Lunes, 15 de abril de 2019

Sagrada Semana
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS DURANTE LA SAGRADA SEMANA, DÍA 2, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Nos mantenemos unidos a la Presencia de Jesús y atentos a todo lo que Él nos está pidiendo en este momento, sabiendo que en esta hora de Misericordia, las Puertas de los Cielos están abiertas en la Tierra y un momento de solemnidad y de quietud se establece en este lugar y en todos los corazones que se unen a Cristo.

Nos mantenemos en un estado de adoración y de reverencia, contemplando en nuestro interior al Sagrado y Glorificado Corazón de Jesús que hoy se expresa en el centro de Su Pecho, en el símbolo sagrado de una Eucaristía rodeada de luz y contemplada por siete ángeles, ángeles alados. Por encima de Cristo, el Universo del Padre Celestial.

Mientras en el Cielo se vive la eternidad, en la Tierra se construye el Nuevo Reino. Aquel Reino que una vez Dios encomendó a los arcángeles para que lo pudieran manifestar y expresar en forma de Universos y después de consciencias.

Este es el Sagrado Universo de Dios que hoy les traigo a su encuentro, en solemnidad con el Espíritu Santo, que hace manifestar los dones de Dios por medio del Verbo Sagrado y de la instrucción.

Sean partícipes de esta ceremonia, en este segundo día, con sus corazones encendidos en el Amor de Dios para que sus almas puedan ir hasta la Fuente y beber de ella y los errores, aún no perdonados, sean perdonados por la Gracia del Divino Hijo.

Hoy les traigo la Lealtad de Dios. Es la que fortalecerá su vida espiritual y su caminar por este planeta. Es la que los hará dignos y merecedores de la Misericordia de Dios.

Hoy se abre ante sus mundos internos el Arca de la Santa Alianza, legado que una vez ya les dicté y les relaté parte de sus revelaciones.

Hoy ella está de nuevo aquí, en espíritu, protegida y guardada por los ángeles del Señor, en el nombre de su Maestro y Señor, de su Pastor y Redentor.

Es hora de que conozcan, compañeros, más verdades guardadas en la Sagrada Arca del Señor para que sus espíritus se ennoblezcan, sus consciencias se eleven y traspasen el umbral de la vida superficial para ingresar en la vida del espíritu.

Estas tres velas encendidas representan tres revelaciones del Arca de la Santa Alianza. Parte de ellas ya fueron contadas, pero no profundamente conocidas.

Estar delante del Arca de la Santa Alianza es como estar delante del Pensamiento y del Deseo profundo de Dios; de aquel divino y sublime Pensamiento que Dios emanó desde Su Fuente, antes de encomendar a los arcángeles la materialización de los Universos espiritual, mental y material.

Es así, compañeros, que muchos de ustedes, hoy presentes aquí, en este día de solemnidad y de gloria, están ante sus orígenes: el principio del Principio. Están ante la Matriz espiritual de Dios, presente en Su Consciencia Sagrada y en Su más alto grado de Divinidad.

Los misterios del Universo inmaterial se presentan en la Tierra, porque esos misterios, aún no conocidos por el mundo, fueron los mismos misterios que actuaron desde el nacimiento de Jesús, en Su vida pública y hasta en lo alto de la Cruz.

Están ante lo que les pertenece y ante lo que nadie les podrá quitar, porque es un tesoro espiritual que sus almas deben aspirar a encontrar en este tiempo, en comunión eterna con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, hasta que se cumpla en ustedes Su Santa Voluntad.

No se desconecten de lo que están viviendo. Sus almas necesitan mucho de esto para poder atravesar el fin de los tiempos y para que cada día más, tengan consciencia y discernimiento.

A pesar del padecimiento de Mis Llagas en Mis Manos, Pies y Costado, la Sangre derramada por el Hijo de Dios fue espiritualmente protegida y amparada, no solo por Mi Madre y las santas mujeres, sino por lo que los ángeles recogieron en aquel tiempo; porque fue ese testimonio de amor vivo, verdadero y profundo lo que hoy Me permite estar aquí para anunciar a la humanidad el tiempo sagrado de las revelaciones.

Mi Sangre espiritual, convertida y sublimada, entregada y derramada en cada paso de la Pasión, fue guardada en el Arca de la Santa Alianza.

Los ángeles acompañaron el calvario de su Maestro y Señor. Mientras los infiernos se agitaban y los espíritus impuros no soportaban la Luz de Dios, el triunfo de la Misericordia y del Amor del Padre se estaba estableciendo.

En tanto, la Pasión de Jesús fue la consecuencia, el resultado y la experiencia que permitió por medio de la preciosa Sangre  la existencia de la humanidad hasta los tiempos de hoy, sabiendo desde el principio de la agonía en el Huerto Gethsemaní,  lo que ésta haría y padecería como consecuencia de sus propios actos.

