más allá de sus vidas y corazones; porque deseo, queridos hijos, que esta Gracia pueda descender en sus corazones; porque este país necesita esta Gracia para que no pierda de vista el sagrado Propósito de Dios que aún está brillando en el horizonte del Universo Celestial y que, a través de Mis Palabras sagradas y del amor absoluto de Mi Corazón, hoy vengo a traerles a cada uno de ustedes.

Tal vez ustedes esperaban, queridos hijos, un milagro y una confirmación que pudiera mover sus vidas de lugar. Pero en verdad les digo, queridos hijos, que el verdadero milagro que Mi Hijo Me ha permitido traerles en este día es que ustedes puedan recordar el amor, puedan vivirlo, puedan practicarlo en estos tiempos por medio de obras de servicio a los que más necesitan; por medio de una oración fervorosa que pueda consagrar esta nación a Mi Inmaculado Corazón; por medio de la caridad y de la fraternidad que los haga acoger, en sus hogares y corazones, a todos los inmigrantes que llegan aquí, buscando, como ustedes, una oportunidad de sobrevivir.

Cuando todo esté por suceder, en los próximos meses que vendrán, queridos hijos, no teman, no le teman al mal, porque si Mi Corazón está en ustedes y en sus grupos de oración que deberán formarse para atraer aún más la Gracia de Dios, Yo les aseguro que una buena Madre nunca los abandonará. 

Porque si Dios Me ha permitido llegar aquí, en este día y en este momento crucial para este país, Yo les vengo a implorar, queridos hijos, que no olviden la unidad entre ustedes y entre sus semejantes; porque esa unidad, queridos hijos, los llevará siempre a la paz y al descubrimiento de un amor profundo que evitará muchos conflictos sociales y nacionales. 

Así prevalecerá la paz cuando cada uno de ustedes la confirme en sus corazones como el emblema, como la bandera universal para traer hacia la Tierra para establecer en este planeta una paz interior muy desconocida por todos.

Con el rosario entre Mis manos, como su Señora del Santo Rosario, así como les dije en Fátima: “Recen, queridos hijos, que la oración los transforme completamente para que los Dones del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo desciendan sobre esta parte de la humanidad y especialmente sobre los corazones que están caídos”.

A través de Mi Presencia, en este día, vengo a evitar muchas cosas que podrían precipitarse sobre este pueblo americano; porque Mi deseo profundo, queridos hijos, es que todos ustedes sean seres rescatables a los Ojos del Padre, ante Sus Tronos Celestiales, ante todos Sus ángeles y arcángeles.

Por eso, con la maternidad de Mi Corazón, queridos hijos, Yo vengo a recordarles que cada uno de ustedes cuenta con un Ángel de la Guarda que espera servirlo y ayudarlo para poder conducirlo por el camino del bien y de la hermandad. Ese es Mi deseo en este día.

Sigan escuchándome con el amor de sus corazones y la devoción de sus espíritus, porque eso ha permitido que Yo llegara aquí, en este día y en este tiempo final.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Yo abrí las puertas de Mi Reino en este lugar porque es a partir de aquí y a través de la devoción de sus corazones que espero llegar a toda esta nación.

A través de sus oraciones, hijos Míos, Dios Me permitió enviar a cada uno de Mis ángeles a aquellos lugares que más lo necesitan, para retirar de los abismos de la ignorancia a aquellos hijos Míos que tienen un compromiso con Dios y que llegó el momento de cumplirlo.

Yo llego a esta nación, hijos, para que aprendan a luchar por la paz y no por el establecimiento de la voluntad humana. 

No vengo a pedir que luchen por otro gobierno, sino que se abran de corazón para aprender de las elecciones humanas y demostrarle al mundo que es posible convertir esas acciones cuando el corazón simplemente ora y clama por la paz.

Vengo hasta aquí para pedirles, hijos, que no permitan que haya más guerras en este mundo. No permitan que más corazones sufran por la necesidad humana de extender su poder y someter a más almas, porque llegó el momento de que la humanidad viva la unidad de unos con otros y con Dios.

Yo quiero enseñarles, hijos, a que manifiesten esa unidad en sus vidas, más allá de las religiones, de las creencias. 

Quiero que aprendan a reconocer a un Único Dios, respetando las religiones de cada hermano, confiando en que cada una de ellas, cuando proclaman el amor y la unidad, los llevan a un Único Creador, que es el Creador de todas las cosas que les concede un Amor único, universal, para que despierten como Su Hijo, el potencial verdadero del corazón humano.

Todo lo que les digo no es una utopía, es una verdad para aquellos que despiertan la fe y claman al Padre, todos los días, para que puedan ser verdaderos, trascendiendo la condición humana, despertando el amor, proclamando la paz en este planeta.

Hoy, también vengo a pedirles, hijos Míos, que se unan a los Reinos de la Naturaleza, tan ultrajados por el corazón humano, maltratados para crear condiciones de que el hombre tenga más confort y más modernidades. Y no están viendo, hijos, que están matando al planeta poco a poco. Ese es el Corazón Sagrado de Dios expresado en toda la vida. 

Cuando el Creador manifestó la Tierra, colocó en cada espacio, escondido en cada ser, Su perfección y el potencial de Su Amor. 

