Martes, 27 de marzo de 2018

Sagrada Semana
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL TERCER DÍA DE LA SAGRADA SEMANA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

¿Qué harán con todo lo que Yo les he dado? ¿Qué lugar tendrá en sus vidas? ¿Quién justificará lo que ha recibido en el momento más agudo, cuando todo suceda? Así como vengo con Mi Misericordia, también debo venir con la Justicia.

Que sus corazones no se perturben, que la Ley corrija la vida y que sus personas no interfieran en la transformación. Acepten las correcciones que vienen del Universo y lo que el Universo coloca en sus caminos para que aprendan a madurar en el bien y en la justicia.

Todo lo que viene del Cielo nunca será desperdiciado, porque lo necesitarán para los próximos tiempos que llegarán.

Así como les doy a conocer lo profundo de Mi Amor, en este tiempo vengo al mundo para dar a conocer la Justicia, de la que nadie escapará. Mientras tanto, vivan la penitencia del corazón para que la Sabiduría de Mi Padre los permee completamente y estén a la altura de todo lo que Yo les pido, sin poder decir después que nunca lo escucharon. Porque aquí, Yo vengo por todos y por el mundo, por los justos y los injustos, por los que son verdaderos y por los que se aprovechan de Mi Presencia.

Pero todo Yo lo puedo ver. Ni la más mínima célula de sus cuerpos se puede esconder ante Mi Presencia. Ningún pensamiento puede quedar guardado ante los Ojos del Hijo de Dios.

Necesito que aprendan a vivir la transparencia, para que las cosas que sucederán en el mundo no los confundan y no sean llevados, como tantos otros, por su propia arrogancia y poder.

Yo les dije una vez que los quiero fríos o calientes. No necesito a los tibios de corazón. Mi Amor también es Justicia. Mi severidad también es Amor. Porque, ¿quién más dará la vida por ustedes en este tiempo sino su Maestro y Señor, que está en los Cielos; que estando sentado a la derecha de Dios Todopoderoso, desciende en esta Semana del Cielo para hablar con ustedes? Nada es por acaso, compañeros, y si hoy están aquí, es porque sus almas lo han llamado, más allá de sus personas.

Aprendan a percibir la realidad de este tiempo en su interior. Es hora de que las aguas ya no estén divididas. Yo quiero de todos los hijos de Mi Padre una sola corriente de Luz, porque cuando Yo ya no esté más aquí para hablarles, deberán tener como recurso espiritual Mis Tesoros, impregnados por cada una de Mis Palabras, que los vienen a libertar, a retirarlos del error y de la cadena constante del sufrimiento.

Todo lo que Yo les doy es Amor, por más que sea severo. No vengo a hablar en términos medios. El mundo está agonizando y su humanidad también. Los errores de la humanidad se acumulan como granos en un granero. ¿Quién cargará con todo ese peso? ¿El Hijo de Dios deberá retornar para cargar una segunda Cruz? Yo ya les mostré, compañeros, el camino de la transformación y de la verdadera corrección.

Yo vengo a buscar de ustedes la bondad de sus almas y la transparencia de sus espíritus. Aprendan a trascender lo que no pertenece a la Luz y lo que no pertenece a Mi Reino.

Aprendan a morir para sí mismos, para que sus hermanos que están muertos puedan nacer en espíritu. Es hora de darlo todo por Mí y no esperar para hacerlo. Es hora de vivir la cooperación por el Plan Mayor, porque si esta asistencia de Nuestros Sagrados Corazones no estuviera sucediendo en este momento, el mundo ya estaría perdido, aunque no lo parezca.

Abran sus ojos para ver el Rayo de la Justicia de Mi Corazón. Es hora de construir las bases en la honestidad, en la comunidad y en el bien. Es hora de hacer florecer los designios de Dios y de hacerlos vivos en sus corazones. No podrán esperar treinta años más para vivir un gran cambio, porque ya no hay tiempo, compañeros, ya no hay tiempo.

Limpien con la luz de la oración la indiferencia de sus corazones, para que la fraternidad pueda prevalecer por encima de todo. Sus vidas ya se han transformado, pero aún falta mucho más. No podré decirles lo contrario, porque el Señor Jesús nunca miente.

Es hora de que coloquen el Propósito de Dios en el centro de sus corazones y que no sean arrastrados todo el tiempo a la tensión, porque ya son conscientes de lo que es necesario y justo y mientras eso no suceda, no podré profundizar Mi Obra en ustedes, ni tampoco en el mundo. Y les pregunto: ¿Quién cargará con esa responsabilidad?

A Mis apóstoles Yo les pedí que dejaran sus familias y hogares, sus labores y sus compromisos, para seguir un plan que era desconocido por sus mentes, el cual debería manifestarse en la superficie con la Pasión de vuestro Señor.

Ahora, en este tiempo, Yo les pido cosas más grandes pero muy determinantes. No podré realizar Mi Obra con vacilaciones. Necesito que la firmeza que construye Mi Corazón en ustedes sea permanente y que la hagan perdurar por Amor a Dios y a su Divina Presencia.

¿Acaso piensan que no estoy diciendo la verdad? Les pregunto: ¿Acaso piensan que no estoy diciendo la verdad? En el Reino de Dios existe el Amor, pero también la Justicia. Sin la Justicia de Dios, Su Reino no se puede realizar en este, ni en otro mundo. Las Leyes de Dios están para enderezar a los corazones y llevarlos a la verdadera vida para encontrar el sentido del Propósito.

Es hora que mediten en todo lo que están haciendo, porque no hay tiempo para perderse en cosas superficiales. Deben tener su atención en el objetivo y en la meta, en las demoras y en los avances del Plan. Así estarán construyendo lo que Yo necesito y no serán lentos para caminar, porque mientras Yo les hablo aquí, sobre esto, muchas cosas suceden en el mundo y son muy graves. Almas más miserables necesitan de la presencia y del Amor de Su Señor, pero para que todo eso sea posible, compañeros, Yo necesito de la verdad de ustedes, no solo de su verdad Conmigo, sino con la Obra, con sus hermanos, con el día a día, porque en las pequeñas cosas mostrarán la verdad.

Yo no les pido que sean perfectos, resplandecientes o magníficos. Yo les pido, les suplico su sinceridad ante todo lo que viven y lo que hacen, así no estarán perdidos como lo están tantos otros y darán pasos seguros en la evolución, en el caminar de la fe y de la consagración.

Todo lo que Yo les he entregado a través de estos últimos tiempos, deberá ser testimoniado en el día del gran Juicio Universal. Los grandes Arcángeles les preguntarán ¿qué es lo que han hecho con Mis Tesoros y cómo ellos fueron cultivados en sus espíritus? llevando adelante la consciencia de lo que eso significa.

Ahora no dejen sus corazones tristes. Es hora de ver la realidad con determinación. No puedo ofrecerles un jardín de rosas porque no lo hay. La realidad planetaria está aguda y difícil, y cada vez más cristianos se decepcionan de Mi Iglesia, la que fundó Pedro en este Planeta. Y aún más se decepcionan por sus sucesores: sacerdotes y religiosos; y la fe se apaga.

Yo escogí venir aquí, a pedido de Mi Padre, para hacer reencender en el mundo la llama de Amor del Corazón, en una fortaleza inquebrantable y en una fe inextinguible que pueda superar todos los tiempos y todas las pruebas, todas las crueldades humanas y todos los agravios.

Necesito que sean simples y la simplicidad de sus vidas se alcanzará con la verdad, que puedan mirarse a sí mismos sin temor, sabiendo que son seres en transformación y en redención y que están recibiendo esta dádiva divina para alcanzar el despertar.

Por eso extiendo Mis Manos hacia ustedes, les muestro la Faz de Mi Sagrado Corazón y les pido que se tomen fuerte de Mis Manos, sintiendo Mi Presencia espiritual y divina y que puedan escuchar Mis Palabras con regocijo y amor, porque así su transformación será rápida y no estarán en el viejo patrón de la humanidad, sino que tendrán sus corazones abiertos para escucharme, para escuchar la súplica que hoy emite Mi Sagrado Corazón para el mundo.

Acepten Mi Amor que todo lo transforma, acepten la Justicia de Dios que todo lo corrige y alégrense por ser conscientes de esto y no estar tan hipnotizados como está el mundo, lejos de Dios, apartados del amor y de la unidad entre hermanos.

Mi Obra no es solo asumida para recibir Gracias. Mi Obra es asumida para poder cumplirla y llevarla adelante, con actos de renuncia, de penitencia, de servicio y de sacrificio, de donación permanente y absoluta. Por algo que ha de venir del Universo al mundo y que deberá manifestarse después del Armagedón.

Mientras tanto, compañeros, sean valientes. Vivan su transformación interior. Tienen la fuerza de Mi Amor Misericordioso para hacerlo. Tienen Mi Presencia durante estos ocho días para vivirlo. ¿Qué más necesitan para poder concretarlo?

Si el Hijo de Dios desciende de lo Alto, del lado de su Padre Celestial, para hablarle al mundo claramente y sin murmuraciones, no quiero verlos indiferentes, porque eso acongoja a Mi Corazón. Los quiero ver dando el “sí” a Mi Justicia, viviendo lo que deben vivir en este tiempo, sabiendo que el Espíritu de Dios los colmará cuando su vida sea justa y fraterna. Nada les faltará. En verdad, todo les fue dado y un poco más.

