Jueves, 19 de enero de 2017

Mensajes semanales
MENSAJE MENSUAL DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Laven el rostro en la fuente de la perseverancia todos los días. Es tiempo de renovar el propio ser, para que cada día traiga una oportunidad de recomenzar.

Los atavismos emergen para que sean curados. Las miserias emergen para que sean limpiadas con el agua de vida de la Divina Misericordia. ¿Cómo se sanará una herida, si ustedes no la traen a la luz y no permiten que el sol y el aire puros dela vida la regeneren?

Hijos, ya les dije tantas veces que este es el tiempo de valentía interior, pero muchos no comprendieron. Hablo de la valentía de vencerse a sí mismo, de renunciar, de humillarse, de reconocerse ignorante, de obedecer sin comprender, de seguir sin saber a dónde se llegará.

Hablo de la valentía de ver los abismos en su propio interior sin temor, sin recelo; la valentía de abrir las cortinas del teatro de la vida en la Tierra, para que la Verdad pueda emerger; la valentía de dejar de lado tantos personajes que se crean para sobrevivir en este mundo, para reconocer que ustedes no son nada de lo que pensaban ser y saber que, en verdad, las virtudes son pocas y escasas cuando están delante de las miserias ocultas de la condición humana, pero que es posible transformar esa balanza cuando el ser se dispone a ser sincero y transparente delante de sí, del mundo y de Dios.

Llegó el momento de dejar de hacer el mal, que no quieren, para hacer el bien al que siempre aspiraron, porque ahora contarán la constancia, la persistencia y la determinación de cada ser.

Ustedes ya tienen fuerza suficiente para vencer y trascender su propia condición humana, porque fueron fuertes para estar hoy aquí y aun existir como humanidad, incluso en un mundo que se degeneró. Ustedes fueron fuertes para no perder la condición de Hijos de Dios, y aunque el caos se haya expandido por la Tierra, la posibilidad de vivir el amor crístico aún está latente dentro de los seres.

Por eso, les digo que, ustedes sí son fuertes para crecer y dar pasos concretos en su propia transformación, para alcanzar lo que les  parecía imposible y para ser dignos de llamarse compañeros de Cristo, pacificadores, apóstoles del nuevo tiempo.

Así como existe el potencial humano para responder al mal y manifestar tales atrocidades, como hay hoy en el mundo, también existe, con mayor poder, con mayor potencia, la posibilidad de amar, de entregar todo por amor y transformar este mundo en una Tierra redimida.

Ha llegado el tiempo, hijos, que tanto esperaban. Los abismos internos y externos se abrirán, aunque ustedes no quieran verlos, y aunque traten de esconderlos de sí mismos, todos sus hermanos lo percibirán. No habrá otra forma de vivir estos tiempos sino con la determinación de decir “sí” a Dios.

La cruz de los pecados del mundo ya está sobre ustedes, como estuvo sobre Cristo, y ya no hay cómo decir “no”, solo cárguenla con amor, por la redención del planeta, hasta el fin.

Transmútense, trasciéndanse, sean agradecidos al Padre y Él nunca los abandonará. Al final de todo, las Puertas de la Misericordia, de la Redención Universal y de la Unión perpetua con Dios se abrirán, y todos los esfuerzos, la entrega y los sacrificios habrán sido pocos frente a la grandeza de la Presencia Divina.

Todos los corazones que se dignaron a imitar a Cristo se glorificarán con Él en Su Presencia, y así como el Hijo es en el Padre, todos lo serán, porque la unidad se construye con las bases de la entrega absoluta. Ahora, es el tiempo de comenzar a construir.

Aquel que los inspira para la concreción del Plan de Dios,

San José Castísimo