Lunes, 5 de febrero de 2018

Maratón de la Divina Misericordia
Aparición de Cristo Jesús durante la 55.ª Maratón de la Divina Misericordia, en la Ciudad de Campinas, Estado de San Pablo, Brasil, al vidente Fray Elías del Sagrado Corazón

La última vela de la Menorah está siendo encendida.

El séptimo sello del Apocalipsis está abierto, y aún la humanidad no comprende el misterio de ese pasaje. Solo el Señor del Universo tiene la llave para poder develarlo, porque el único y poderoso Dios lo conoce y ha entregado Su única Llave para poder revelarlo.

El mundo debe estar consciente de que una nueva hora se aproxima, diferente a las que ya pasaron.

La Sagrada Menorah está cumpliendo su séptimo ciclo, antes de la Sagrada Pasión de su Señor, antes de la Cuaresma. Eso significa para el mundo el advenimiento de un nuevo ciclo. Ya pasaron seis ciclos de la Menorah y el séptimo es el definitivo, en donde los sellos develarán los próximos pasos de este planeta.

Mientras tanto, afírmense en el Universo espiritual de Dios para que sean señalados por el Cordero de Dios, Aquel que quita el pecado del mundo; así estarán libres de la perversión de estos tiempos difíciles, y en adoración, podrán estar en comunión con el Padre y con el Divino Hijo cuando Él esté listo para retornar a la Tierra.

Cielo y Tierra pasarán, pero Mis Palabras quedarán sembradas en los corazones simples y en ellos surgirán las semillas que brotarán en un nuevo amanecer y que traerán para el mundo un poco más de esperanza, aunque el séptimo ciclo de la Menorah se esté cumpliendo.

Hoy les hablo, compañeros, de la contraparte espiritual de uno de los símbolos más importantes del judaísmo. Si recuerdan lo que les dije, de todas las religiones del mundo, su Maestro y Señor del Universo les traería lo más bueno y evolutivo, lo que cada uno guarda como Sagrado en su memoria espiritual.

Vengo de esa forma a unir los tiempos en el Tiempo Real de Dios, en donde solo existe el presente y en donde se conocen todos los acontecimientos. La Sagrada Menorah cerrará un ciclo, pero una nueva puerta se abrirá para que los últimos redimidos la traspasen e ingresen al Reino de Dios, que deberá morar en sus corazones en los tiempos de grandes definiciones.

Y el último ángel encenderá la Menorah, la séptima llama que trae lo definitivo, pero también lo nuevo, lo que aún nadie conoce.

Sepan comprender, a través de estos misterios, la Voluntad de Dios, que no es voluntad de los hombres, sino una Voluntad Infinita que trae para el mundo la Verdad.

La Menorah es el símbolo de los ciclos y del advenimiento. Ella nos enseña lo que hay de Sagrado en nosotros, por eso fue un símbolo del pueblo judío que fue concebido por el Padre y los primeros patriarcas para que pudieran tener una guía de los siete ciclos de la Menorah, de los siete pasos de la consciencia en su sentido ascendente.

Pero también la Menorah es un símbolo del Universo, así como la Sagrada Estrella de seis puntas que una vez contempló el Rey David.

Eso lleva a la humanidad al sentido de lo Sagrado, a no perder los verdaderos patrones de conducta que la harán evolucionar en la Verdad y en el Amor.

Pero, la Menorah que hoy les traigo, es la que concibe el Padre en Su Reino, es un símbolo espiritual que representa lo que ha sido guardado y grabado en los libros de la Sabiduría de Dios.

La séptima llama de la Menorah es el Apocalipsis, el comienzo y el fin del Armagedón. Por eso será de importancia para las almas del mundo, el acto del verdadero arrepentimiento del corazón, para que estén dentro del Reino de Dios durante el ciclo más agudo de la humanidad. Y cuando el último ángel encienda la última llama de la Menorah, podrán saber que todo se desatará.

Pero no deberán colocar su atención sobre los acontecimientos, sino mirar hacia su interior para poder reencontrar todos los Dones y las Gracias que fortalecerán a esta humanidad de superficie para que al fin surja una Nueva Humanidad, libre de los errores y de todos los padecimientos.

El último símbolo que Dios les dejó fue el Sagrado Cáliz. Aquel Sagrado Cáliz que tuve entre Mis Manos durante la última Cena, en donde el Padre lo bendijo y lo consagró con todos Sus planos de Consciencia, para la redención y la conversión de la humanidad, porque la Sangre que fue vertida por el Hijo de Dios tiene un valor incalculable y no puede ser comprendido, a no ser por quien viva en el amor y tenga devoción y adoración a la Divina Sangre del Señor, que los lava del pecado, los purifica en el espíritu y despierta la consciencia a lo desconocido.

