Sábado, 18 de junio de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN LA CIUDAD DE LOS COCOS, CÓRDOBA, ARGENTINA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Despierta la esencia de la esperanza en tu corazón, pero no la esperanza que conoces en este mundo, sino aquella que proviene del Corazón de Dios.

Despierta en ti la esperanza divina, fruto de la fe y de la certeza en la perfección del Creador.

Coloca tu esperanza en algo superior, en el bien, en la luz, en el Propósito divino para cada criatura y para el planeta.

La esperanza que conoces en este mundo es algo que muchas veces nutre solo al ego humano; algo que lo hace perseverar en el cumplimiento de la propia voluntad y que no permite que se desanime ante los desafíos y las pruebas de la vida, porque confía que aquello que quiere, algún día, de alguna forma, se manifestará.

Yo les hablo de una esperanza diferente: la esperanza puesta en el Plan de Dios y que no conoce la forma cómo ese Plan se plasmará en la Tierra, pero confía en que todo se dará como el Creador espera.

El origen de la esperanza de la cual les hablo es la Voluntad Divina y no la propia. Por eso, esa esperanza no trae frustraciones, tristezas ni amarguras porque no hay una meta personal en lo que se espera con fe.

Coloca, hijo, la consciencia en Dios y espera que Su Voluntad se manifieste. Disponte a ser un instrumento Suyo, a Su servicio, para que Su Voluntad se cumpla, y permite que ese despertar de la esperanza renueve tus fuerzas y tu alegría de servir, porque sabes que, a pesar de no comprender los Caminos del Padre, ellos te conducirán a la meta correcta, que es Su Divina Voluntad.

La esperanza es nutrida por la fe y se expresa en la alegría del corazón.

La esperanza renueva y da fuerzas a los que están caídos; por eso, frente a las dificultades del planeta, cultiva siempre la esperanza y, con tu ejemplo de perseverar en ella, multiplícala en los corazones del mundo.

Por el despertar de la divina esperanza en los corazones,

San José Castísimo