Viernes, 21 de abril de 2023

Mensajes semanales
MENSAJE SEMANAL DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

¿Cuántas y tan intensas veces, su Señor sintió la aflicción de Dios en Su Corazón mientras estuvo sobre la Tierra?

Muchas, hijos.

La Agonía de Jesús no comenzó en el Getsemaní, sino en el desierto; cuando Su Corazón comenzó a contemplar todo lo que debería padecer para rescatar, de los abismos del mundo, a muchas almas que allí padecían en la oscuridad, aunque estuvieran con vida.

La Agonía de Jesús comenzó en el desierto; cuando, por instantes, contemplaba lo que era vivir en el vacío de la condición humana, y ahí el Creador le dio a experimentar y a conocer el abandono que viviría en la Cruz cuando, por Sí mismo, con Su condición de hombre, debería amar hasta el extremo, en Su último suspiro.

La agonía de los corazones comienza en el desierto, porque en el vacío se sienten frágiles y susceptibles a su condición humana, sienten el peso del mundo y su falso poder. Pero este desierto, hijos, es solo el comienzo de algo mucho mayor.

El desierto es el vislumbre de la Cruz. En él la fragilidad humana se revela y muchas veces el temor de no ser capaces de superarla domina a los corazones de los hombres. Pero es también en el desierto donde se fortalecen y crecen verdaderamente en espíritu, para enfrentar pruebas mayores en el silencio del propio corazón.

Después del desierto, vendrá la oferta del ser, representada por la Eucaristía Espiritual, en la que cada ser tendrá la posibilidad de ofertarse a sí mismo, junto a Cristo, y en el servicio descubrir la esencia de la comunión con Dios y con Su Plan.

Entonces, vendrá el ciclo de las humillaciones, de la condenación, del abandono. Vendrá el ciclo de las flagelaciones y de las heridas, que serán internas. Vendrá el ciclo de la cruz. Vendrá el ciclo de la verdadera renovación del amor y, solo entonces, vendrá el Señor nuevamente al mundo.

Por todos esos ciclos espirituales tendrán que pasar, para renovar el Amor de Dios y manifestar Su Pensamiento Perfecto.

Por eso, al estar en el desierto, no teman, sino luchen. Luchen, con la oración y con el silencio. Luchen, con el servicio y con el amor. Luchen, con una unión cada vez más intensa con el Corazón del Padre, aunque no lo sientan, aunque Él se silencie y los deje con su condición humana en las más intensas pruebas.

En el Evangelio encontrarán muchas llaves para imitar el Corazón de Cristo. En la oración encontrarán muchas respuestas de su propio corazón porque, aunque Dios se silencie en el desierto, sus mundos internos también guardan llaves y respuestas que pueden ayudarlos en las pruebas.

Recuerden a sus ángeles de la guarda, a sus almas. Recuerden a la Madre Divina que Dios les entregó; porque, aunque todo se silencie y todo sea absoluto vacío, en su Madre Divina siempre encontrarán consuelo y paz, alivio y compasión.

En cada ciclo de estos tiempos finales, sepan vivir las señales. La transición de los tiempos no es nada más que la Pasión del planeta. Todo lo que un día el Señor pasó para renovar a la Creación, hoy, Sus compañeros son llamados a vivirlo. Para saber cómo hacerlo, lean en Su ejemplo y síganlo.  

Tienen Mi bendición para esto.

Tu padre y amigo,

San José Castísimo