Miércoles, 13 de marzo de 2013

Mensajes mensuales
MENSAJE EXTRAORDINARIO PARA LA APARICIÓN DE LA SANTÍSIMA REINA DEL SANTO ROSARIO, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS

Yo soy la Bienaventurada Virgen María, soy la que les habla, soy la que les comunica, soy la que los guía, soy la que los ama, soy la que los adora, soy la que los pacifica y soy la que templa sus corazones.

Queridos hijos, hace un año, estuve con ustedes en Aurora, Uruguay y hoy, después de tantos acontecimientos, Mi Corazón Inmaculado está con toda la humanidad.

Hijos Míos, Mi llamado es extraordinario porque Mi Corazón les pide que reenciendan la llama de la devoción en sus corazones.

Queridos hijos, es momento de que despierten del sueño, para que puedan percibir que están en otro tiempo.

Ahora, solo les bastará a los rebaños de Mi Hijo seguir los pasos de la Señora Vestida de Sol, porque Ella ya ha lanzado hacia la Tierra las doce estrellas de la salvación para el mundo.

Quien tenga ojos para ver, que vea; quien tenga corazón humilde para sentir, que sienta. Es el momento de dar la propia vida a Dios, de entregarse por entero a los Planes del Altísimo, y esto comienza a partir de los sentimientos y de los proyectos de vida.

Queridos hijos, a través del poder de la oración percibirán que ustedes, como tantos otros hijos Míos, están dentro de la última barca espiritual que es conducida por la Estrella de la Mañana, Estrella que por segunda vez anuncia la venida del Hijo de Dios.

Queridos hijos, con sus corazones abiertos y sus manos en oración, sostendrán el paso mayor que deberá dar el mundo. Por eso, vigilen con amor todo lo que han construido con fe durante este tiempo, caminen con confianza y renuévense todos los días con la vida sublime de la oración.

Hijos Míos, la Madre del Cielo los acompaña, los bendice y ora por ustedes. Oro para que ahora el mundo perciba en dónde se encuentra. Oro al Espíritu Santo para que la sabiduría despierte en el corazón de Mis hijos. Oro clamando a Mi Hijo por una oportunidad. Oro por aquellos que día a día son desviados del camino de la redención por la acción del pecado.

Queridos hijos, ustedes deben orar Conmigo sin compromisos ni demora, porque la oración es el alimento para sus vidas, la oración debe darles vida a sus espíritus.

Hijos Míos, ¿quién dará todo de sí para que el mundo se salve?

Mi llamado quiere reverberar en sus corazones, pero aún en algunos de ustedes el llamado se pierde.

Oren a Dios y ámenlo, Él es muy ofendido por las voluntades humanas en este tiempo. Alivien las cargas que el mundo le genera, vivan a Dios en el amor y en la verdad.

Queridos hijos, oren para que el Padre les dé Su amorosa Misericordia. Si ustedes quieren que el mundo cambie, deberán orar por la paz, porque la paz debe darse primero en sus corazones, para que después haya paz en todo el mundo. El tiempo que vive la humanidad exigirá de sus vidas un mayor sacrificio, para que se cumplan así los Planes del Padre.

Yo abrazo a cada uno de sus corazones, pero todo podrá mudar cuando tan solo preparen el camino para lo nuevo mediante la oración.

Sean ejemplo de santidad y de fe, sean humildes y simples, porque será necesario que muchos de Mis hijos se conviertan al Único Dios a través de la oración del corazón y de la caridad.

Hijos amados, solo quiero que estén más tiempo en Mi Paz y que a partir de allí vivan en la paz, para que otros también la puedan vivir.

Hijos, sus vidas ya están creciendo después de todo lo que les fue entregado por la Señora del Cielo, durante los últimos años.

Ahora, los nuevos pastores, los pastores de la oración, los pastores de la fe, los pastores de la Misericordia, los pastores que son formados por la Iglesia de Mi Hijo Jesús deberán reordenar la vida y el camino de las almas.

Oren para que los pastores de Mi Hijo puedan ser guiados por el Espíritu Santo. Apóyenlos, porque en sus manos está el camino de muchas almas al Paraíso.

Unámonos, en el amor y en la oración, a los pastores de Cristo, el Redentor.

¡Les agradezco, queridos hijos, por recibirme con devoción en este bendito día de Gracia!

Los bendigo, ¡alabado sea Jesús!

Gracias por escuchar Mi último llamado para este tiempo.

María, Señora del bendito y santísimo Rosario de la Paz