Martes, 6 de octubre de 2015

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN, EN LA 27.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

Santísima Trinidad, 
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los sagrarios de la Tierra,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios
e indiferencias con que Él es ofendido,
y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.

Miren a Mi Corazón sin miedo para que vuestra vida resplandezca, pues el deseo de Mi Padre es que se cumplan Sus promesas a través de todos Sus hijos en el mundo.

Para que eso sea posible, compañeros, vuestro corazón debe ser confiado, fiel y seguro dentro de Mis caminos de Luz, y no puede existir entre vuestras consciencias ninguna separación, porque así la promesa no se cumplirá.

Que vuestros corazones estén atentos, más allá de vuestras mentes y sentimientos. Que vuestros corazones sientan Mi promesa que se está cumpliendo en este momento, en este retorno que Yo vengo preparando en vuestras vidas, en silencio y oración. 

Así como vuestras oraciones son escuchadas todo el tiempo, Mi Corazón también las responde todo el tiempo.

A veces, compañeros, no vivirán aquello que tanto desean porque no es Voluntad de Mi Señor. Las pruebas llegarán a vuestro encuentro para fortalecer vuestra fe y fidelidad en Dios. 

Por eso, Yo necesito de corazones cristalinos que busquen todo el tiempo Mi Sagrado Corazón, y no se cansen de mirarlo porque de Él brota la fuerza para la transformación de vuestras vidas y de vuestros caminos.

Hoy los invito a que abandonen vuestras resistencias, para que las amarras se puedan desatar. Mi espada ya no podrá cortar vuestras amarras. A través de la Fuente insondable de Mi Misericordia, vuestros corazones ya saben cómo hacerlo, no solamente con la oración del corazón, sino a través del ejemplo de vuestras vidas, de una vida transformada en Cristo y por Cristo.

¿Por qué piensan que Yo no los quiero bautizar? En los planes de Mi Padre todo tiene su tiempo y su hora. Yo vengo a bautizarlos con Mi Espíritu. ¿Acaso tiene más fuerza el agua que Mi Espíritu?

Mi Espíritu está presente en todo y quiere estar dentro de ustedes para que Yo los pueda bautizar en la Gracia y en el Amor. ¿Acaso Mi Presencia en esta tarde ya no es un bautismo para vuestros corazones?

Dichosos aquellos que creen sin haber visto, porque estarán bautizados por segunda vez.

En Mi Reino no existen preferencias ni tampoco en Mis apóstoles. Por eso, Yo los vengo a transformar de a poco, para que vuestras vidas no se sumerjan en la tristeza, en la desesperación o en la perturbación de no creer que puedan conseguirlo. Si miran a Mi Corazón, todo lo podrán.

Yo vengo a ofertarles lo mejor que tengo todo el tiempo y no Me cansaré hasta que lo puedan sentir y comprender, pues Mi Corazón es esa Gracia que todo compenetra, es el bálsamo que les da la Vida, la Vida universal, la Vida inmaterial.

¿Acaso eso no es un bautismo para ustedes? Juan lo profetizó. Yo los bautizo en nombre del Espíritu Santo que es el mayor y máximo Don entre los dones, que proviene del Corazón de Mi Padre para resucitar la vida de la materia y tornarla pura en la Fuente inmaterial.

Quisiera que todos vivieran los Sacramentos de una sola vez, pero Yo vengo a rememorar que los dones de los Sacramentos son sagrados para el Padre y las almas no han sabido aprovecharlos a lo largo de la historia de este mundo.

Por eso, Yo vengo a pedir que se bauticen en nombre de Mi Espíritu; que se purifiquen, lavando vuestros pies en nombre de la redención y que sean ungidos con la Cruz de Mi Corazón en nombre de la cura y de la paz.

Pero, para que los puedan vivir, el Espíritu y los Dones que provienen de Mi Padre no pueden ser deseados. ¿Cómo el Espíritu de Dios los transformará mientras exista vuestra voluntad?

Yo vengo a despojarlos de todo, cada uno en su grado de aprendizaje. Yo vengo a reformarlos en cuerpo, alma y espíritu a través de los Sacramentos. Pero más bautizado estará aquel que lo viva en nombre de sus hermanos que de sí mismo.

