Domingo, 9 de diciembre de 2012

Mensaje extraordinario
MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA, TRANSMITIDO DURANTE LA APARICIÓN EXTRAORDINARIA EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Queridos hijos:

Ustedes saben cuánto Yo los amo, pues necesito lo mejor de sus espíritus para que pueda compartir en unión perfecta con Mi Hijo, todo su amor.

Hijos, necesito que observen, desde el corazón, la Gracia que están recibiendo. Ante tanto sufrimiento en la humanidad, sus corazones fueron consolados por Mí, sus almas fueron conducidas por Mí, sus consciencias fueron iluminadas por Mi Gracia.

Como Señora de la Paz, hoy los invito a estar en Mi Corazón para que guarden, en lo profundo de sus seres, Mis preceptos maternales, que ahora les diré cuáles son:


1.    Los amo sobre todas las cosas, más que a sus vidas.

2.    Los adoro, más que a sus espíritus.

3.    Les derramo Mi Gracia, a pesar de las faltas.

4.    Los contemplo en Mi Corazón a todos ustedes, por la fuerza de su oración.

5.    Los uno con Mi Hijo, para que formen un solo rebaño.

6.    Los extraño, cuando se olvidan de orar Conmigo.

7.    Los ilumino, aunque estén lejos de Dios.

8.    Los busco, para saciar la sed de Mi Hijo.

9.    Los llamo a servir al Señor.

10.    Los perdono y los recojo, aun cuando hayan caído.

11.    Todo sé de ustedes, porque para Mí sus almas son cristalinas.

12.    Los amparo, para liberarlos del peligro del enemigo.


Queridos hijos, estoy con ustedes todos los días y, en Mi silencio maternal, los acompaño para que caminen por lugares seguros; para que lleguen, al fin de sus vidas, al Corazón de Dios.

Queridos hijos Míos, hoy vengo, una vez más desde el Cielo, trayendo en Mi Manto la Misericordia y la Luz de Dios.

Los invito a ser humildes, pacíficos, mansos de corazón. Lo más importante es que los llamo a confiar en Jesucristo, su Salvador, que ya está preparado para venir a su encuentro.

Queridos hijos, orad y vigilad Conmigo, pues el enemigo no descansa y quiere distraer a todos Mis amados corazones de la humanidad.

Por eso, hijos Míos, cada Aparición de Mi Faz Maternal, ante ustedes, trae méritos celestiales para sus vidas, méritos que llamo semillas de Luz, estrellas de Amor que provienen de Mi Sagrada Corona, para proteger y guiar a Mis hijos que se sienten solos y tristes.

Queridos hijos, vivan en Mi Esperanza en este fin de tiempo, abran sus ojos a la Gracia maternal que hoy les derramo con tanto fervor y Amor.

Escucho sus oraciones todos los días y más las escucho cuando perdonan a quien los ha lastimado, cuando aman a quien los odia, cuando viven en Mi Paz, a pesar de los conflictos y de las guerras entre los corazones.

Hoy, los invito a ser principiantes en Mi tarea universal; porque sepan, queridos hijos, que ya son Mis soldados, soldados de Mi Paz y de Mi Amor.

Oro todo el tiempo por este mundo y, como Mensajera de la Gracia de Dios, les pido que unan sus corazones a través del Amor de Mi Hijo.

Antes de Mi venida, en este día, Jesús los visitó para entregarles nuevamente Su semilla de Misericordia. Oren para que ella brote, de forma recta, en dirección a Dios.

Oren para ser más misericordiosos, limpios de corazón y de toda mancha, porque a través de Mi Pureza Original hoy les revelo a sus vidas la Luz de Mi Reino, del Reino de Dios.

Dios quiere derramar Su Amor, pero hay corazones que aún se cierran. Por eso, hijos Míos, Yo Soy la Llave Celestial que, a través de las Manos de Dios, abre las puertas de los corazones injustos y de los corazones sinceros; porque Mi Amor es tan profundo que, si supieran cuánto Yo los amo, vivirían en Mi alegría y gozo.

Los absuelvo de toda mancha, por el poder del Amor de Cristo, su Señor.

Les agradezco por responder, en estos tiempos, a Mi llamado por la paz en el mundo.

María, Reina de la Paz y de la Luz

Amén.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Hoy, durante el proceso de oración, tuvimos la visita extraordinaria de Cristo, que vino descendiendo de los espacios en formas de nubes y de Luz, hasta que Él se manifestó como el Cristo Misericordioso. Y la imagen que se fue dibujando de Él era muy similar al primer cuadro pintado que pidió Sor Faustina en su época. Él confirmó que esa era una imagen verdadera, que tenía algo guardado de Él en lo profundo.

Sin que nosotros supiéramos qué hacer, Él nos pidió que nos aproximáramos con la Hermana Lucía al palco y entonces nos pidió que oráramos la oración a su Sangre y Agua.

Cuando comenzamos a orar, vimos que se derramaban los dos Rayos del Corazón de Cristo. La Sangre y el Agua eran derramados sobre este lugar, y un gran proceso de liberación iba aconteciendo armoniosamente.

Él abrió las Manos hacia abajo, irradiando también los Rayos de Su Corazón. En ese momento, salieron cuatro Rayos, uno de cada Mano, más los dos del Corazón. Cuando Él hizo ese movimiento, apareció detrás de Él un gran arcángel de Luz, y así comenzaron a aparecer muchos ángeles de forma muy acelerada, muy rápido.

De repente, ellos comenzaron a emitir una serie de rayos de Luz, con arcos y flechas hacia nosotros, que se convertían en cristales. Para comprender mejor, detrás de Cristo, venían lluvias de cristales pequeños hacia nosotros, que principalmente entraban en nuestro corazón. Era tanta la Luz que entraba, que movilizaba nuestras células, haciendo una tarea de limpieza de muchas cosas internas.

Cuando el Maestro abrió Sus Brazos, irradió los cuatro Rayos y se dibujaron tres palabras en Su Ser. Bajo Sus Pies apareció la palabra Orden, en el Rayo que salía del lado derecho apareció la palabra Gracia y en el Rayo del lado izquierdo, la palabra Misericordia. Él dejó ese símbolo por mucho tiempo presente en este espacio.

Después, Él nos reveló algunas situaciones internas para la Orden Gracia Misericordia, un secreto que Él terminó de revelar a partir de la Presencia de la Virgen aquí.

Cuando apareció Nuestra Señora, dijo: “¿Les gustó la visita de Mi Hijo?”. No sabíamos que responder, era mucha la alegría que sentíamos.

Entonces, Nuestra Señora llegó como la Reina de la Paz.

Ella nos dijo hoy: “Yo siempre vendré después de Mi Hijo. Intercederé por ustedes ante Mi Hijo”.

Hoy, Ella manifestaba especialmente la Corona de Doce Estrellas. Era tanto el Amor que irradiaba, que movilizaba nuestro interior. Parecía que todos fuimos introducidos en Su Reino, por un pequeño tiempo. 

También, Nuestra Señora abrió Sus Brazos para derramar Luz sobre este lugar y nos hizo recordar la importancia de la Gracia que le trae, en este tiempo, a esta parte de la humanidad.