Domingo, 29 de septiembre de 2013

Mensajes semanales
MENSAJE PARA LA APARICIÓN EXTRAORDINARIA EN LA CIUDAD DE RIO DE JANEIRO, BRASIL, TRANSMITIDA POR LA SANTÍSIMA VIRGEN DE NAZARET A LA VIDENTE HERMANA LUCIA

Queridos hijos:

Vengan a Mis brazos los sedientos del Espíritu de Dios; aquellos que jamás sintieron en sus corazones la Presencia del Altísimo para que, a través de Mi Presencia, descubran en sus vidas la Gracia que es vivir bajo el manto glorioso de Mi Hijo y bajo la infinita Misericordia de Dios Padre.

Hijos Míos, hoy llego a sus vidas para traerles aliento y paz, para que ya no sufran por las acciones del pasado, sino para que rediman en sus corazones todo aquello que no corresponde a la Presencia Divina.

Laven hoy sus pequeños corazones en la Fuente de Gracia que hago brotar en esta ciudad y en este estado, para que todos tengan la oportunidad de renovarse ante Dios.

Mi Presencia llega a este lugar para demostrar la grandeza de Dios y Su infinita Misericordia para con Sus criaturas.

El Señor Me pidió estar entre Sus pequeños hijos y que la Luz que irradia Mi Corazón pueda llegar a cada espacio, aunque este no la sienta y no se abra a Mi Presencia porque ignora Mi real existencia.

Hoy quiero demostrarles que las Sagradas Escrituras no son historias creadas para mantener la fe en el corazón de los hombres. La vida de la Sagrada Familia, familia a la que deberían amar y seguir por toda la eternidad y, sobre todo, a la vida de Jesús, vino para renovar el mundo y traer a todas las criaturas el ejemplo vivo del amor.

La Sagrada Familia es la misma, hoy y siempre, y no está encerrada en los libros religiosos, sino que está viva en cada una de sus vidas.

Mi Corazón, el mismo que nació en Nazaret, retorna de siglos en siglos para despertar a aquellos que no despertaron a la Presencia de Mi hijo y que no fueron tocados definitivamente por Su Sacrificio.

Los que no fueron curados por la Sangre de Cristo reciben hoy una nueva oportunidad de ser curados por Su Espíritu, por Su Cuerpo Glorificado, presente en la Eucaristía.

Como les dije, a lo largo de los siglos, retorno para decirles nuevamente que abran sus corazones para descubrir lo nuevo y descubrir la Presencia sacratísima de la Divinidad en sus vidas.

Mis brazos están siempre abiertos, hijos queridos, para recibir hasta al más perdido de Mis hijos. Ya no miren hacia el pasado, no colmen sus vidas de amarguras, alimentando las culpas. Coloquen todo el miedo y todo el dolor a Mis pies y caminen rumbo a Mis brazos.

Mis ojos no contemplan las imperfecciones, contemplan las esencias y la intención pura de transformarse. Si dieran el primer paso, podré guiarlos y conducirlos por todo el resto del camino. Solo anímense a seguir esta trayectoria de redención. 

El Señor aguarda a cada una de Sus criaturas, como un padre aguarda al hijo pródigo.

Vengan. Vengan sin demora. Vengan en oración. Vengan con confianza y con fe absoluta. Entréguense sin miedo a Mi Corazón.

Solo les pido que entreguen sus miserias, a cambio les ofrezco la infinita Misericordia.

¡Los amo siempre!

Les agradezco por venir a Mi encuentro.

María, Madre y Reina de la Paz