Mientras estoy presente, piensen en Mí. Coloquen la atención ardiente en Mi Corazón, para que vuestras vidas participen de esta Comunión Conmigo.

Ayer les vine a dar una lección de humildad que es necesaria para todo el mundo, pues los corazones deben conocer qué es lo que deben cambiar a tiempo para no engañarse a sí mismos.

Yo vengo a traerles la Verdad, pues aunque no la conozcan profundamente porque es una Verdad que proviene del Corazón de Dios, Yo les traigo una parte de esa Verdad para que vuestros corazones, a través de Mi Sabiduría, crezcan en madurez y en consciencia.

En cuanto Mis ángeles trabajan en el mundo, Yo quisiera verlos más disponibles para llevar Mis Obras de Luz adelante. Pues mucho ya recibieron y seguirán recibiendo mucho de Mi Corazón cuando exista el verdadero equilibrio entre el hombre y Dios.

Yo les traigo una ciencia muy desconocida que, a través de Mis simples Palabras, están siendo invitados a conocer, pues Mi Vida en el Cielo es simple. No existe ningún misterio en esta Obra, solo aquel que los hombres colocan, como un sello, en el Corazón de Dios. El Corazón de Dios está abierto para recibirlos. Vuestros corazones son los que se cierran ante la Presencia de Dios y más aún ante Su Hijo.

No vengo a reclamarle nada al mundo, sino que tenga consciencia de lo que hace y de lo que piensa, para no degenerar aún más la perdición. 

Les abro una puerta todos los días para que vuestros corazones se regocijen y amplifiquen vuestro espíritu en la sagrada sintonía con Dios.

A través de este ministerio de los Sacramentos, que Yo pido que vivan en Mi Nombre, vengo a traerles nuevas Gracias, pero grandes Gracias serán llevadas en los corazones que se unan al hermano que viva el Sacramento.

¿Ahora entienden cómo son las cosas? Muchas veces fueron bautizados por Mi Espíritu, pero pocos lo percibieron. Yo vengo a traerles esta Verdad porque son Mis últimos Dones que hoy derramo sobre el mundo y en todas las almas que se fortalecen en Mí para cumplir el Proyecto de Dios.

Que vuestros corazones no se acongojen, mas que vuestros ojos se abran, los ojos del corazón, para sentir Mi Vida, para ver Mis prodigios, para reconocer a Mi Espíritu que amorosamente los visita incansablemente.

Pero hoy no solo estoy aquí, estoy en omnipresencia y en omnipotencia en Aurora y en cada corazón humano que, en esta hora de insondable Misericordia, Me haya abierto la puerta del corazón, rompiendo la barrera de su resistencia interior.

No vengo a forzar nada en ustedes. Vengo a traerles una nueva Gracia que brota de Mi Corazón y de Mis Manos para todas las almas de mundo.

Ustedes son un grupo de almas constituido por Mi Espíritu de Luz. Cuando un alma se apaga, muchas más se apagarán. Es como la manzana descompuesta, en la cesta, junto a las otras manzanas. ¿Quién las salvará a tiempo, antes de que se endurezca su corazón?

Yo vengo a trabajar con vuestros obstáculos, pues algo debe acontecer en este planeta delante de todo lo que sucede. Muchos no tienen consciencia de lo que significa morir por las manos de otro, padecer hambre y no tener consuelo en el corazón, casa en donde vivir ni lecho en donde dormir.

Ustedes tienen todo. Mi Corazón les ha dado todo. ¿Qué más quieren de Mí? En cuanto el mundo sufre y las luces de las almas se apagan, ¿se arriesgarán a trabajar Conmigo y salir de vuestras comodidades?

No vengo a molestarlos. Vengo a darles Mi Mensaje de Paz y de Verdad. Las llamas del infierno arden sobre el planeta, pero aún existen Islas de Salvación. Los corazones enloquecen día a día y las mentes pierden su control. Vengo a entregarles el equilibrio del universo que se llama unidad. Si no hay unidad en ustedes, no hay unidad en el mundo.

