Jueves, 4 de mayo de 2017

Mensajes mensuales
MENSAJE ESPECIAL DE CRISTO JESÚS, TRANSMITIDO PARA LA 46.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN LA CIUDAD DE GONDOMAR, OPORTO, PORTUGAL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Alabado seas, Señor, porque has dado la vida y la restauración a Tus criaturas.

Alabado seas, Señor, por la presencia de Tu Amor infinito, el que restaura todas las cosas.

Alabado seas, Señor, porque Santo es Tu Nombre, en cada rincón de este Universo.

Alabado seas, Señor, porque Tu Verdad triunfa sobre aquellos que dicen ser poderosos.

¡Ay de los corazones que aún no se arrepintieron, porque nunca podrán encontrar la paz!

Alabado seas, Señor, por Tus ángeles y arcángeles, mensajeros de la Buena Nueva, guardianes de los corazones y de las almas, curadores del espíritu, renovadores de la esperanza, alegría para los que quieren vivir en paz.

Alabado seas, Señor, por todo lo que Tú has creado a imagen y semejanza de Tu Corazón, de Tu Consciencia, de Tu Sabiduría.

Alabado seas, Padre, por aquellos que Te siguen a través del Amor de Tu Hijo y de Tu Divina Madre Celestial.

Alabado seas, Señor, por aquellos que Te aceptan, por los que caminan a Tu lado sin vacilar en ningún momento, solo mirando al horizonte para alcanzar, en el fin de sus días, Tu Propósito, que es infinito.

Alabado seas, Señor, por todos los que escuchan el Corazón de Tu amado Hijo y guardan en sus memorias los tesoros de la Palabra.

Alabado seas Señor al escuchar la súplica de Tu Unigénito, que abre los portales de la paz para que las almas ingresen en profunda comunión, en perpetua alianza y en unión infinita a Tu Santísimo Corazón.

Alabado seas, Señor, porque Tú estás presente en Tus hijos a través de Tus Sagrados Dones, de Tus Divinas Gracias, de Tus infinitas Bendiciones.

Alabado seas, Adonai, por aún observar con Misericordia este mundo y, a pesar de tantos errores e indiferencias, contempla ahora, Adonai, las Obras de Tu Amado Hijo, en las virtudes simples de Sus queridos discípulos.

Alabado seas, Adonai, por Tu grandiosa humildad, por Tu pacífica Presencia, por Tu luminoso resplandor, Tu poderosa Consciencia que emana de la Fuente Primordial.

Escucha la voz, Adonai, de los que Te claman y deja a un lado las ofensas, todos los pecados, para que a través de la Sangre que hoy emana de Mis Llagas, los códigos de la reparación y de la cura se siembren en la consciencia planetaria.

No mires las guerras, Adonai, ni el sufrimiento de Mis hijos de África.

No mires la audacia de los gobiernos ni la mentira de los injustos.

Que Tu Espíritu, Adonai, viva en el gozo de los que creen en Ti y afirman, todos los días, el poder de Tu Sagrada Palabra y la oración incalculable que abre las puertas a la redención.

Acepta, Señor, las reparaciones que Mi Corazón y Mi Alma reciben de los corazones que se postran, en la resignación de sus consciencias, cumpliendo la promesa de vivir todos los días en Tu Santa Humildad.

Adonai, ve aquella luz que Tú has creado en Tus hijos para que ellos Te pudieran vivificar.

 A pesar de tener hoy Mis Llagas ensangrentadas, no dejo de derramar la Misericordia de Tu Corazón.

Que las almas dormidas despierten.

Que los ojos indiferentes se abran para conocer la verdadera realidad.

Que los corazones endurecidos sientan el calor de Tu Amor, para transformar sus vidas en el precioso modelo que Tú has pensado desde el Origen.

Que así, Adonai, se cumpla Tu Propósito y que nadie más se pierda en la ilusión de las tinieblas y en la ceguera de la vida material.

Hoy retiro, a través de Mis Llagas y del Poder de Su Luz, a cuantos duermen en este mundo.