No retrocedan. Avancen, como avanza su Maestro y Señor en este tiempo. Es urgente la redención de las almas, la cristificación de los corazones, la elevación de la consciencia y la conversión de este planeta; para que vean cuánto Yo los amo y que Mi Amor es infinito y transparente, que trae sabiduría y entendimiento a los corazones.

Vengo nuevamente a sacramentarlos para que sus personas no se incomoden, para que el amor de sus corazones sea lo que prevalezca en este momento, confiando en lo que es inmaterial e invisible pero que viene desde el Universo Espiritual de Dios para hablarles en forma de Persona Divina.

Vengo a bautizarlos con el Agua del Espíritu, en este día especial, en donde sus consciencias viven el primer paso de la verdad de sí, sin que Mi enemigo interfiera en nada, porque cuando Yo estoy presente él se paraliza y sus obras son derrotadas, las obras que él imprime, que él ejecuta en los corazones.

Pero Mi Justicia también viene a disipar todo eso, porque lo justo debe ser justo y no manipulado ni transgredido, por eso deben vivir siempre la Ley primera que es el Amor, para que aprendan a ser justos y dignos, en este tiempo difícil en donde todo es ofrecido. Cosas inimaginables son ofertadas, para que las almas se distraigan y salgan de su camino, perdiendo su evolución.

Como muchos que hoy están aquí, han sido rescatados, pero otros que hoy no están aquí se han perdido.

Mi Amor nunca será tibio. Él es un Fuego que viene a encenderlo todo, en la igualdad y en la justicia, en el bien y en la hermandad.

El Padre Me ha dado la Soberanía de Su Reino, para poder llevar esta Obra adelante en este tiempo, no solo con ustedes sino también con el mundo, yendo al encuentro de los más sufridos, como Peregrino y Pastor de las almas, entre las naciones del mundo y entre los pueblos.

Espero haber sido claro y que sus mundos internos hayan acogido Mi Palabra, más allá de sus mentes. Vibren en Mi Corazón y todo estará dicho.

El Espíritu Santo hoy actúa a través de Mi Boca, para que la Verdad de Dios siga prevaleciendo entre los hombres y sobre todo entre hermanos, para que la verdadera Justicia, que viene del Universo y no de los hombres, sea constituida en este planeta y en este tiempo, como una de las Leyes del Armagedón.

Recuerden este mensaje y todo lo que hoy les he dicho, para la verdadera transformación de sus vidas. Vean este mensaje cuantas veces sea necesario y que no pase como tantas otras, o esté perdido en las bibliotecas.

Recuerden que Mi Palabra no se desperdicia, porque Mi Palabra viene a realizarse con muchos sentidos, con infinitos propósitos, con innumerables obras.

Cada uno recoge en su interior lo que necesita y que Mis Palabras sean Semillas de Luz en su interior para que se cumpla, finalmente, Mi Voluntad.

Yo no soy el Juez del Apocalipsis, Soy el Gran Señor, el Redentor del Mundo, el Gobernante de este Universo Celestial después de Mi Padre, en la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Quien les habla es la Voz de Dios a través de Su Hijo, así como la Voz de Dios una vez le habló al pueblo de Israel y al mismo Moisés en el desierto.

Se vuelven a cumplir las profecías de los profetas, antes de que todo suceda. Los rebaños están siendo agrupados, de diferentes escuelas y lugares, con diferentes enseñanzas y experiencias, para que todos se unifiquen en la Iglesia Celestial del Señor por intermedio del Poder de Mi Sagrado Corazón, en la Esencia del Amor y de la Unidad Divina.

Incienso.

Yo les hablo con la bondad de Mi Corazón.

Hoy, Mi Rostro no está serio, Mi Corazón está en Paz, porque la Justicia también es Paz, y la Paz obra en todo.

Señor, concede a las almas el don de Tu Sabiduría, para que los corazones de Tus criaturas estén abiertos a la Luz de Tu Verdad y de Tu Santa Justicia. Amén.

Agua.

Que el agua expulse lo que es corrupto y eleve lo que es incorrupto, en esencia, en el espíritu inmaterial de cada ser.

En Mi Congregación los reúno para la elevación de la Consciencia Planetaria, para que la Misericordia de Dios cada día sea más profunda en todas las criaturas que fueron creadas a imagen y semejanza de Dios.

Por medio de los Sacramentos, su Maestro y Señor renueva la Vida, despierta virtudes y talentos en las almas, a fin de que ellas puedan realizar la Voluntad de Dios y salir de esta vida con un propósito cumplido, rumbo a la Fuente Primordial.

Cada virtud es un don que Yo despierto en los corazones. Son parte de Mis ejércitos los innumerables dones que Yo despierto en los corazones. Estos dones que provienen del Espíritu Santo y que renuevan la vida en la superficie de la Tierra, hoy son testimoniados a través de los Sacramentos que en humildad son concedidos a los corazones.

Quien vive el sacramento no solo vive una renovación, sino que ingresa dentro de un Misterio desconocido que proviene de la Fuente de Dios, del Principio que dio origen a todo, antes de que existieran las criaturas en la Tierra.

Este Misterio es derramado a través de cada Sacramento y un Principio de la Energía Divina actúa por medio de los que lo ofrecen y también por medio de aquellos que lo reciben, así se establece una comunión profunda y espiritual con el Principio Primordial de la Fuente, que es el Amor renovador que trae la cura y el alivio a los corazones, el perdón de sus pecados y la absolución de sus faltas por intermedio de la acción poderosa del Santo Espíritu.

En esta tarde, el Dios de la Misericordia y de la Justicia Divina, concede a los que hoy recibirán este Sacramento, esta Gracia especial, a fin de que sirva para los próximos pasos de sus vidas, para la próxima caminata en el sagrado infinito del Universo.

Abriendo las puertas de Mi Iglesia Celestial, colocando Mis Manos hacia lo alto, para que Nuestro Creador Me Escuche:

Sagrado Padre del Amor, deposita Tu Corriente Divina en este Elemento que Tú has concedido por intermedio del Agua, para que las almas sean bañadas con Tu Espíritu y ellas sean aliviadas de todos sus sufrimientos.

Te pido, Sagrado Señor, que no mires hoy los errores, sino la fe de las almas, la fe que constituye sobre esta Tierra Mi Iglesia Celestial; y por el Sagrado Sacerdocio que Tú Me has concedido, Adonai y por todos los méritos alcanzados durante Mi Pasión en la Tierra, que todas las faltas sean perdonadas y exista en los corazones el despertar de la consciencia interior, las que por Tu Nombre, Padre, las llevará a concretar Tu Plan en este Planeta.

Que el Espíritu Santo conceda esta Gracia en la efusión con Tu Divinidad y que los Ángeles que siempre Te alaban perpetuamente transustancien este elemento surgido de las entrañas de la Tierra y que forma parte de la vida de los hombres, que concede la cura, la purificación y la redención.

Que Tu Sagrado Don de la Misericordia, Adonai, se funda en esta agua, creando así una esencia viva, una vibración divina cuando ella sea derramada sobre aquellos que la reciban.

Y así, Padre, nuevamente, por la Obra infinita de Tu Misericordia y por Tu insondable Piedad, Tú concederás la paz y el perdón a los que reciban este sacramento.

Sagrado Espíritu de Dios, Sagrada Llama de la Vida Divina, hazte presente en este momento, para que Reine Tu Amor y Tu Gloria para siempre.

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. (x3)

Y ahora que son bendecidos, bendigan a sus hermanos. Dense un saludo de paz.

Hoy la ofrenda es ofrecida al Don de la Reconciliación, para que este siempre reine en el mundo, especialmente en los corazones que deben alcanzar la vivencia del Amor.

Por eso les vuelvo a decir, como les dije hace más de dos mil años: “Coman todos de Él porque este es Mi Cuerpo, que fue entregado por los hombres para el perdón de los pecados. Tomen y beban de Mi Cáliz, porque esta es Mi Sangre, la Sangre de la Nueva Alianza que reinará entre los hombres hasta el retorno de su Redentor”.

Así queda instituida la sagrada Eucaristía, de la que se servirán los corazones para testimoniar en su interior la Presencia de Mi Amor Vivo, el que siempre deberá perdurar a través de los tiempos.

Fray Elías.

Ahora nos pondremos todos de pie y nos tomaremos las manos. A pedido de Cristo vamos hacer la oración que nuestro Maestro y Señor nos enseñó en el Monte de las Bienaventuranzas, la oración que trae el Reino de Dios a la Tierra y concede la Paz a los corazones.

Vamos hacer la oración en Portugués, Español, Arameo, y por último en Latín cuando el Señor lo indique.

Y ofrecerán estas oraciones por la humanidad, por la reconciliación de los pueblos y de las naciones, por el fin de las guerras, de las persecuciones y del hambre, para que despierte la Consciencia de la Fraternidad en la humanidad, de la igualdad y del equilibrio, a fin de que se cumpla la Justicia Divina, en donde todos puedan vivir el bien.

Padre Nuestro...

Quiero que afirmen en sus vidas una canción que hoy he escogido, la cual se llama “La razón de Mi existir”. En esta canción se revela la confirmación del discípulo de Cristo y la aspiración verdadera de vivir la nueva vida, una vida en el Reino de Dios bajo Sus designios y Su divina Voluntad.

Concediendo la paz y la reconciliación para el mundo, Yo los bendigo, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Les agradezco por escucharme de corazón.