Viernes, 24 de junio de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Mientras claman por la paz, hijos, clamen por la consciencia de los pueblos originarios.

Sobre todo en la región donde hoy ustedes trabajan en la misión humanitaria, sentirán el sufrimiento por el sometimiento que esos pueblos padecieron durante años y que continúa impregnando los éteres del Paraguay, del sur del Brasil y del nordeste de la Argentina.

Hijos, las misiones con la consciencia indígena son de suma importancia en estos tiempos, porque es impagable la deuda de la humanidad con estos pueblos, como también lo es con la consciencia de África.

Hoy les pediré que oren de forma especial por sus hermanos de la consciencia indígena, sobre todo por aquellos que no están más en este mundo, pero que continúan aprisionados en los dolores de un pasado que no pudieron superar.

Los dolores del pasado todavía pesan en el corazón de sus hermanos indígenas y, muchas veces, se multiplican por la pobreza, por los prejuicios y por la lucha constante que viven para conservar la propia cultura.

Hijos, muchos sienten que mantener la cultura indígena en el planeta es intentar preservar algo superado, que ya no tiene ningún sentido en este tiempo. Ese pensamiento, sumamente ignorante, es fruto de una consciencia materialista y poco espiritual, que permitió que los seres humanos no supiesen respetarse unos a otros y que, en tiempos pasados, quisiesen imponer su cultura, en vez de aprender de lo sagrado y de lo puro que había en la cultura de los pueblos originarios.

Mientras no aprendan a respetar las diferentes culturas y no se abran para ver lo mejor en el prójimo, siempre habrá guerra y siempre habrá caos. La rueda de las encarnaciones nunca terminará si no aprenden a compartir y a respetar las diferencias.

Hijos, es tiempo de sembrar el bien y el amor y de extirpar de la consciencia humana lo que denominan venganza y que se esconde detrás de la justicia de la Tierra.

La falta de igualdad entre los hombres y la imposibilidad de una vida digna no permiten que sus hermanos remanentes de los pueblos originarios de América puedan vivir la paz en sus corazones.

Clamen por esta paz y por misericordia y estén con sus corazones abiertos mientras sirven, velen para no sentirse mejores que ellos, sino reconozcan que mucho de lo que ellos tienen para enseñarles ustedes lo ignoran y que, si el servicio no es mutuo, no habrá Presencia divina.

Oren, hijos, oren por los pueblos originarios de ayer, de hoy y de siempre. Que su pureza y simplicidad no se pierdan. Que su contribución al espíritu de unidad de la consciencia humana sea verdadera.

Su padre y servidor de Dios,

San José Castísimo