Domingo, 25 de diciembre de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE PARA LA APARICIÓN DE MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN LA CIUDAD DE WEED, CALIFORNIA, ESTADOS UNIDOS, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

¡Bienaventurada entre todas las mujeres fue proclamada la Sierva de Dios! Madre de todas las criaturas, Madre de toda la vida, porque gestó en Su vientre a Aquel que representa todas las cosas.

Hijos amados, el recuerdo del nacimiento de Jesús se debe renovar en cada corazón, en cada consciencia, porque, en verdad, todos los años cuando están ante este sagrado día, están ante la oportunidad de profundizar el mayor misterio de la Creación: cuando Dios se hizo vida en Sus criaturas, cruzando las dimensiones celestiales y toda la existencia universal para llegar hasta lo más denso de todo lo creado.

Están ante la oportunidad de renovar esta creación divina y percibir que el nacimiento de Jesús en Belén no fue solo un hecho histórico y universal, fue en verdad, hijos Míos, un símbolo enviado por Dios de que, desde aquel momento, Él estaría vivo en todos los hombres.

El Creador vino para despertar en el corazón humano la semejanza perfecta con Su Sacratísimo y Bendito Corazón, porque Su perfección no podría permanecer oculta en los corazones de Sus hijos mientras ellos se perdían y autodegradaban por no conocerla, por no descubrirla en el propio interior.

Mi Amado Hijo aún está vivo y en cada Navidad renueva el misterio de la presencia divina en los corazones de los seres humanos.

Dios Padre, desde el Centro de la Creación, observa en silencio a la humanidad y permite que Su Hijo recorra los hogares, las calles, los abismos, las iglesias, los sótanos… donde haya un corazón humano, allí Él estará, en omnipresencia, esperando que alguno de sus compañeros recuerde, con sinceridad, Su nacimiento y aspire ardientemente verlo regresar.

El Creador, hijos queridos, entrega a los hombres infinitas dádivas y posibilidades de evolucionar y alcanzar la perfección, pero Sus hijos están distraídos y en todo se involucran con la materia, olvidándose de mirar hacia el Cielo.

En este día de Gloria y regocijo, pocos son los que agradecen verdaderamente a Dios por haberse hecho carne entre los hombres; por haberse hecho Hijo, siendo Él, el Padre de toda la Vida.

¿Dónde estarán los pesebres humildes para que Cristo pueda renacer? ¿Alguien se acordó de prepararlo en el propio espíritu?

Mi Hijo los espera; espera que comprendan que Él no llegará a las posadas de Belén, donde el confort y la ambición reinan. Él querrá apartarse del mundo, recogerse en silencio, en un lugar simple y humilde, donde vive la unidad con todos los Reinos de la Naturaleza.

Busquen, hijos amados, ese espacio en el propio interior. Pidan a la Estrella de Belén que los guíe y les muestre el camino, porque la Luz está pronta para retornar al mundo. Dentro de ustedes y en la consciencia del planeta ya comenzaron las contracciones de la purificación para un parto universal, en que lo viejo dará lugar al nuevo hombre.

Clamen a Cristo para que los haga renacer y clamen por Su nacimiento dentro de cada uno de ustedes. Aspiren a dejar que el viejo hombre termine su ciclo en su interior, para que despierten los Dones del Espíritu de Dios, aquellos que los harán semejantes a Él.

Cristo renace hoy en los corazones que le dicen sí y renacerá todos los días en los que le abren las puertas del propio interior, porque en la Eternidad, donde el tiempo no existe, todos los días es día de que nazca un nuevo Cristo.

Yo los amo y los bendigo, con Mi Hijo en Mis Brazos, para que a través de Él abrace todas las criaturas.

Vuestra Madre María, Rosa de la Paz