No solo los seres humanos de este mundo tienen la posibilidad de manifestar el Amor Divino, sino que cada Reino, hijos, del menor al mayor, guarda ese potencial de amar que despierta cuando los corazones humanos comprenden la unidad que existe en toda la vida y comulgan de la existencia como un todo, encontrando la Presencia Divina en cada criatura de esta Tierra.

Hoy quiero despertar su consciencia a un amor superior y no solo a un amor humano. 

Quiero que comprendan, hijos Míos, que para que las fronteras se disuelvan entre las naciones, deben disolverse primero en la consciencia de cada ser. 

Es por eso, que hoy les enseño a comulgar con la vida, con el universo, con la Creación, para que de esa forma hagan descender la Unidad Divina sobre ustedes y sobre todo el planeta.

De la misma forma, hijos Míos, para que la paz se establezca entre las naciones y en cada corazón humano, primero deben vivir esa paz en su mundo interior, en sus hogares, en sus familias. 

Antes de orar por la reconciliación entre los pueblos, culturas y religiones; reconcíliense en sus familias, reconcíliense con sus amigos, reconcilien su espíritu con Dios, porque de esa forma abrirán las puertas para que una reconciliación superior pueda acontecer.

Hoy, les digo, hijos Míos, que para consagrar a esta nación, primero consagraré sus vidas. Y, a través de sus corazones llegaré a cada espacio de esta nación como de este planeta. 

A través de ustedes, consagraré a cada corazón y, junto con Mi Hijo y el Casto Corazón de San José, haré descender sobre este suelo la intercesión y la Gracia Divina, para que convierta el mal que lo abraza, que ciega y engaña al corazón humano; para que puedan ver, a partir de hoy, un nuevo horizonte delante de sus ojos, la posibilidad de una nueva vida y de un nuevo ser que está al alcance de todos ustedes.

Solo oren de corazón. Rindan sus almas ante Dios. Pídanle perdón. Pídanle que les enseñe a ser humildes y simples de corazón, para que Él entre en sus vidas y los transforme para siempre.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Por eso vengo, queridos hijos, como el gran Espíritu universal de la Paz, a consagrar almas y consciencias al Plan Divino de Dios, para que este Plan se cumpla más allá de estos hijos. Hoy, Mi mano santa, con la señal luminosa de la Cruz, consagrará a cada uno de ellos.

Que vengan aquí, los que hoy serán hijos de Mi Inmaculado Corazón. Los espero.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Quiero que ofrezcan esta consagración por cada ser de la nación norteamericana, generando así los méritos para que Yo pueda derramar el Perdón Celestial sobre todas las almas que no lo merecen. 

De esta forma, les encomendaré, hijos, la tarea de orar por aquellos que no Me escuchan, que no Me aman, que ignoran Mi Presencia en el Cielo y en la Tierra, que no permiten que Mi Paz se establezca en el mundo.

Les pediré, hijos, que por lo menos ofrezcan un Ave María todos los días por las almas más ignorantes y más ciegas, para que sus ojos se puedan abrir a la verdadera Luz de Dios y sus almas sean liberadas de la oscuridad y de la ignorancia.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Como Señora del Santo Rosario de Fátima, quiero simbólicamente que, en esta noche de consagración, ustedes, Mis queridos hijos, coloquen sus cabezas sobre Mi pecho para sentir el palpitar de Mi Inmaculado Corazón, un Corazón que a veces está lleno de espinas y que no es aliviado por el mundo, solo por los corazones que, en confianza y amor, oran a Mi Corazón para que Él derrame su Paz y evite así la Justicia Divina en el mundo.

Hoy, en esta consagración, queridos hijos, contemplo cada una de sus almas. Con Mi mirada de Luz penetro en lo profundo de sus espíritus para traerles la cura de las heridas, la liberación de los pecados y la ascensión de sus almas, junto a Mí, al Reino del Redentor, delante de Su Trono de Luz y de la Soberanía de Su Amor.

Por la autoridad que Dios Me ha concedido, Yo los consagro, queridos hijos, a una vida de oración ardiente por la paz en el mundo, por la paz en los corazones, por el despertar de las consciencias a la verdad del Reino Celestial y por la consagración de una California pacífica y de un país que atraiga al mundo la fraternidad, la unidad y sobre todo el Amor de Dios para compartir e irradiar a toda la humanidad.

Junto a los ángeles que hoy Me acompañan, abriendo el Portal de la Paz desde el Corazón de Lys-Fátima, Yo los consagro en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Queridos hijos, que el himno de su consagración, en este momento sea escuchado por el Padre Celestial. Que así sea.

Les agradezco por responder a Mi llamado y por abrir sus corazones para recibirme aquí, en San Francisco, para toda Norteamérica.

 

Ave María (tres veces en inglés).

Canción: Himno de consagración de los Hijos de María.

 

A través de esta agua derramo Mis Gracias para sus almas, siendo mojados por el Santo Espíritu, que esparce Sus Dones en todos los corazones de Norteamérica.

Sigan cantando.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Con estas palabras que nos ha entregado María, con estos impulsos de amor que Ella depositó en cada uno de sus corazones, vamos a hacer la promesa, en este día, a Nuestra Señora de Fátima, de llevar ese Amor y esa Paz a nuestros hermanos. 

Apariciones extraordinarias
APARICIÓN EXTRAORDINARIA DE LA VIRGEN MARÍA EN LA CIUDAD DE SAN JOSÉ, COSTA RICA, A LOS VIDENTES FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Como un gran rayo de Luz vengo a traer al mundo la Luz liberadora que tanto necesita para que no se pierda la paz y la armonía en la consciencia de la humanidad.

Finalmente estoy aquí entre ustedes, queridos hijos, cumpliendo una vez más Mi promesa, en nombre del Todopoderoso, que permite esta Gracia de encontrarlos en Mi Corazón para que sientan Mi Amor y la felicidad de vivir en Dios.

Hoy vengo aquí a traerles una buena nueva, un motivo muy especial para sus vidas y corazones que es el camino de la redención que sus conciencias hoy están viviendo por primera vez, junto a la Gloria de Mi Hijo que también permite esta Gracia especial.

Esto significa, para el Padre Celestial, que las puertas de la Luz en Centroamérica no se cerrarán y que el Reino Celestial seguirá descendiendo, junto a todos Sus Ángeles, para ayudar a la humanidad, especialmente a los que aún no se han redimido.

Como les dije hoy, queridos hijos, vengo como Madre de la Naturaleza para que recuerden la importancia de observar a los Reinos menores como sus hermanos, como parte de la gran Creación de Dios para que todos ustedes, sobre este planeta, puedan evolucionar.

Hoy también vengo a entregarles Mi inmaculado Corazón como símbolo de paz para todo el planeta, como cura profunda para las almas, como Misericordia para todos los corazones.

Quisiera que, en esta noche, queridos hijos, cada uno de ustedes se confirmara interiormente en Mi camino de Luz para que, además de sus seres queridos y familiares, las almas puedan ser tocadas por la Luz del Cielo que hoy les traigo a todos, que es una Luz redentora y liberadora que les traerá la paz y la confianza en el Creador.

Pero hoy no estoy sola aquí, entre ustedes, sino también con todos los ángeles que Me acompañan y con sus Ángeles de la Guarda, que vienen aquí en este momento para recordarles que ellos existen con el motivo de guiar sus vidas, como un servicio inmaterial que ellos prestan para toda la humanidad. Únanse a ellos de corazón y de alma. Oren junto con ellos todos los días, para que puedan ser liberados del cautiverio espiritual y así las naciones se constituyan en naciones renovadas por el Espíritu Santo de Dios, que viene en este tiempo para derramar Sus Siete Dones en las consciencias simples y humildes que se abran a este gran Misterio.

Hoy siento una alegría especial en Mi Corazón y en Mi Alma, al poder consagrar nuevos Hijos de María, semillas de luz para la nueva humanidad que son curadas y amparadas por Mí, que son bañadas por Mi Divinidad y que reciben del Padre Celestial el Amor Infinito de Su Corazón y Su perdón. Por eso, hijos Míos, con la confianza que debe encarnar en sus vidas, en esta noche anímense a dar ese paso hacia Dios. No deberán temer por nada. Yo solo quiero verlos dentro de una vida de oración, si es posible de oración en familia.

Ustedes saben, queridos hijos, que no solo los niños sufren la separación de las familias de la humanidad, sino también los adultos. Quiero constituir, en este lugar y en todo Centroamérica, una red de oración familiar para que Mi Corazón también pueda cuidar, a través de sus oraciones y de todas sus súplicas, a los seres que más necesitan en este tiempo de paz. Es a través de esa red de familias, de esas familias orantes y unidas a Dios, que Yo podré traer paz para las naciones de Centroamérica. Y así como les dije hoy, las heridas del pasado se cicatrizarán y se establecerá el perdón cuando sus corazones y almas digan sí al Perdón de Dios, al establecimiento del amor entre todas las criaturas y entre todas las naciones de Centroamérica. 

Así vengo a borrar de sus memorias, en este día, lo que han vivido desde el principio de la colonización hasta hoy, porque perdonando al hombre blanco y haciendo brotar de sus corazones la pureza original, la pureza de los pueblos originarios, podrá volver a surgir en estas naciones el espíritu de la fraternidad y del amor, de la hermandad y de la unión entre los seres humanos y los Reinos de la Naturaleza.

Como su Madre de Guadalupe, vengo a unir lo que está separado en lo íntimo de sus seres, motivando a sus corazones para poder alcanzar el propósito. Es muy simple, hijos Míos, el propósito de servir a Dios, a sus semejantes y a los Reinos de la Naturaleza, protegiendo todo lo que Dios creó para que ustedes pudieran estar en paz, unidos a su Amor eterno.

Así, Yo quiero, queridos hijos, que en este día esta consagración despierte a muchas más almas a este compromiso con la Creación, a este compromiso con sus pueblos y naciones para alcanzar primeramente la paz y después el amor y la unidad entre los seres. Así podré irme feliz de Centroamérica, viendo que Mi Propósito se cumplió en sus corazones.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

En esta noche, Yo vengo a estampar en sus espíritus, en sus almas, Mi Divina Faz, así como un día la estampé en las vestiduras de Juan Diego.

Vengo así a unir los pueblos, a unir las culturas y las religiones en el Amor de Mi Hijo, que es el verdadero camino para encontrar a Dios. 

Vengo, hijos Míos, para que vivan un reencuentro Conmigo, para que sepan que Yo los acompaño y que los traje hasta aquí de la mano, confirmando ante Dios el compromiso de sus espíritus con la manifestación de Su Plan de paz y de redención para la Tierra.

Los llamé a Mi encuentro, hijos Míos, no solo para que escuchen Mi voz, no solo para que sientan Mi Paz, sino para que proclamen esta Paz, para que anuncien Mi Presencia entre los hombres a través de un testimonio vivo, a través de un ejemplo pacificador.

Vengo hasta aquí para que anuncien el Retorno de Mi Hijo, para que le preparen una morada segura dentro de sus corazones y para que limpien y laven sus espíritus a través del fuego de la oración y del agua viva del Espíritu Santo; para que, de esa forma, hijos Míos, Yo pueda hacerlos renacer, pueda traer a este mundo una nueva vida a través de la renovación de sus vidas.

Hoy, vengo hasta aquí como la Madre de la Naturaleza, como la Señora de Guadalupe, confirmando a América Central este compromiso con los Reinos de la Naturaleza. 

Desde el principio, hijos Míos, las Américas han tenido la misión de unirse a Dios a través de todo lo que fue creado y de encontrar la Presencia Divina en cada Reino, de comprender la misión de cada especie creada por Él.

El corazón humano, sobre todo en las Américas, debe comprender que es parte de una Ley de vida, debe formar parte de ese equilibrio, que no solo es planetario, sino que también es universal. Y, a través de esa unidad que viven con la Naturaleza, puedan atraer al mundo la unidad con el Corazón de Dios; y de esa forma, hijos, abrir a todo el universo esta puerta que une a las criaturas con su Creador. 

Hoy, les vengo a hablar de una forma simple, pero profunda, porque espero despertar a sus espíritus para la misión que vinieron a cumplir en la Tierra.

Vengo a borrar de sus vidas todos los errores que cometieron hasta hoy; para que, renovados por el Amor de Mi Inmaculado Corazón, puedan establecer la paz, el amor y el perdón entre los hombres.

Hijos, como en otros tiempos, vengo a pedirles el establecimiento de la paz para que se terminen las guerras y, así como les pedí a los pastores de Fátima, que oraran por la paz; hoy, les pido a cada uno de ustedes que, con la fe de sus corazones, clamen por la paz y atraigan esa paz al mundo; porque es posible, hijos, detener las guerras y los conflictos que se precipitan en la Tierra y traer una tregua a los lugares del mundo que ya no conocen la paz, que son permeados por el odio y por el rencor, por la ira y por la necesidad de venganza. 

Perdonen Conmigo, hijos, el pasado de este mundo. Perdonen a aquellos que por ignorancia, por no conocer a Dios, sometieron a sus hermanos y a los Reinos de la Naturaleza, causando en la consciencia del planeta una herida que hasta hoy necesita ser cicatrizada.

Únanse a Mí en oración por la paz. Únanse a Mí con actos de perdón. Y, así como Yo perdoné a los que flagelaron a Mi Hijo, a los que lo coronaron con espinas, a los que colocaron sobre Su espalda una cruz y lo crucificaron; perdonen, hijos, a aquellos que flagelaron al mundo, que flagelaron a las almas, que las crucificaron con el martirio y el sufrimiento, sufrimiento que hasta hoy muchos viven como almas en planos oscuros del planeta. 

Liberen Conmigo esas dimensiones de la Tierra, para que este planeta pueda relucir en el universo con la Luz del Amor que habita solo en él. 

Que este atributo divino pueda ser un manantial vivo para todo el Cosmos y que todas las criaturas creadas por Dios puedan usufructuar de ese Principio Divino. Y así, hijos Míos, la paz se establezca en toda la Creación.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Por Mi venida a Centroamérica, queridos hijos, es que Yo puedo aproximarles Mi Gracia. Es esa Gracia que formará a los nuevos ejércitos de Luz para que puedan corresponder a Mi llamado.

Hoy aquí, en Costa Rica, consagraré a nuevos Hijos de María que serán parte de ese ejército de Luz que se comprometería Conmigo a orar por la paz, con el objetivo principal de hacer triunfar Mi Corazón en las almas y en todas las naciones.

Con ese Amor del universo que hoy les traigo, que es muy desconocido para muchos, quiero que se aproximen aquí los Hijos de María. Recuerden que todos ustedes, en esencia, son hijos de Mi Divinidad, de Mi Maternidad y de Mi Amor.

Hoy vengo especialmente a consagrarlos, porque han confirmado a Mi Corazón Inmaculado la realización de esta gran misión de traer la paz al planeta y a la humanidad.

Coloquen su mano izquierda sobre el pecho. 

Repitamos:

 

Mi Dios, 
yo creo en Ti, yo Te adoro, yo Te espero y yo Te amo;
y Te pido perdón por los que no creen en Ti,
no Te adoran, no Te esperan y no Te aman. 
Amén.

 

Sientan la paz de los ángeles del universo. Conforten sus vidas a través de Mi Espíritu Santo y así realicen en este tiempo los preparativos para la gloriosa venida de Cristo y la redención de la humanidad ante los Tronos de Dios.

Con esta Gracia que brota de Mi Corazón como un manantial, Yo los consagro, hijos Míos, como chispas de Luz de Mi Espíritu, como almas en redención, en profunda rehabilitación, como ejemplos de oración viva para el mundo, especialmente para aquellos que no conocen la oración del corazón. 

Es así que hoy aquí, en Centroamérica, establezco la pureza original de sus almas como el principio fundamental de Dios en sus vidas y en sus consciencias, con la finalidad y el propósito de que siempre recuerden la pureza de sus corazones, porque será la pureza del corazón la que los llevará eternamente a la paz y al amor.

Queridos hijos, Yo los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Y ahora canten el himno de su consagración, como representantes de los ejércitos de Luz de su Santísima Madre. 

Agradezco a Costa Rica por haber respondido a Mi llamado, en esta primera parte de la Sagrada Misión.

¡Les agradezco!

Vigilias de Oración
APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LOS VIDENTES FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Hoy, vengo no solo por ustedes, sino por el mundo, implorando junto con Jesús y con San José por la Nueva Humanidad, por la Nueva Tierra.

Hoy, vengo con alegría, pero también con compasión, por las almas que más sufren y que por sus oraciones fueron ayudadas ante el Padre Celestial.

Hoy, vengo a reestablecer entre ustedes y Yo la confianza infinita, la Gracia perpetua de unir corazones y almas en esta sagrada tarea por la Paz.

Pero aún debo ser más conocida en África y en el Lejano Oriente, donde Mi devoción también es intensa y fiel entre tantos corazones hermanos.

Mi Campaña por la Paz no solo debe recorrer América, sino el mundo; y ustedes son los portavoces de Mi Mensaje materno para estos tiempos finales. Cuento con cada uno de ustedes, hijos Míos, hasta el fin de los tiempos, en el que todo se desarrollará y un nuevo Plan aparecerá para los que perseveren de corazón y en oración Conmigo.

Hoy, no estoy sola aquí. Estoy con Mis hijos, con los que Me aman, con los que Me invocan, con los que son pacientes y escuchan Mis Palabras de corazón. Pero hoy, también estoy con los ángeles y los arcángeles, ayudando a esta parte de la humanidad dormida que vive su profunda ilusión; y rezo aún, hijos Míos, al igual que ustedes, por el despertar de todas las criaturas.

Hoy, quisiera dar Mi agradecimiento materno por cuanto han hecho por Mí, en el nombre de la Obra de Dios y también Mi agradecimiento por aquellos que hoy no están aquí y que también cumplieron con Mis Designios, porque Mi mirada, hijos Míos, Mi mirada de Madre, está en todas las criaturas, en aquellos que se hacen ver, en aquellos que se esconden en el Corazón de Mi Hijo para contemplarlo.

Hoy, el mundo vive su primera fase, más difícil y dura. Pero los Centros Marianos, hijos Míos, constituyen esa oportunidad de salvación y de Gracia para el mundo entero.

En Oriente y en Occidente, Mi Presencia está presente en aquellos que perseveran en la fe y en la consciencia absoluta en Mi Inmaculado Corazón.

Hoy, no vengo a traerles el horror del mundo, aunque esté presente en muchas almas pecadoras, en aquellas que se condenan por sus acciones, dentro y fuera de la Iglesia de Mi Hijo.

Hoy, vengo a buscar a aquellos que confiaron en Mi Propósito desde los primeros días en los que Yo estuve presente entre ustedes, aquí, en la Sagrada Figueira como en Aurora.

Yo Soy el Árbol y doy los frutos para todos Mis hijos. Yo Soy el Sol que nace en el amanecer de cada ser y que brilla, buscando establecer la redención y la paz en el fin de los tiempos.

Hijos Míos, Yo sé que necesitan de mucha ayuda. No se cansen de pedir Mi intercesión; pero confíen, todo tiene un tiempo para el universo y para el Señor.

Hoy, acojo en Mi Corazón sus súplicas y las súplicas de aquellos que, detrás de las pantallas, Me están escuchando; porque, queridos hijos, Yo no solo estoy aquí, sino también estoy con los corazones que se abren para recibirme en sus espíritus y almas. 

Yo Soy la Madre del mundo. Soy la Gobernanta Mayor. Soy la Estrella que los guía. Soy la Luz para sus caminos, después de Mi Hijo. Soy Quién ha recibido la confianza de guiarlos, paso a paso, en obediencia y en lealtad, en amor y en unidad.

Busquen en estos tiempos, no solo la unificación externa, sino también la unificación interior. Mi Hijo necesita establecer Sus dones en el mundo y en todos los corazones, antes de que Él retorne para establecer el Juicio Universal.

Queridos hijos, hoy Me han abierto sus corazones con sinceridad y sin apariencias. Han hecho lo que Yo les pedí desde el principio de este encuentro. Han cumplido con lo que Yo he deseado profundamente, que es espejar esta paz al mundo entero, esta paz que Yo les concedo en medio de la tribulación y del caos, en medio de la persecución y de la muerte de tantas almas inocentes.

No Me cansaré de venir al mundo para implorarles por oración. Ustedes saben que eso es poderoso e invencible; y más aún, se vuelve invencible cuando sus corazones oran unidos al Mío, en perpetua consagración de sus vidas, en todo lo que puedan dar a Dios, porque Él acepta todas las ofertas, no importando cuál sea.

Hoy, estoy dejando aquí, estoy instituyendo Mi confianza en los más jóvenes, en los nuevos rebaños de Cristo que serán los sucesores de la Palabra Sagrada del Redentor para todos los jóvenes del mundo, por todos los niños que claman en su llanto por Mi Voz, por Mi Presencia, por Mi Corazón.

Hijos amados, celebremos esta profunda comunión con Dios, con Su Hijo predilecto y ante la Presencia del Espíritu Santo que, como Luz los congrega en esta Santísima Trinidad para establecer el Proyecto de la Creación en los corazones humanos.

Hijos Míos, he escuchado la renovación de sus votos. Que esos votos no se vuelvan débiles; y cuando sientan que sus votos se debiliten, llamen por Mi Presencia en la noche como en el día, en la alegría como en la tristeza, en la oración como en los desafíos. Mi Hijo Me ha concedido la autoridad de estar presente en todas partes cuando un alma se coloca en oración ante Mi Corazón Inmaculado.

Hoy, Mi alegría se refleja en sus espíritus. Extendiendo Mis brazos hacia ustedes, abriendo Mis manos, irradio Mi Luz hacia el mundo; irradio el Espíritu de Mi Santidad y de Mi Pureza para que confíen, hijos Míos, que lo alcanzarán; así como Yo lo alcancé en constante ofrenda a Dios Todopoderoso.

Hoy, ofrezcan este momento, hijos Míos, por los que no están aquí, por los que ya no están aquí y por los que aún no han llegado aquí, para encontrarme. 

Establezcan, en Mi Nombre Inmaculado, el perdón, la reconciliación, ante un mundo que sufre el propio caos en estos tiempos.

Sean semillas en Mi jardín de Luz. Sean rosas que se abren en este encuentro para emanar el amor al universo, a través de su Madre Celeste, que recoge sus ofertas en sinceridad y en verdad.

Anímense, hijos Míos, a ser aquello que nunca fueron, a ser apóstoles de Cristo en la simplicidad de la oración. Necesito que estos ejércitos de Luz y de oración no decaigan, aunque Mi adversario lo intente, sus templos no temblarán.

Vengo a darles, hijos Míos, lo que nunca nadie ha recibido, esta Gracia expiatoria que los liberará de ustedes mismos y del pasado, como tantas veces lo he intentado incansablemente. 

Crean en Dios; crean en Su Reino que desciende, por segunda vez, a través de Su Hijo amado; en la preparación de este importante Retorno al mundo, en Gloria y Luz.

Crean en los ángeles y sientan su guía, su presencia y su servicio eterno.

Crean en el Espíritu Santo que los une, de corazón y de alma Conmigo, en este sagrado oratorio espiritual de su Santísima Madre Universal.

Crean en la fe que Yo les derramo, en la fuerza imperiosa de la oración que abre las puertas a la paz y a la Misericordia.

Crean en Mi Campaña por la Paz porque, así como Yo guie a los apóstoles hasta la Ascención de Jesús, hijos amados, Yo los guío para el cumplimiento del Plan de Dios en estos tiempos críticos. Ustedes, hijos Míos, deben ser la propia Campaña de Paz manifestada sobre la superficie de la Tierra. Si ustedes, hijos Míos, no viven la paz, ¿cómo la paz se establecerá delante de tanta adversidad y errores?

Queridos hijos, proclamen la paz a través de las campañas, para que Mis peticiones se cumplan en esta última hora que llega al mundo, antes de que todo suceda.

Mi última aspiración es llegar a Nicaragua, a México, a los Estados Unidos y a Australia. Oceanía debe consagrarse a Mi Inmaculado Corazón y ustedes, hijos Míos, lo pueden conceder.

Hijos Míos, Yo estoy aquí para demostrarles, a todos, la confirmación de Mi Amor por cada uno.

Ahora, hijos Míos, en la Presencia Sagrada de la Trinidad, escúchenme a través de Mi hija Lucía de Jesús, pues Mi Voz también se graba en los corazones.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Podrán preguntarse por qué, hijos Míos, deseo transmitir Mi Mensaje a través de tantos videntes de este mundo; si no sería suficiente que un solo corazón se consagrara al Mío, ya que Mi Voz es una sola.

Necesito que muchas voces sean el eco de la Voz de Mi Corazón en muchos idiomas, transformando el destino de las naciones, borrando el pasado que la humanidad imprimió en la consciencia de este mundo.

Necesito, hijos Míos, que Mi Paz sea proclamada en muchas vidas, en todos los Reinos y es por eso que reconfirmo Mi Presencia a través de tantos instrumentos que utilizo en este mundo. Por medio de cada uno de ellos, Mi Maternidad se expresa y Mi Corazón se manifiesta en la Tierra.

Pero hoy, los congregué aquí no solo para perdonarlos y para curarlos como individuos o como humanidad; los congregué en este lugar para reconsagrar sus vidas y, a través de ustedes, al mundo entero.

Como este planeta, que coloqué en Mi Altar, hoy está envuelto por Mi Manto Celeste, así también, hijos Míos, toda la consciencia planetaria hoy está amparada por Mi Inmaculado Corazón, y eso es posible porque ustedes oran Conmigo todos los días.

Hoy, vengo a instituir en sus vidas Mi Reinado de Paz, para que proclamen esta Paz y la lleven a los cuatro puntos del mundo. Yo los enviaré, hijos Míos, así vestidos con Mi Manto, a muchas naciones para que anuncien Mi Presencia no solo en las Américas, sino en todos los corazones que se abran para responder a Mi llamado. 

A través de ustedes y de todos los que responden a Mi Voz Celestial, demostraré a la humanidad que Mi Presencia es verdadera en todos los Centros Marianos, como en la esencia de cada ser.

Yo estoy, hijos Míos, dentro de cada uno de ustedes, dentro de todos los que escuchan Mi Voz, aquí como en cada Centro Mariano en donde es proclamada. 

Mi Corazón es único y se expande al mundo, todos los días, a través de cada ser orante que se vence a sí mismo; que vence, en cada segundo de sus vidas, todas las influencias de este mundo, de sus modernidades, de las energías capitales, para vivir un poco inmerso en Mi Reino, en la Paz que les traigo y que intentan mantener en sus vidas todos los días.

Hijos, les pido que frecuenten los Centros Marianos, para que fortalezcan sus corazones, para que descubran por sí mismos que estas son islas de salvación y de paz para todos los Reinos, todos los Reinos de la Naturaleza, que son Mis hijos. Y que, a partir del alimento de la fe que cada Centro Mariano le trae a sus vidas, puedan irradiar esa fe a todos Mis hijos que están en los abismos de este mundo, en los abismos de la ignorancia, de las ilusiones, de los placeres mundanos; porque no conocen, hijos Míos, la grandeza de Mi Reino, no conocen Mi Paz y viven en el caos, en la desilusión y en la desesperanza, cada segundo de sus vidas. 

Deseo que, a través de cada Hijo de María, se irradie Mi Amor a Mis hijos más perdidos.

Quiero llegar, hijos Míos, a través de ustedes, a todas las naciones de este mundo, no solo de las Américas; porque si bien Mi Reino se establecerá en América, para que aquí pueda surgir una Nueva Humanidad, quiero que todos Mis hijos de este mundo lo sepan y vivan en esa Nueva Humanidad, o que por lo menos la preparen con sus oraciones y con sus corazones.

Eso no significa que abandonaré a los demás continentes de este mundo. Por eso, quiero consagrar a la Tierra, para que muchos que tienen deudas impagables puedan alcanzar el perdón y la redención mientras aún hay tiempo. 

Quiero salvar a Mis hijos de las demás naciones de este mundo; quiero llevar Mi Perdón y Mi Paz a aquellos que nunca la conocieron, porque desde su infancia nacieron en las guerras, en la persecución y en el dolor, en el desamparo que el enemigo causa cada día en sus pequeñas vidas.

Quiero demostrarles a Mis hijos, a los más pequeñitos, que Mi Amor se expande al mundo y que puede llegar a sus pequeños corazones. 

Quiero amparar a aquellos que viven en las guerras y que no conocen el amor, aquellos que solo conocen las bombas, el terror de las armas, del desamor, para que sepan, hijos Míos, que una Madre Celestial los aguarda, que necesita que establezcan la paz aun en medio del caos. Porque este caos, hijos, se podrá expandir por el mundo para probar a los corazones, para que se confirmen ante Dios; que confirmen que, a pesar de todas las influencias del enemigo, aceptan Mi Amor, aceptan vivir los Planes de Dios, así como Mi Hijo confirmó en la Cruz que, a pesar de todo el martirio, de toda la negación, de toda la humillación que le causaron a Su Corazón Sacratísimo; Él aceptaba amar a Sus enemigos, aceptaba establecer el Plan de Su Padre y vivir el Perdón, independiente del terror y de las humillaciones que le causaron a Su Corazón.

Quiero enseñar a todos los Hijos de María, los que se consagraron y los que se consagrarán; que, a pesar de la negación, hijos Míos, y a pesar de todo el mal que este mundo les ofrece, venzan ese mal, venzan la negación y vivan el amor, como les enseñó Mi Hijo y como les enseña Mi Inmaculado Corazón, que en esta noche les sonríe, a pesar de todo el temor que viven tantos de Mis hijos en el mundo.

Hoy, les sonrío a cada uno de ustedes, porque Me alegro ante la esperanza que irradian al mundo. Recibo esa esperanza en Mis brazos y la llevo a Mis hijos más perdidos.

Quiero sonreírles a sus corazones, hijos Míos, para que también ustedes puedan irradiar una sonrisa a aquellos que no conocen la alegría y puedan demostrar al mundo que son capaces de vencer la tristeza, la desilusión y el desamor, porque conocen Mi Corazón, porque son participantes de Mi Reino y de Mi Paz en estos tiempos.

 

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Extendiendo Mis brazos hacia ustedes y en consecuencia hacia el mundo, también estoy con aquellos que salieron del camino y que, por Mi Gracia eterna, retornarán.

Quisiera, hijos Míos, decirles algo importante: cuando el Libro del Cristo y de San José estén prontos, la mitad de la Obra que Yo he venido a hacer aquí con ustedes, desde hace tantos años, estará cumplida; y aún más se cumplirá cuando Norteamérica, América, África, Europa y Oceanía conozcan los libros de los Sagrados Corazones.

Ustedes, hijos Míos, serán los mediadores para eso, así como han sido los mediadores para llevar el conocimiento y la instrucción a través de los años.

Esta es una oferta que Yo les hago a la Asociación María, a la Irdin y a la Federación, que son los pilares, en este momento, de Mi Obra corredentora con Mi Amado Hijo Jesús y con todas sus almas.

Ahora, hijos Míos, preparé sus corazones para lo que Yo diré mañana. Mi última petición es que recen la oración “Acto de Consagración al Divino Corazón de la Madre Celestial” ante Mi altar; y llamaré a los jóvenes que han venido aquí, a este encuentro, para cantarme en el día de mañana.

