Jueves, 24 de noviembre de 2011

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE MARÍA, MADRE DE LA DIVINA CONCEPCIÓN DE LA TRINIDAD, TRANSMITIDO A FRAY ELÍAS

Queridos hijos:

Lleven hoy Mi Rostro Luminoso y Milagroso a vuestras vidas. Permanezcan bajo la Fuente de Mi Amor Maternal para que el Verbo Divino se haga carne y vida en vosotros como se hizo Vida en Cristo.

Para vivir de esa Fuente Original de Pureza, deben, Mis pequeños, practicar fielmente la humildad y la paz. Si no hay paz, no hay humildad en los corazones. Por eso hoy los invito a ejercitar el don de la humildad por amor a todos Mis otros hijos que ofenden con su soberbia a Dios y se olvidan de Él.

Ejerciten la humildad para poder nadar en Mi océano de paz y, así, el mundo podrá ser salvo todavía más, y más corazones podrán ser convertidos y redimidos. Para eso, Mis queridos hijos, recuerden la humildad de Nuestro Señor Cristo cuando Él se entregó por amor a ustedes y, en confianza plena, aceptó vivir el martirio de la Pasión para la liberación del mundo.

Vean Mis pequeños, que el Salvador de los corazones está retornando y primeramente tocará las puertas de los corazones. Para ese esperado momento, deberán estar preparados en oración y en vigilia. Las horas del eterno sueño ya están terminando; es necesario hijos, estar despiertos para lo que vendrá desde las Alturas.

Pero primero es tiempo de ejercitar con el corazón la humildad. Serán verdaderamente humildes cuando acepten entregarse por amor a otros, cuando no teman ser juzgados y cuando puedan vivir de la Divina Fe del Señor, a pesar de las indiferencias de los corazones que aún no viven en Dios. Todo lo que puedan llegar a hacer, lo harán por amor y por la salvación de otro hermano; así comenzarán a recorrer el camino de la humildad.

Se debe aspirar a no saber quién es uno para abrirse en donación y entrega a los otros sin querer nada para sí. Por este sendero estarán viendo, poco a poco, el destello de la Voluntad del Señor.

Lleven hoy en sus corazones Mi Amor Misericordioso y recuerden, Mis pequeños, que ya estamos en el tiempo de la última preparación. Con este fin y por esta misión Yo aparezco diariamente a vosotros.

Aguardo desde los Cielos encontrarlos en oración cada día, antes del amanecer. Vigilemos con amor y por amor a Cristo.

Que cada hijo done con consciencia lo que el Señor puede recibir como ofrenda desde el corazón: donarse verdaderamente con esfuerzo y amor.

Oremos.

En la Paz del Reino de los Cielos,

María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad