Cristo los hará puros de corazón, porque Él entregó Su Vida por ustedes, para que los errores de la humanidad fueran perdonados.
Su Sangre justificó los pecados de todos, y trajo liberación para las prisiones de la vida planetaria.
Por medio del Espíritu Santo, Su Agua los purificó y los bautizó como portadores de Su Paz.
Cada una de Sus Llagas fue ofrecida como salvación de todos los condenados del mundo, y Su dolor y agonía siguen siendo el camino de ofrecimiento por los no redimidos.
Su Cruz triunfó y sigue triunfando hasta los días de hoy.
Así, todos son señalados por el poder de esa Cruz, que vence al mal y trae la liberación de las cadenas que los aprisionan.
Su Palabra vino para renovarlos, y lo sigue haciendo, porque el fin del Divino Verbo es seguir liberando a todos del cautiverio de estos tiempos.
Sírvanse entonces, de los méritos de Mi Hijo, para que sus vidas se puedan convertir en Cristo y así, conviertan la crueldad del mundo en un recinto de redención.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz