Sábado, 14 de noviembre de 2015

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN LA SAGRADA CASA MARÍA, MADRE PAULISTA, SAN PABLO, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Mientras el mundo agoniza, les pido que no vivan más de manera común, sino que a todo instante clamen al Padre para que Su Misericordia sea mayor que Su Justicia y para que aquellos que están ciegos en el mundo puedan despertar.

Les pido que no exista más cansancio en sus cuerpos que les impida cumplir con un pedido de oración de los Mensajeros Divinos. Dios les está entregando todo, incluso a Su Hijo, para que puedan abrir las puertas de la redención para la humanidad.

Mis queridos, el terror, el miedo, el odio y el rencor entre los hombres siguen esparciéndose por el mundo como una gran plaga en los corazones. ¿Quién de ustedes está respondiendo a Mi pedido de perdonar y de reconciliarse con el prójimo? ¿Quién está venciendo el rencor de su corazón para disipar ese mal de la humanidad?

Mientras ustedes están distraídos, y con tanta facilidad se olvidan de los pedidos de los Mensajeros Divinos, el enemigo no descansa ni se olvida de su meta, de hacer desaparecer de los corazones humanos la posibilidad de amar.

Les pido que estén más atentos y no permitan que ningún rencor sea mayor que el amor en sus corazones. Que el amor derramado por Dios en el interior de ustedes sea siempre poderoso y los impulse a seguir adelante, batallando para que aprendan, de una vez por todas, a amar y a perdonar.

Cuando les pedí la campaña para disipar el odio del corazón humano, no fue solo para que viviesen una bella experiencia y que simbólicamente enviasen amor a sus hermanos de Medio
Oriente. Les pedí esta campaña porque los Planes de Dios corren riesgo cuando el amor se va extinguiendo de la consciencia humana.

El amor es la esencia de la vida en la Tierra; si no hay amor, no tiene sentido la existencia de la humanidad.

Lo que sucede hoy en el planeta está esparciendo con mucha velocidad el odio, la ira y el rencor en todas las criaturas del mundo entero. Es tan fuerte el impulso involutivo del enemigo que el odio disuelve de los corazones la posibilidad de amar.

Por eso, hoy, no solo les pido, sino que también les ruego que se perdonen los unos a los otros, que se reconcilien, que sean misericordiosos, que se sirvan mutuamente, ¡que se amen! Ámense
como humanidad, como Creación de Dios, como parte viva de Su Corazón Sagrado.

No permitan que el enemigo les haga creer que el terror que se imprime en el mundo es mayor que su posibilidad de amar, porque el amor verdadero destierra el mal y lo hace
desaparecer.

Confíen en su potencial de amar y transfórmenlo en una virtud celestial que viva dentro de todos ustedes.

Yo los amo y por eso estoy aquí. Yo confío en la humanidad como Proyecto de Dios. Yo confío en el amor que habita en sus corazones y que ustedes desconocen. Es hora de aprender a amar.

San José Castísimo, padre del Amor