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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Expiraste, Jesús,
pero Tu Muerte hizo brotar
un manantial de Vida para las almas
y el océano de Tu Misericordia
inundó al mundo entero.
Oh, Fuente de Vida,
insondable Misericordia Divina,
inunda al mundo entero,
derramando sobre nosotros
hasta Tu última gota de Sangre.
Amén.
He aquí este océano que muchos desconocen, más amplio que todos los mares y que todos los lagos del mundo. Es tan abundante y desconocida la Fuente de Mi Amor que algunas almas tienen miedo de penetrar Mi misterio.
Por eso, en este tercer y último día de la Presencia de su Maestro y Señor en Canadá para el mundo entero, los invito a volver a subir hacia lo desconocido a través de la escalera espiritual y celestial que les presenté en el primer día y que se animen, pacientemente y con calma, a atravesar la puerta estrecha de Dios que los liberará de cualquier condición humana, puerta estrecha de Dios que los conducirá a la propia libertad espiritual.
Por eso es inevitable, compañeros, que para poder encontrar el océano insondable de Mi Misericordia tengan que sentir y, al mismo tiempo, desprenderse de todo lo que está viejo, de lo que no podrá formar parte de Mi Obra Redentora del Retorno.
Por esta razón, Yo estoy aquí para impulsarlos y para animarlos; para que sepan que en la base espiritual de sus vidas, de sus consciencias y espíritus, está la Fuente y el océano insondable de Mi Misericordia, Fuente de Amor y de Compasión que se generó y se manifestó espiritualmente desde el momento en que su Maestro y Señor bebió del Cáliz en el Huerto Getsemaní hasta el último momento de Su expiración en la Cruz, cuando Yo entregué Mi Espíritu en las Manos de Dios para poder entregarle todos los espíritus que llegarían a Mí a lo largo de los tiempos y de las generaciones, y para poder entregarle a través de Mi oferta, en el dolor más profundo de la Cruz, a todos los grupos de almas que llegarían a Mi Corazón a lo largo de los tiempos y de los acontecimientos del planeta.
Por eso hoy, están delante de esa escalera espiritual y celestial, están prontos para dar los primeros pasos de la ascensión, del desprendimiento total de todo lo que creen, de todo lo que podrían cuestionar o dudar.
Porque dando el primer paso en esta escalera espiritual y celestial del despojamiento, Yo les aseguro que, sí caminan con confianza, ya no recordarán ni tampoco sentirán o pensarán todo lo que los puede apremiar humanamente.
Ustedes ya saben que Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, y que nadie puede llegar al Padre sino a través de Mí. Si se los recuerdo es porque lo deben tener presente en este momento y en este tiempo, ante los acontecimientos que hoy vive y sufre el planeta a través de las naciones y de los pueblos que están sometidos por la guerra, por el conflicto y el dolor.
Sepan muy bien que ascender a través de esta escalera celestial y espiritual no es algo personal o individual, es elevarse a través de una consciencia madura y responsable no solo por todos sus ancestros, sino también por toda la humanidad. Así, ayudarán a su Maestro y Señor a elevar todo lo que se está corrompiendo y oscureciendo, dentro y fuera de la consciencia humana.
En cada paso que puedan dar, a través de esta escalera espiritual y celestial, también ayudarán a su Maestro a desprender a la humanidad de toda condición humana, de todo lo que obstaculiza la evolución de la consciencia.
Pero es inevitable, compañeros, que cuando llegue el momento de que cada uno cruce la puerta estrecha de Dios deba reclinar su cabeza y columna para atravesar la puerta de la humillación y de la humildad; así como lo hizo la Santa Madre al ingresar en la Gruta de Belén, para que en un espacio humilde y simple naciera el Rey del Universo.
Por eso, aprendan a través de la Humildad de María y de la absoluta confianza de María en el Plan de Dios. Aun hoy, siendo una Consciencia Glorificada, Ella sigue siendo la Esclava de Dios, a fin de que todos Sus hijos en la Tierra alcancen el gran día de la redención y de la conversión, a través de un acto de arrepentimiento por todas las ofensas cometidas contra Dios, a fin de que todo el género humano se reintegre al universo de las Leyes, a la vivencia de los Valores, de los Atributos y de los Principios del Padre, que en este tiempo todos Mis discípulos y discípulas deberán practicar en su día a día, ya que estos Valores, Principios y Atributos del Proyecto de Dios en algunas regiones y naciones del planeta se están disolviendo gradualmente.
Así, podrán comprender con una mirada consciente, predispuesta e íntegra, que subir esta escalera espiritual y celestial no es solo por ustedes, sino también por el mundo, por todos los que en este tiempo y en esta hora crucial de la humanidad, por el sufrimiento generado en la guerra, en la persecución y en la muerte, no pueden ni siquiera levantar su cabeza para implorarle a Dios, por las condiciones tan traumáticas y miserables en las cuales viven.
¿Será que son conscientes de que están trabajando Conmigo por algo mayor?
Es hora, compañeros, de abandonar todo lo que es mezquino y soberbio, es hora de abandonar la acción de la manipulación y el egocentrismo.
Su Maestro y Señor ya les enseñó el camino, pero todos pueden ser Cristos del Nuevo Tiempo si se sumergen en Mi océano de Gracia y de Misericordia.
¿Será que han aprendido a lavar sus rostros, manos y pies en la Fuente de la purificación que Yo les ofrezco?
He aquí, delante de ustedes y físicamente, este misterio que no se esconde para quedar en secreto, sino que se revela a los puros de corazón. Esta es la Fuente de Mi Corazón que nunca se acaba y que pocos, en muchas ocasiones, la visitan o la buscan.
Dios lo pensó todo antes de que ustedes existieran como raza y civilización, aun como almas o esencias.
No piensen que están en el lugar incorrecto, intenten sentir más que pensar: ¿dónde Dios, a través de Mí, los colocó con confianza? Porque si esto no fuera así, aun dentro de su realidad material o concreta, hoy no estarían aquí Conmigo, ante Mí, escuchándome.
No vengo aquí a perder el tiempo de Dios, vengo aquí a buscar la respuesta de los corazones, de los que ya una vez caminaron a Mi lado, de los que fueron curados por Mí, de los que fueron liberados por Mí, de los que muchas veces fueron perdonados por Mí; así como fue liberada María Magdalena del pecado y se convirtió, hasta los días de hoy, en una consciencia santificada.
¿Será que creen en el poder de la conversión que Yo les otorgo como Gracia a las almas?
A todos los que aún no lo consiguen y que esperan entregarme sus corazones, Yo estoy aquí para esto. Es Dios que Me envía como Su Mensajero, como Su Portador de la Paz y del Bien para la humanidad.
En estos tres últimos Mensajes de su Maestro y Señor está la guía y también las claves para vivir esta etapa que hoy les presento, la última etapa preparatoria de Mi Retorno al mundo.
¿Quieren participar de esto? Que su respuesta no sea inmadura, sino consciente.
Yo estoy aquí para ayudarlos y para bendecirlos a través de Mis Sacramentos, Fuente inagotable de renovación para quien cree en ellos; así como las santas mujeres lo creyeron desde el principio, lo profesaron y lo vivieron en sí mismas, siendo posteriormente las testigos del Resucitado.
¿Será que ustedes serán los testigos del Retorno de Cristo; siendo testigos primero en su mundo interior, en su ejemplo de vida y en su coherencia con lo que profesan y con todo lo que creen?
Eso es lo que Yo espero con infinita paciencia y con celo de Amor.
La puerta estrecha de Dios ya se les ha presentado en estos días a las almas. Ahora es momento de que cada uno camine con sus propios pies, porque todo está consumado, así como todo fue consumado en la Cruz.
Que vengan a Mí los que están cansados y oprimidos.
Que vengan a Mí los que dudan y los que están perdidos.
Que vengan a Mí los que buscan la verdad.
Que vengan a Mí los que están angustiados.
Que vengan a Mí los que buscan la paz.
Que vengan a Mí los que aspiran a liberarse.
Que vengan a Mí los que buscan curar sus heridas.
Que vengan a Mí todos, porque aquí está Mi Corazón, puerta segura para su protección espiritual.
Les agradezco a los que hoy caminan Conmigo, a Mi lado; y que, a pesar de todo, siguen adelante y confían en el Señor, en Su Presencia Insondable y también en Su Palabra; y, aun en el momento más difícil u oscuro, siguen caminando confiadamente hasta poder encontrar el abrazo de Jesús.
Que la Paz esté en los oprimidos, afligidos y perdidos para que la Paz, que es presencia viva de Dios, esté en el mundo, así como Mi Paz hoy está en ustedes si creen en ella.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vengan a Mi Océano de Misericordia y en fe caminen sobre las aguas, así como Yo le dije a Pedro. Antes de que su fe se debilitara, él caminó sobre las aguas, sin percibirlo.
Esto es lo que hoy los invito a hacer nuevamente. Necesito que el mundo camine hacia lo desconocido, para aprender a superar los miedos de todo aquello que no puede controlar o retener.
Yo vengo a enseñarles el camino, porque Yo Soy el Camino. Yo ya estuve con ustedes en Tierra Santa y ustedes estuvieron Conmigo, más cerca de lo que se pueden imaginar.
¿Cuántas veces tocaron Mi túnica? ¿Cuántas veces, en Tierra Santa, rogaron por Mi bendición? ¿En cuántas oportunidades escucharon Mi Voz, predicando y enseñando el Evangelio? ¿Cuántos de ustedes siguieron los pasos de la Cruz del Señor, hasta lo alto del Monte Calvario?
Recuerden todo lo que una vez vivieron Conmigo y tengan fe, porque Cielo y Tierra pasarán, mas Mis Palabras permanecerán en los corazones que creen en Mí.
Y hoy, estoy aquí, sobre los mares de Uruguay, porque vengo a cumplir con Mi promesa, el Señor está retornando y con Él retornarán todas las estrellas, todos los soles y todo el firmamento.
Felices serán los que caminen Conmigo hasta el final, superando sus propios miedos, transcendiendo sus propios obstáculos, confiando plenamente en el Amor de Mi Corazón.
He aquí el Corazón Vivo del Maestro, que palpita de Amor por las almas; es un Corazón sediento de los que están perdidos y agonizando. Pero, Mi Misericordia y el Océano de Mi Amor son más grandes que todo este océano.
Yo nací por ustedes, Yo viví por ustedes y por ustedes morí en la Cruz, por ustedes resucité al tercer día y por ustedes ascendí a los Cielos para poder retornar en algún momento al mundo.
En sus almas está escrita la historia que nos une, que nos hace reencontrar una y otra vez, a través de los tiempos. Yo estoy al lado de los que caminan en Mi Camino y Mi Mano se extiende para bendecirlos con el Amor de Mi Padre.
Hoy, vengo con un Mensaje de gratitud para todos los uruguayos; para los que trabajan, día a día, preparando Mi Retorno; para los que esperan encontrarme, cara a cara, como Santa María Magdalena Me encontró en el huerto del Sepulcro.
