Miércoles, 12 de agosto de 2020

Sagrada Semana
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL CUARTO DÍA DE LA SAGRADA SEMANA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En la solemnidad de la consagración de nuevos adoradores, ante las puertas de la Iglesia Celestial, en la Presencia de Nuestro Señor Jesucristo y de Sus santos ángeles, vamos a escuchar "PaterNoster" y nos uniremos a esta procesión angélica que desciende del universo a la Tierra, junto al Santísimo del Altar.

Seguimos con instrumental.

Saludamos a Nuestro Señor Jesucristo, al Sagrado Corazón de Jesús, y reverenciamos Su Eucarístico Corazón en unión a todos los adoradores del mundo que imploran, en esta hora, por la Misericordia de Nuestro Señor para el mundo entero.

Hoy He preparado dentro de Mi Iglesia Celestial una ceremonia simple pero profunda, muy significativa para sus vidas en este momento crucial de la humanidad.

En este día, el centro de la celebración en Mi Iglesia Celestial es Mi Corazón Eucarístico, para que Él sea honrado y adorado, para que el Amor del Dios Vivo sea reconocido y aceptado por todas las almas de la Tierra, a fin de que a través de la Adoración alcancen el espíritu de la redención y la elevación de la consciencia.

La gran tarea de todos los adoradores del mundo recién ha comenzado. Desde el primer día que fue instituido el Corpus Christi hasta el presente, todo ha sido una preparación para este tiempo final.

Cada adorador se compromete a ser celador de Mis Reliquias espirituales, para que esas Sagradas Reliquias, que nacen del Corazón Eucarístico de Jesús estén disponibles para todas las almas, y los méritos de Mi Corazón Misericordioso puedan ser derramados en el mundo.

La Adoración que en este tiempo final podrán ofrecerme no solo los unirá a Mi Iglesia Celestial, no solo podrán seguir haciéndola en silencio para contemplar el silencio de su Señor, sino también podrán conocer muchos más misterios de Mi Corazón, que aún no fueron revelados al mundo.

La Adoración que pueden ofrecer Mis Adoradores, en este tiempo final, será muy significativa e importante para Mí, no solo por todo lo que ya ha dicho la Jerarquía a través de los tiempos, sino porque llegó el gran momento de que sus vidas sean el milagro eucarístico de la Adoración. Y eso no son solo palabras, serán hechos, será algo más que un testimonio y más que una experiencia o que un ejercicio espiritual, para que aprendan a sostener Conmigo el fin de los tiempos.

La Adoración es una Ley instituida espontáneamente en los primeros tiempos de la cristiandad por las almas devotas a Mi Corazón Misericordioso, por las primeras comunidades cristianas que comprendieron el sentido oculto de la Presencia de Cristo en la Tierra, hace más de dos mil años.

¿Comprenden lo que significa que una Ley Divina haya sido atraída desde la Fuente por las almas de la Tierra? Cuando las almas de la Tierra deben vivir la Ley, ¿qué es lo que permite ese milagro espiritual y profundamente interno? Es la Adoración, a través de los tiempos y de las generaciones.

Las almas que adoran en este tiempo ya adoraron en otros tiempos. A través de la coligación profunda con Mi Corazón no son solo celadores de los tesoros espirituales del Redentor, sino que a través de la Adoración su vida espiritual es convertida y redimida, perdonada y absuelta de los errores del pasado.

La Adoración, en este tiempo final, modifica la genética humana transubstanciándola y redimiéndola en cada ejercicio de Adoración.

La ciencia de la Tierra nunca podría explicar esto. Pero si las almas en los tiempos pasados fueron capaces de atraer hacia sí la Ley inmutable de la Adoración, ¿qué más podría suceder en este tiempo final si más almas se comprometen verdaderamente a adorar las reliquias de su Maestro y Señor por medio de la Eucaristía?

Por eso necesito que, en este tiempo final, sus vidas sean el propio milagro eucarístico a través de la Adoración.

Es algo más que estar en Adoración ante Mi Corazón Eucarístico, es aprender a penetrar el misterio del universo inmaterial que se presenta en la ciencia de la Eucaristía por medio de la intervención de las Leyes Divinas, las que permiten, por obra del Espíritu Santo, los milagros eucarísticos.

Las almas que hoy se consagrarán no solo estarán sellando un compromiso Conmigo, pendiente y definitivo, sino también lo estarán haciendo por todas las almas que no Me adoran y que no Me aman.

Hoy la Iglesia Celestial, a través de esta ceremonia especial para los Adoradores de Cristo, trabaja con la indiferencia de la humanidad, con la omisión a los Comandos del Cielo.

A través de la Adoración Yo los erguiré como el nuevo Árbol de la Vida, y sus vidas podrán expresar los Tesoros de Cristo, los frutos que provienen de los dones y de las virtudes, y su tarea de Adoración no será personal, será una tarea esencial de sus almas Conmigo, su compromiso Conmigo, su transparencia Conmigo.

Así Yo podré renovar todas las cosas, así como puedo renovar a todos los que llegan y, en cualquier nivel de consciencia, se colocan a Mis Pies para ser desgarrados por Mi Amor.

El próximo paso de cada una de sus vidas es dejarse desgarrar por Mi Amor, de adentro hacia afuera, para que todo sea removido, a fin de que la luz de los tesoros de su Maestro y Señor, presente en la Eucaristía, ingrese en sus consciencias para que aprendan a ser otras consciencias, y así vivan la Voluntad.

En la Iglesia Celestial la Adoración es permanente, es un estado eterno de consciencia que los ángeles veneran constantemente, a fin de dar tributo y honor a los méritos que alcanzó su Maestro y Señor por medio de Su dolorosa Pasión.

Aún el poder de la Eucaristía es desconocido para la humanidad, su poder llegará en el fin de estos tiempos como una gran señal visible en los cielos. Cuando su Maestro y Señor esté retornando no solo habrá señales en el cielo, sino en todos los Sagrarios de la Tierra que hayan sido correctamente adorados y reverenciados por las almas. Demostraré al mundo que Cristo no es una religión, es un estado de consciencia que pertenece a los hijos de Mi Padre, superando cualquier religiosidad o dogma.

En ese momento sus vidas, si hubieran adorado correctamente a su Maestro y Señor en la Eucaristía, podrán ser un sagrario mismo. Y así, en ese tiempo y en esa hora que se aproxima, se cumplirá la Ley.

En la Sagrada Eucaristía de la Iglesia Celestial y en todos los sagrarios de la Tierra, están los cinco Poderes de Cristo: la liberación, la transfiguración, la transubstanciación, la redención y la Misericordia.

En la Eucaristía está la síntesis de toda Mi Vida y experiencia con la humanidad, es el testimonio de la Presencia del Dios Vivo.

Ahora ya conocen Mis cinco Poderes, búsquenlos, contémplenlos, adórenlos y los alcanzarán.

Si las almas supieran lo que Yo les dejé a través de la institución de la Eucaristía, la humanidad ya sería otra, y ella ya no sería más deudora, sino merecedora de todas las Gracias del Cielo.

Por eso cada adorador repara las ofensas que recibe su Maestro, enmienda las acciones contrarias que son cometidas por la humanidad, para que la Gracia Suprema descienda y los corazones tengan una oportunidad.

Que el centro de sus vidas a partir de ahora sea este misterio.

Nunca habrá pregunta sin respuesta, todo está en la Adoración, dentro y fuera de la consciencia.

La Iglesia Celestial hoy ofrece la reparación de muchas almas por sus indiferencias, ultrajes y omisiones a la Santa Eucaristía, desde la vida religiosa hasta la vida común, y esto es posible, aunque desconocido, por el ofrecimiento de las almas adoradoras.

Pero antes de bendecir a los que se ofrecerán para sostener el planeta Conmigo hasta el fin de sus vidas, en esta solemnidad del Corazón Eucarístico de Jesús, a través de la Iglesia Celestial, bendeciremos junto con los ángeles del Cielo a las custodias que fueron traídas a este altar, para que ellas sirvan no solo de Adoración, sino de inspiración, de fortaleza y de cura para las almas.

Nos ponemos de pie.

Vamos acompañar esta bendición, en unión con nuestros Ángeles de la Guarda, entonando solemnemente: “Kodoish”.

Vamos a esperar que los ángeles ingresen para que indiquen el momento de la consagración.

Cantemos.

Inspiramos.

Volvemos al "PaterNoster".

Y ahora nuestros hermanos postulantes harán su ofrecimiento interior a Nuestro Señor, para consumar esta consagración en el silencio del corazón.

El Señor los escucha.

Recibimos esta Gracia haciendo la Señal de la Cruz.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Vamos a pedir a Nuestro Señor, para estos hermanos, la Gracia de la perseverancia en esta sagrada tarea de adorar el Corazón Eucarístico de Nuestro Señor, por la paz y el bien de la humanidad.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén (en portugués).

Pueden ir.

(Pasa el segundo grupo de postulantes).

Vamos a pedirle a Cristo para esta tarea, la Gracia de la perseverancia en ese sagrado ejercicio de Adoración de Su Cuerpo Eucarístico.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Pueden ir en paz.

Volvemos ahora al instrumental del principio para que realicemos esta consagración. Y así como las almas adoradoras se ofrecen a Nuestro Señor, en constante unión y amor con Él, vamos a pedir a través de la Iglesia Celestial, ante la Presencia de Nuestro Señor Jesucristo, que Su Corazón Eucarístico, la poderosa Custodia de Luz, pueda despertar e inspirar a las almas que aún no encontraron a Cristo, para que sientan Su Amor y Su Misericordia.

Nos ofrecemos, en esta hora, a la Iglesia Celestial, así como ofrecemos estos elementos del altar, para que una vez más sean bendecidos.

Vamos a colocarnos en el momento de la Última Cena, cuando Jesús enseñó a Sus apóstoles por medio de los elementos, lo que Él iría a vivir por nosotros hasta lo alto del Monte Calvario en la Cruz.

Fue así que Jesús, después de haber bendecido a Sus compañeros, tomó el pan, lo elevó y agradeció al Padre el sacrificio que Él viviría para que fuera transubstanciado en Su Cuerpo. Lo partió y lo ofreció a Sus compañeros diciendo: "Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado para el perdón de los pecados".

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
(en portugués)

La forma de Luz del Cuerpo Eucarístico de Cristo ingresó en Sus compañeros, así como hoy Él ingresará en nosotros para que comulguemos con Su Paz.

Enseguida, tomó el Cáliz y lo elevó agradeciendo para que fuera transubstanciado en Su Sangre. Luego, con una mirada de Amor y de Misericordia, lo ofreció a Sus apóstoles diciéndoles: "Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la eterna y nueva Alianza, que será derramada por su Redentor para el perdón de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía".

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
(en portugués)

El Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Que sean felices los que hoy se sirven de este Sacramento por la redención de la humanidad.

Padre Nuestro (en portugués y en inglés).

Que la Paz de Cristo descienda a la Tierra.

Señor, 
yo no soy digno de que entres en mi casa, 
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme. 
Amén.

Santísima Trinidad, 
Padre, Hijo y Espíritu Santo, 
os adoro profundamente 
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad de Jesucristo, 
presente en todos los Sagrarios de la Tierra; 
 en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias con que Él es ofendido, 
y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón 
y del Inmaculado Corazón de María, 
 os pido la conversión de los pobres pecadores. 
Amén.

Por algunos segundos adoremos el Sagrado y Eucarístico Corazón de Jesús, por la paz y la cura de la humanidad.

Padre Celestial, 
que a todos conduces, 
acepta nuestra oferta de entrega a Ti, 
guíanos por el camino del Amor 
para que Tu Voluntad sea hecha. 
 Amén.

Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cerramos esta transmisión contemplando el Corazón de Cristo en nuestro interior.

Gracias a todos.