Domingo, 8 de enero de 2012

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE MARÍA, MADRE DE LA DIVINA CONCEPCIÓN DE LA TRINIDAD, TRANSMITIDO A FRAY ELÍAS

Despierta en el amanecer bajo Mi Presencia Maternal.

Comienza a dar tus primeros pasos hacia Mi Corazón de Madre.

Sacia tu sed en la fuente inagotable de Mi oración.

Abre tu corazón a la humildad.

Siente en el pensamiento a la Mente Única de Dios para que tus sentimientos sean puros.

Dirígete hacia el Templo del Creador y celebra con alegría lo que Él te ha donado.

Vive en Su Voluntad, para poder comprender los pasos en tu consciencia.

Une tu mirada y tu alma con el eterno Cielo.

Sé durante el día como la flor y expresa la gratitud con reverencia.

Sé como el agua cristalina, recorre todos los caminos como lo hace la oración.

Dónate como las estrellas, brilla constantemente como la Luz.

Encuentra en el camino a una hermana: la oración.

Permite que ella convierta tu ser, deja que ella libere el camino.

Proclama con unidad el poder del Verbo Divino, para que colmado por Mi Amor prodigioso, veas ante tus ojos la Presencia de Dios.

Entra en los Cielos junto a tus hermanos; contempla a la Creación en oración.

Busca incansablemente la ley del Espíritu, para que la vida sea consagración.

Si vives el amor abnegado, abriendo tu alma con la oración, el Espíritu Santo derramará sobre tu ser la llama de la eterna devoción.

Cuando sientas que la vida te ha vencido, que el dolor te ha golpeado y que el sufrimiento ha secado la fuente de la adoración, afirma la unión de tu alma Conmigo, y Mi Corazón vendrá a auxiliarte.

Para tu alma, Yo soy la Guardiana de la Fe. Para tu corazón, Yo soy la Madre de las Gracias.

Quiero, querido Mío, querida Mía, que afiances tu alma en Mi Eterno Corazón. Para eso, deberás orar no solo por ti sino por el mundo entero.

Seca del Rostro de Dios las lágrimas que el mundo le ha generado.

Convierte la vida en una oración para esta última hora.

Mi Voz está llegando a los oídos que la quieren escuchar y vivir.

Nada está separado entre los hombres y Dios. Todos sus corazones deben ser uno solo; así podrán vivir en paz.

Para que las guerras no se creen, los pensamientos deben ser puros.

Para que la humanidad crezca, la entrega deberá ser mayor.

El Señor de los Santos Cielos los quiere llevar a todos en Su bendito y amado Corazón.

Como almas, ustedes deben agradar a nuestro Dios con buenas obras de paz; así, en poco tiempo, el mundo podrá ser otro y la vida de muchas almas cambiará.

Por eso, Mis pequeños, Yo vengo en auxilio de todos, anunciando Mi Buena Nueva de la Paz.

Yo los espero como Mis servidores.

Yo los aguardo en oración.

Así, la Paz de Mi Reino será en las almas y Mi Inmaculado Corazón triunfará.

En la Paz Eterna,

María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad