Lunes, 5 de agosto de 2019

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS DURANTE LA 73.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES, ARGENTINA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Escuchen las Palabras de Aquel que vendrá nuevamente entre las nubes, anunciando el Reino de Dios, pero esta vez para decirle al mundo que el Reino de Dios está en los hombres y las mujeres de la Tierra.

Hoy estoy con Mis compañeros, con todos los que responden a Mi llamado, con los que han respondido a Mi convocatoria universal de reunir a las esencias crísticas en este Encuentro, para que puedan recuperar los valores de la fe, de la esperanza y de la renovación que les traigo en este tiempo.

He aquí la Nueva Jerusalén, que se gesta en los corazones de los hombres y mujeres de la Tierra cuando responden al llamado de Dios por intermedio del amado Hijo así como los grandes patriarcas y profetas respondían al llamado del Padre Celestial.

Este es el tiempo, compañeros, en el que todas las tribus de Israel sean nuevamente reunidas. Y después de haber vivido experiencias traumáticas y dolorosas, colmados y plenificados por Mi Misericordia, Yo les volveré a traer la paz, la paz que siempre ha estado en sus corazones pero que en este tiempo, conscientemente, la podrán encontrar para participar de esa Paz que viene del Padre y que finalmente los hará libres.

Hoy estoy aquí, compañeros, para establecer los primeros pasos de Mi Retorno a la humanidad. Por eso, todo lo que hicieron por Mí, a través de este Encuentro, ha sido importante porque dio una respuesta verdadera a Dios de que Sus hijos de la Tierra están comprendiendo Su llamado.

No deben temer ser Mis testigos en este tiempo crucial de la humanidad. Porque así como Yo di la Vida por ustedes, Yo necesitaré, compañeros, que den la vida por Mí, en diferentes circunstancias y situaciones que se presentarán en sus caminos y dentro de esta escuela de aprendizaje  para hacer triunfar nuevamente la esencia de Mi Amor. La esencia del Amor que siempre les mostrará la verdad que tanto buscan y que tanto necesitan para que sus vidas se sientan orientadas y conducidas por Dios.

Pero hoy, la mayoría de los aquí presentes tiene la Gracia infinita de ser conducido por el Padre por medio de la Voz del amadísimo Hijo que se vuelve a entregar al mundo nuevamente por un Amor mayor, para que los corazones renazcan en la fe y en la esperanza, no pierdan la confianza en el Infinito y confirmen sus vidas ante el Creador.

Hoy llego a un país, compañeros, que ha sido colocado en las tinieblas. Pero ustedes saben que, por su infinita adhesión y correspondencia, Yo disipo y libero todo el mal de sus vidas y de sus naciones para que siempre pueda triunfar la Luz Crística, aquella Luz que está siempre dentro de ustedes, que ha formado parte de su vida espiritual y de su existencia, la que ha caminado a través de los tiempos y de las generaciones buscando siempre el camino de la Luz para poder fundirse en el Padre y el Padre en ustedes.

Hoy no vengo a entablar una batalla espiritual con las fuerzas que se encuentran en la Tierra, porque si el Hijo de Dios está aquí, el Padre está aquí, y nada contrario podrá prevalecer porque su amor por Mí, compañeros, es verdadero. Es un amor que nunca podrá acabar ni extinguirse. Es un amor que viene de sus corazones, de su confirmación, de su confianza para que Yo pueda seguir realizando prodigios en la Tierra; hoy no solo en Argentina sino en otras naciones del mundo que también necesitan de la Misericordia de Dios.

Así como ustedes se entregan a Mí, hoy Yo Me entrego a ustedes; y una victoria espiritual se establece entre sus consciencias y la Mía. Las fuerzas del asedio, de la confusión ni de la perturbación, ya no prevalecen.

Confíen porque sus dolores serán curados y sus llagas internas serán cicatrizadas. Porque así como ustedes entregan sus vidas por Mí, en los pequeños detalles de la vida, en el compartir con sus hermanos, Yo les entrego Mis Códigos Crísticos, códigos que los fortalecerán y que les permitirán vivir el fin de estos tiempos, esta transición planetaria que los colocará delante de desafíos y de pruebas que aprenderán a superar por Mí, en el nombre de Mi Amor.

Por eso, ya no deben temer a la oscuridad de estos tiempos, por más que la oscuridad siga siendo generada por el hombre de superficie. No ingresen en los conflictos. Ingresen en la corriente poderosa de la oración y sigan comulgando de esa forma con la Vida Divina que también viene de sus estrellas de origen para expandir sus consciencias, para hacerles recordar su compromiso con lo Alto, y así puedan vivir la sagrada misión que Dios les encomendó desde el principio de su existencia.

Es así, compañeros, que ante la inmensidad del Universo espiritual y mental de los Padres Creadores y de los ángeles, de todas las huestes que alaban al Padre, coloco ante sus consciencias y seres internos la Fuente Creadora de su origen y de su existencia para que en este momento se establezca el perdón y la reconciliación con el Universo y con sus Leyes; para que todos los errores y equivocaciones que sucedieron a través de los tiempos, desde la primera humanidad hasta el presente, sean disueltas por la fuerza de Mi Amor redentor y por su confianza infinita en Mi Presencia, una Presencia eterna que nunca se borrará de sus corazones y de sus memorias.

Por eso, compañeros, los invito a recordar este momento con alegría porque están volviendo a ser lo que eran antes. Ya los atavismos no los atarán. Las perturbaciones no los incomodarán. Las Puertas del Cielo se abrirán y sus corazones y vidas comulgarán con el Principio Infinito de esta Creación, con el primer Propósito que Dios decretó para la manifestación de la vida, en este Universo y en otros.

Es así, compañeros, que a pesar de los tiempos caóticos que viven las naciones del mundo, del sometimiento que viven los pueblos, nunca han estado solos, una gran Hermandad los acompaña desde sus orígenes. Y es esa Hermandad de los Orígenes, la gran Confraternidad de las Estrellas, la que hoy enciende las estrellas de sus corazones para que su verdadero ser y su verdadera consciencia estén ante el Padre Celestial, en perfecta donación y entrega.

Por eso, compañeros, sírvanse de este momento especial que hoy le traigo a Argentina, porque también traigo este impulso para toda la humanidad, para todas las naciones que, a lo largo de los tiempos, abrieron las puertas al Corazón del Redentor para reconocer Su Palabra y escuchar Su mensaje, para hacer la Palabra de Dios parte de sí, en cada momento de la vida como en cada gesto de amor y de cariño para sus semejantes de la humanidad.

Hoy están ante un Misterio que se devela y que, de a poco, se mostrará ante sus vidas. Llegará como una fuerza superior e invencible que impulsará a sus corazones al cambio de consciencia, en donde no existirá miedo, duda ni desconfianza de confirmarlo en sus vidas y al mundo entero en nombre de Dios; para que las bases espirituales sobre la superficie de la Tierra, que son bases espirituales e inmateriales, internas y profundas, preparen el retorno de su Maestro y Señor a la humanidad.

Pero hasta que Yo no vuelva a la mayoría de los seres humanos, hasta que no regrese al corazón de los hombres y mujeres de la Tierra, y que esta sea una mayoría suficiente que pueda sostener la corriente poderosa que vendrá junto Conmigo, que movilizará a todos los astros y al Universo, Yo todavía no podré retornar. Pero la hora de Mi Retorno está próxima.

Ansío ardientemente estar con ustedes, no solo en Divinidad sino también de forma física para que, como los apóstoles, puedan reconocer a su Maestro y Señor y sentir el gesto de Mi Amor para ustedes, el abrazo de amor que quiero darles a cada uno de ustedes, fundiéndolos así con Mi Divina e Insondable Misericordia y cumpliendo, de esta forma, el Plan de Dios en la humanidad.

Los Señores de la Ley esperan por ese momento. Saben que el mundo ya no da más, y que el Amor de Dios y la absoluta confianza de las almas en el Padre Eterno, no podrá extinguirse porque sería la total perdición de la humanidad y del planeta.

Por eso, las grandes consciencias, que sirven incondicionalmente a Dios, se donaron en sacrificio y en entrega por ustedes y por el mundo para que una manifestación más poderosa y desconocida, que no será espiritual sino material, se presente en algunos puntos de la Tierra a fin de que exista una explosión espiritual en la consciencia humana, que sea capaz de traer a la Tierra a los verdaderos seres que firmaron el compromiso de su redención en los Libros del Padre Creador.

Ustedes ya lo firmaron, pero aún falta, compañeros, que muchos más reconozcan este momento porque las oportunidades son únicas e irrepetibles y el reloj del Universo está marcando este momento y esta hora, en el que el tiempo verdadero se unirá a este tiempo de ilusión para disolverlo completamente y el mundo entero podrá ver lo que nunca vio, lo que está por encima de ellos y se llama Universo.

No pierdan la oportunidad de esperar ese momento y de confirmar todos los días que esa hora se está aproximando, en la que sus corazones y consciencias se regocijarán, no solo por reconocer nuevamente al Hijo de Israel, sino a todos los que vendrán junto a Él anunciando la Buena Nueva, el cambio de la consciencia, la cura de la humanidad, la extirpación del mal y el Reino de la felicidad celestial que se establecerá sobre la superficie de la Tierra, liberando a los infiernos, curando a los enfermos, sanando las heridas y los dolores del pasado, trayendo la Esperanza de Dios a todos los que la perdieron por algún motivo o razón.

Por eso en esta hora, compañeros, así como sus consciencias regresan a sus orígenes, a la existencia y a la verdad que los creó en el principio, de la misma forma Yo acepto sus sacrificios y sus entregas para que esta humanidad pueda compensar tantos errores y pruebas.

Por eso, lleven el Amor y la Confianza de Dios a los corazones. No esperen grandes resultados. Es en lo pequeño en donde se sembrará el amor como una pequeñísima semilla de luz que se encenderá en el corazón más oscuro y perdido. Y algún día esa semilla germinará y será un gran árbol colmado de la Sabiduría y la Compasión de Dios, alcanzando la iluminación de la consciencia y el fin del sufrimiento. Amén.

Para testimoniar Mi Presencia entre ustedes, compañeros, hoy viviremos nuevamente una consagración especial de adoradores. Porque así como Yo necesito que se entreguen a Mí, un poco más todos los días, cada uno de la mejor forma posible, Yo también necesito estar presente en sus corazones como esa gran Custodia de Luz que guarda Mi Cuerpo Eucarístico, como un gran portal que une sus almas a Dios.

Celebremos este momento por todos los que no están aquí y por la nación de Argentina para que ella, en este momento, reciba aún más la Gracia del Padre por medio de la participación de sus corazones en esta comunión fraterna con Mi Espíritu y Mi Consciencia.

Los invito a colocarse de pie, en reverencia.

Vamos a hacer, a pedido de Cristo, una oración por tres veces, que muchos conocemos, la oración al “Padre Celestial” para que Él reciba nuestra oferta en este momento y acoja las intenciones de nuestro corazón, no solo por nosotros sino también por Argentina y por todos aquellos que deben alcanzar la Misericordia de Dios.

Como una sola voz y un solo corazón pronunciamos la oración:

 

Padre Celestial,

que a todos conduces,

acepta nuestra oferta de entrega a Ti.

Guíanos por el camino del amor,

para que Tu Voluntad sea hecha.

Amén.

 

Y para establecer esa confirmación, llevamos nuestras manos sobre el corazón y agradecemos, afirmando ese compromiso con lo Alto y con el Plan de Dios en la Tierra, para que muchos más sean partícipes de la Redención y de la Misericordia del Padre.

Escuchamos ahora, en este momento, a pedido de Nuestro Señor para consagrar a los elementos, “PaterNoster” instrumental.

Los adoradores que se van a consagrar, por favor.

Que en este compromiso que hoy vivirán Conmigo, siempre se encienda en ustedes la Luz de Dios por intermedio de la devoción a la Sagrada Eucaristía, trayendo hacia sus consciencias la Verdad de Dios, la esencia del Amor y la expansión de la gratitud que urgentemente necesita el mundo para poder alcanzar la paz.

Hoy los sacerdotes bendecirán estos elementos a través de la oración que Yo les enseñé.

Padre Nuestro (en arameo).

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Agua bendita e incienso.

Los invitamos a arrodillarse por un momento, los que puedan.

Vamos a colocar el pin de la Orden, pues los hermanos forman parte de una rama de la Orden Gracia Misericordia que trae a la Tierra el Espíritu de Dios.

Ahora podemos ponernos de pie.

Vamos a prepararnos ahora para la Consagración de la Comunión.

Invitamos a los que puedan, a arrodillarse para la transustanciación de los elementos.

En aquel tiempo tomé el pan, estaba entre Mis apóstoles y muchos, muchos seguidores más en alma y en espíritu. Y dando gracias a Dios por el sacrificio, el Padre bendijo el pan, lo entregué a Mis apóstoles diciéndoles: “Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por ustedes para el perdón de los pecados”.

Y al sonar de tres campanadas, el pan se transfiguró y se transustanció en el Cuerpo vivo de Cristo.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Y enseguida tomé el Cáliz entre Mis Manos y Dios concedió al mundo la Fuente Infinita de Su Misericordia por la Sangre que derramaría el Cordero de Dios. Y así Él lo bendijo, lo entregué a Mis apóstoles diciéndoles: “Tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza que será derramada por su Redentor y por muchos inocentes para la remisión de los pecados. Hagan esto en memoria Mía”.

Y al sonar de tres campanadas el vino se transfiguró y se transubstanció en la Sangre preciosa de Cristo.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

En unidad al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, en la presencia del Sagrado y Glorificado Corazón de Jesús, rezamos juntos la oración que Él nos enseñó:“Padre Nuestro”.

El Cuerpo y la Sangre Divina de Cristo.

Confirmamos Su Presencia, participamos de Su Poder y somos tocados por Su Insondable Misericordia para que la paz se establezca en la Tierra al sonar de siete campanadas.

Y ahora, que no solo vino su Origen a su encuentro, sino que también vino Mi Corazón Eucarístico para colmarlos y bendecirlos, para que sean Mi Paz en el mundo, en cada rincón de la Tierra, para que se animen a ser Mis testigos en el fin de estos tiempos, para que lleven Mi Palabra y Mi Aliento a todos los que los necesitan.

Por esa razón, y muchas más, Yo les doy la Paz. Les dejo Mi Paz para que sean Mi Paz en el mundo y por donde vayan.

Hoy estoy feliz por esta consagración, lo comprenderán en la próxima vida.

Que la Paz de Mi Corazón esté en ustedes.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En fraternidad y unidad se darán el saludo de la paz.

Les agradezco.