Miércoles, 20 de julio de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

La Liturgia de la Vida


En el universo, hijos, la vida por sí misma es una liturgia permanente.

La hora de reposar los cuerpos es la hora de meditar en el Propósito divino, de reconfirmar al propio espíritu en su adhesión a los Planes de Dios y al camino evolutivo que Él propone a Sus criaturas.

La hora de despertar es la hora de ofrecer al Padre cada acción, cada movimiento, pensamiento, sentimiento, cada vibración emitida, para que todo sea por la manifestación de Su Voluntad.

Cada trabajo que se realiza, cada contacto que hacen los unos con los otros, todo es para que se establezca la paz y por la evolución de todas las criaturas, nunca solo por la propia evolución.

En el universo, no existe el individualismo: la consciencia de la unidad y de la fraternidad es viva.

Los seres saben, desde el principio de su evolución, que para crecer y llegar al Origen de Todo, deben vivir la unidad con todos. Saben que para llegar al Creador de todas las cosas, es necesario estar unido a todo lo que Él representa y, reconociendo que Su Esencia divina se multiplicó en toda la Vida, los seres conscientes viven la unidad con todos.

En la vida universal, antes de actuar, los seres ofrecen al Padre sus acciones y preguntan a sus esencias, que representan la unidad con Dios, cuál es el mejor paso para dar. La confianza en el Creador está por encima de todas las cosas. La certeza de que Él habita en el propio interior y ahí interactúa con Sus criaturas es lo que fortalece constantemente a Sus hijos, para que no salgan de Su Camino ni de Su Guía.

Les digo eso, hijos, porque la Tierra debe ingresar en el tiempo del Universo y eso comienza con la transformación de cada consciencia. Ustedes deben aproximar sus vidas a los patrones de vida universales y, para eso, es hora de reconocer y de recordar los principios de esa vida.

Hagan, de cada día, una liturgia viva: que todas las horas sean momentos de encontrar a Dios; que todas sus acciones sean motivo para buscarlo, y que las liturgias y momentos de oración, que ya conocen, sean el alimento que nutre las almas y las fortalece; sean oportunidades de interceder por aquellos que están dormidos y por los que no conocen la paz; oportunidades de clamar por los Reinos de la Naturaleza y de aproximarse más conscientemente a la Verdad.

Es hora de despertar para la liturgia de la vida.

Si ustedes viven lo que les digo, en poco tiempo, comprenderán por qué les enseñé estas cosas.

La liturgia de la vida es la puerta al cosmos.

Los amo y los bendigo siempre.

Aquel que vive en la oración permanente a Dios,

San José Castísimo