Descansa, hijo Mío, en el Corazón del Padre y acepta rendido todas las pruebas de fe que Él te envíe.
Acepta con humildad cada etapa de la vida y nunca reclames.
Recógete en el silencio del corazón y ora, ora hasta poder disolver cualquier sentimiento y pensamiento contrario a la luz.
No te precipites hacia el vacío y no te preocupes, el tiempo y los acontecimientos siempre mostrarán las señales que necesitas para arriesgarte, cada día, a amar más y más.
Así construirás dentro de tu ser una fortaleza basada en los principios de la fe y de la lealtad.
Como Madre, conozco profundamente la condición humana y este planeta es la primera escuela para poder trascenderla.
Pero si en verdad sientes que estás amando lo que vives y eres feliz por estar sirviendo a Dios, no te amedrentes, no le abras la puerta a Mi adversario.
Sostente en la confianza de saber que Dios te ama como eres y que, a pesar de las circunstancias, siempre debes hacer lo mejor.
Anímate a seguir Mi ejemplo, simple, aunque te parezca lejano.
Soy Madre y amo a cada ser.
Deseo el bien para tu vida y el triunfo de Mi Hijo en cada esencia crística.
¡Adelante!
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz