Martes, 15 de julio de 2014

Mensaje extraordinario
MENSAJE ESPECIAL DE CRISTO JESÚS, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, CON MOTIVO DE LA REUNIÓN ANUAL DE LA ORDEN GRACIA MISERICORDIA

Antes de Mi Retorno, Yo vendré y les pediré a Mis ángeles que expulsen y destierren del corazón de los hombres el egoísmo humano. Cuando esto suceda, el mundo terminará de convertirse y un nuevo ciclo comenzará. Los corazones ya no se sentirán solos, porque recibirán de Mí todo lo que les ha faltado desde el principio de sus vidas. Las almas gozarán de Mi encuentro y Yo volveré a dar de beber la Sangre transformada en Luz y a comer del Cuerpo Vivo transfigurado en Gloria.

Cuando llegue ese tiempo, muchos de los que hoy viven sobre la Tierra ya no estarán, más Yo contaré con todos los que una vez se dispusieron a buscarme entre las tinieblas del mundo. Mas no teman, porque mucho ha de pasar.

Mis Palabras siempre permanecerán entre ustedes, ellas serán el consuelo para los momentos difíciles. Después de tantos encuentros, Yo vengo a prepararlos en Mi Regazo, en Mi Cenáculo y en Mi Corazón.

Que nadie se canse de aspirar a fundirse Conmigo, el Señor les dará la llave para sobrellevar los tiempos que vendrán. Únanse a Mi círculo de Amor Eterno. Si están dentro de este círculo de Amor Divino, nada los rodeará, más ustedes deben buscar todo el tiempo el camino de salida a través de la verdad y de la aceptación.

En sus rostros, hoy, veo en ustedes la búsqueda incesante e ininterrumpida de Mi Faz.

Sepan que Yo no Soy más que el Señor, Mi Padre es su Padre, Mi Supremo es su Supremo y, en ese Reino, todos somos uno.

No permitan que la amargura de no poder dar los pasos los abrace más que el poder de Mi Amor Glorioso.

Hoy los reúno en el Nombre del Señor, para dar comienzo a una nueva etapa de buenos tiempos, de buenos frutos, de una adorable consagración que es vista por Mis Ojos Misericordiosos.

Dichosos aquellos que perseveran a través de Mi Confianza. Nunca dejaré solos a quienes Me llamen y a quienes Me busquen, a pesar de los errores cometidos.

Yo Soy el Amor Verdadero que todo lo transforma. Soy la Gran Célula de Luz que nace del Corazón de Mi Padre. Quien con coraje Me llame, será sorprendido por Mí en las noches que vendrán.

Mi Silencio les enseña muchas cosas. Mi Paz les transmite la serenidad celestial.

No se queden en las cosas de este mundo. Hasta que Yo vuelva, las cosas del mundo se agravarán, pero fijen sus ojos en Mi Pacífica Mirada.

Mi Corazón se ofrece como un misterio de vida para los buenos y para los malos, pues grande es Mi Amor y más grande lo será en todos los que lo busquen con sinceridad y verdad.

Siéntanse merecedores de lo que no serían agraciados, pues Mi intervención es perfecta y bondadosa ante Mi Padre.

Hoy, Yo nazco y provengo del corazón de este universo, Yo renuevo y transformo todas las cosas. Soy el Rey de la humildad. Soy el mismo que padeció y sufrió por ustedes, por Amor.

Y ahora, que ya resucitaron en vida, vengan hacia Mis Brazos. Mi Corazón los consolará y nada malo le sucederá a quien se arriesgue a estar Conmigo, pues Yo Soy la Luz que disipa toda oscuridad y tiniebla dentro y fuera de los seres.

Yo Soy la viva donación del Gran Amor de Dios, su Padre. Quiero darles Mis tesoros a los redimidos. Deseo encontrarme con los que han caído en el pasado.

Declárense Mis apóstoles del nuevo tiempo; así, nacerá el Cristo Interior que estará a su servicio cuando Yo ya no esté más entre ustedes; porque todo tiene un tiempo para el Señor, un tiempo diferente al tiempo del mundo.

Ahora, Mis Pasos les marcan una nueva senda. Benditos aquellos que cruzan, por Mí, los abismos y los infiernos de este mundo para salvar a los que tienen mucha sed de Mi Amor.

Lleven, en sus corazones, Mi legado estampado y que sea la llama que los transforme día y noche. Sean como Yo, buenos misioneros.

Bajo el Amor del Padre, sean bienaventurados.

Gracias por vivir el misterio de Mi Corazón.

Mi Paz para todos los seres de la Tierra.

Yeshua, el Cristo Glorificado