Que estos sagrados terafines de Dios puedan estar presentes en el mundo, así como sus ángeles de la Guarda, quienes podrán conducirlos hacia la adoración de esas sagradas reliquias, las que representan para el mundo la oportunidad de que, a través del conocimiento, se alcance la redención.

Quien bebe del sagrado Cáliz del Señor se libera de sus faltas y consagra su vida al Padre Creador.

Mientras las Sagradas reliquias irradian al planeta y a su humanidad, mientras estoy Presente, beban de esas sagradas energías, comulguen de esos divinos conocimientos que están guardados en el Arca de la Santa Alianza, protegida y amparada por cuatro de los doce Padres Creadores: Miguel, Gabriel, Rafael y Metatrón.

Ellos emanan de Sus Corazones todo el Amor de la Concepción Divina e Inmaculada de Dios hacia el Arca de la Santa Alianza, lo cual la hace poderosa, sublime y ascendente. En esa Sagrada Arca de Dios se guarda la historia del Proyecto de esta humanidad, lo que en verdad, debería haber sucedido en el Génesis, pero que Mi enemigo ultrajó.

Por eso, vino al mundo el Hijo Primogénito a encarnar entre los hombres y mujeres de la Tierra, para darle continuidad a la historia que en verdad debe escribir el Arca de la Santa Alianza por intermedio de los redimidos.

Los ángeles de Dios veneran esta Sagrada Arca, así como la veneraron los patriarcas, los profetas del pasado y también las santas mujeres de Jerusalén, quienes la adoraron y la contemplaron en el momento más agonizante de su Señor en la Cruz.

El dolor del mundo, por el poder y la intercesión de la Santa Arca, se convirtió en Amor y Misericordia, derramado por el Costado de su Señor, por Sus Manos y Pies ensangrentados.

Muchos códigos recibió la Santa Arca de Dios durante la Pasión de su Señor, porque el Unigénito sabía en Su interior que a pesar del gran y doloroso sacrificio hasta lo alto del monte en la Cruz, el poder de la Santa Arca de Dios reverberaría a través de los tiempos y de todas las humanidades, venciendo nuevamente el mal, derrotando nuevamente al infierno, redimiendo la consciencia de la Tierra.

El Sacerdote Mayor, el Señor del Universo, Jesucristo, el Maestro y Redentor, ante los altares Celestiales, en infinita Creación, ante los ángeles del Universo y los ángeles de la Guarda, les ofrece la comunión mediante estas palabras para fortalecer sus espíritus para los tiempos que llegarán.

Sean celadores de las Sagradas reliquias del Padre que una vez fueron donadas y concebidas para la humanidad.

Sean celadores y guardianes del Arca de la Santa Alianza, así como lo son los ángeles del Universo que contemplan, en el interior del Arca, el Sagrado Corazón de Dios, aquel Corazón vivo que dio la Vida por todos nosotros.

Que la Nueva Humanidad surja definitivamente. Que la indiferencia, la ignorancia y el desamor desaparezcan de esta humanidad, para que en el firmamento de Dios, en la gran bóveda Celeste del Universo, despunten los Nuevos Cristos, como símbolos de la Nueva Aurora.

Cielo y Tierra pasarán, pero Mis Palabras quedarán en los que son consecuentes con ellas.

El Universo nada desperdicia. El Universo transforma todas las cosas, tan solo cuando el corazón del ser humano se abre para reconocer a Dios en su universo interior y así, poder comulgar con los sagrados conocimientos guardados en las reliquias del Padre delante de la Santa Alianza.

Allí también están las primeras tablas de la Ley, los Mandamientos, algo tan básico que no pueden olvidar; es el “abc” de los discípulos de Cristo.

Y hoy tengo a Mis Pies la Sagrada Menorah, contemplada por los ángeles del Cielo que rodean la Consciencia Divina de su Maestro y Señor, así como por sus ángeles de la Guarda.

Arrodíllense, para que seamos dignos y merecedores de estar delante de los sagrados conocimientos de la Creación que brotaron en el origen, en la Esencia del Padre.

Abriendo Mis Brazos en cruz, así como una vez lo hice en el Monte Calvario:


¡Adonai, Eli, Eli, Olam, El Shaddai, Iod He Vaud He!

Resucita, Señor, la vida espiritual de Tus hijos.

Resucita, Señor, en Tu Sagrada Fuente a Tus estrellas caídas en los cuatro puntos de la Tierra.

