Sábado, 12 de marzo de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIÁRIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Hijo:

Consagra tu corazón a la Madre del Mundo y déjate llamar Hijo de María. Anuncia tu fe sin miedo y proclama la verdad que día a día se revela a tu pequeño corazón. Viste sobre tu cuerpo el manto de Aquella que te protege desde el principio y que se digna acompañar tus pasos hasta el final. Disuelve el temor a decir sí, aunque no sepas exactamente a qué estás entregando tu vida y tu corazón, ya que la Consciencia de María es para ti, al mismo tiempo, tan conocida y tan misteriosa.

Siente a tu lado a la Madre Celestial y acógela en tu corazón como tu Santa Madre, pero no permanezcas solo en el sentimiento que cabe en tu corazón humano. Aproxímate a la Consciencia de María y deja que ella se revele delante de ti como la Madre de todas las cosas, como parte viva de Dios, como el amor que hace nacer el amor; como Madre no solo de Aquel que abrió las puertas a una Nueva Humanidad, sino también como la Madre de todos aquellos que deben renacer por Su Amor, para alcanzar en vida el arquetipo de Su primer Hijo.

Reconócete como hijo del vientre espiritual de María, del cual no solo nacen las criaturas por primera vez, sino que también renacen todos los días. El vientre espiritual de María es el que da la vida a los que estaban muertos en espíritu; es el que resucita, por el perdón, a todos los que están en los abismos de este mundo y del propio interior.

Déjate llamar Hijo de María y proclama tú mismo esta filiación divina. Aunque muchos no comprendan tu fe y otros te persigan por no aceptarla, haz de ese manto que llevas sobre el cuerpo el testimonio de tu perseverancia y la confirmación de la verdadera esencia de lo que siente tu corazón.

Que nadie jamás vea en tu rostro la vergüenza por ser fiel a la Sierva de Dios. Confía en que, si una cruz te fuera dada en estos tiempos, y la humillación y el martirio tocaran a tu puerta, Aquella que un día acompañó la Cruz de Cristo acompañará también la tuya y te hará descubrir el amor verdadero y la unidad con Dios, mucho más allá de ti mismo.

Descubrirás, hijo, que ese manto que llevas sobre el cuerpo tal vez no proteja tu vida, pero sí tu esencia, tu espíritu y tu camino. Si te abres de corazón para ser un verdadero Hijo de María y si reconocieras lo que significa ser llamado como tal, muchos misterios que no son de este mundo te serán revelados.

Aquel que fue conocido como Hijo de María fue educado por Ella para buscar a Dios, unirse a Él y vivir Su Voluntad, aunque esa Voluntad implicara entregar la propia vida por amor a los que lo odiaban.

Hijo, si quieres ser un verdadero Hijo de María, sigue entonces el camino de Aquel que fue conocido como tal en Nazaret, en Jerusalén, en el mundo entero y en el universo.

Sé un Hijo de María y deja que Ella te guíe. Pierde el temor a seguir Sus pasos y, abrazando la cruz que el Creador te entrega, nunca alejes tus ojos de los ojos de Aquella que te acompaña en el calvario de este mundo.

Cuando estés en dificultades, mira a tu lado y encontrarás la mirada de María. Cuando caigas al piso, con tu cruz sobre ti, levanta el rostro y eleva tus manos, pues tu Santa Madre te levantará, porque Ella no te llama hijo sólo para que la sirvas: Ella te llama hijo para guiarte, tal como Dios le enseñó a guiar a los que provienen de Su vientre.

Renuévate, hijo, en este día, y profundiza sobre lo que significa reconsagrarte como Hijo de María.

Aquel que te guía al Inmaculado Corazón,

San José Castísimo