Pero en los planos superiores de consciencia, en donde solo los que oran de corazón pueden llegar, era vivida la victoria de Cristo en el triunfo de Su Amor dentro de cada corazón humano.

Esa Sangre que fue derramada y amparada en el Arca de la Santa Alianza, permitió y concedió, por medio de la Gracia Divina, que la humanidad de estos tiempos, la humanidad del fin de los tiempos, no perdiera su código genético real, el principio del Principio, el origen del Origen que, a través de los tiempos y de los hechos, los ha traído hasta aquí.

La Sangre de su Maestro convirtió sus errores. Los padecimientos del Redentor sublimaron la consciencia de la humanidad. Mientras que en los planos internos todo sucedía y se establecía conforme a la Voluntad de Dios.

Hoy, ante los Tronos de Mi Padre, traigo para sus espíritus, almas y corazones, una réplica espiritual de la Sangre del Cordero de Dios para que, por medio de la Eucaristía y de la Comunión con el Espíritu Santo, sus almas retornen al origen que perdieron.

Sé que no comprenderán lo que hoy les estoy diciendo, porque el Universo inmaterial no es mental y tampoco concreto. Es una energía que vibra en las más altas esferas, es la raíz mayor de todas las raíces que da origen al Árbol de la Vida para que, después, el Árbol Sagrado dé frutos en los hijos de Dios.

Dios pensó en todo lo que hoy existe, pero Él nunca quiso el mal. El mal es la raíz de la desobediencia, pero eso fue convertido y transmutado durante el padecimiento de su Señor en la Cruz, cuando los clavos fueron enterrados en Sus Manos y Pies. El dolor que Yo sentí por ustedes fue indescriptible y, hasta los días de hoy, lo recuerdo tal cual lo viví y lo padecí.

Esto es parte de la segunda revelación de la Sagrada Arca porque, en ese insoportable momento de la Pasión, el infierno fue vencido, las puertas inciertas fueron cerradas y los que habían muerto, después de Mi Ascensión, resucitaron para dar testimonio de la presencia del Hijo de Dios.

A través del padecimiento del Hijo, Dios reescribió la historia de la humanidad con Su propia Mano y, a través de Su pluma de Luz, volvió a reafirmar los Mandamientos basados en el Mandamiento Mayor de amar a Dios por encima de todas las cosas, así como Él los ama en perfección.

Tercera revelación del Arca de la Santa Alianza.

María, vuestra Madre, se postró en el suelo cuando el Redentor fue elevado a lo alto en la Cruz. Los infiernos temblaron y las potestades cayeron por su propio peso.

Mientras tanto el Arcángel Miguel, con todo el poder y el esplendor de Dios, expulsó de los cuatro puntos de la Tierra a los espíritus malos que dominaban a los hombres. Y un despertar profundo de amor y conversión se activó en las almas.

Cada gota de Sangre que aún derramaba del Cuerpo del Hijo de Dios, era recogida por los ángeles del Cielo a través de cálices de luz.

Por eso, esta revelación les ayudará en este día a no ser tibios y a renovar su compromiso con lo Alto, sabiendo que todas sus vidas ya están escritas en el Libro Sagrado de Dios, conforme a lo pensado y lo meditado por la Fuente. Si esa voluntad es alterada, las almas sufrirán sus propias acciones y no se renovarán.

Pero Yo vengo a convertir todo esto, como su Redentor y Señor, su Maestro y Pastor, para que sus vidas alcancen la Voluntad de Dios, la renovación y la vivencia del compromiso.

Todo lo que se vivió en Tierra Santa por su Maestro y Señor y por su Santa Madre, así como por cada uno de los apóstoles, es algo que aún permanece vivo y que en Mi Presencia Yo les traigo para que puedan sentir y vivir lo que tantos seguidores Míos vivieron y sintieron en aquellos tiempos, para que puedan recordar y los velos de la consciencia caigan para que puedan vislumbrar el horizonte de Dios y ver con sus propios ojos Sus santas revelaciones, que son bálsamo de cura, de redención y de amor para los corazones.

Recogiendo el Arca de la Santa Alianza, las puertas de la Iglesia Celestial se vuelven a abrir para celebrar en los corazones y en la vida de las personas la renovación, buscando incesantemente el despertar de la consciencia y la vivencia de la Voluntad de Dios, que es la Voluntad que los salvará y los redimirá.

Hoy les pido que estén vacíos, despojados, descalzos de sí mismos y a los Pies de su Maestro y Señor.

