Lunes, 6 de julio de 2015

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN, DURANTE LA 24.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

Mi propósito, en esta tarde, es buscar el triunfo de vuestro corazón, para que el Propósito de Dios se cumpla en vuestras vidas y en el planeta.

Por eso, Yo he sido consecuente con ustedes hasta los últimos tiempos y vengo a buscar aquello que Me pueden dar de verdad, todo aquello que se pueda donar al universo con amor y con humildad.

Pero hoy dejo, para todos, un camino abierto. Mi Padre les dio, desde el principio, la libertad de elegir y eso es respetado por toda la Creación.

Mi Corazón busca transformar corazones. Despertar nuevos apóstoles al camino del fin de los tiempos.

Pero de toda esa inmensidad de almas que existe sobre la Tierra, solamente una pequeña cantidad llegará a la meta. Pero para que eso suceda, compañeros, muchas otras almas deberán ayudar. Así, Mi Plan se va cumpliendo en todos los corazones y voy entregando a cada uno lo que necesita de verdad.

A muchos de ustedes les di muchas cosas que no merecían, pues el océano de Mi infinita Misericordia lo permitió. Y hoy estoy delante de ustedes como el Sagrado Corazón de Jesús, para que recuerden que en Mi Corazón se encuentra la verdadera Custodia Universal, el gran farol para este mundo, que ilumina la oscuridad y las tinieblas y que rescata a los corazones que están caídos. 

Por eso necesito de discípulos y de principiantes, para que Mi Propósito, el Propósito de Adonai, se pueda cumplir. Y estos discípulos Míos, a los cuales Yo convoco, deben pasar por muchas pruebas y experiencias hasta alcanzar el verdadero espíritu de la trascendencia.

Pero sé que a muchos de ustedes les cuesta vivir ese espíritu. Es algo que la humanidad no sabe y tampoco lo vive de verdad. A través de la experiencia de la fe, Yo vengo a encender ese espíritu, para que vuestras vidas sean el ejemplo y la escuela para otras almas. Hay muchos rebaños, en este ciclo, que están perdidos y otros que ya no Me quieren escuchar; pero otros no quieren ingresar en el Tabernáculo de Mi Corazón.

¿Y qué podré hacer delante de esas cosas? ¿Se lo han preguntado?

Pero Yo no vengo a entregarles la severidad, sino el Amor que todo transforma, que es el gran fuego de este universo, que alcanzó la Resurrección en el Hijo de Dios, a través de la Pasión y de la Muerte en la Cruz.

Dios les dio una cruz para cargar, midiendo el grado de vuestras deudas. Esa cruz es más pesada o más liviana. Pero Yo les enseño cómo saber cargarla. Muchas veces Me coloqué cerca de ustedes para ayudarlos. Y aunque no lo hayan percibido, compañeros, Mi Misericordia los levantó del suelo, una y otra vez, para caminar a través de la fuerza del corazón hacia el Propósito. No pueden perder esa visión, de ver el Plan Creador en toda consciencia.

Por eso, Yo vengo aquí otra vez, a este Centro Sagrado, para recordarles que pueden caminar libres y experimentar en esta humanidad, aunque no es Mi Propósito. Yo les muestro el camino interno, y dentro de vuestros internos caminos, se encuentran las dificultades a trascender.

Ayer Yo vine con el Padre y el Espíritu Santo. Hoy vengo con la Custodia de Mi Corazón, para que sepan hacia dónde mirar en los tiempos de tribulación. 

Pero la humanidad no cree que el mundo se purificará. No hay otro camino a seguir. Para ingresar en Mi Reino, deben estar limpios y puros, y ninguna pequeña mancha debe quedar en vuestras almas para poder entrar en el Reino de Dios.

Por eso vengo a destituir vuestra soberbia, para que reine el amor y la verdad. Y ese amor y esa verdad, que aún no conocen profundamente, son el espíritu que les permitirá vivir la fraternidad y la hermandad, y salir de este mundo superficial que se envuelve en las cosas terrenas.

Yo les traigo el Espíritu de otra dimensión, de la dimensión espiritual y divina. Estas luces sagradas participan en vuestras vidas. Preciosos códigos son derramados una y otra vez sobre la humanidad, en la sagrada esperanza de que alguien despierte a la esencia del amor, del amor que los curará y los liberará de ustedes mismos.

Les di los Sacramentos para que pudieran vivirme. Los Sacramentos van más allá de un acto material o más allá de un plano espiritual. Una de Mis Faces desciende para transformarlos a través de los Sacramentos: la Faz de Mi Glorificación que permite transformar vuestras cosas putrefactas para que, expurgando el mal de vuestros corazones, nazca la Fuente de la Divina Pureza, que es la que Yo les traigo a través de Mi Presencia Sacerdotal.

Muchas veces les di a beber de esa Fuente a pesar de vuestros pecados y deudas, pues necesito que una parte de esta humanidad se consagre a Dios; se libere de sí misma y de cualquier idea, de cualquier propósito propio que intente desviar Mis proyectos.

Pues quien está Conmigo, está Conmigo. Pero quien cambia Mis planes está en contra de Mí, en contra de la Ley. Y la Ley es justa y sabia para cualquier corazón de la Tierra o estrella de este universo. Todos somos regidos por la misma Ley y nadie se escapa de ella, pues si ahora viven lo que están viviendo, está dentro de la Ley de Adonai, de Su Divino Pensamiento y de la esencia de Su Amor, de Su Amor espiritual.

Aprendan y crezcan. Ya no se resistan. Les espera un universo mayor para que encuentren la paz y se liberen de la arrogancia, pues Mis caminos son cristalinos y Mis huellas marcan los pasos de la humildad. Todos ustedes son invitados a seguir Mis pasos. Yo acepto todas las ofertas, en los grados de amor que Me puedan expresar. 

Pero para algunos, Yo tengo decisiones firmes y determinantes, que son parte de la Voluntad de Adonai. Y cuando esto no sucede, compañeros, es como estar despreciando Mi Amor misericordioso, así como muchos desprecian Mi Presencia en este mundo por no conocer el verdadero Amor, que proviene del universo.

Vuestro proyecto es un proyecto de amor. No es un proyecto propio para nadie. En este proyecto humano de Dios existe un principio y un fin, y el fin fue desviado por la acción de la humanidad, desde el Génesis y a través de los tiempos.

Yo vine al mundo para corregir ese error. Les entregué Mi Palabra. Les doné Mi Amor y les entregué Mi vida, derramando Mi Sangre y Mi Agua por todos ustedes. ¿Habrá valido la pena? ¿Se lo han preguntado?

Vean cuán importante fue ese evento en el pasado que ha permitido, compañeros, que el Espíritu de Mi Divinidad los visite en estos tiempos para que puedan despertar a la consciencia del Amor de Dios.

Para entrar en Mi barca solo existe una forma de remar. No existen dos formas de remar. Pero alguno de ustedes así Me lo ha mostrado.

Yo los invito a seguirme en confianza. Los llevaré a buen puerto. Y aunque ahora y en estos tiempos, muchos no Me puedan seguir, así como estaba previsto, nunca los dejaré de amar.

Mi entendimiento supera todas estas pruebas y reverencia a los corazones heridos, colmando de paz a los que lloran por ver los males de mundo. Yo los confortaré. El sufrimiento es parte de una purificación. Hay muchos que no se animan a vivirlo así como Yo lo pasé, porque no aman el sacrificio. Aman su propiedad dentro de Mi proyecto. Y eso debe ser corregido, pues Yo los invito a ser discípulos y no gobernantes.

Yo Soy vuestro Rey, el Padre de todas las esencias del mundo. Yo Soy vuestro Gobernante sideral y ustedes son Mis discípulos, así como siempre lo fueron los doce, esa Ley siempre se cumplirá.

Yo no les pido que gobiernen a través de Mis planes. Yo les pido que amen a través de Mi Corazón. Así estará todo consumado.

Escucharemos "Pater Noster".

Por el poder de la Sangre que se derrama constantemente de Mi Corazón y del Agua que santifica y justifica a las almas, bendigo a todos estos elementos que se volverán sagrados ante los Ojos de Dios y que serán la oferta sacramental de las almas delante de los Tronos de Dios para que triunfe Su Plan sobre la Tierra.

¡Aleluya, aleluya, aleluya!

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Los espero ver maduros y viviendo vuestros caminos, maduros de corazón.

Vayan en paz.