Domingo, 22 de mayo de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Contempla la infinita Misericordia de Dios y da a conocer al mundo ese manantial divino que rescata a las almas y las conduce al camino de la redención.

Anuncia la Divina Misericordia no solo con palabras y oraciones; sé un anunciador de esa Misericordia con tus acciones, con tus gestos, con tus sentimientos, con tus pensamientos.

Sé misericordioso. Dónate a todos los necesitados, incluso a aquellos que no lo merecen, principalmente a estos últimos, dona lo mejor.

Dios es pura e infinita Misericordia. Este mundo es el fruto vivo de la Misericordia Divina y todas las almas que habitan en él son hijas de la Divina Misericordia.

Tú, hijo, desde el espíritu hasta la materia, eres el resultado de la infinita Misericordia del Creador, y hoy Él te llama a que no solo recibas Misericordia, sino también a donarla.

Dona Misericordia y descubre, así, la esencia del Amor de un Dios que espera estar unido a Sus criaturas.

Sé misericordioso buscando la necesidad del prójimo, perdonando y teniendo piedad de todas las almas y de todos los Reinos de la Naturaleza.

Sé compasivo y, más que eso, sé misericordioso. Da lo mejor a los que no lo merecen. A cambio de un castigo justo, da tu amor.

Cuando las criaturas son misericordiosas, ellas envían una señal viva hacia el Universo para que el Creador abra las puertas del manantial de Su Divina Misericordia. Pero si la humanidad no busca, no clama ni vive la Misericordia unos con otros, ¿cómo podrá esa Fuente Divina derramar su bálsamo sobre la Tierra?

Si la humanidad sigue cometiendo los mismos errores, sin arrepentimiento verdadero; si no conoce y no busca al Creador, ni en los Cielos ni en el prójimo; si solo juzga a sus hermanos y no perdona sus errores, ¿cómo podrá descender otra Ley sino la Justicia Divina?

Sé semejante al Padre no solo en esencia sino también en acciones y, así, Él enviará al mundo, a través de la puerta de tu corazón, aquello que el mundo necesita.

La Misericordia es una Ley que nunca deja de existir, pero para que ella se exprese y actúe, debes clamar por ella, buscarla y vivirla.

Tu padre misericordioso, siervo del Dios de Misericordia,

San José Castísimo