Jueves, 19 de octubre de 2017

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN LA CIUDAD DE MENDOZA, ARGENTINA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

La misión que ya cambió

Queridos hijos:

El día 13 de octubre, mientras su Madre Celeste estaba visitando a Sus hijos de Argentina en el Centro Mariano del Espíritu Santo, Mi Voz de Madre les recordó a todos la importancia de la concreción de esta misión; sobre todo de la segunda parte de la misión que corresponde a la nación de Chile.

Se vieron los esfuerzos que, por ejemplo, Mis hijos de Argentina hasta el día de hoy realizaron, eso es lo que ha permitido que esta sagrada misión, integrada por todos los orantes, pudiera llegar hasta la ciudad de Mendoza.

La importancia de la concreción de la tarea espiritual de los Mensajeros Divinos con las naciones y la colaboración consciente de los que participan directa o indirectamente de esta Obra de amor, permiten generar las bases necesarias para que el Plan previsto para cada nación, como para cada parte de la humanidad, se pueda cumplir y, especialmente, ciertos acontecimientos catastróficos sean impedidos.

Así, las almas, con un poco más de tiempo material, pueden meditar y revertir sus errores, recorriendo, a partir de este ciclo, la senda de la redención que Mi Hijo ofrece.

La concreción de una misión divina como la de Chile incluye muchos factores, algunos a favor y la mayoría en contra, ya que dicha nación, en los últimos tiempos, no ha sido receptiva a los cambios espirituales e internos que necesita vivir.

Ese es el motivo por el cual Chile, como país, ha enfrentado procesos de purificación a través de terremotos, tsunamis, sismos y recientemente por medio de gravísimos incendios.

En el año 1981, su Madre Celeste se presentó como la Dama Blanca de la Paz, en Peñablanca, Chile, con el fin de detener los graves errores de la dictadura y de los desaparecidos, lo que se volvió un proceso regional de todo el Cono Sur, promovido y planificado por dicha nación.

En ese sentido, la deuda espiritual adquirida por Chile es, en este momento, impagable.

Es así que el Dios Misericordioso y Compasivo decidió arriesgar esta misión peregrina por Chile para intentar por todos los medios que esa nación tenga una oportunidad.

Como en los últimos meses el apoyo y la colaboración para esta peregrinación ha llegado de parte de muy pocos corazones donadores, la misión por la Argentina, en esta última fase, comenzó a sentir la falta de medios y de recursos para poder continuar.

Cuando la Divinidad presenta el programa de una peregrinación significa, en una primera instancia, una aspiración que la humanidad más despierta es llamada para ayudar a concretar, como es el caso de Santiago, de Valdivia y de Punta Arenas.

Pero como esa aspiración hasta el momento no se ha manifestado totalmente, hoy, como Madre e Intercesora de las justas causas del Cielo, Me veo en el deber y en el compromiso de anunciarles que la peregrinación cumplirá la mitad del programa previsto.

De todas formas, con los pocos recursos recibidos deberemos llegar a Santiago de Chile, para que, sí o sí, Chile reciba al menos una parte de toda la Gracia, de la Redención y de la Misericordia previstas.

Para que eso sea posible hoy vengo a pedirle al mundo que por lo menos ayude a su Madre Celeste a llevar esa misión adelante en tres lugares que he escogido para tal fin. Estos son: Santiago, los días 24 y 25 de octubre, Viña del Mar, el día 28 de octubre y Valparaíso, los días 5 y 6 de noviembre con la Maratón de la Oración.

Estos lugares escogidos por Mi Corazón son relativamente cercanos y están dentro de la posibilidad de los recursos recibidos.

De todas formas, queridos hijos, la ayuda para que todo esto suceda será imprescindible.

Quedará en la aspiración de su Madre Celeste la próxima visita a Valdivia y a Punta Arenas en la esperanza de que, en otro ciclo, sus consciencias ya estén en otro punto del despertar.

Agradezco la compañía de todos Mis hijos y nuevamente agradezco los amorosos esfuerzos.

Los bendice siempre,

Vuestra Madre María, Rosa de la Paz