Resucita, Señor, a las esencias perdidas, a los soles que se han apagado por el sufrimiento y el dolor.

Resucita, Señor, con Tu Poder por el ofrecimiento de Tu divino Hijo, por Su divina y dolorosa Pasión, a todos los que no merecen estar ante Ti, a los que han dado la espalda a Tu Sagrada Faz.

Así como dije en lo alto de la Cruz: “Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen”, perdónalos Padre, y concibe en ellos, en la Fuente de Tu Misericordia, que las puertas al mal sean cerradas y las puertas de Tu Divino Reino se abran, para que Tus criaturas de esta Tierra, junto a los Resplandecientes y a los doce Arcángeles, proclamen Tu Sagrado Nombre Salvador, porque Tú eres Bendito, Adonai.

Tú eres, Padre, nuestro infinito Amor, nuestro sublime Poder.

Tú eres la llama que nos guía en las tinieblas.

Tú eres la Luz que se enciende en nuestro interior.

Eli, Adonai, Iod, Eli, Eli, El Shaddai, Olam, Vaud He, Abba, Shekinah, Shalom, Iod.

Expresa Señor, en este Universo, el Poder de Tus Espejos, y refleja, en este sistema solar Tu poderosa y sublime Energía, a fin de que todo sea purificado, para que los no redimidos se conviertan, y los Nuevos Cristos despierten, sembrando en la Tierra las bases de una Nueva Humanidad.

Amén. Amén. Amén.


Que estos sagrados poderes también hoy los reciban los que serán sacramentados, para que la Gloria del Padre también se exprese en ellos y ellos sirvan a Dios como dignos hijos del Universo.

Ahora que sus corazones están limpios para recibir las Gracias de Dios, les pido, compañeros, que sean consecuentes en los días que vendrán con todo lo que han recibido como una Gracia inexplicable emanada por Mi Sagrado Corazón.

Así como Pedro colocó el incienso en la mesa de la última Cena para ser sublimado, que hoy este incienso sublime la esencia de los corazones, que libres del pecado puedan alcanzar la vida eterna.

Me serviré de los más fuertes para hacer Mis grandes Obras, porque con ellos convertiré lo imposible.

Que el soplo divino del Espíritu de Dios bendiga estos Sacramentos.

Que el soplo divino del Espíritu de Dios encienda la llama de las esencias.

Que el soplo divino del Espíritu de Dios bautice a los espíritus con el Poder y la fuerza del Espíritu Santo, así como fue su Señor bautizado en el río Jordán, despertando en Su Divina Consciencia la Sagrada Misión de Dios.

Que esta misma virtud despierte en los que hoy serán sacramentados con el bautismo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Llegamos al gran momento anterior a la Pasión y Muerte de su Señor.

Mientras Jerusalén dormía, las santas mujeres junto a Mi Madre María, entraban en adoración, contemplación y éxtasis, comulgando espiritualmente del Sacrificio de su Señor, ofreciendo su llanto, dolor y sufrimiento, por la conversión de los pecadores, por la gran ofrenda que su Maestro y Señor viviría durante ese Viernes Santo.

Mientras tanto, su Señor se encontraba con los apóstoles en el Sagrado Cenáculo, para concebir nuevamente en las esencias del mundo el Soplo Divino del Espíritu de Dios.

Tomé el pan, di gracias al Padre por este sacrificio y les dije a las esencias del mundo: Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo, que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados. Y esa sagrada memoria se guardó en el Arca de la Santa Alianza.

Del mismo modo, tomé el cáliz elevándolo al Reino de Dios; con toda la fuerza de Mi Corazón, les dije a los apóstoles: tomen y beban todos de Él, porque esta es Mi Sangre de la Nueva Alianza que será derramada por su Redentor y por todos los santos, para el perdón de los pecados. Hagan esto en Mi Memoria, a fin de que se establezca la redención.

Y así, repitamos la oración que una vez Yo les enseñé en lo alto del Monte de las Bienaventuranzas. Padre Nuestro...(en portugués, en croata y en arameo)

Hoy les agradezco por estar Conmigo, en esta unión entre las razas y los pueblos, entre las religiones y las creencias, a fin de que se establezca en cada una de ellas, el Amor de Dios. Que Así Sea.

Que la alegría de sus corazones se multiplique, para que los corazones sufridos del mundo encuentren en ellos la llama de la esperanza y de la Misericordia de Dios.

Hoy Me elevaré de esta ceremonia, escuchando un himno considerado por Mi Corazón especial para los que se convierten por medio de la fe y de la esperanza.

Yo los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.