Quisiera que vinieran aquí a orar Conmigo esa oración también por todos los jóvenes del mundo.

Les agradezco, por responder a Mi llamado.

Elevándome al Cielo, los escucho llevando las súplicas al Padre Celestial por todos los que deberán ser Mis hijos consagrados, en un futuro próximo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Vamos a orar dos veces más, a pedido de Nuestra Señora, cerrando y sellando esa unión con la Santísima Trinidad:

En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Podemos ponernos de pie para orar, los jóvenes pueden aproximarse alrededor del altar, como lo pidió Nuestra Señora.

Vamos a ofrecer esta oración como María lo pidió, no solo renovando en este día nuestros votos de Hijos de María ante el Inmaculado Corazón de María, sino también por todos los jóvenes que siguen el Camino de Cristo y por los que lo deben seguir y que deben despertar como Sus apóstoles.

 

Acto de consagración al Divino Corazón de la Madre Celestial

Querida Madre Celestial,
hoy me consagro a Tu Divino Corazón
y te entrego mi pequeño corazón
y mi paciente alma,
para que, en Tu Glorioso Reino de la Paz,
yo pueda encontrar fortalezas para caminar en la vida,
amor para mi consciencia,
entrega para mi donación,
perdón para el pasado,
redención para lo que aún debo trascender
y misericordia para este mundo.

Estoy unido a Ti,
Misericordiosa Madre,
en esta misión de Paz para con mis almas hermanas.

Estoy cerca de Tu Corazón,
Divina Concepción de la Trinidad.

Que Tu Voluntad invada mi alma,
para que reconozca el Llamado Divino.

Convierte mi corazón
en Tu Llama Sagrada de Paz,
para que en esta consagración
eleve al Cielo mis plegarias.

En humildad y reverencia
te pido que me escuches,
Madre de la Paz,
para que Tú,
que nos haces volver a nacer como el mañana,
Tú, que eres el Ave Mensajera,
Tú, que invades nuestros corazones con Tu Inmaculado Amor;
nos enseñes a vivir en la pureza, en la compasión
y en el amor absoluto,
que Tu Hijo, el Redentor,
nos irradia por entero.

Bendita Tú eres, Ave del Sol;
siembra en cada alma
la semilla del perdón,
para que envueltos por Tu manto de maternidad,
Tus sublimes ojos de Paz y de Amor,
iluminen el camino de renuncia
que debemos recorrer.

En Tu ejemplo
amoroso y prodigioso,
vemos surgir la humildad.

En Tu Gracia y en Tu Misericordia,
vemos la manifestación del Amor de Dios.

Guarda en Tu Corazón,
Sagrada Madre del Amor,
todas nuestras fallas,
para que en el Retorno de Tu Hijo,
podamos ver nacer al nuevo mundo.

Que el Espíritu Santo
que proviene de Ti,
Madre de la Paz,
sea el escudo que nos proteja,
como la oración que nos ampare.

Amén.

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Podemos retornar a nuestros lugares.

Canción: Himno de los Hijos de María.

 

Madre María Shimani de Montserrat:

¡Gracias, Madre, por cuánto nos das!

MENSAJE DIARIO DE MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO DURANTE EL VIAJE DESDE EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, HACIA LA CIUDAD DE CÓRDOBA, ARGENTINA, AL VIDENTE FREY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Mis queridos hijos:

¡Despierten! Vean a vuestra Madre Celeste en una gran misión planetaria junto a los misioneros de la paz, los que junto a Mí se preparan para atender a las más grandes necesidades de amor y de servicio en Turquía. 

Es por eso, que vuestra Madre Celeste, junto con los misioneros de la paz, se dirige hacia uno de los lugares más lejanos de Medio Oriente, para llevar adelante un importante rescate esencial de las almas que necesitan conocer Mi Paz.

De esa forma, hijos Míos, los misioneros de la paz deberán irradiar, hacia los más pequeños y olvidados, el espíritu de paternidad y de maternidad.

En esta próxima segunda etapa de la misión humanitaria, Mis misioneros comenzarán a ingresar al verdadero campo de refugiados, aquel que se proyecta en la consciencia planetaria de los desamparados y de los marginados, porque en verdad, queridos hijos, el total abandono y el exilio se vive en el espíritu de cada ser. 

Esta próxima etapa demandará que los misioneros de la paz estén ante los resultados internos de la crueldad humana, algo que irán descubriendo bajo Mi santa guía a medida que transcurra la misión en las diferentes regiones de Turquía.

Estambul será la etapa final más dura, porque Mis misioneros verán el ápice de un gran exilio humano. 

El servicio a los niños requerirá de la atención espiritual, moral y física a los más pequeños, los que a través de las guerras o de la pérdida de sus familiares, perdieron la alegría de vivir o el por qué estar en este mundo.

El amor paterno y materno de cada misionero será imprescindible, por eso, queridos hijos, Yo los invito a que todos consideren esta parte de la misión como importante, porque los misioneros deberán unirse a los cristos internos de cada pequeño hijo Mío, así Yo les estaré mostrando, a Mis hijas misioneras de la paz, dónde está la necesidad del mayor amor maternal.

¡Les agradezco por responder a Mi llamado!

Los bendice,

Vuestra Madre María, Rosa de la Paz y Madre de los refugiados

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Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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