Miércoles, 6 de abril de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN LA CIUDAD DE FLORIANÓPOLIS, SC, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Para que otras almas despierten, ustedes deben ser y vivir lo que ya saben.

Después de haber sido hijos de la Divina Misericordia, ahora deben vivirla y multiplicarla, propagando esta Misericordia en el planeta.

Sean misericordiosos no solo consigo mismos, sino también con los demás. Si no saben cómo hacerlo, busquen el ejemplo de Jesús tanto en Su pasaje sobre la Tierra como en Su acción en la vida de cada ser despierto en este tiempo.

Cristo siempre les da lo que no merecen y no coloca sobre ustedes la Justicia que, muchas veces, deberían recibir.

Así como para llegar al amor verdadero antes necesitan ser humildes, así también es para que sean misericordiosos.

La Misericordia no puede vivir en el corazón de los orgullosos porque, si juzgan que saben lo que cada uno necesita y quieren ser más jueces que el Juez Celestial, ¿cómo podrán dar al prójimo una oportunidad de transformación y evolución por la Divina Misericordia? ¿Cómo se tornarán canales de ese Manantial Divino si están llenos de sí mismos y de sus pareceres?

Muchos se creen misericordiosos, pero la mayoría está solo en el camino del discipulado de la Divina Misericordia. Porque les digo, hijos, que para expresar la verdadera Misericordia deben ser como el Creador, que entregó lo mejor de sí para ser destruido y rechazado por la humanidad, solo para seguir dando la oportunidad de que Sus criaturas aprendan sobre el amor.

A lo largo de la existencia humana muchos hicieron valer el sacrificio de Cristo, porque comprendieron y vivieron en sí la esencia de Su Amor. Y ahora, hijos, en el ápice de la manifestación del caos, ustedes deben volver a expresar esa Esencia Crística, profundizarla y multiplicarla entre las almas más perdidas.

El amor misericordioso vence el terror y vence el caos, pero deben vivirlo plena y verdaderamente.

Comiencen por buscar el camino de la humildad, de la paciencia y de la mansedumbre. Poco a poco, esos atributos se convertirán en comprensión, amor y misericordia. Deben intentar todos los días e ir construyendo esa fortaleza y ese Arquetipo Divino.

Un atleta no se profesionaliza de un día para el otro; él entrena todos los días, vence las dificultades, muchas veces se golpea, piensa en desistir; pero cuando persiste, se esfuerza y se deja corregir por los entrenadores, enseguida llega a la meta.

Así es para el discípulo de Cristo. Si ustedes permiten que el Maestro los corrija y siguen Sus indicaciones, aunque no sean Cristos de un día para el otro, en algún momento, el Señor alcanzará en ustedes Su Victoria y se asemejarán a Él o incluso harán cosas más grandes que las que Él hizo; así como un joven atleta supera a su entrenador cuando es dedicado, obediente y humilde de corazón, por estar siempre dispuesto a aprender y a dejarse moldear.

¡Adelante, compañeros, rumbo a la vivencia de la Voluntad de Dios!

Aquel que los lleva al gran Maestro Universal,

San José Castísimo