Miércoles, 11 de mayo de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Dona un poco de ti al Plan de Dios.

Dona un poco del verbo que te fue dado para orar por aquellos que lo sofocaron en el corazón y no pueden proclamar su fe, por el temor que sienten.

Dona tus brazos por un tiempo y sirve en nombre de aquellos que no tienen cómo trabajar o que trabajan forzadamente para construir un reino de oscuridad que tiene como base el sufrimiento de los inocentes.

Dona tu sonrisa por aquellos que ya no saben sonreír y anuncia al mundo que, a pesar de tanta oscuridad que hoy impregna a la Tierra, quienes están en Dios nunca pierden la alegría, porque el motivo de su regocijo no proviene de este mundo.

Dona un acto de fraternidad todos los días. Da al prójimo aquello que quisieras tener. Deja para otro algo que es muy querido para ti y renuncia, hijo, a las posesiones de este mundo en nombre de todos los que destruyen vidas y naciones enteras por una riqueza que perecerá junto a sus almas, por estar tan envueltos en la ilusión.

Dona un poco de ti todos los días, para que el Creador, cada día, tenga un motivo para derramar Su Misericordia sobre el mundo.

Dónate y verás lo simple que es equilibrar los acontecimientos, fruto del desequilibrio humano, cuando eres sincero de corazón. Verás qué simple es irradiar al prójimo el ejemplo real de una vida plena de Dios, en una Tierra donde Él es tan olvidado.

Hijo, dona un poco de ti para comprender al prójimo. Deja a un lado tu forma de pensar para que entres en el pensamiento de tus hermanos y los comprendas. Deja a un lado tu forma de sentir para que sientas como tus hermanos y de esa forma comprenderlos verdaderamente.


Déjate un poco de lado cada día para que seas un instrumento de Dios, aunque sea por un instante.

Ve, ante ti, la Mano del Creador y pregúntale todos los días lo que Él quiere de ti. Dona al Padre lo que Él te pida. Aunque un día Él pueda pedirte tu vida entera, cuando llegue ese momento, lo poquísimo que donaste de ti ya habrá hecho de tu alma un alma servidora y no te costará nada entregarle la vida al Señor. Tú lo harás aun antes de que Él te lo pida.

Aquel que te enseña a vivir la donación a Dios,

San José Castísimo