Que en el final de esta primavera surjan los frutos de la conversión del corazón, para que Lys-Fátima esté presente en la esencia de cada ser.
De esa forma, queridos hijos, viviendo la pureza original, sus vidas alcanzarán la paz y el fin de toda perturbación humana.
El camino de la oración los llevará a comprender el sentido de su existencia, y todo lo que sucede en la vida quedará más claro y resplandeciente.
Desde aquí, en Fátima, vengo por un mundo herido, incapaz de regenerarse o de llegar a la cura. Por eso, Yo ofrezco Mi Inmaculado Corazón para que las almas vivan la unión con el Eterno y la reconciliación de sus vidas.
En esta hora del planeta, la humanidad define su camino de redención o de perdición, y su Madre Celeste viene una vez más en su auxilio para que puedan encontrar pronto a Jesús y vivirlo plenamente en la Santa Eucaristía.
Deseo ardientemente, queridos hijos, que hasta la última alma pueda ingresar al Reino de Lys, Reino de Amor y Redención.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz