APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Con el Niño Jesús en Mis brazos, vengo a pedirles que no se olviden de encender una vela por las causas imposibles, por los pecados más arraigados, por las miserias abrazadas por el corazón de los hombres, por la impunidad, por la indiferencia, por la ignorancia; para que todo eso, hijos, dé lugar a la Llama Sagrada del Propósito de Dios.

Ya no vengo a enseñarles a orar, porque ya saben cómo hacerlo. A lo largo de los últimos quince años fueron instruidos sobre esto, instruidos por Aquella que ora constantemente y que no se cansa de interceder por la humanidad, por este planeta y por toda la Creación. Porque Aquella que un día fue la Madre de Jesús, no es solo la Madre del Salvador, sino la Madre de toda la vida, de todo lo que vive y respira.

Así como Cristo, Dios Vivo, se manifestó en la Tierra a través de Jesús, así también, hijos, el Vientre de la Creación, el Principio que da vida a todas las cosas, el Amor Materno de Dios, se manifestó en la Tierra a través del Inmaculado Corazón de María. Por eso, ya es el tiempo y la hora de que reconozcan este Corazón y de que lo honren como Él verdaderamente merece.

No encierren los Misterios de la Creación en la comprensión humana, tampoco en lo que está escrito en los libros sagrados.

Hoy, Yo les pregunto: ¿ustedes creen que, en aquel tiempo, hace dos mil años, algún hombre en la Tierra comprendió verdaderamente la Presencia de Cristo?

¿Alguno de ustedes cree que, hace dos mil años, algún hombre de la Tierra fue capaz de relatar con perfección todo aquello que sucedía en el mundo a través de la Presencia de Cristo?

Sí, el Espíritu de Dios habla a través de las criaturas, y fue a través de este Santo Espíritu que los apóstoles y discípulos de Cristo pudieron relatar el Evangelio, el Nuevo Testamento, dejado para testimoniar la Presencia del Salvador en la Tierra.

Mas el Espíritu de Dios también respeta el libre albedrío de los hombres, sus limitaciones, la ampliación de su consciencia, la apertura de sus corazones. Por eso, la Palabra de Dios llega hasta donde el hombre puede aceptar. Por eso, una vez más les digo y, esta vez, les pido que no encierren la Grandeza del Creador en la comprensión humana.

Ha llegado el tiempo y la hora de la expansión de la consciencia de los seres, de que los velos sean rasgados, no solo en el templo, sino en el interior de los seres, en la consciencia de cada ser de esta Tierra. Que el velo que separa a este mundo de la vida universal, del Tiempo Eterno, también pueda ser rasgado.

Y eso no sucederá según la voluntad humana. La Voluntad de Dios, hijos, no se basará en el consentimiento de los hombres, porque ha llegado el tiempo de la Justicia, y la Justicia es perfecta; ella les entregará y les ofrecerá a los seres lo que merecen en este tiempo.

Cada agricultor cosechará según lo que plantó, cada jardinero verá surgir las flores que regó; y aquellos que no se preocuparon por el jardín, contemplarán la tierra seca, a la espera de una pequeña hoja verde para sentir el respiro de la vida.

¿En qué papel de esta historia ustedes quieren estar?

El tiempo de la definición aún está en curso; la definición de las almas sucede a cada instante. A cada instante, el ser humano tiene la posibilidad de descubrir su potencial y ya no vivir como el viejo hombre, sino según el Propósito Divino. De la misma forma, a cada instante, el adversario les da la posibilidad de abandonar este Propósito y sumergirse en la condición humana.

Por eso, es tiempo de vigilar.

Por eso, es tiempo de orar como ya aprendieron.

Por eso, es tiempo de fortalecer las virtudes.

Por eso, es tiempo de sumergirse en el Conocimiento y de que la Instrucción ya no sea condicionada por la comprensión humana, sino que los seres se abran para sumergirse en ese infinito que es la Creación de Dios.

Ya les presentamos muchas cosas, conocimientos e informaciones que la humanidad ni siquiera imagina que existen. Y aun les digo, hijos, que esto es un grano de arena en el desierto, es una gota de agua en el océano, es una pequeña estrella en el infinito cosmos.

Mucho más hay para ser revelado, y las revelaciones vendrán una a una, sin pedir permiso a los hombres; los velos comenzarán a rasgarse y, dentro de los seres, las estructuras se quebrarán, sus creencias más consolidadas también se quebrarán; las bases de las religiones construidas bajo los conceptos humanos también se quebrarán.

¿Dónde sustentarse?

En la esencia que mueve todo el conocimiento, toda la sabiduría, toda la vida.

En la esencia de cada religión habita el Amor Divino; pero él está como en una prisión de conceptos humanos, de ideas, de poderes, de voluntades, de aspiraciones, que provienen solo del hombre, de su mente concreta, inmadura, que necesita en este tiempo crecer.

Aquellos que pueden permanecer en esta esencia, que pueden ir más allá de los conceptos, de las estructuras creadas por los hombres, se mantendrán de pie y sentirán la libertad de sus corazones cuando esas estructuras se rompan. En ellos no habrá sufrimiento, sino júbilo, porque conocerán la verdadera libertad, que no es la independencia que el hombre busca, sino la verdad espiritual de sumergirse en la Verdad Divina y, finalmente, ver al Padre, cara a cara, como Él les prometió.

Por eso, hoy, vengo a advertirles que es tiempo de despertar, que es tiempo de abrazar el Infinito, de sumergirse en un conocimiento que hasta hoy estuvo oculto y que, por Voluntad Divina, les vinimos revelar.

Este último año, que es la preparación para el recogimiento de los Mensajeros Divinos, será la última oportunidad del despertar de la consciencia humana, para que los velos se rasguen sin sufrimiento. Por eso, les pedimos tantas veces que se abran a la Instrucción Espiritual, que dejen que ella transforme sus consciencias y su condición humana. Permítanse experimentar el Amor Divino, que desborda de los seres que no le colocan barreras.

Ya no digan: “yo no puedo”, “no soy capaz”, “no comprendo”. Hagan otra oración, otra afirmación. Pidan al Padre:

 

Señor, en aquello que no puedo,
que Tú puedas en mí.

Señor, en aquello que no soy capaz,
que Tú seas capaz en mí.

Señor, en aquello que no comprendo,
que Tus Manos rasguen los velos de mi consciencia,
para que yo pueda verte, sentirte y experimentarte
en la inmensidad de la Creación Divina.

Señor, ante mis límites,
que Tu ilimitación se presente.

Ante mis barreras,
que Tu Tiempo Eterno me muestre la Verdad.

Que en mi sueño Tu Voz me despierte,
porque ya no quiero dormir,
necesito despertarme, levantarme
y vivir Tu plena Voluntad.

Amén.

 

Que esta sea su oración.

Cuando estén ante el misterio, no digan que él no existe, solo reconozcan la propia ignorancia y dejen que ella dé lugar a la Sabiduría Divina. No solo este mundo guarda grandes misterios, también sus propios seres los guardan.

Cuando el Señor les dijo, a través de Sus profetas, que fueron creados a imagen y semejanza de su Infinito Corazón, ¿qué pensaron? ¿Que Dios fue creado a semejanza de los hombres? ¿Que Él tiene un Rostro parecido al de ustedes?

¿Qué es Dios para ustedes?

Respiren, sientan la vida, allí está Dios. Escuchen los sonidos de la naturaleza, allí está Dios. Cierren sus ojos, contemplen el infinito, allí está Dios.

¿Qué es, entonces, ser creado a imagen y semejanza del Creador?

¿Será que existe un infinito que habita en su interior?

¿Será que son capaces de crear y recrear como Él lo hace?

¿Será que son capaces de amar como Él ama?

¿Un Creador tan infinito, será que Él verdaderamente dio vida solo a esta Tierra? ¿Tan pequeña es la Voluntad Divina?

Así como ven el cielo, la profundidad de las estrellas y su infinito, incontables estrellas; así es el Amor de Dios; y el Amor del Padre se manifiesta a través de la vida. La vida, hijos, es la mayor expresión del Amor Divino, por eso ella no se encierra aquí.

¿Y por qué sus ojos no pueden ver? Porque su consciencia no abarca el Tiempo Eterno.

¿Cómo hacer para ver con los Ojos de Dios, para sentir Su Amor, contemplar Su Creación?

¿Cómo hacer para no creerse pequeño, sino descubrirse infinito?

Cuando aman y se abren para amar de verdad, su consciencia se expande, sus sentidos se expanden, su corazón disuelve las dimensiones que separan este mundo del Tiempo Eterno, que aún separan a los hombres del Corazón de su Creador. No existe ninguna otra razón para la ignorancia humana, sino la voluntad de los propios hombres de permanecer en ella.

Por eso, permítanse amar, no solo amarse unos a otros con un amor humano; que no sea esa la meta de su amor. Permítanse ir más allá, permítanse ser infinitos y abran sus corazones para experimentar el Amor Divino, ilimitado, infinito. Y así, hijos, cuando la verdad emerja ante sus ojos, no temerán.

Cuando los tesoros de este planeta sagrado ya no estén ocultos para sus ojos, se regocijarán; cuando la vida que habita en las estrellas finalmente pueda compartir y aprender de la vida humana, les podrán enseñar no sobre la ignorancia, sino sobre el Amor Divino, porque para eso fue hecha esta escuela de la Tierra.

Esta es una pequeña escuela, una pequeña flor en el Jardín de la Creación, una flor cultivada con cuidado, con cariño y predilección, una pequeñísima flor más en el Jardín de Dios; una flor que, en su pequeñez, debe revelar la grandeza del Padre para toda la vida, su perfume debe transformar todo el jardín, sus semillas deben renovar la tierra, la tierra cultivada por Dios.

Después de escuchar Mis Palabras, les pido que vuelvan a estudiar todo lo que ya les dijimos a lo largo de los últimos 15 años. Tomen las Instrucciones que no comprendieron, quédense ante ellas y pidan la Gracia de una comprensión mayor, pidan la Gracia de la expansión de la consciencia y percibirán, hijos, que no les dijimos solo algunas palabras difíciles, que no les hablamos solo con algunos símbolos y parábolas, sino que una verdad profundamente espiritual se guardaba allí; y ella fue transmitida con un motivo, con el propósito de que la consciencia de los hombres pueda estar pronta para vivir la Voluntad de Dios, para reencontrar su origen y para ser un ejemplo de la transformación de la consciencia, de la redención y de la Misericordia Divina para toda la Creación.

Esto es todo lo que les quería decir hoy. El Creador Me envió para transmitirles estas Palabras y, con Su Hijo en Mis brazos, vine a bendecirlos y a decirles que la transformación de cada uno de ustedes transforma toda la consciencia humana. No piensen que sus pasos son insignificantes, ninguno de ustedes es insignificante ante Dios.

Que aquellos que cayeron, se levanten humildemente, comiencen de cero y reconstruyan su interior.

Que aquellos que están cansados, respiren, dejen que el Creador renueve su ser para que puedan proseguir.

Que aquellos que dudan, oren y pidan que la consciencia se expanda.

Que aquellos que dudan de sí mismos, confíen en Dios, porque si son semejantes a Él, Él no va permitir que permanezcan en sus miserias, ¿o creen que el Creador los hizo a imagen y a semejanza de Él para que permanezcan en la superficialidad humana? No, hijos, el Creador aspira a mucho más que eso, y ya es el tiempo y la hora de vivir su Divina Voluntad.

Que los Sacramentos, la oración, el silencio y el servicio sean siempre las bases de la transformación de sus seres. Cuando no puedan salir de sí mismos, sirvan, hagan algo por los demás, aunque sea dentro de sus propias casas. Cuando se olviden de lo que les dije, vuelvan a escuchar Mis Palabras.

En Presencia del Niño Jesús, los bendigo, les devuelvo la paz y les dejo el Sacramento de la Eucaristía para que con la Presencia del Dios Vivo, físicamente dentro de ustedes, el Misterio Divino se expanda, alcance sus células, sus átomos, libere la luz que en ellos habita, y permita que su consciencia de un paso más, en este despertar y en esta transformación.

Los bendigo y les agradezco.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

No teman porque, a pesar de todas las adversidades, a pesar de las miserias que desbordan de sus corazones y de que a veces les falta la esperanza, el Corazón de Dios, hijos, aún pulsa dentro de cada uno de ustedes.

Sientan este universo interior que está por detrás de todas las capas de ilusión en las que esta humanidad vive constantemente. Ya está llegando el tiempo de que la verdad se revele a todos los hijos de Dios y que se reconozcan Sus hijos, que puedan percibir la semejanza que existe entre el Creador y Sus criaturas.

Por eso, no teman. No teman por las ilusiones del mundo, solo teman estar distantes de Dios, porque este es un Don de Su Santo Espíritu, que no permitirá que cada uno de ustedes abandone Su camino.

Mayor que todas las enfermedades que rodean a este mundo es la enfermedad que habita en el interior de los seres humanos y que no les permite aproximarse a Dios. Y esta enfermedad, hijos, debe comenzar a ser curada, porque solo ella les impedirá vivir la Voluntad Divina.

No será ningún plan del adversario lo que los separará de Dios si, dentro de cada uno de ustedes, esta unión se perpetúa. Por eso deben comenzar a trabajar, de adentro para afuera; procurando, en lo profundo de su interior, la conexión con Dios; esta puerta hacia el Universo, hacia el infinito que hay en sus corazones.

Hoy no vengo a hablarles de las enfermedades de este mundo, tampoco vengo a decirles sobre las miserias humanas, sino de la perfección que se esconde dentro de cada uno de ustedes, así como de la perfección que se esconde en lo profundo de este planeta y que les debe ser revelada.

Vengo a elevar sus consciencias una vez más, para que salgan del punto en el que hoy se encuentran y se coloquen en las dimensiones celestiales que no están distantes de ustedes, sino que están en su interior, que están en lo invisible de este lugar, que se esconden debajo de sus pies, en el corazón más profundo de esta Tierra.

Hoy, hijos, no vengo a hablarles de aquello que no merecen recibir, no vengo a señalar aquello que deben transformar, porque Yo conozco profundamente el corazón humano, él aún pulsa en Mi interior, porque así es la Voluntad de Dios. Mi Corazón humano solo se fundirá en el Padre cuando cada corazón que pulsa dentro de ustedes también lo haga.

Por eso, los comprendo cada vez más. Sé de sus flaquezas, de sus limitaciones y de sus dificultades, pero Yo también sé del misterio que se guarda dentro de ustedes y que desconocen.

Veo con Mis ojos a sus seres transparentes y contemplo en su interior la esencia divina. No preciso mirar hacia el cielo para encontrar a Dios. Hoy Yo miro a cada uno de ustedes y puedo encontrarlo. Sus esencias son espejos vivos de la Consciencia Divina, y muchos creen que ya lo saben, que ya lo comprenden, pero no es una cuestión de comprender o de saber, porque la humanidad sabe muchas cosas y sin embargo se mantiene en el punto en el que está.

Llegó el momento de dejar a ese Dios Vivo expresarse dentro de cada uno de ustedes. Y eso se hace con la rendición, parando de observar las miserias humanas, parando de señalar los errores ajenos o los errores del propio corazón y buscando, hijos, la verdad que habita en lo profundo de sus corazones.

Esa verdad silenciosa también se encuentra y se revela a través del silencio. Pero para silenciarse y buscar a Dios en el propio corazón, deben ser valientes de espíritu, porque el Creador no se parece a lo que ustedes piensan. Él no se expresa como ustedes se expresan todos los días. Él no aspira a sobresalir sobre nada ni nadie, tanto es así que Se mantuvo silencioso en su interior desde el principio de la Creación. Pero ahora, ese Corazón pulsa, ese Verbo se quiere expresar, se quiere revelar a Sí mismo, primero para cada uno de ustedes, después para toda la Creación.

Es el momento de que la humanidad exprese el Pensamiento Divino y, más que ese Pensamiento, es momento de que la humanidad exprese al propio Dios, porque solo de esa forma podrán superar la unión de los tiempos llamada transición de este planeta.

Por eso, silénciense, cada uno delante de Dios. Dejen que sus almas se rindan, que puedan traspasar los umbrales de las miserias y de las dificultades humanas, tanto en ustedes como en el prójimo.

Porque no es verdad que no son perfectos. ¡Sí, ustedes son perfectos!, pero aún no descubrieron quienes son, porque no lo expresaron ni en el Cosmos ni en la Tierra, a pesar de que un día vieron alzado en una Cruz a Aquel que para ustedes fue un espejo de lo que verdaderamente son.