Nos despojamos. Nos entregamos a Dios en total confianza y repetimos las palabras de Jesús, haciéndolas resonar en nuestro corazón:

"Me despojo, Señor de todo lo que tengo.
Me entrego en confianza a Tu Corazón.
Hazme instrumento entre Tus Manos.
Renueva los tiempos y las formas.
Establece en la Tierra Tu Divino Principio
y que pueda ser una chispa de la emanación
de Tu Amor para que todo sea curado y redimido,
para que en esta entrega y despojamiento total
no le tema al fin de los tiempos,
a la sagrada renuncia y al amor incondicional.
Porque Tú, Señor, actuarás y obrarás en mi vida
y todo se transformará.
Amén".

Nos ponemos de pie.

Oración: Sagrado Cáliz del Señor (cantada).

Hoy, ante esta Gracia prometida, he escuchado las súplicas de unos corazones que Me mostraron su verdad y su esfuerzo y han llegado hasta aquí, en confianza, para servirme.

Hoy congregaré nuevas auxiliadoras para que revistan Mis altares con amor y, especialmente, recuerden y nunca olviden el compromiso espiritual que hacen Conmigo para siempre. Porque el casamiento espiritual Conmigo nunca podrá romperse. Es el hilo que nos une, de alma a Alma, de corazón a Corazón, y es la gracia que sus vidas reciben cuando tan solo Me sirven en simplicidad y en disposición, sea como sea.

Necesito aquí las alianzas, los velos y el aceite para ungirlas.

Que vengan aquí Mis hijas, las que se postularon para este ejercicio espiritual.

Arcelina.

Sostengan lo que estoy haciendo con la fuerza interior que Yo les doy y la templanza que les entrego.

Las demás postulantes pueden venir aquí. Vengan a Mis Pies.

Yo siempre escucho a los que Me piden y siento en Mi Corazón sus súplicas porque no solo lo hago por ustedes, lo hago por el mundo y su conversión.

El Señor las bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Yo las traje aquí porque Mi Padre Me lo pidió, por sus almas, las almas de sus familias, de muchos que desconocen y que en los planos internos suplican por amor y redención.

Al igual que las santas mujeres, hoy las vengo a consagrar como Mis esposas para vivir en intimidad Conmigo el matrimonio espiritual, en el nombre del servicio, del amor y de la entrega a Dios.

Hoy te llamarás, en nombre de Nuestro Señor, María Caridad.

Hoy te llamarás, en nombre de Nuestro Señor, María de la Luz.

Hoy te llamarás, en nombre de Nuestro Señor, Elena de San José.

Hoy te llamarás, en nombre de Nuestro Señor, María Piedad.

Hoy te llamarás, en nombre de Nuestro Señor, María de Garabandal.

Tú ya tienes un nombre muy bello.

Hoy te llamarás, en nombre de Nuestro Señor, María Pía, en nombre de San Pío de Pietrelcina.

Hoy te llamarás, en nombre de Nuestro Señor, María del Consuelo.

Y tú, que finalmente llegaste a Mí, hoy te nombro, te consagro con dulzura y amor, María de Yahveh.

Que este velo hoy las purifique y las santifique en Cristo. Amén.

Que este aceite hoy las unja con el espíritu de la Vida, que es el Espíritu de Dios, el Espíritu Renovador, que llega al mundo por medio de Su Hijo, de tiempo en tiempo.

Sostengan lo que estoy haciendo.

Y ahora vístete como se vistió María, en Su santa pureza y humildad, para servir a Dios eternamente.

Hoy se cumple Mi Voluntad. Amén.

Ahora llegó el momento final, compañeros, de la transustanciación de los elementos.

Quien pueda, se arrodilla.

En aquel tiempo, Me entregué al mundo incondicionalmente. Y Dios se entregó a toda la humanidad a través de Su Hijo.

En ese ministerio de la Iglesia Celestial, hoy les vuelvo a decir: "Coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo, que fue entregado por los hombres para el perdón de los pecados".

Te adoramos, Señor, y Te bendecimos.

La Sangre del Cordero fue derramada en el mundo, para que en el mundo no se derramara nunca más sangre. Y a pesar de que hoy sucede esto en la humanidad y en las naciones, bienaventurados son los que participan de la Cena del Señor porque darán testimonio de Mí en el fin de los tiempos para la salvación de las almas.

"Tomen y beban de él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, de la Nueva Alianza, que fue derramada por su Maestro y Señor, por los santos mártires para el perdón y la remisión de los pecados. Hagan esto en Mi memoria".

Nos tomamos de las manos.

Oración: Padre Nuestro (en portugués).

Alabado sea Dios. Bendito sea Su Reino.

Este es el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bienaventurados los misericordiosos porque recibirán Misericordia. Amén.

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús imparte la comunión a cada una de las auxiliadoras que se consagran en esta ceremonia.

Al fin todo hoy fue consumado y realizado conforme a la Voluntad de Dios.

Los invito a soportar el fin de los tiempos en Mi Amor.

Que la Paz del Padre esté en sus corazones y que esta Paz sea multiplicada en toda la Tierra.

Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

En fraternidad y amor se darán el saludo de la paz.

Les agradezco.