Hoy, los llamo por su nombre, así como llamé a María Magdalena, para decirles que aquí estoy.
Mi Presencia es inmutable. Mi Amor es inextinguible. Mi Consciencia no cambia, sino evoluciona. Así como ustedes pueden evolucionar, dando los pasos que son necesarios en estos tiempos, ante un mundo herido y ultrajado por el conflicto y la guerra, por la crueldad y la maldad.
Pero, Yo vengo a traerles, a ustedes y a sus hermanos, toda la esperanza que hay en el Reino de los Cielos y toda la alegría de servir a Dios incansablemente, haciendo lo mejor hasta el fin.
A través de este momento, Yo vengo a estar con ustedes para que Me puedan sentir y reconocer como su Maestro, como Aquel a Quien le fueron lavados los Pies con las lágrimas de las santas mujeres, como Aquel que fue ungido por el aceite santo de las santas mujeres.
Mi sostén estaba en ellas y el sostén de las santas mujeres estaba en Mí, y así se manifestaba la Fraternidad Blanca. Hoy, ustedes forman parte de esa misma Fraternidad, porque ya nos conocemos y nos sabemos. Por eso, no se detengan en lo que es material y concreto ni tampoco en lo que es mental.
Dejen y permitan que sus corazones crezcan en el amor, en la bondad y en la misericordia. Que sus vidas sean Mi gesto de Amor para el mundo, a pesar de las ofensas, a pesar de los agravios y a pesar de las indiferencias que puedan vivir.
Hagan todo en nombre de Mi Amor, para que el Amor reine en el mundo y en la humanidad; para que el Amor retorne a los corazones que lo están perdiendo por el sufrimiento, el vacío, la angustia y la desesperación.
Que sus vidas sean Mi ejemplo en el mundo, el ejemplo de la Presencia incansable del Señor, que no se detiene, que no descansa; porque el Pastor trabaja por Sus rebaños para que todos alcancen la meta espiritual que está escrita en la esencia profunda de cada ser.
Deseo que este año que comienza sea un año de mayor concordia, esperanza y paz. Que se puedan reconocer, los unos a los otros, como hermanos de un mismo camino y de un mismo Padre que está en los Cielos; porque Yo Soy el Señor de Israel y vengo a recordarle el Llamado de Dios al mundo entero.
Detengan el caos, detengan los conflictos, disuelvan las discordias.
Ámense, así como Yo los amo.
Vivan, así como Yo vivo, y la Verdad los liberará para siempre.
Sobre estos océanos y, más aún, en sus corazones, el Señor hoy encuentra reposo. Porque Yo quiero estar en ustedes, así como espero que ustedes quieran estar en Mí, en comunión con la vida infinita, en unión con todo el universo.
En esta Maratón, recemos, compañeros, para que sea un año de más esperanza, paz y justicia, para que el amor sustituya a la venganza, para que la paz sustituya al odio, para que el bien sustituya al mal, para que la unidad sustituya a la indiferencia, para que el perdón sustituya al error.
Oremos para que se alcance la paz en el mundo y el fin de la guerra, de todas las guerras en sus diferentes manifestaciones y formas; a fin de que las almas alcancen el alivio, la cura y la redención.
Yo los reúno en el nombre de la Gracia.
Yo les agradezco por estar aquí Conmigo, en la simplicidad y en la humildad del espíritu; porque allí está Dios, en la simplicidad y en la humildad del espíritu.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Segundo Mensaje
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Como un océano de Luz Cósmica, Yo llego al mundo para sumergir a las almas en la gran Esencia de Dios para que, en esa Esencia Infinita y Eterna, las almas reencuentren el camino hacia su origen, hacia la primera Ley y hacia el primer Propósito que los creó en este sagrado universo inmaterial.
En la unión con esa Esencia Eterna de Dios, las almas encarnadas en este mundo encuentran el camino de retorno a la Casa del Padre. A través de la puerta segura de Mi Corazón, reencuentran los Principios que emergieron y surgieron en el Origen para la manifestación y la expresión de cada esencia divina.
Por este motivo, los coloco dentro de este universo de Luz, que fue lo primero que surgió y manifestó a la Ley de la Creación, antes de que todo existiera en el sagrado universo mental. Y, en este universo material, esta Luz del Origen Divino fue la que se manifestó antes que los Padres Creadores, llamados ángeles y arcángeles.
Y hoy, la humanidad, por una emergencia y una gran necesidad, está en contacto con este patrón desconocido que es un Atributo de Dios. En verdad, fue Su primer Pensamiento, antes que se manifestara Su Proyecto en las dimensiones y en los planos de consciencia.
Es en esa Luz que ustedes conseguirán ser nada. Se sumergirán en el vacío para ser completados por las Sagradas Matrices del Todo.
Sé que hoy les hablo a través de símbolos y analogías, pero abran su corazón para que esta Ley, que hoy desciende por primera vez al planeta, toque lo más supremo de sus espíritus, para que sus espíritus puedan ser colmados por esta Luz Superior que transforma lentamente todas las formas y principios, convirtiéndolos según la Voluntad de Dios.
Es así que se consigue corregir este Proyecto Humano, a través de una representación mínima de la humanidad que le dice sí al Llamado del Maestro.
Pero hoy, no es solo Jesús, el Cristo, que está aquí con ustedes, sino Quien les habla es Su Faz de la Ascensión, aquella Faz que pudo tocar las Esferas Mayores, que fue recibida por los grandes Maestros y Jerarquías para comenzar a vivir el Gobierno Espiritual.
Porque Mi Gobierno Espiritual comienza primero a concretarse y a realizarse en el corazón de los seres anónimos, de todos los que son abnegados Conmigo y que no le temen a la rectitud de Mis Leyes, porque lo que Yo les prometo para la próxima vida es algo muy grande. Nada se asemeja a lo que viven aquí en la Tierra, en este mundo de aflicciones y de tristezas.
Yo, siendo el Hijo de Dios y la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, encarné entre los hombres y mujeres de la Tierra para anunciar la Buena Nueva y después cargar con la Cruz de los pecados del mundo, padecer, sufrir y morir por ustedes, y luego resucitar al tercer día en Gloria.
Ustedes deben vivir la misma escuela, pero una escuela de morir primero a ustedes mismos, a todo aquello que creen y que saben, a las convicciones personales e individualistas.
Para alcanzar en la próxima vida el Reino de los Cielos, no solo deben desapegarse, sino también despojarse de ustedes mismos. Al Paraíso no se llevan las cargas de este mundo, porque sus espíritus aprenden, en esta escuela de la redención, a volar muy alto como las aves para poder fundirse en Luz con la Esencia Divina del Padre.
Esta Luz, que hoy les traigo de la Esencia Creadora, fue la misma que inspiró a los doce principales arcángeles para poder diseñar el Plan en este universo material. Plan que primero tuvo que ser impregnado por las formas mentales y ultraterrestres para que siguiera el principio del bien y de la unidad, algo que hoy no se vive en el mundo ni se ve esa unidad y ese bien en todos los lugares de la Tierra.
Por eso, compañeros, para que esta Luz Divina de la Esencia de Dios impregne las partículas más corruptas de sus seres y de los seres de la Tierra, y lo corrupto se transforme en incorrupto, primero ustedes deben dar el paso hacia la entrega total, de alcanzar el vacío de sí mismos y de vivir los diferentes grados de la renuncia, que no se trata de sacrificios ni de padecimientos, sino de un despojamiento gradual que los liberará de las formas concretas y corruptas, que conocen como amarras y prisiones espirituales.
Hoy, les presento este Mensaje aparentemente abstracto para que sus mentes y consciencias salgan de la forma normal e ingresen a la gran geometría de lo inmaterial y desconocido, de donde todo surge y se manifiesta eternamente.
Todo esto y mucho más, a través de la Esencia Divina de Dios, fue lo que su Maestro y Señor encontró cuando ascendió a los Cielos.
Y a través del sagrado ministerio de la Eucaristía, de la institución del Cuerpo y de la Sangre de Cristo para las almas, esas primeras Matrices descendieron para que después de dos mil años de ejercicios espirituales y sacerdotales, las almas y los corazones en el final de estos tiempos pudieran tener la Gracia de que en este día y por primera vez recibieran este impulso espiritual que trae Mi Faz Ascensional, para que todo tenga la oportunidad de la redención, para que siempre sepan y recuerden que hay una salida más allá del aprendizaje o de la escuela, más allá de lo que signifique o de lo que represente para ustedes.
Este es el océano de la Luz Divina de Dios que hoy invade y bendice a la órbita de la Tierra, para que todos los seres de la Tierra, toda esta humanidad, reciban la Gracia de la redención que tal vez no merecen; porque todo esto es por un motivo: por Amor.
Como esta Ley que hoy actúa a través de Mis Palabras es desconocida por ustedes, es hasta aquí adonde hoy puedo llegar, porque todo tiene su tiempo y su momento para Dios. Aunque las escuelas de ustedes sean tan diferentes, la Luz de la Esencia Divina de Dios no es selectiva, ella bendice a todas las criaturas sin excepción.
Por último, quiero decirles, para que después lo mediten, que fue esta Luz de la Esencia Divina de Dios que concedió Mi Resurrección y que Me transformó en un Ser Inmortal.
Todos los que en el tiempo pasado participaron del reaparecimiento de Cristo, después de Su Muerte y de Su Resurrección, tuvieron la Gracia de estar delante de esa Luz. Por eso, les declaro y les explico que le dije a María Magdalena que no Me tocara cuando Me vio y Me reconoció, porque todavía no había subido a la Casa del Padre.
Antes de manifestar la Creación, Dios primero pensó en Su Luz, impregnada preciosamente de Su Amor y Su Unidad para que las almas, y sobre todo las esencias, aprendieran a beber espiritualmente de Su Fuente todas las veces que fuera necesario; así como hoy ustedes están ante esta Luz que viene a traer entendimiento y sabiduría a un mundo herido.
Porque cuando Yo retorne, las bases espirituales principales del Proyecto de Dios deberán estar preestablecidas en las almas, en todos los que, a través de los tiempos, más allá de la religión o del credo, han recibido Mi Amor Crístico desde oriente hasta occidente.
Quiero agradecerles por sostener solemnemente este momento; porque Dios no es solo grandioso y poderoso, Dios es simple, es cercano, es Padre y Amigo, es un Hombro en donde uno siempre se puede recostar y son Manos de las que uno siempre se puede tomar para sentir Su Amor y Su Fortaleza.
Y ahora, celebremos la Santa Eucaristía para que las almas vuelvan a tomar contacto con esa Luz Creadora.
Recuerden su origen y principio, camino del vacío, pero camino del Todo, en donde se puede vivir la unidad basada en el Amor y en la Verdad.
Les agradezco.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Santos Ángeles de Dios,
fieles guardianes de las Reliquias Divinas,
irradien la Luz y la Paz al mundo.
Amén.
(5 veces)
He cumplido Mi promesa y aquí estoy, con el Ángel Celador de Mi Cuerpo Eucarístico.
Reverencien una de las Sagradas Reliquias del Arca de la Santa Alianza.
Impregnadas son las formas, en este momento, por la Luz de Mi Corazón.
La materia corrupta se comienza a transformar, la densidad se transmuta y se eleva, y dentro de los átomos y células de los seres se cumple la Sagrada Ciencia de la Cura. Así, los cuerpos de los seres humanos se liberarán de esta condición retrógrada de la superficie.
Los ángeles emiten sus voces hacia los Cielos para que se rompa el grillete de la perdición y las almas se liberen de la jaula de la esclavitud espiritual. Así, se cumple el tiempo de Mi profecía, los corazones comienzan a alcanzar la redención.
Las puertas de los Cielos se abren con la ayuda de los santos y de los ángeles. Aquellos que se animen a atravesarlas descubrirán en sí mismos el sagrado misterio de lo desconocido, que dejará de ser un secreto superior para convertirse en una realidad interna en la consciencia.
Así, los ángeles, respondiendo al pedido del Señor, comienzan a retirar las finísimas capas de la ilusión planetaria. Así, muchos velos comenzarán a caer lentamente de sus ojos, de todos los ojos de la humanidad y, en el horizonte, los que antes eran esclavos y ahora son liberados comienzan a ver venir al Hijo de Dios.
Y el Hijo de Dios ya no se ocultará detrás del Sol, ya no se recogerá en las estrellas; porque el gran misterio es develado y así, como lo fue en el Monte Tabor, el Señor llegará transfigurado.
Y aquello que siempre pareció inalcanzable para muchos, será una realidad palpable para los que tienen fe y persisten en Mi camino crístico. Porque los escogidos y los autoconvocados sentirán Conmigo la cruz planetaria, no como un sufrimiento, sino como un gran momento de liberación.
Y aquella esperanza, que fue suprimida de la humanidad por todos los errores que ha cometido a través de los tiempos y hasta el presente, volverá a nacer y a surgir como una fuerza sobrenatural en el corazón de los que persisten en Cristo.
Y así, la vida en la superficie dejará de ser un calvario, porque ya no será necesaria la escuela del sufrimiento. La ley de la deuda espiritual será disuelta y, los que hayan llegado Conmigo hasta el final, ya no sabrán nunca más sobre la dualidad.
No habrá diferencias, no habrá disociaciones, no habrá maldad, no habrá tristezas, angustias ni enfermedades; porque los que formarán parte de la Última y Nueva Humanidad no sabrán lo que es el pecado, porque el pecado habrá sido trascendido por los méritos del poder de Mi Sangre y las almas serán bañadas por Mi Luz, así como hoy Mi Luz envuelve al mundo.
A pesar de los errores y de los ultrajes, a pesar de las indiferencias y de las omisiones, a pesar de que hoy la mayoría ya no busque a Dios, nada impedirá que Yo Retorne al mundo.
Podrán sentir, en este momento, que el desierto espiritual se vuelve cada vez más árido, que no encuentran el oasis para saciar su sed, que el suelo bajo sus pies se seca y se agrieta, dejando los caminos tal vez confusos.
Cuando todo parezca absolutamente oscuro y parezca que la Luz no brillará en el fondo del abismo, será la hora del Señor, así como fue Su hora durante Su Muerte y Su descanso de tres días en el sepulcro.
En ese momento y en ese tiempo, que no están tan lejos, descenderé a los infiernos de este mundo, en los que muchos habitan en la superficie, para poner fin al sufrimiento y a la desesperanza.
Vendré a curar las heridas más profundas y con Mis propias Manos a tocar sus cuerpos, así como fue en Tierra Santa, en cada lugar por donde pasó su Maestro y Señor.
Y, en la hora que menos lo esperen, abriré la puerta de sus casas y Me verán, así como los apóstoles Me vieron en el Santo Cenáculo después de haber resucitado.
Yo reapareceré y cumpliré Mi promesa. En esa hora, el mal se estremecerá y gritará sin poder salir de sus profundos abismos, porque le daré la orden a San Miguel Arcángel de cerrar las dimensiones inciertas del planeta, porque Él verterá sobre el mundo una Fuente de Luz desconocida, nunca antes vista.
Pero esto no será una analogía ni una teoría, la Fuente de Luz que abrirá su Señor sobre el mundo será vista por todos, tendrá más poder y resplandor que el arco iris.
Y así, poco a poco, la oscuridad espiritual se disipará, los cuerpos enfermos se curarán, los ciegos que nunca vieron verán, muchos de Mis enemigos se convertirán. Y Yo estaré sobre un monte, semejante al Monte de los Olivos, para que todos Me vean venir en gloria.
Sé que aún a muchos les falta preparación para este acontecimiento. Pero no sean perfeccionistas, sean simples, así como es su Maestro y Señor, así como es Su Santísima Madre, así como lo es en la humildad San José.
Porque Dios está en lo que es simple y verdadero. Dios no sobresale por Sí mismo, porque Él se muestra donde vive y reina Su Amor, no solo en los Cielos, sino también en la Tierra. Su Amor se muestra y se manifiesta entre los hermanos y hermanas que se aman, que son capaces de dar la vida por sus amigos, así como Yo la di por ustedes.
Cuando Me tengan cerca en sus hogares o Me encuentren en sus caminos, en el momento y en el día menos pensado, ¿qué es lo que harán? Porque Yo veré todo en ustedes, así como Yo vi todo en la Cruz, en el solemne Silencio de Dios.
Cuando estén cara a cara Conmigo, ¿qué es lo que Me dirán? ¿Harán lo mismo que María Magdalena, cuando encontró al Señor en el huerto del sepulcro? Así, Yo los llamaré a ustedes por sus nombres, como llamé a María Magdalena; así como Yo llamé a los apóstoles, porque tenían miedo por haberme abandonado.
¿Y cuántas veces, ustedes, Me habrán abandonado, a través del hermano que no aman, a través del servicio que no asumen, a través del paso que no se animan a dar, a través de la falta de la oración? Pero Yo no vendré a señalar esos hechos; Yo vendré con Amor y Misericordia, porque sé quiénes son los Míos.
Por eso, prepárense para encontrarme. Que sus vidas sean un espejo de gratitud, que ya no haya reclamos, que ya no sean mezquinos, que sean capaces de dar valor y honra a todo lo que les He entregado; porque, así como hoy Me escuchan, Me escucharán cuando los llame por su nombre, y sus ángeles de la guarda serán testigos de ese momento.
Por eso, deben recordar los Sagrarios de la Tierra, así como los ángeles los recuerdan todos los días y los adoran; para que sus corazones estén prontos para los primeros momentos del Retorno del Señor.
Porque, así como les mostré Mi verdadera Faz a algunos de Mis apóstoles en el Monte Tabor; así, cuando Yo retorne, les mostraré a los Míos sus seres queridos que han partido. Y, en ese momento, se sellará la alianza de Amor. Y, por sus esfuerzos y sacrificios, permitirán que muchos de sus seres queridos entren a Mi Reino, así como muchos ya entraron.
Ahora, el Cáliz del Ángel Celador de Mi Cuerpo Eucarístico está en Mis Manos. Es el Sagrado Corazón de Jesús que viene a ofrecer este Cáliz a la humanidad, para que sea llenado de las más preciosas ofrendas de Mis hijos; porque en la propia donación, de cada uno de los Míos, está la liberación.
Dónense y se liberarán, y la cruz de cada uno ya no será un peso, porque existen cruces peores en este mundo y muchas de ellas están en África. Y Mis hijos de África son valientes, porque su fe supera toda adversidad y el Espíritu Santo guía a los humildes de corazón.
Ahora, haremos lo que les He pedido, antes del momento de la Comunión Espiritual, en la que este Cáliz inmaterial estará atento a sus ofrecimientos: ofrecerán la adoración a Mi Eucarístico Corazón, para que el Ángel Celador de Mi Cuerpo Eucarístico reciba las ofrendas de los corazones.
Es así que Yo los bendigo en esta nueva etapa y en este nuevo ciclo, en los que Mi Amor deberá ser llevado a las naciones del mundo. Recuerden esto: el Amor de Nuestros Sagrados Corazones deberá ser llevado al mundo y a las naciones que más lo necesitan. No lo olviden, porque los próximos meses serán definitivos para evitar más sufrimiento en la humanidad y en el planeta.
Adoremos a Dios, el Creador, a través de Su Hijo Primogénito, el Señor de Israel.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Póstrense a los pies del Calvario y reconozcan Mi Legado.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
“Omnipotente Padre del Universo y de la Tierra,
máximo Poder entre todos los poderes universales,
sagrada Corriente Ígnea del Universo Cósmico,
Espejo inextinguible del universo, Alianza perpetua y eterna.
¡Oh, sublime Padre del Universo,
Regente Mayor entre todos los regentes,
soberano Señor de las Alturas,
¡Sagrada Emanación entre todas las emanaciones divinas!
¡Oh, sublime Señor,
Fuente purísima y hermosa,
¡Amor poderoso y supremo!
¡Oh, Gracia eterna de Dios,
¡Luz Mayor entre todas las tinieblas!
¡Oh, victorioso Corazón de Dios!
Por los méritos alcanzados por Tu Hijo, Tu Siervo y Servidor,
a los pies de este Calvario espiritual,
reintegra en la consciencia humana del planeta
el victorioso triunfo de Tu Hijo Jesús,
sobre todos los infiernos y entidades malignas.
Que el poderoso Cetro del Arcángel Miguel descienda,
con su Consciencia Divina,
para hacer temblar a los infiernos de este mundo
y para que todo se paralice un momento,
para que el triunfo de Tu Amor, Adonai,
se dé y se cumpla en toda la humanidad.
Amén”.
Sigamos concentrados en la Luz de Mi Propósito, en la eterna Fuente de la Luz de Dios, en donde quedó registrado el sagrado Calvario de su Maestro y Señor.
Por eso, hoy les digo a sus personas humanas que no sean una llaga más en Mi Cuerpo, sino que sean aquellos que ungen el Cuerpo herido de Jesús por medio de sus oraciones, de los Sacramentos y, sobre todo, de la fe que los hace formar parte de Mi Cuerpo Místico, aquel Cuerpo eterno del Hijo de Dios integrado por todas las almas del mundo dentro de Mi Iglesia Celestial.
Por eso, acompañen a su Señor en este momento glorioso de la Cruz, en el que los Códigos de vida, de amor, de perdón y de resurrección espiritual descienden sobre el mundo para llegar a las almas más necesitadas de Mi Luz crística.
Ustedes, de una manera profunda, son conscientes y también son partícipes de esta tarea interna de su Maestro y Señor, especialmente con aquellas almas caídas que fueron derrotadas por los ejércitos del mal y que, a través del poder de Mi Amor, hoy vengo a salvarlas, a todas ellas, por los tiempos que vendrán.
Por eso, hoy la oscuridad se detiene en el mundo y las almas más miserables son contempladas a los pies de este Calvario espiritual, así como ustedes hoy también están a los pies de este Calvario espiritual de su Maestro y Señor, un Calvario más profundo y difícil que el que Yo viví por ustedes, aquí en este planeta.
Un Calvario espiritual que Yo los invito a penetrar a través del corazón, del espíritu y de la consciencia que creen en Mi Legado crístico, registrado en cada una de las estrellas de este universo como también de otros mundos.
Dios, a través de Su Hijo, nunca podría haber encarnado en este planeta para una tarea pequeña. Su expresión material tenía que ser humilde, simple y casta por medio de la Sagrada Familia; pero Su poder, Su omnipotencia y Su esplendor deberían ser grandiosos en los planos internos, porque es allí en donde comienzan todas las cosas.
Mientras la aparente derrota del Hijo de Dios era vista por todos en aquel tiempo, los infiernos no podían soportar la Sangre derramada por Mi Cuerpo, gota a gota, tocando el suelo y cada parte del Calvario. Imaginen, por un momento, qué hacían los Ángeles del Señor con cada gota de Sangre y con cada Código de Luz que, por Amor, se derramaba en el mundo.
Tengan ahora sus consciencias en esos hechos y no solo vean el sufrimiento que su Maestro vivió, que fue un sufrimiento indescriptible, sino también vean el triunfo de su Señor a través de uno de los principales aspectos de Dios, la Voluntad.
La Voluntad de Dios es lo que Me permitió llevar la Cruz hasta lo alto del Monte Calvario. Ahora, después de la renovación de sus votos en el Jueves Santo, ¿serían capaces de llevar esa Cruz por Voluntad de Dios y no solo verlo como un simbolismo, sino como la realidad verdadera y profunda de hacer todo lo posible y un poco más para que el mundo deje de sufrir su propia condenación y perdición?
Por eso, Yo los vengo a renovar a través de la Cruz; para que sus vidas, consciencias y, sobre todo, sus células no le tengan miedo al sacrificio, a la renuncia y a la obediencia irrestricta a Nuestro Padre Creador.
Si el mundo de hoy fuera obediente ya no habría pandemia, la desobediencia de los seres humanos es la causa de muchos males.
¿Acaso Dios no habría podido resolver ya esta situación planetaria? ¿Dónde está la cura de la humanidad?
No se olviden de la obediencia, compañeros, primero como códigos de vida para ustedes mismos y segundo como un principio de lealtad con el Señor del Universo; pero la mayoría de los hijos de Dios no tiene responsabilidad por todo lo que hoy sucede.
Muchos fueron llamados a cristificarse a través de estos tiempos. Muchos fueron llamados a entregar su vida, así como el Hijo de Dios la entregó en las Manos de Dios.
Ustedes no serán crucificados, ustedes vivirán lo que el universo les envíe, pero sus corazones deben estar abiertos para poder percibir cuál es su enseñanza en cada momento, cuál es la prueba que el universo les invita a superar por Mí.
No dejen de contemplar dentro de ustedes ese Calvario espiritual que hoy les ofrezco, y que les ofrezco también a sus hermanos del mundo entero que ya viven el caos de la humanidad.
Pero por medio de Mi Paz y del poder de la Luz de Mis Llagas, que hoy son signos para su ascensión y sublimación, Yo los invito a elevar sus consciencias y a salir de manera inteligente de la mentira y del caos de este tiempo, porque Yo viví cosas semejantes por ustedes y en ningún momento de la Pasión y del Calvario los abandoné.
Que el triunfo de su transformación, que la redención de sus corazones, que la ascensión de sus consciencias sean la nueva victoriosa cruz que cada una de sus vidas ofrecerá a Dios para que se cumpla Su Plan.
Ahora, cierren sus ojos por un momento y en lo alto del Calvario espiritual vean la victoria de Mi Sagrado Corazón, ante el dolor y el sufrimiento que fue vivido por Su Señor.
Contemplen Sus cinco poderosas Llagas, las Llagas de Sus Manos, de Sus Pies y de Su Costado; y cómo María, Mi Madre, cuando Me tuvo en Sus brazos, en la sagrada piedad del Calvario, Ella limpió Mis Llagas con cada uno de Sus besos, haciendo parte de sí todo el dolor que Yo viví.
Besen Mis Llagas y reciban Mi Luz, Mi Luz crística.
En ese aparente escenario de derrota, contemplen el Alma de Jesús, redimiendo y transfigurando a todas las consciencias y a todos los abismos; y ennoblezcan este momento con el honor que Él merece ante el esplendoroso Árbol de la Vida, ante los frutos de la Pasión y la Muerte de Jesús.
Sobre ese Calvario que quedó registrado en la memoria de la humanidad para siempre, vean a Mi Madre teniéndome en Sus brazos cuando Me bajaron de la Cruz y la Cruz se iluminó como un poderoso símbolo sobre todo mal.
Y así, vean a Juan, a María Magdalena, a José de Arimatea, al soldado romano, todos contemplando la sagrada Muerte de Jesús, que fue la muerte absoluta del pecado a través del Amor y de la Misericordia de Dios que volvió a iluminar al mundo y a todas sus criaturas.
Contemplen el mismo misterio que contemplaron Mi Madre y Sus seguidores. Contemplen la entrega de Dios, un misterio desconocido, una entrega ofrecida a través de la Muerte de Su Hijo Jesús.
En este día, los invito a morir para ustedes mismos, para que a partir de ahora sean otras personas, sean Mis llamas flameantes de paz en el mundo, sean Mi propio testimonio de su redención.
"Padre,
Eli, Eli, Olam,
Iod He Vaud He, Shekinah,
envía Tu Espíritu, envía Tu Espíritu,
envía Tu Espíritu y cura a la Tierra
por los méritos de Mi dolorosa Pasión.
Eli, Eli, retorna a Tus hijos,
arrebata sus vidas y haz resucitar, con Tu Espíritu,
a toda la vida imperfecta.
Adonai,
envía el soplo de Tu Espíritu,
la consolación de Tu Alma,
así como Tú Me la enviaste en el Huerto Getsemaní;
Te lo pido, Padre,
porque hoy no saben lo que hacen.
Míralos, Señor, con Tus Ojos de Misericordia,
con el Amor de Tu Corazón,
con la Sabiduría de Tu Consciencia
y a través de Mi redentora Cruz
haz nuevas todas las cosas
para que las almas vivan Tu Voluntad
y Tus ángeles levanten las cruces de Tus hijos
para que ya no se sientan atormentados,
perturbados o enloquecidos.
Que Tu Alma, Señor,
ilumine cada espacio de la consciencia.
Por eso, Eli,
ofrezco Mi Sangre espiritual
para que purifique a Tus hijos
y los haga, en este día,
partícipes de la Comunión Espiritual con Mi Cruz,
la Cruz del sacrificio.
Amén.
Amén.
Amén".
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Todos los que escuchen en este momento y que tengan consigo una cruz pueden elevarla para que Cristo, Nuestro Señor, la bendiga y haga de nuestra cruz, de nuestro calvario y del calvario de este mundo, una victoria de amor, de luz y de redención para que las almas sean bendecidas por el Espíritu de Dios, sean renovadas y sanadas por la Sangre de Jesús.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Ahora lleven la cruz hacia el corazón y sientan la fortaleza de Jesús y el Amor misericordioso de Su Corazón por todas las criaturas de la Tierra.
Me quedaré un momento más en silencio para que, a través de una canción llamada “Cristo del Calvario”, en este día de la sagrada Cruz, cada una de las almas sea la cruz de la victoria, de la redención, de la rendición y de la humildad, en honor a Nuestro Padre Celestial.
Los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Los escucho.
Contemplemos el Calvario espiritual.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Hagamos nuestra oración interior, a Sus Pies, y adoremos el Corazón del Señor, presente ante toda la humanidad, preparándose una vez más para Su gran sacrificio.
Acompañemos Su solemne silencio y sintamos Su Corazón, que se ofrece una vez más a nosotros por la salvación del mundo.
Antes de Mi sacrificio, quiero que estén a Mis Pies como María Magdalena y que sean sus lágrimas las que limpien los Pies de su Señor. Coloquen sobre ellos las dulces lágrimas del amor, para que todo sea reparado delante de la injusticia y de la desigualdad del mundo.
Quiero que sientan el calor de Mis Pies, de los Pies de su Señor que, una vez más, recibe las llagas del mundo, así como Sus Manos y Su Costado; llagas espirituales y más profundas que desconocen, que son parte del sacrificio de Su Señor.
Por eso, preparen Mi sepultura con sus lágrimas, con su verdadero amor, para que el Corazón del Señor sea restaurado y amado por las almas buenas.
Hay sentimientos profundos que aún no le he revelado a nadie, solo a aquellos que se animan a estar a Mis Pies, en el total despojamiento y vacío. Son los que conocen estos sentimientos que hoy Yo le traigo al mundo para que primero los sientan, para después conocerlos.
Estos sentimientos, que nacen del Corazón de su Maestro y Señor, son sentimientos que confirman sus votos a Mí, en la renovación del sacrificio y de la renuncia por la salvación de la humanidad.
Por eso, María Magdalena sabía lo que estaba haciendo, aunque su mente no lo pudiera concebir.
Hoy, ustedes lo pueden hacer ante Mí, colocando sus cabezas en Mis Pies para que sus lágrimas de redención y de amor preparen el momento de la entrega del Señor. Ahora, en este tiempo de una entrega más profunda que quiero ofrecer y compartir con Mis compañeros, para que se animen a seguir Mis pasos, los desconocidos pasos de la Luz que los llevarán, tarde o temprano, a vivir Mi Voluntad.
María Magdalena se rindió a Mis Pies para vivir Mi Voluntad, abandonó el pecado para aprender a vivir en Mi Gloria, en la Gloria de Mi Palabra y de Mi Amor por todas las almas.
Por eso, hoy he venido como hace más de dos mil años con las mismas vestiduras, con la misma mirada que cuando María Magdalena Me encontró para rendirse ante Mí y hacer de su vida una vida nueva, una vida que la llevó a estar en fidelidad hasta los pies de la Cruz.
Pero la sepultura, que Yo les invito a preparar, es para la muerte de sus pecados, de sus aspectos, de todo su pasado; porque Yo necesito vasos nuevos para poder depositar Mis Códigos nuevos en los que serán receptáculos para la preparación del Retorno de Cristo, para que preparen a toda la humanidad y a ustedes mismos para ese momento.
Pero para que eso suceda, debe haber almas víctimas de Mi Amor que no piensen en lo que les pido, que hagan lo que necesito, que lleven adelante lo que tanto espero, siempre diciéndome sí.
Por esa razón, también multipliqué los panes y los peces. ¿Lo recuerdan? Allí, Yo les estaba entregando el símbolo de la vida nueva a los que, en la Comunión, retomaban el camino hacia el Padre.
