Viernes, 24 de marzo de 2023

Mensajes semanales
MENSAJE SEMANAL DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Cultiva un corazón puro, vacío de ambiciones y de deseos, para que comprendas los misterios celestiales y tu alma se incline más hacia lo que viene de Dios que hacia lo que viene del mundo.

Cultiva un corazón puro, vacío de ambiciones y de deseos, para que al contemplar con tus ojos la grandeza del Señor en Su entrada a Jerusalén, no te fijes en la majestad de las alabanzas humanas, sino en la profundidad de la Presencia de Cristo.

Cultiva un corazón puro, vacío de ambiciones y de deseos, para que cuando tus oídos escuchen el eco de la Voz del Señor en el Templo, tu corazón no se fije en la exaltación que esa Voz causa en los hombres, sino en el poder de las Palabras de Cristo, que transforman tu mundo interior.

Cultiva un corazón puro, vacío de ambiciones y de deseos, para que seas capaz de percibir que el ingreso de tu Señor en Jerusalén no viene a exaltar al mundo o a los hombres, sino a curar los corazones, para que estén ante la memoria material, etérica y espiritual de Cristo y que esa experiencia los coloque ante una nueva oportunidad de contemplar el pasaje del Mesías sobre la Tierra, no con ojos de ambición, ojos de un pueblo que, empobrecido en cuerpo y en espíritu, maltratado por las leyes de su tiempo, buscaba un rey con un poder tal que fuera capaz de elevarse por sobre todos los poderes del mundo. Pero, al no encontrar el poder que buscaban, maltrataron con feroz desprecio y con la fuerza de sus infiernos internos a Aquél que fue enviado para salvar al mundo de sus ambiciones.

Por eso, cultiva un corazón puro, vacío de ambiciones y de deseos, para que hoy el Amor de Cristo tenga otro poder dentro de ti.

Que tu consciencia esté madura espiritualmente, dispuesta a renunciar a las comprensiones y pensamientos condicionados del mundo, abierta al Espíritu de Dios; para que, en ti, resuenen, florezcan y fructifiquen las semillas de una vida crística que, en tiempos anteriores, no encontraron suelo suficientemente fértil para transformar la condición humana en una condición divina.

Tienes Mi bendición para esto.

Tu padre y amigo,

San José Castísimo