Sábado, 5 de marzo de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Sentir el dolor de Dios en el propio corazón es más que padecer por algunos instantes una incomodidad interior o física. Sentir el dolor de Dios en el propio corazón es asumir la filiación con el Altísimo y confirmarse como consciencia dispuesta a vivir Su Plan en este mundo, aunque esto signifique el padecimiento de la carne y de todo lo que constituye la materia humana planetaria.

Hijos:

La humanidad está tan distante de la aspiración de sentir el dolor de Dios en su corazón que, aquellos que se disponen a equilibrar los males generados en el mundo a lo largo de la existencia humana muchas veces padecerán no por castigo, sino porque la distancia entre la materia creada en el mundo y la verdadera esencia de lo que deben ser las criaturas de la Tierra, hace que esa materia sea densa y grosera y al ser transmutada, para generar el equilibrio correcto, cause dolor y desestabilización interior.

El Creador, con Su Pureza y Su Amor infinito, muchas veces se dispone, con Su Hijo, a transmutar Él mismo las situaciones planetarias, en la Divina Esperanza de que algún corazón humano llegue a ser un triunfo en el Reino de los Cielos.

Por Él haber creado a la humanidad y por haber colocado en esas pequeñas criaturas una unión especial con Su Divino Corazón, cada vez que los seres humanos se distancian del Propósito del Padre, Su Corazón sufre y recibe una espina de negación y de indiferencia para con la perfección que Él pensó para este mundo.

Una forma de impedir que Dios padezca es vivir todos los días, como puedan, los principios que Él pensó para la humanidad. Todo lo que los lleva a la vivencia del Amor Absoluto y de la Unidad con Dios y con el prójimo alivia el Corazón del Creador.

Por eso, queridos, no piensen que escapa a su control la capacidad de aliviar el Corazón de Dios, porque además de todas las ofrendas que hagan para padecer con Él, en nombre de la humanidad, ustedes también pueden actuar activamente por la fraternidad, por la caridad, por el amor, por la oración y, sobre todo, por el olvido de sí.

Este es el manual para los que quieren aliviar el Corazón de Dios.

Aquel que los ama y todos los días los conduce a la vivencia de los principios celestiales,

San José Castísimo