¿Pueden colocar ahora de nuevo su cabeza en Mis Pies?
Y así, abran sus corazones a lo que necesito, porque aún espero cumplir con lo que necesito. Mi Padre aún Me lo pide, que se cumplan Sus Aspiraciones a través de Sus hijos.
En el vacío de la vida y en la plenitud de Su Propósito, quiero que sepan que este momento es importante para Mí, ya que estos impulsos que Yo les traigo los prepararán para el fin de ciclo.
Eleven sus corazones a Dios y agradezcan por ofrecerse como instrumentos de las Aspiraciones de Mi Padre, a través de la Luz de Mi Sagrado Corazón, Corazón que vive por ustedes, Corazón que clama por ustedes, Corazón que se enciende en Amor por ustedes.
Déjense convertir al igual que María Magdalena, que solo por haber colocado su cabeza en Mis Pies ya cumplió la Voluntad de Mi Padre y consagró su vida por toda la eternidad.
¿Están prontos para eso?
Consagrar la vida es un misterio y ese misterio se devela en los pasos de su transformación, en la renuncia de sus vidas y en la entrega permanente de su ser.
Yo necesito que, en Mí, en este tiempo difícil de la humanidad, hagan nuevas todas las cosas, porque así le estarán diciendo al universo que ustedes y sus hermanos aceptan Mi Retorno.
El Sagrado Corazón de Jesús se ofrece como intercesor de las almas, para que ellas conozcan la alegría de vivir en Dios y no el sufrimiento de vivir en el pecado.
Quiero que, en esta Semana Santa, sus vidas se conviertan de una forma más profunda, así como se convirtió María Magdalena entregando sus lágrimas a Mis Pies y lavando Mi Ser como nunca antes nadie lo había lavado. Esto también ha justificado, ante el Padre Celestial, la razón de Mi encarnación en el mundo, por tan solo colocarse a Mis Pies.
A Mis Pies, escucho sus oraciones, escucho su dolor, siento su amor, comprendo sus perturbaciones; pero Yo los renuevo con la bendición celestial para que se levanten de donde han caído y sigan caminando hasta encontrar Mi Voluntad.
De sus imperfecciones transformadas, haré todas las cosas perfectas. De sus miserias resistidas, haré tesoros para el Cielo. Porque quien se coloca a Mis Pies no le teme a lo desconocido, a lo que es inmaterial y eterno; porque está en el vacío, en el despojamiento, en la entrega total.
Dejen, una vez más, que Yo los pueda ungir con Mi Espíritu, así como ungí a María Magdalena, redimiendo todo su ser para gloria de Dios.
Después de esta renovación e iniciación vividas, ya están preparados para cumplir lo que necesito, si verdaderamente sus corazones se colocan a Mis Pies. Y así, acompañarán a su Señor en esta larga trayectoria que resta, de ayuda a la humanidad y de servicio a los que sufren, a fin de que triunfe Mi Amor en ustedes y a través de ustedes.
Es así que los invito a prepararse para una nueva sagrada Comunión Espiritual que será el preámbulo para el día de Mi Pasión y también para el gran día de la Pascua, en los que Mis ovejas, hoy siendo señaladas, seguirán al Pastor por los caminos de la emergencia planetaria sin decirle no, solo diciéndole sí, mientras Yo lo necesite.
Piensen en lo que les he dicho.
Mis Palabras son la manifestación de la Verdad, de la Verdad del Propósito y de la Voluntad de Mi Padre. No pierdan más la oportunidad. Recuperen sus vidas. Restauren sus consciencias. Purifiquen sus corazones y serán merecedores de Mi Paz, de la misma Paz que Yo le entregué a María Magdalena.
Quiero que, en esta Pasión en la cual ingresaremos en los próximos días, sus almas sean como María Magdalena que, en fidelidad y fe, no abandonó al Mesías y que junto a María, Mi Madre, fueron las manos que sustentaron la Cruz, que después se convirtió, durante la Resurrección, en el Árbol de la Vida.
Por eso, los invito a ser parte de Mí, para que dejen de ser parte de ustedes, para eso les he dado los Sacramentos. Y después de tantos Sacramentos vividos a lo largo de todo este tiempo, es momento, compañeros, de que tengan fe y confianza en el Sacramento Espiritual, ofrecido por el poder de la Eucaristía.
Los dejaré con una Comunión renovada en la fe, en la fe de las almas. Eso hace más viva Mi Presencia en los corazones que comulgan de Mí, tan solamente por ofrecerse a estar a Mis Pies. Y como puente de luz para ese momento, los dejaré con una canción que he escogido para este encuentro, llamada “Santa Comunión”.
Es así que Me despido, pero sepan que por más que Yo retorne al Cielo y a la Casa de Mi Padre, en espíritu de omnipresencia y de omnipotencia, durante esta Semana Santa, Yo estoy aquí, como también estoy con sus hermanos en todos los hogares de la Tierra que Me abran la puerta para recibirme.
Los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Prepárense a través de la canción.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Los quiero ver en este momento despojados, para que pueda llevar Mi tarea adelante en este día.
¡Háganlo!
Señor, yo que nada soy,
me entrego a Ti
para que hagas de mí Tu morada.
Amén.
(tres veces)
Aún hay Llagas que el mundo Me hace padecer.
Hoy, quiero que contemplen la Llaga de Mi Costado. Aquella Llaga que una vez derramó, en la Cruz, Agua y Sangre como la última y gran entrega de su Redentor.
A través de la Iglesia Celestial vayamos hasta el Monte Calvario, no para recordar Mi sufrimiento que aún es muy desconocido, sino para que conozcan Mi Victoria, que es la Victoria de Mi Padre a través de Su Hijo. Por eso, los necesito despojados.
El Señor está mostrando el Monte Calvario, entre humo y fuego, y Su Cruz vacía. A los pies de la Cruz está la gloriosa Madre. Coloquémonos al lado de Ella para que, junto a los ángeles de la Iglesia Celestial, contemplemos este momento y la revelación de este misterio que se guarda en el Arca de la Santa Alianza.
Vayamos al momento en el que Nuestro Señor expiró por última vez y tenía Su Cabeza extendida sobre Su Pecho. Contemplemos la Muerte de Jesús y cómo todos los coros angélicos se colocan a los Pies del Cordero de Dios, entre el humo y el fuego, para sentir la transformación del dolor en Amor.
Veamos a la Virgen Madre contemplando el misterio de esta entrega, siendo Su Corazón traspasado por compartir el dolor con Su Hijo, el dolor que redimió y que liberó.
Y en lo alto del cielo del Monte Calvario, vemos venir un ángel, el Arcángel Gabriel, con doce de Sus ángeles, llevando entre Sus manos un Cáliz para recoger los frutos de la Sangre del Señor.
En la aparente Muerte de Jesús, Él estaba más vivo, obrando y redimiendo los planos internos en todos los aspectos del planeta y en los mundos inferiores de la consciencia humana.
Contemplemos el Alma de Jesús, el Alma resplandeciente y viva, junto a los ángeles, limpiando los infiernos, elevando a las almas caídas, en el misterio de Su Amor.
Veamos el Alma de Jesús transfigurada, iluminada y glorificada, elevando al Cielo a los no escogidos, por medio del misterio de Su Muerte en la Cruz.
Y así, el Arcángel Gabriel desciende hasta lo alto del Monte Calvario y toma entre Sus manos la reliquia espiritual del Sagrado Corazón de Jesús. La Santa Madre tiene la revelación de ese misterio, así como hoy nosotros también la tenemos.
La Madre de Dios ofrece al Arcángel Gabriel el Corazón de Su Hijo para que la expansión y la obra de la Misericordia sea más fuerte.
Ofrezcamos nuestro corazón imperfecto, nuestro corazón humano, para que sea considerado y aceptado por el Arca de la Santa Alianza.
En honor a los méritos de nuestro Redentor, nos mantenemos en lo alto del Monte Calvario, contemplando el dolor de la Muerte y la victoria de la Luz, siendo bañados y colmados por los misterios de Nuestro Señor.
Ahora veamos, en este momento y en esta aparición, la piedad de María con Su Hijo en Sus brazos, Santa María Magdalena, San Juan el apóstol, José de Arimatea y algunas de las santas mujeres, todos contemplando, en la Muerte de Jesús, la vida del Alma de Jesús. Y cómo, desde el Pecho de Cristo, una luz profunda emerge de Su Corazón herido. Es la Luz del Amor de Dios, incansable, que no se deja de entregar por Amor a Sus hijos.
Coloquemos nuestras manos en señal de recepción, estamos en lo alto del Monte Calvario junto a Nuestra Señora y a los compañeros de Cristo, y también con los ángeles del Arcángel Gabriel, que guardan las reliquias de Nuestro Señor, los frutos y los tesoros de Su experiencia en la Tierra.
Y en lo alto del Monte Calvario vemos la Consciencia de Dios que se aproxima, Emmanuel.
Guardemos en nuestro corazón la Luz del Amor de Cristo, así como Nuestra Señora y las santas mujeres guardaron esa Luz en sus corazones.
"Señor,
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra Tuya bastará para sanarme".
Amén.
Repetimos.
Ahora, veamos esa Luz que emergió del Corazón de Cristo en nosotros. Sintamos la Presencia de Jesús, Su amorosa Presencia, el Amor que transforma y que sana, el Amor que acepta y que comprende, el Amor que calma y que trae la vida nueva.
Elevemos más nuestras consciencias, así como lo hace el Arcángel Gabriel, llevando la reliquia espiritual del Sagrado Corazón de Jesús a la Iglesia Celestial.
Y ahora, veámonos dentro de la Iglesia Celestial. Nuestras almas están allí nuevamente, contemplando también este misterio revelado en lo alto del Monte Calvario.
El Arcángel Gabriel deposita dentro del Arca Sagrada la reliquia espiritual del Sagrado Corazón de Jesús, guardando la herida del Corazón de Cristo como el gran ofrecimiento del Amor de Dios por toda la Creación.
El Arca de la Santa Alianza se ilumina hasta desaparecer por la intensa luz. Toda la Iglesia Celestial se ilumina. Nuestras almas desaparecen por la intensa luz y toda la Creación se ilumina en el plano espiritual, mental y material, y toda la vida se ilumina.
Hoy el planeta recibe el misterio del Corazón de Jesús, guardado en el Arca de la Santa Alianza.
Nuestra Señora, la Virgen María, vestida como Esposa de Dios, tiene entre Sus manos alianzas. Ella, estando al lado del Arca Sagrada, las ofrece como un paso más en la consagración de nuestras almas. Nuestras almas aparecen ante Nuestra Señora, en el centro del altar de la Iglesia Celestial.
El Sagrado Corazón aún sigue iluminando todos los espacios de la Creación. Y detrás del Arca de la Santa Alianza, en el templo principal, está Nuestro Señor sentado en el Trono, junto a los veinticuatro Ancianos, los Ancianos del Apocalipsis.