Dejen de lado sus temores y también sus aspiraciones.

No busquen los lugares que no les corresponden, busquen su propio lugar en el Corazón de Dios y no en este mundo.

No queden buscando papeles en el teatro de esta Tierra, busquen la verdad en el propio corazón y quieran expresarla.

No busquen la verdad en el prójimo, no quieran que él exprese a Dios, porque eso es tan humano como la humanidad que ustedes conocen.

Es el momento de que cada uno busque a Dios en sí mismo, contemple delante de sí los altares celestiales y, postrado ante esos altares, pueda rendirse a Dios.

Hoy Yo les digo todo esto, hijos, porque Mi Corazón también estuvo enfermo, perdido en las ilusiones humanas, creyendo tener una misión, un papel principal en la historia de este planeta, porque Dios me hizo padre de Su Hijo y, en un momento, me llamó a Su Reino y Me pidió abandonarlo, lo que para Mí era abandonarlo, porque Yo pensaba que esa era Mi misión y que este plan no se cumpliría porque el Hijo de Dios no estaría protegido y la Madre de Dios tampoco sería amparada.

Pero, en el momento en el que Yo estaba en los brazos de María, y sin que Ella me dijera una palabra y Yo tampoco le hablara nada, encontré el silencio que Me mostraba la semejanza con Dios. Vi reflejado en el Corazón de María el Universo Celestial, el mismo Universo que se reflejó en Mi interior. Reconocí la semejanza con Dios, quién era Yo y quién es Él. De esa forma, no temí entregar Mi Espíritu en Sus Brazos e ingresar en Su Tiempo Eterno, caminar hacia la Fuente de la Creación, hacia el eterno servicio al Corazón de Dios.

Ustedes, hijos, no precisan dejar este mundo para comprender lo que les digo, porque no es necesario. Hoy el Creador los llama para algo diferente, los llama para encontrar ese misterio a través del esfuerzo y de la rendición, a través del silencio y de la soledad interior, esa que es tan temida por la humanidad, porque, a veces, parece que tienen miedo de descubrir la verdad, porque se perderían de sí mismos, de todo lo que creen ser.

Si por un instante pudieran contemplar la Verdad Divina, no dudarían en abandonarse para ser lo que verdaderamente son.

Recuerden que aún están transitando la Cuaresma, ese momento de encontrarse a sí mismos y de encontrar a Cristo, primero dentro de ustedes y después delante de ustedes, cuando por Su infinita Misericordia, podrán reencontrarlo en este mundo.

No teman al desierto, no teman percibir que las almas se debilitan, porque el Creador tiene una Voluntad para cada ser de esta Tierra y esa Voluntad se cumple no como ustedes piensan, sino como Él la conduce, según el permiso que las almas le dan. Por eso, paren de mirar hacia los lados y comiencen a mirar hacia adentro.

El Plan de Dios se está manifestando, está buscando ganar el espacio dentro de ustedes que la humanidad nunca le dio, pero este es el tiempo de darle.

Que este desierto sea fecundo, la oportunidad de estar transparentes, de vivir esa tan temida transparencia. Prepárense para la Pascua, para entregarse completamente, sin miedo, para estar vacíos delante de Dios.

Los acontecimientos planetarios muchas veces pueden ser usados para cumplir la Voluntad Divina. Sepan hacer de las adversidades un momento para fortalecerse. Sepan hacer de la próxima Sagrada Semana un momento de estar ante Cristo en lo más profundo de sus corazones, de participar con Él verdaderamente de Su Pascua, de sentir Su soledad, Su agonía y Su entrega; y vivir esa soledad, esa agonía y esa entrega, porque eso es lo que su humanidad vive, es parte del camino que deben recorrer para rendirse a Dios, para vencer aquello que la humanidad más teme: la entrega, el sacrificio y la llamada muerte. Y así, descubrirán quiénes son y quién es Dios, en ustedes y en toda esta Creación.

Mientras les hablo, Mi Corazón se abre, y todos los códigos más profundos que alcancé en nombre de la humanidad, todo el camino que tracé para estar aquí, los deposito en estos sagrados Relicarios que Yo bendigo para cada Centro Mariano y para Mi amada África.