Es hora de que salten más allá de los abismos para encontrar el Reino de Dios. Mi Corazón se consuela con los que se sienten seguros de estar en Dios y no en sí mismos. Mi Corazón se alegra por aquellos que oran con sinceridad y que, a pesar de todo lo que hoy les digo, sienten en lo profundo que es verdad, y la semilla de Luz es plantada para la próxima Tierra en los espíritus consecuentes a Mi Llamado.

En cuanto les hablo, están reunidos alrededor de Mi mesa, alrededor de Mi Altar Celestial, lleno de ángeles de Luz que glorifican a Dios todo el tiempo. 

La Fuente Primordial quiere verlos pacíficos para que la Obra se pueda manifestar. ¿Qué esperan? Vengan a Mí sin miedo. Mi Corazón los abrazará. Mi Fuego los transformará. Mi Espíritu los elevará hacia el Corazón del Padre Celestial.

El Padre también necesita ser consolado por los horrores que ve en el mundo, por los horrores que ve en el mundo, lo repito porque el mundo en gran parte es un horror. Pero todo esto puede ser cambiado si ustedes Me siguen en esta hora de Misericordia.

En cuanto les hablo, los observo no solamente a ustedes, compañeros, sino a todos los que Me escuchan en cada parte de este mundo.

Vengo en serenidad a decirles todo esto porque sé que vuestros corazones pueden ser receptivos, y más tarde, cuando todo haya pasado, comprenderán.

Y ahora, por la Gracia que  Me fue concedida en la Cruz, glorifiquemos a Dios, y bendeciré a cada uno de ustedes, en esta unión perfecta Conmigo a través de los Sacramentos de Luz que son el medio para que las almas alcancen la existencia.

Hijos Míos, acérquense aquí para participar de esta consagración, en armonía y en silencio, no olvidando que Mi Espíritu está aquí presente.

En cuanto los bendigo con Mi Espíritu de Vida, pidan perdón a Dios en nombre de la humanidad, por todos los tiempos que vendrán, para que la Obra del Hijo de Dios se cumpla a través de Sus Gracias que son derramadas sobre todos los corazones y almas que sinceramente buscan la redención.

Después de que Mis prodigios fueron derramados en cada uno de estos elementos, los vuelvo a bendecir como parte de esta única humanidad que debe vislumbrar, en el horizonte cercano, la Nueva Tierra.

Dichosos los que lloran, porque serán consolados por Mí. 

Dichosos los que se arrepienten, porque verán nacer su nuevo espíritu.

Dichosos los que perdonan, porque encontrarán la paz. 

Dichosos los que se unen, porque vivirán en Mi hermandad. 

Dichosos los que se alegran, porque vivirán en la felicidad de Mi Corazón. 

Dichosos los que se liberan, porque encontrarán su libertad. 

Dichosos los que son misericordiosos, porque verán la Luz. 

Dichosos los que se reconcilian, porque estarán en la Unidad de Dios. 

Dichosos los que oran, porque serán premiados en el Cielo con las doce Coronas del Rey.

Ahora escucharán una canción que colmó Mi Corazón durante la Sagrada Semana, pues en esas palabras, por más simples que parezcan, se encuentra el sentimiento de amor verdadero por Mi Corazón.

Delante de las aflicciones que Me genera el mundo, Yo les entrego Mi Divina Misericordia para que, en los tiempos que llegarán, sean verdaderos apóstoles de Mi Corazón.

Ahora escuchen y sientan, para comprender lo que les pido.

En cuanto Me elevo a la Casa de Mi Padre, donde les espera un lugar para la próxima vida, Yo los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Deben ser como niños para entender Mi Reino, pues ellos son los primeros que entran en el Paraíso.

Les agradezco y les doy Mi Paz. ¡Aleluya!

Sonrían, compañeros, pues eso forma parte de la cura que les irradia Mi Corazón para estos tiempos de crisis. Quien sonríe de alma, sonríe de espíritu y Dios ve reflejado, en vuestros rostros, Su Proyecto original.

Paz para todos. 

Que así sea.

Canción: “Tu és o Rei”.