Viernes, 10 de febrero de 2017

Mensajes semanales
MENSAJE SEMANAL DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Hijos, hoy deben descubrir el arte de vivir en el final de los tiempos y de transformarse sin dejar de colocar la atención más allá de sí mismos.

Coloquen sus consciencias en el amor universal, pensando en el Corazón de Dios, sintiendo ese santo y grandioso Corazón. A partir de allí, imaginen toda la Vida, el vasto Cosmos, los universos, el planeta Tierra, sus naciones, sus Reinos de la Naturaleza, cada ser, cada esencia. Reconózcanse pequeños ante la Creación y, al mismo tiempo, reconozcan que traen en su pequeñez una gran responsabilidad: hacer de la propia conversión y transformación, la conversión y la transformación de toda la Vida universal, porque el Creador aún espera que sigan los pasos de Su Hijo, pues para eso Él lo envió al mundo.

Reflexionen sobre las naciones, sobre el padecimiento humano por la falta de amor y de unidad, por la incapacidad de los seres para ver más allá de sus propias necesidades. Dejen que los ojos del corazón encuentren los ojos tristes de un niño en África o de un niño que padece por las guerras, por el abandono, por el hambre. Encuentren los ojos de los niños en las grandes ciudades, con mucha riqueza, y que ya tan pequeños están vacíos de sentido espiritual, sin la pureza que Dios les entregó, ansiando poder corresponder a todas las influencias de las energía capitales que los rodean.

Encuentren, hijos, el dolor de los Reinos, cuando vean la fauna y la flora en tantos incendios, cuando vean las matanzas sin límites de los animales para alimentar la gula y la vanidad humana. Y después de todo esto, miren hacia ustedes, corazones que se están abriendo a la Presencia de Dios, llamados a entregar la vida para equilibrar el error y la arrogancia de este mundo, llamados a dejar los propios intereses y voluntades para rendirse a una Voluntad Mayor.

Existe un Amor que trasciende la condición humana. Existe un Amor que es silencioso y paciente y que aguarda que al menos algunos hombres miren hacia arriba.

Existe un Amor que los llama a imitarlo, que ya les mostró el camino que los lleva a contemplar al prójimo con compasión.

Existe un Amor que es humilde, porque sabe que más allá de Él está la Verdad, más allá de lo que se ve, de lo que se siente, de lo que se cree saber.

Ese Amor resguarda la Esencia de todo lo que fue creado y es por intermedio de Él que podrán trascender la condición humana.

Amen con el Amor de Dios por la vida. Amen la posibilidad de evolucionar del prójimo. Amen servir para que otro crezca. Amen donarse hasta no poder más para que otros, que hoy no tienen fuerzas, puedan levantarse.

Amen el poder de la oración que se une a Dios. Amen Su Plan, que es el propio Amor. Amen y olvídense de sí mismos. Dejen que las propias necesidades se nutran del propio amor.

Amen en silencio, sin que nadie los vea, y amen de la misma forma públicamente. Solo amen, hijos. Y si no saben amar, piensen en los ojos, ya sin brillo, de los niños en la guerra; sirvan a los corazones enfermos que están perdiendo la vida y que no conocen el amor; contemplen la Cruz de Aquel que supo amar y que con el propio ejemplo los llamó a seguirlo.

Busquen el Amor, el verdadero Amor que no posee, no quiere nada para sí, que no se gratifica, que no busca ser correspondido, que no busca ser conocido, que existe por el simple hecho de ser verdaderamente Amor de Dios.

Su Padre y Amigo,

San José Castísimo