María, en Su humildad, ofrece esas alianzas a los hijos que quieran aceptar el camino de la cristificación, en este tiempo de la humanidad.
Nuestra Señora espera, ante el escenario de la Iglesia Celestial, que Sus hijos se aproximen en alma, para tomar la alianza, ante la Mirada paternal de Jesús.
Traedme aquí las alianzas de las nuevas auxiliadoras. Nuestro Señor las ha solicitado para que, en este ejercicio, todos nosotros también vivamos esta consagración y renovación de votos.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que por el Nacimiento, la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Cristo demostraste Tu Amor misericordioso al mundo, recibe en Tu Iglesia Celestial la aceptación de nuestras almas, de esta alianza eterna con Tu Divino Espíritu a fin de que se cumpla Tu Voluntad.
Quisiera que aprendieran a vivir en Mi Reino todo el tiempo, porque Yo siempre estoy allí, compartiendo los frutos del Amor con los ángeles y los bienaventurados. Es así, que su unión con Mi Reino Celestial hará emerger la santidad de sus vidas, y la imperfección será transformada a través de los Sacramentos de Amor que Yo les entregué.
Adoremos este momento y preparémonos para esta consagración y celebración eucarística, trayendo a nuestra consciencia todo lo que el Señor hoy nos ha revelado. No salgamos de ese espacio y de ese lugar. Sintámonos abrazando el madero de la Cruz y expresando nuestra gratitud por el triunfo del Amor de Cristo en toda la humanidad. Amén.
Incienso. Agua bendita.
Señor, ofrecemos este incienso en Tu Altar como elevación de nuestras almas y consciencias a Tu Reino Celestial, para que las almas que más necesitan, en este momento, sean tocadas por la Luz de Tu Amor y de Tu consagración. Amén.
Bautízanos, Señor, con el Agua de Tu Espíritu, para que cada parte de nuestro ser sea bendecida por Tu Luz. Amén.
Ahora, hermanas, hagan su ofrecimiento interno a Nuestro Señor, para que este momento sea sellado por la alianza con Su Sagrado Corazón.
Y ahora que todo ya fue consumado, llegó el momento más importante para su Maestro y Señor, en el que Él puede recordar y revivir la entrega de Su Amor a Sus compañeros.
Ante el poder de la Iglesia Celestial, ofrézcanse también en este momento al Altísimo, para que los méritos de la Pasión de Cristo sean parte de sus seres.
Jesús, cuando estaba reunido con Sus apóstoles, conociendo los misterios de Su Sacrificio, tomó el pan, lo elevó y dio gracias al Padre para que fuera transubstanciado en Su Cuerpo. Enseguida lo partió y lo ofreció a Sus compañeros diciendo: "Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados".
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
(en portugués)
Enseguida, terminada la Cena, tomó el Cáliz y lo elevó, ofreciéndose nuevamente por cada uno de nosotros, para que el vino fuera transubstanciado en Su Sangre. Y así, Él lo ofreció a Sus compañeros diciendo: "Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la nueva y eterna Alianza que será derramada por su Señor para la remisión de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía".
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
(en portugués)
En el vacío de nuestro ser, en la entrega de nuestra alma, somos colmados a través de la Iglesia Celestial de los méritos gloriosos y victoriosos de Nuestro Señor.
Y así, como Cristo lo enseñó en lo alto del Monte de las Bienaventuranzas, recemos:
Padre Nuestro (en arameo, portugués e inglés).
Que la Paz de Cristo descienda a la Tierra.
Y a través de tres campanadas nos unimos a nuestros hermanos del mundo entero para anunciar la Comunión espiritual.
"Señor,
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra Tuya bastará para sanarme".
Amén.
Y a pedido de Nuestro Señor vamos a cantar: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa”, para unirnos a este momento de consagración de las hermanas auxiliadoras.
Recuerden todo lo que hoy les he dicho, porque lo necesitarán en los tiempos que vendrán. El Amor que proviene de Dios siempre será un Amor triunfante y eterno, y es ese Amor que los fortalecerá y los unificará con Mi Padre.
Que, en este tiempo, el Amor esté por encima de la indiferencia, para que los corazones se abran, sientan y glorifiquen al Dios que está en los Cielos, al Dios de la Creación.
Les agradezco por haberme acompañado en el misterio de lo alto del Monte Calvario, en la victoria de la Cruz y de la Paz.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Nos recogemos en el Corazón del Señor, reviviendo Sus Palabras y Sus impulsos.
Cerramos esta transmisión con el corazón lleno de gratitud y de alegría, por ser nuevamente ungidos por Nuestro Señor.
Gracias a todos.
Que de tu corazón brote la llama de la fe para que, con alegría y confianza, puedas vivir el próximo año.
Que recuperes la fuerza y el amor interior para servirme.
Que más allá de todo, creas en Dios, que existe un Propósito, una historia que tu vida y experiencias están escribiendo día a día y que más allá de toda circunstancia, prueba, desierto o sufrimiento, sepas que Dios te ama y te espera.
Levanta tu cabeza y sonríe, porque el día de la gran redención esta próximo, el día esperado del encuentro con tu Maestro y Señor.
Por eso, amo tu fidelidad, acepto tu imperfección, solo busco que Me llames y que Me recibas. Y cuando en el próximo año esta historia de amor Conmigo llegue a su fin, se terminarán Mis Palabras pero Mi fidelidad será eterna dentro de ti, porque percibirás cuánto Yo te he entregado a lo largo de los tiempos.
Cuando llegue la hora de que sean Mis testigos, los que perseveren y salgan de sí serán como María Magdalena, porque lavarán Mis Pies con sus lágrimas.
Otros serán como Juan, porque estarán a Mi lado confirmando Mi Presencia.
Pero otros serán como Mi Madre, sufrirán Conmigo hasta lo alto de la Cruz, y así, de nuevo Yo les diré: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Y la evolución espiritual que Yo he alcanzado en el Universo será la justificación y la causa de su rescate y salvación. Y a aquellos que estuvieron Conmigo y Me dieron la espalda, Yo los tendré cara a cara y allí estará todo dicho.
Reciban de Mi Boca las últimas palabras, para que sus corazones estén preparados para decirme: “sí Señor, yo daré mi vida por Ti”.
Que los que han sido justos en este año 2019, sean bendecidos.
Los que han sido donados, sean impulsados a continuar dando de sí.
Los que se esforzaron, que sean ungidos por Mi Espíritu para que los Nuevos Cristos sean los que se animen a vivir el calvario planetario.
Que todo sea renovado, que todo pueda ser curado, y que los que están más cerca de Mí nunca se olviden de la gracia que recibieron, porque así como Yo les he dado todo, Yo les pediré todo.
Sean dignos hijos de Dios, sean pacificadores y apóstoles del fin de los tiempos.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Primera Serie de Poemas
Decimoprimer poema de un alma al Sagrado y Bendito Corazón de Jesús
Levántame, Señor, del suelo
aunque caiga en tentación,
así como Tú levantaste a María Magdalena
del suelo de la perdición.
Libérame, Señor,
de los asedios y de los embates.
Templa mi corazón
para que yo reciba de Ti
la fortaleza que ahora busco
y que necesito.
Ayúdame, Amado mío,
a encontrar el paraíso interior.
Ayúdame en las horas difíciles y duras
a solo mirar al horizonte,
para que por un instante
sienta en mi interior
Tu Retorno.
Que pueda sentir,
querido Jesús,
que todo esfuerzo por Ti
vale la pena,
que a pesar de las tempestades
internas y externas,
siempre estás presente,
imponiendo sobre mí
Tus Sagradas Manos
de bendición y de cura.
Y bajo el soplo divino del Espíritu Santo,
querido Jesús,
que tenga claridad y discernimiento
en las decisiones de la vida.
Que nunca me canse de buscar
la consagración a Tu Divino Corazón.
Que en todo momento
Tu confianza y Tu Amor me invadan
para que aprenda como Tú,
amado Señor,
a levantarme del suelo
y a seguir, con paciencia,
cargando con mi propia cruz
hasta alcanzar la sagrada victoria
que me dará Tu redención.
Amén.
¡Les agradezco por guardar las palabras de esta alma en sus corazones!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
En este día de Resurrección, las santas mujeres entraron al sepulcro al conocer la noticia del desaparecimiento de Jesús.
El Señor había resucitado, dando así testimonio del Amor de Dios Vivo por la humanidad.
María Magdalena fue fervorosamente en busca de su Amado Señor y, al no encontrarlo allí, percibió que algo había sucedido.
De esa forma, María Magdalena recordó que Jesús le había dicho que Él estaría presente en todos los Sagrarios de la Tierra. Así, el Maestro del Amor le quiso hacer comprender que Él siempre estaría vivo en el corazón que se abriera para recordarlo y revivirlo todos los días.
Este misterio de Cristo les reveló a las consciencias y a María Magdalena, en su interior, la exacta fe en el Propósito del Padre Eterno y en la expresión de la Divina Confianza.
Enseguida, después de que María Magdalena buscara tantas veces a Jesús, Nuestro Señor hizo Su primera Aparición cerca del Santo Sepulcro.
Que en ese encuentro María Magdalena pudiera ver vivo al Señor, significó para el mundo la oportunidad de creer en el aspecto oculto de la Resurrección después de la muerte.
Jesús enseñó a través de este misterio de la Resurrección, así como lo hizo con Lázaro, que la vida corporal que se vuelve corrupta puede transfigurarse en algo incorrupto.
Así, el Señor vino a enseñar, a través de este pasaje, que otras Leyes universales y espirituales pueden ser aplicadas en las consciencias, que primero deben creer en ellas.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice siempre,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
He venido entre las nubes del Cielo a traer la buena nueva.
Dichosos de aquellos que se prepararán para estar los siete días Conmigo, reviviendo Mi Pasión, trayendo para sí los nuevos códigos, los que transformarán sus vidas para siempre.
Los códigos que Yo traeré para este ciclo, no son los mismos que Yo les he traído en tiempos anteriores.
Vendré con los códigos que iluminarán sus células; porque serán las células las que primero se prepararán para lo que ha de venir al mundo.
Vengo con la buena nueva de traerles más esperanza, para que sus espíritus se aquieten y perciban las frecuencias del Cosmos, las que Mis Rayos traerán desde el Universo hacia la Tierra durante los siete días.
Hago silencio entre las palabras, para que escuchen con atención lo que les digo.
Mis Palabras no pueden sonar solamente en sus mentes, deben vibrar en sus corazones para que la profecía se cumpla.
Ustedes son parte de esa profecía, de la profecía de Juan sobre el resurgimiento de Cristo, de su venida gloriosa al mundo.
Por ahora compañeros, puedo mostrarme a ustedes en Divinidad, pues Mi Cuerpo aún es Glorificado y Mi Consciencia total también lo es.