Instituyo así, por medio de Mi Preciosa Sangre, la Nueva Alianza, entregando a cada uno de los presentes, una gota espiritual de Mi Sangre, divino código restaurador para las consciencias que aceptan la simplicidad y se abren interiormente a la cura.

Hoy vengo a ustedes como el Cristo de los Enfermos, para darles el bálsamo de Mi reparación, el don de la aceptación y de la entrega que puedan vivir.

Repetimos:

Cristo Restaurador,
Jesús de los Enfermos,
habita en cada célula de esta humanidad.
Amén

 

Vengo aquí por una Europa separada, así como vino Mi Santa Madre, hace casi cien años, para unir lo que estaba separado en la consciencia humana y para detener el peligro de una inminente autodestrucción.

Después de ese gran acontecimiento en Fátima, hoy viene a ustedes el Cristo de los Enfermos para intentar curar espiritualmente a todos los que se sumergieron en el sufrimiento, en las guerras y en la persecución.

La humanidad precisa ser curada para que pueda nacer nuevamente. Por eso, hoy Me presento ante ustedes como el Cristo de los Enfermos.

El Señor de la Misericordia expone la Sangre de Sus Cinco Llagas para generar y despertar la Reparación en toda la humanidad, de Oriente a Occidente.

La humanidad necesitará recitar esa oración diariamente, con el fin de que se cumpla el deseo más ardiente de su Señor.

Si eso se cumpliera por todas las almas del mundo, diariamente, el Padre, en Su infinita Misericordia y Cura, Me enviará para evitar una persecución peor a la del siglo pasado.

De lo contrario, si la respuesta fuera tibia, naciones enteras deberán aprender de la injusticia y del interminable sufrimiento, para comprender, finalmente, que los hombres de superficie están equivocados.

Quiero que se sirvan de Mi Energía de Cura para que la paz no desaparezca completamente del planeta.

Les dije antes de la última Sagrada Semana que les traería revelaciones fuertes para evitar situaciones graves en la humanidad.

Quisiera que esta Maratón fuera vivida, simbólicamente, como la última, y que todos participen de ella desde sus corazones y hogares; es respondiendo a este pedido que harán triunfar Mi Sagrado Corazón, no solo en Europa si no en el mundo entero.

De esa forma, los poderes serán derrotados, los hombres injustos perderán su autoridad, las almas inocentes estarán libres del castigo humano y así, como lo ha dicho Mi Madre hace cien años, habrá un tiempo más de paz antes de la gran transición planetaria.

Cada momento vivido Conmigo es una preparación, no lo olviden. En el final de los tiempos, necesitarán de ellos para persistir en la fe y en la confianza, sin titubear.

Todos los días, por medio de este Sacramento, ustedes encuentran el mayor testimonio de Mi Amor por este planeta y por esta humanidad.

Hoy les pido, compañeros, a través de esta Maratón de Oración, que cada comunión compartida y vivida sea realizada por la redención de los caídos, por las guerras en el planeta, por la persecución de los cristianos, por los que sufren en toda África, por las incomprensiones entre las naciones, especialmente por aquellos que gestan las guerras y crean las armas en contra de la Voluntad de Dios.

Si todo esto fuera ofrecido en un acto de reparación y de amor, al Cristo de los Enfermos, concederé el triunfo de Mi Sagrado Corazón a todos los que Me escuchan en cada parte de este planeta.

Mi Padre no los mirará con ojos de Justicia, y tampoco a las naciones del mundo, porque Mi Divina e Insondable Misericordia se derramará como una gran fuente de Luz sobre la gran balanza del desequilibrio planetario.

Que así sea.

Les doy la Paz, les pido que vivan en Mi Paz y que lleven la paz, el bien y la unidad a los que más la necesitan con el fin de que todos puedan alcanzar la cura de su corazón y de su espíritu; hasta que Yo retorne al mundo con todo el Poder de Mi Gloria, para volver a instaurar el Reino de Dios en la humanidad.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Les agradezco por aceptar Mis Palabras y por difundirlas en el mundo.

Amén.