Viernes, 20 de enero de 2017

Mensajes semanales
MENSAJE SEMANAL DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Hijo, mira dentro de ti y busca en tu interior la semejanza con Dios. Reconoce, así, el verdadero valor de la vida que no se encuentra en nada de lo que aparentas ser. Descubre, en este acto de conocer y de reconocer al propio mundo interior, la propia esencia y el sentido de la vida en la Tierra.

Trascendiendo la personalidad y la apariencia humana e ingresando en lo profundo de ti mismo, es que encontrarás la unión con Dios, motivo por el que vives y evolucionas cada día.

No es para engrandecerte ante los ojos humanos que tú existes. No es para acumular bienes y destrezas, honras pasajeras ni elogios humanos que vives. Vives para descubrir que, más allá de lo que el hombre piensa sobre sí mismo, se encuentra la Verdad.

El gran misterio celestial es que la Nada y el Todo se encuentran en el hombre al mismo tiempo y para encontrar uno, primero debes reconocer al otro. O sea que, para descubrir al Todo que existe en ti, primero debes reconocerte como Nada.

El mayor error de las criaturas de Dios, que las separó del Padre y las llevó a tener que seguir este camino de vida en la Tierra, fue no reconocer que la Unidad es un principio único para toda la Vida: para unirse a Dios es necesario unirse al prójimo. Para unirse a Dios en sí mismo, es necesario unirse al mismo Dios que habita en el prójimo.

Si no hay unidad con la Vida, no hay unidad con el Padre. Si alguien quiere ser superior a otro, es al mismo Dios al que proyecta su deseo de superioridad. Para ser humilde ante Dios, deberás ser humilde ante tu prójimo.

Cuando reconozcas que todo es parte de la Creación y que todo debe volver al Creador, solo entonces vivirá en ti el respeto que lleva a la verdadera Unidad.

Por eso, hijo, hoy solo te digo que no temas ser humilde ante el prójimo, porque es ante el propio Dios que resplandece la humildad. No temas ser considerado nada y perder todo lo que te hace sentir grande y superior a los demás, porque siendo pequeño y nada, encontrarás finalmente al Todo frente a ti.

Tan largo como fue tu camino hasta llegar aquí, será tu camino de regreso al Padre. Sin embargo, si colocas ahora tus pies en la senda correcta, no seguirás perdido y alejándote cada vez más de Dios.

Reconoce sin miedo lo que te separa del Creador y vuelve tu mirada hacia dentro de ti mismo. Encuentra allí el camino de regreso a la Casa de Aquel que te espera desde el día en que le diste la espalda.

Ve ante ti, la puerta de la humillación y la senda del sacrificio, por allí deberás cruzar y por allí deberás caminar.

Tu Padre y Compañero en la entrega de sí mismo,

San José Castísimo