Es hasta que ustedes alcancen nuevas vibraciones, que Yo Me mostraré al mundo en Divinidad. Hasta que no alcancen la trascendencia de las energías terrestres, vendré en Divinidad a hablarles, para después mostrarme en gloria a todos.
Así como Yo ascendí a los Cielos, así Yo regresaré, al sonar las siete trompetas de los ángeles, los que anunciarán los siete nuevos ciclos que vivirá esta humanidad en sus cinco continentes.
Serán las nuevas tribus de Israel, las que serán llamadas por el sonar de las trompetas; por eso lo que hoy viven es una preparación, la antesala a un gran acontecimiento.
Por eso, aprovechen, beban de la Fuente que hoy Yo les traigo para que sus corazones, en el momento más crucial de Tierra, no sean indiferentes ante todo lo que sucederá; pero sí, que asuman todos los acontecimientos humanos y de este planeta, que se desarrollarán en estos nuevos siete ciclos.
La Sagrada Semana será una preparación interior para todos. Un portal se reabrirá, así como en cada Sagrada Semana anterior. Pero este portal será diferente a los anteriores. Ustedes tendrán la chance de poder vivificar Mi Espíritu, de sentir nuevas cosas que antes no sentían, de vivir nuevos aprendizajes que nunca antes vivieron, de dar pasos seguros que nunca antes se animaron a dar.
Estas son todas las posibilidades que hoy les traigo, para aquellos que son dichosos y preparan sus corazones para la Sagrada Semana.
Las revelaciones de estos tiempos son parte del despertar de la consciencia. Nada quedará oculto, todos tendrán la posibilidad de saberlo todo, dentro y fuera de los seres, en la humanidad y en el planeta.
Estamos en el tiempo de la antesala de la venida de Cristo.
Yo Soy aquella Consciencia que está resurgiendo en estos tiempos, y que está escrita en los libros proféticos de los sabios.
Toda la humanidad podrá saber que Yo estoy aquí, y aunque Mi Iglesia se movilice, no teman, porque si su Señor no fue aceptado en el templo de Jerusalén, ¿ustedes creen que serán aceptados?
Yo vengo a construir las bases de Mi Iglesia Espiritual en las almas.
Yo vengo a resucitar lo que está muerto en los seres, vengo a encender en los seres lo que se está apagando.
Todas estas son las ofertas que hoy les traigo. No permitan que la chispa de su amor por Mi se apague. A pesar de lo que suceda, sean valientes.
El Reino de Dios se aproxima.
Yo les traigo Mi Corazón sincero, para que tan simplemente lo puedan sentir.
Hoy llamaré a un grupo de mujeres que Me ha servido en otros tiempos, así como tendré la oportunidad durante la Sagrada Semana de llamar a muchas almas más a Mi encuentro, para que reciban los tesoros que Yo les quiero entregar con tanto Amor; tesoros inmateriales e invisibles, que harán las almas jubilosas, porque podrán estar a través de ese tesoro que Yo les entregaré, en la Sagrada Gloria de Dios, y serán consideradas por el Padre, posibles almas misericordiosas.
Es por eso que necesito, compañeros, que despierten definitivamente a esos dones, porque el mundo y la humanidad lo necesitan.
Cada impulso que Yo les traigo es definitivo, es la oportunidad de dar un gran paso, y de animarse a cruzar los abismos, para poder encontrar el Océano de Mi Misericordia.
Aún espero que puedan entrar a ese Océano para que Yo los pueda transformar, y convertirlos en Mis soldados valientes que no tendrán miedo de proclamar Mi Palabra, de anunciar Mi nuevo evangelio por medio de las instrucciones que Yo les he traído en estos tiempos. Solo son palabras de salvación y de amor.
Es esa luz la que Yo necesito que distribuyan en el mundo. Por eso siempre los enviaré en misión, para que el sufrimiento se alivie y sus corazones despierten al servicio incondicional dentro del Plan de Dios.
Mientras les hablo, les dejo muchas llaves, para que puedan penetrar Mi Mensaje, ser parte de Mi Mensaje, y vivirlo en estos tiempos finales, porque así tan simplemente Me ayudarán a realizar la Obra de Mi Redención.
Vengo a enseñarles a través de Mi Amor, a que puedan resucitar a lo imposible, que puedan traer para sus vidas las misericordias que han perdido.
Este es el manantial que Yo les ofrezco.
Por eso estoy enviando de dos en dos a Mis soldados; porque necesito, compañeros, que repartan y compartan la misericordia que han recibido de Mi Corazón para todos los corazones del mundo que naufragan en sus sufrimientos, que no encuentran la salida, ni tampoco la paz.
Ustedes fueron merecedores de Mi Paz, y ¿qué harán con la paz que Yo les he entregado?
Sean portadores de ese legado, por muchas almas en el mundo que no lo tienen.
Cuando estén a punto de abandonar Mi Obra, recuerden estas palabras, recobren fuerzas internas, y sigan adelante, sin mirar atrás, solo observando el horizonte de amor que Yo les traigo y así, las fuerzas del mal serán derrotadas, porque el propio mal se come a sí mismo al no conocer el poder del Amor de Dios.
Ustedes son chispas de ese amor invencible, crean en eso y nunca perecerán.
Contemplen a Mi alrededor el universo interior. Eso es lo que Yo busco de ustedes todo el tiempo, para poder fundar las bases de Mi Obra en el mundo.
Será a través de su universo interior que Mi Obra se realizará en la humanidad.
No vengo a hacerlos materialistas de Mi Plan, sino seres espiritualizados bajo el Amor de Dios y de Su infinita Misericordia.
Nuevamente vengo a abrir las puertas para los que las tienen cerradas.
Vengo a traerles el bálsamo de Mi Amor, porque será la llama que los confortará para los tiempos de oscuridad en toda la Tierra.
La Sagrada Semana es el refugio para Mis soldados, es el maná que vendrá del Cielo para impulsar a las consciencias a llevar adelante el estandarte de la paz que hoy entrego para cada uno.
A través del Sacramento de la Comunión, se establece la unión de las almas con Dios, el Cielo y la Tierra, como una sola consciencia, a través del ejercicio adorador de los ángeles.
Muéstrenme el pan y el vino, para que se conviertan en Mi Cuerpo y en Mi Sangre, divinos códigos de rehabilitación para las consciencias.
Fray Elías: Cantamos “Cristo Tú el amor”, suavemente
Hoy las consagro, a ellas, a Mis hijas, como Mis primeras auxiliadoras de Mis ceremonias sacramentales.
Como siervas de Mi Misericordia, a través de su donación, construyen los altares para Mi Obra en el mundo.
Quiero que sean las primeras siervas de Mi Misericordia, porque ustedes serán las que testimoniarán que durante este tiempo, Yo estuve entre ustedes, para darles a conocer el poder de Mi Amor y de Mi Gracia.
Siervas Mías, sean consoladoras de Mi Pasión. Prepárense para servirme durante la Sagrada Semana, así como las mujeres Santas Me sirvieron en el Sepulcro y hasta los pies de la Cruz.
Sean como María Magdalena, que con sus lágrimas lavó Mis Pies, y Yo la atraje hacia Mi Misericordia.
Sean semejantes a María Magdalena, sean las nuevas Marías, para esta próxima Sagrada Semana.
Quiero que estén alrededor de su Rey, contemplando el amor que Yo tengo por ustedes, por cada pequeño paso que han dado en esta manifestación de la ceremonia de Mi Corazón.
Consagro así estos elementos, que entre sus manos serán señales para una nueva vida.
Hoy ante ustedes, siervas Mías, están siendo testigos del último legado que entrego para la humanidad.
De sus labios deben salir divinas palabras de alabanza y oración; de sus corazones debe irradiarse el amor consolador para su Doloroso Rey, que sufre la indiferencia del mundo en su más silenciosa agonía.
Las consagro como auxiliadoras de Mi Divina Misericordia; como las primeras mujeres, de su Glorioso Rey, que darán ejemplo para todas las demás que serán llamadas internamente por la concreción de la ceremonia divina en cada nuevo altar.
Hoy Dios les trae este mérito, para que sean repartidos muchos méritos más, en las nuevas santas mujeres que Yo llamaré por su nombre.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Quiero escuchar de sus labios, el cántico “Corazón Sincero”, para que sean semejantes a Mí, en cada nuevo detalle.
Les agradezco por servirme, que la paz sea en ustedes. Amén.
Ríndanse a Mí, pues este ya es Mi último tiempo.
Las horas pasan para este mundo y las almas se pierden. Dichosos de ustedes por recibirme y por ser dignos en el Señor, aunque no lo merezcan. Pues si no se rinden, ¿cómo Yo podré estar en ustedes y ustedes en Mí?
Mi Sagrado Corazón derrama Su Sangre sobre los horrores del mundo, sobre todos los pecados. ¿Quién será digno de recoger Mi Sangre así como lo hicieron Mi Madre y María Magdalena? ¿Quién será como Juan y estará hasta la última hora en la Cruz sin temor alguno?
Lo que Yo les he dado en su vida es lo mejor que les pude dar; no hay otra cosa mejor que les pueda entregar. Cada uno tiene lo que es justo y lo que merece ante la Ley de Mi Padre. Pero, ¿por qué no se rinden? ¿Qué mal Yo les puedo hacer si, aun en medio de la tribulación, vengo a ustedes en esta noche bendita para derramar los códigos de Mi Sangre y renovarlos en el Espíritu de Dios?
Hay muchos que dicen estar Conmigo, pero no lo están. Necesito de apóstoles verdaderos, no apóstoles de barro que se puedan romper con un solo golpe. Así como les dije a Mis apóstoles en el pasado, ustedes no conocen Mi Justicia. No vengo a castigarlos, vengo a traerles la verdad, aquella verdad que puede estar en ustedes si ustedes están en Mí y no Me rechazan en sus hermanos.
Si no viven las pruebas, ¿cómo aprenderán? Sin las pruebas, ¿creen que van a alcanzar el Cielo y la Divinidad? No estoy hablando de cosas imposibles compañeros, pues hoy vengo a dedicar este mensaje a ustedes, aunque la necesidad del mundo es más grande que la de ustedes mismos.
Hoy les muestro Mi dolor, que es el dolor del mundo, e invito a que cada uno de ustedes lo conozca, lo acepte y lo viva en la oración. Pero sé que algunos de ustedes no aceptan ese dolor porque temen conocerlo. Entregué ese dolor a todos los santos y a las personas simples de corazón a través de los tiempos. El dolor es más grande que Mi Misericordia, y eso Yo no lo puedo ocultar. ¿Quién cargará con esta pesada Cruz y no solo vivirá de Mis Prodigios? Los que son llamados por el Pastor deben vivir todas las cosas que Yo les entrego de tiempo en tiempo.
Pero aún Mi Sagrado Corazón espera de cada uno de ustedes que, en esta ofrenda misericordiosa de oración, ya no sean los mismos porque ya no hay tiempo que perder. El mundo se oscurece poco a poco y el fervor no puede apagarse en los corazones. ¿Cómo podrán ser depositarios de Mis Gracias si a veces sus corazones se cierran ante Mí y ante sus hermanos?
Yo no vengo a prometerles una vida magnífica en este mundo, pero sí vengo a prometerles la vida eterna en el próximo mundo. Si se separan entre ustedes, ustedes se separan de Mí y Mi Mano no puede acercarse a ustedes porque ustedes se alejan. Se alejan de Mi Luz, de Mi Amor insondable, de Mi Paz, de Mi Esperanza.
Hoy no quiero dejarles un mensaje de dolor, sino una realidad. Todas las almas están en su Juicio y esto recién ha comenzado. El Juicio de ustedes podrá ser leve si su amor es más grande. El amor por lo que aún no sienten, el amor por lo que no aceptan, el amor por lo que rechazan, el amor por lo que niegan delante de todo lo que han recibido a Mi derecha y a Mi izquierda.
Hoy no puedo abrir Mis Brazos y extender Mis Manos hacia ustedes porque no veo el amor del mundo. Son muy pocas las llamas que se encienden para glorificarme, pero aún están a tiempo, compañeros, de dar un paso más en la confianza a Mi Sagrado Corazón.
Deseo verlos en plenitud y no con amargura. Mi Corazón derrama Su Sangre para renovarlos, para vivificarlos en el Espíritu de Mi Padre que está en los Cielos y que los contempla día y noche. Si ustedes no aceptan lo que Yo les doy no podrán vivificar a Mi Padre Eterno; pues Mi Padre está lleno de Dones para todas las almas, pero las almas no permiten que se derramen los Dones en sus corazones.
Desearía hablarles de lo que en verdad necesita el mundo pero primero debo cuidar de los que Yo he escogido con Mi Mano a través de los tiempos y he señalado con Mi Luz en este último ciclo.
Los apóstoles estuvieron separados para predicar, pero nunca dejaron de unirse, así como Yo les enseñé en la oración, en la Adoración a Dios. Ustedes creen adorar Mi Corazón pero no saben. Es una conquista para sus espíritus adorar a Mi Corazón cuando tengan confianza en Mí por todo lo que viven. Nada es casualidad. Ustedes viven lo que han sembrado y están cosechando lo que han plantado. No hay ningún error en todo esto. El Cielo sabe que las almas se equivocan, pero deben comenzar de nuevo todos los días, en la absoluta certeza de que servirán al Pastor a pesar de las consecuencias.
¿Qué más quieren de Mí? Esto es todo lo que Yo les puedo dar y ya es una Gracia máxima que lo puedan vivir en estos tiempos difíciles. Eleven al Padre sus errores porque son los errores del mundo, la indiferencia de los corazones que sufren por no poder reconocer el Propósito que ha pasado muchas veces frente a ellos de diferentes formas y con distintas señales.
Acojan Mi dolor por la indiferencia humana y transfórmenlo en amor y en compasión; acojan la indiferencia de sus hermanos, que sufren por rechazarme inconscientemente; acojan el dolor ajeno y así Me ayudarán a cumplir el Plan. Que esta Maratón sea asumir el dolor del mundo, que la mayoría no quiere vivir. Pues si el dolor no se asume, el mundo sufrirá por no haber escuchado el Mensaje.
Hoy Mis ángeles custodios adoran sus esencias que es lo verdadero y sublime ante los Ojos de Dios. Ellos no ven sus defectos y sus imperfecciones, ellos ven lo que en verdad son y no se cansan de hacerlo. Es algo que ustedes deben aprender en sí mismos y en sus hermanos; así se liberarán de las influencias de Mi adversario que tritura las mentes, así como el trigo se hace polvo.
Sean misericordiosos aunque no lo sean. Renueven sus votos ante Mi Corazón todos los días y no teman vivir su cruz, porque si Yo llevé la Cruz por ustedes y por el mundo, ¿por qué ustedes no compartirán la Cruz que hoy cargo por esta humanidad? Aunque sea un ser ascendido, que Mi humildad los humille, que Mi verdad los purifique, que Mi Corazón los limpie de toda mancha, de toda adversidad.
Si ustedes creen que Yo Soy la Luz entre las tinieblas, ¿por qué no Me siguen en lo que Yo he colocado en sus caminos?
Mi Rostro se dibuja en los corazones que son verdaderos y en los que son honestos en su transformación, a pesar de las caídas. Yo no dejo de ayudar a los que claman por Mí, pero no puedo ayudar a los que se enorgullecen por sus propias virtudes. Destierren aquello que ya no sirve más para Mi Padre, así Yo podré entrar en ustedes como Yo entré en el Padre Pío dejando la señal visible de Mi Presencia por cincuenta años. Tengo algo especial para cada uno, pero aún no lo he podido entregar. En el sacrificio se encuentra la confianza en Dios, en la humildad y en la humillación se encuentran el despojamiento de sí y se trascienden todas las barreras de la materia.
Quiero que en esta Maratón sean verdaderos Conmigo y que no solo lo sean en las palabras. Que sus verbos pronuncien lo que verdaderamente sienten ante Mi Corazón Misericordioso, porque mientras gran parte del mundo sufre la persecución y la guerra y no pueden recibirme, ustedes, ¿qué harán con todo lo que Yo les he dado con tanto Amor y Misericordia? Sean honestos ante los Cielos y renuncien no con soberbia, sino con humildad, con paz, con esfuerzo y sacrificio. Renuncien verdaderamente a lo que creen que es mejor o a lo que podrían mejorar. Mis apóstoles pasaron por esa prueba hasta el final de sus días.
No dejen dormir sus consciencias cuando Yo estoy hablando. Yo Soy su Rey y su salvación.
Necesito que crezcan en consciencia y no en vanidad. Mis perlas preciosas no pueden perderse en este mundo. Adoren a Mi Corazón para que nada malo suceda, pues el tiempo de Mi Justicia se aproxima para toda la humanidad.
Salgan de sí mismos y vean a los que mueren, a los que la televisión muestra como si fueran una victoria. ¡Oh compañeros Míos! aún no saben lo que siente Dios cuando un corazón es indiferente a lo que se le ha dado por Misericordia.
A todos los estoy llevando a una evaluación interior, porque cuando Yo retorne no podré ver en sus túnicas ninguna mancha, y si hubiera algunas manchas no podré reconocerlos porque hasta ahora Yo les enseñé a lavar sus vestiduras con el agua de Mi Misericordia y de Mi Gloria.
Intenten amar un poco más, aunque no puedan. Mi Corazón se ofrece para eso y sus hermanos también se ofrecen para ser amados de verdad. Recemos a Dios por los que no pueden amar a Mi Padre ni a Mí. Recemos con fervor y con Misericordia, así como Yo les enseñé en el principio.
Oración: Padre Nuestro.
No quisiera verlos con caras largas en esta Maratón, porque el mundo precisa alegría, verdadera alegría para poder trascender todos los males y las indiferencias que las almas cometen diariamente ante el Reino Celestial.
Hoy podré bendecir, por compasión, estos elementos que han puesto ante Mi altar, que está en el Cielo y está en la Tierra, para que sus corazones sean lavados por Mi Sangre y sus espíritus sean purificados por Mi Cuerpo, dos señales visibles de la redención y de la entrega a Mi Corazón que siempre los espera.
Hace dos mil años Yo les dejé un tesoro universal, una insignia perpetua para sus corazones y almas. Les dejé el tesoro vivo del universo, el Terafín de Dios manifestado en cuerpo y sangre para toda la humanidad. ¿Cuántas veces ya comulgaron Conmigo?, ¿lo hicieron de verdad o solo con apuros? ¿Cuántas veces Me ofrecí a la mesa de todas las almas para que Me vivieran en la Pasión y en la Cruz?
Mi Corazón Sagrado hoy derrama Su Sangre por las almas indiferentes, por los que no se animan a confesarse Conmigo, ante Mi divina Humildad y ante Mi Paz.
Hoy preparo con esta comunión a toda esta parte de la Tierra que debe consagrarse a Mi Divinidad antes de que Yo vuelva al mundo por segunda vez. Para llegar a Mi Divinidad deberán limpiarse y purificarse todos los días. Por eso les pido que se rindan a Mí para que sus corazones superen todas las pruebas, en el nombre de Dios y de Su infinito Proyecto.
Ante los Ángeles Custodios del universo, ante los Arcángeles que glorifican a Mi Padre perpetuamente, ante el santísimo Espíritu de Dios, ante Su Hijo amado, ante el Padre Celestial que unifica todo lo creado y que vivifica a los espíritus que le responden con sinceridad y ante la majestad de la Madre del Mundo, Yo los absuelvo y los perdono en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Cuando cometan una indiferencia laven sus pies, así como Yo se los lavé a los apóstoles para que reconocieran que Dios se hace tan pequeño ante las almas más orgullosas. No ofendan más a Dios, el mundo lo ha ofendido mucho.
Vivan Mis Tesoros celestiales y alcanzarán la vida eterna. Amén.
Cristo Jesús Glorificado
Haz pequeño tu corazón y crecerás en Vida.
Conviértete en la piadosa María Magdalena y ven a Mi encuentro para lavar con tus lágrimas Mis Pies.
Ven para retirarme el polvo del pecado que muchas almas le ocasionan a Mi Ser universal.
Ven y siéntate a Mi mesa. Yo te escucharé día y noche. Yo oigo el clamor de tu corazón en el universo.
Únete a Mí y confía, estás en el lugar correcto, en donde Dios te ha colocado. Estás donde debes estar, bajo la Voluntad del Creador.
Déjame decirte cuánto anhelo sentirte cerca y envolverte con Mi Manto, para colocarte en Mi regazo y cuidarte en las noches largas de tempestad y de frío.
No te desanimes, Yo ya te he dado la llave de la alegría suprema. Deja que toda tu estructura se mueva en tu interior y que pueda nacer, en vida, el verdadero ser que proviene de Dios.
Y mientras aún cruzas el desierto árido y desolado, extiendo Mi Mano sagrada para sacarte del camino de la desolación y del vacío.
Siente ahora, de nuevo, el calor de Mi Corazón misericordioso y deja que Yo borre, dentro de ti, todo lo que ya no te pertenece.
Sé igual que Mis apóstoles, acepta morir por Mí y renacer en Mi Llama de vida, Llama divina de Dios.
En este tiempo que pasa, vengo a llamarte para decirte dónde te quiero tener en este ciclo. Escucha Mi Voz que resuena en el corazón que se abre para reconocerme.
Yo Soy el que Soy. Soy el que nació y volvió a la Fuente del Amor. Yo fui el que vino para dar el mayor testimonio de Amor y de Perdón, y Soy el que retornará para dar Vida a lo que ya ha muerto.
Yo Soy el Espíritu de la Verdad de Dios.
Bajo la Misericordia de Dios, sean bienaventurados.
¡Gracias por retornar a Mi Corazón!
Cristo Jesús Glorificado
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más