Este es el séptimo Relicario, que Yo aspiro a que llegue allí, para que comprendan que Mi Corazón permanece con aquellos que más lo necesitan. Yo estoy con ustedes, hijos Míos, como con cada hijo de esta Tierra, estoy en cada hogar y en cada corazón, porque Mi Corazón está unido a Dios, y este mismo Corazón Divino y Celestial habita dentro de ustedes.

Contemplen los Relicarios para descubrir esta verdad, para estar delante de un espejo, así como Yo estuve delante del espejo del Corazón de María. Hoy les entrego el espejo de Mi Casto Corazón, a través de cada Relicario consagrado por Mí. Que esta Gracia se expanda por los cuatro puntos de este mundo, para que todos los seres tengan la oportunidad de descubrir la verdad sobre sí mismos.

Mientras en omnipresencia, Mi Corazón se multiplica para ingresar en cada uno de esos Relicarios, les pediré que canten, que traigan hasta aquí incienso y agua bendita para que, Conmigo, los consagremos y los ofrezcamos a Dios.

Cántico: Sagrado Relicario.

Ahora contemplen el mayor de todos los Relicarios, Aquel que guarda el Cuerpo y la Sangre de su Señor, Aquel que es el eterno espejo de lo que ustedes deben ser, de lo que deben descubrir.

Por la autoridad que Mi Hijo un día Me concedió como Sacerdote ante Dios, consagro no solo esta Eucaristía, sino también a cada sacerdote de este planeta. Que reciban la castidad, la humildad, la renuncia y el vacío de Mi Casto Corazón, para que de esta forma sean cálices vivos para la Consciencia de Cristo. 

Vamos a orar juntos ante el Ángel de la Presencia, no solo para la consagración de estos elementos y para la transustanciación del pan y del vino en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo; vamos a orar por la reparación del Corazón de Nuestro Señor, por todos los males causados por esta humanidad. Vamos a orar clamando, en nombre de cada ser de esta Tierra, para que todos vean, delante de sí, la Verdad Celestial, se puedan fundir en ella y verla revelada en su propio interior.

Oremos al Padre, clamando por Su Misericordia. Y esa misma Misericordia, que emana del Corazón insondable de Dios, consagra estos elementos y repara la consciencia humana. De esa forma, hijos, en ese misterio divino, el propio Corazón de Dios es reparado.

Oración: Padre Nuestro (en portugués y en arameo).

Que suenen siete campanadas para proclamar la paz en ustedes y en este mundo.

De esta forma, Yo los bendigo y les agradezco por escuchar Mis Palabras, meditar sobre ellas y encontrar esa verdad en sus corazones.

Les agradezco y los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Hermana Lucía de Jesús: 

Vamos a finalizar, a pedido de San José, con el Himno a San José, sintiendo toda esa historia que pulsa dentro de cada uno de los siete Relicarios consagrados hoy por Él.

Cántico: Himno a San José.

 

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Hoy, hijos, seguiremos caminando hacia Belén, pero esta vez de una forma diferente.

En cada paso contemplarán el cielo, el horizonte y la tierra y comprenderán más profundamente los acontecimientos de la propia vida.

Verán que en su camino no están solos y que su sufrimiento y su esfuerzo se transforman en una infinita Gracia cuando comprenden, verdaderamente, para qué están caminando.

Cuando Mis pies tocaban la Tierra y con Mi Divina Esposa caminaba hacia Belén, viví muchas cosas que la historia no conoce, que no están escritas en los libros sagrados, pero sí en lo profundo de Mi Casto Corazón y en el Relicario que Yo les consagré. Nuestro caminar era acompañado por los ángeles y todo el Universo nos contemplaba.

A pesar de que en Mi interior Mi Corazón de hombre nacido en esta Tierra temía, estaba inseguro por el tesoro que traía, por el tesoro que guardaba; no dejaba de contemplar las estrellas y de saber que los Ojos de Dios estaban sobre Nosotros.

El Creador se silenciaba, pero en Su silencio nos acogía y observaba las pruebas que vivíamos, porque Mi corazón en aprendizaje, aún necesitaba aprender a confiar en Dios. Yo precisaba comprender la grandeza de los Planes del Padre que en nada se asemejan a los planes hechos por los hombres.

En aquella noche Yo quería que el mundo entero contemplara al Hijo de Dios, no solo para rendirle honra y gloria, sino porque Yo sabía que dentro de aquel pequeño niño se guardaba la puerta hacia la redención de toda la vida y Mi corazón aspiraba a que todos los seres de esta Tierra pudieran estar ante Él. Pero los Planes del Padre eran diferentes y no dejaban de ser perfectos.

El Universo nos contemplaba y todos aquellos que compartían la verdad de Dios sabían que Su Hijo llegaba al mundo. En los cuatro puntos de la Tierra, aquellos corazones verdaderamente unidos a Dios se detuvieron por un instante y en su corazón sintieron algo nuevo que comenzaba a acontecer, a pesar de que eso aún fuera un misterio para ellos.

¿Por qué les digo todas estas cosas? No es solo para contarles una historia; es para que vean, hijos, que verdaderamente están caminando rumbo a Belén, hacia esa cuna sagrada de la nueva vida que deben construir con sus propias manos. Así como en aquel tiempo Yo recogí la paja y preparé la cuna del Hijo de Dios, ustedes también construirán ese espacio sagrado en el que Él podrá renacer y hacia el cual Él deberá retornar.

Sé que todos aspiran a que el mundo entero escuche las Palabras de Dios a través de Sus Mensajeros, no para rendirle honra y gloria a este lugar, sino porque saben que aquí se encuentra la puerta hacia la redención. Saben que el Hijo de Dios encontró aquí Su morada y que, a través de este simple lugar, bendice al mundo.

Pero Yo les digo, hijos, que deben confiar, porque la Voluntad del Padre en nada se asemeja a la voluntad de los hombres. El Universo los contempla y los Ojos de Dios están puestos sobre ustedes.

A pesar de Su silencio, el Señor los ampara y el desenlace de esta historia, pese a contener muchas pruebas, dificultades, transformaciones, será algo único. La manifestación de la Voluntad Divina sorprenderá a los corazones y a las consciencias y los transformará en aquello que Dios pensó para esta humanidad.

Este camino hacia Belén es largo. Cuántas veces Yo me cansaba, con los pies hinchados, doloridos y con Mi Corazón también dolorido por contemplar a Mi Divina Esposa haciendo tantos esfuerzos, con el Niño Dios resguardado en Su Vientre.

Esta Presencia Divina nos sustentaba, nos renovaba y junto con los ángeles nos permitía que siguiéramos caminando hasta llegar a la meta para cumplir con las promesas de Dios, escritas en los libros Sagrados, de llegar a Belén para que el Hijo de Dios pudiera nacer.

Yo sé cuántas veces se sienten cansados y parece que sus pies ya no pueden caminar, que sus aspiraciones no se concretan y que les gustaría que este camino tal vez fuera un poco diferente para que aquellos, a los que aman, no sufrieran tanto.

Hoy, hijos, abran los ojos de sus corazones y contemplen al Hijo de Dios en su interior, gestándose silencioso en ese camino hacia Belén. Dejen que Él los sustente, los guíe y los renueve.

Abran los ojos de sus corazones y contemplen ese lugar pleno de ángeles y arcángeles que también los acompañan, que también los guían para que no se sientan solos, llevando a ese Dios escondido en su interior.

Dejen que la vida espiritual sea más profunda y, al mismo tiempo, más viva para que puedan comprender los tiempos que viven no solo como una secuencia de pruebas y purificaciones.

Este planeta se está purificando y ustedes se están purificando porque algo único, puro, divino los espera y, para ese momento, necesitan estar prontos.

Ya no busquen las comodidades de la vida en Nazaret, en esta noche oscura caminen hacia Belén. Dejen que sus cuerpos sientan el cansancio de ese trayecto. Dejen que su condición humana se vea frustrada por querer vivir algo diferente. Pero, por encima de todo, hijos, permitan que sus corazones se sorprendan con la grandeza y la belleza del Plan de Dios.

Llamen a las puertas de los corazones del mundo y anuncien a sus hermanos que el Hijo de Dios está aquí y no tengan miedo de ser humillados, de ver esas puertas cerrarse, de comprender la ignorancia humana.

Aquellos que deben estar en Belén, en esa pequeña gruta, allí estarán, y se juntarán pastores y reyes para contemplar la verdad, sin distinción de raza o de clase social. Allí las almas serán transparentes y comulgarán de la verdad unas con otras, porque el Hijo de Dios las hará transparentes.

Contemplen sus días de una forma diferente, siéntanse partícipes de este caminar.  Ustedes no están yendo a Belén por un censo, para vivir fiestas y reencuentros. Ustedes caminan hacia Belén por un acontecimiento universal en el que la Creación entrará en un nuevo ciclo y nada será igual.

Al contarles todas estas cosas coloco, en sus corazones, cada uno de los aprendizajes que Yo viví, para que en este día, en el que aún están en la oscuridad de este camino, puedan renovarse y confiar en los Ojos de Dios que los observan.

Como en Belén, el Cielo se abre en este lugar. Todos los espejos se vuelven hacia la Tierra, como todos los corazones. Las leyes se detienen para dar lugar a una nueva ley, a una nueva vida, porque el Creador, en Belén, renovó Su Creación y le dio vida a Su Amor.

Dejen, hijos, que en sus corazones Dios pueda volver a dar vida a ese amor que Él quiere manifestar dentro de cada uno de ustedes, para eso fueron creados.

Que esta próxima Navidad represente la apertura y el inicio de un nuevo ciclo, en el que deberán estar un poco más maduros y comprender un poco más la Voluntad de Dios.

Hoy solo quería dejar estas palabras en sus corazones porque sé que muchos no comprenden estos tiempos ni tampoco la Voluntad que Dios tiene para sus vidas. El compromiso con Dios es algo espiritual, interno, es algo entre cada corazón y su Creador. Cuando sean sinceros y humildes, sabrán en dónde estar para cumplir con la Voluntad Divina.

La primera comunión con Cristo fue en Su nacimiento en Belén, cuando la Tierra comulgó con la Presencia Divina que llegaba a su interior como Cuerpo y Sangre vivos para su redención.

Después de María Santísima, fue el propio planeta que comulgó con la Presencia Divina cuando Jesús Niño llegó al mundo. En la Eucaristía viva y consagrada se guardan todos estos principios.

Cuando el Creador nació en Cristo, Él mismo, en Su silencio, les hacía comulgar con Su Presencia y le decía al planeta: "Este es Mi Cuerpo y Mi Sangre para que vivan en Ellos eternamente y así aprendan cómo deben caminar y lo que verdaderamente deben ser".

La Comunión con Cristo se renovaba, de tiempo en tiempo, a lo largo de Su Vida hasta que, en un momento, aquel Niño hecho hombre renovó Su entrega para profundizarla y entregó no solo Su existencia, sino también aquello que la humanidad más temía.

El venció a la muerte para que cada ser comprendiera que Su Presencia transformaba todas las leyes y que, estando en Él, la vida es eterna.

Todos estos principios, todo lo que les hablo se esconde en la Eucaristía consagrada. Por eso, hoy como Sacerdote consagrado por el Señor, convierto estos elementos en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo y les traigo a la memoria el día en el que Él convirtió el pan y el vino y elevándolos los bendijo y los repartió a Sus compañeros, diciéndoles: "Tomen y coman de él porque este es Mi Cuerpo, tomen y beban de ella porque esta es mi Sangre". En aquel tempo, como hoy, todo el Universo contemplaba a la Tierra porque la humanidad se renovaba y, a pesar de no comprender, vivía un poco más los misterios de la Creación.

Hoy reciban el Cuerpo y la Sangre de Cristo que, nuevamente, les son entregados para redimir sus pecados y darles una nueva vida para que, dentro de ustedes, esa vida se geste en esta próxima Navidad y estando en Belén ella se renueve.

Este es el Cuerpo y la Sangre de Cristo y en ellos se encuentra toda la historia de la Creación. Reciban, con gratitud, esta Gracia que el Creador les concede todos los días en todos los Sagrarios de la Tierra. Rindan honra y gloria a Aquel que es único y digno de recibirla.

Su Señor hoy está aquí y Su Voz se manifiesta en el eco de Sus Mensajeros. Que Su Voluntad impregne sus seres para que ingresen en Su Plan y vivan este Plan todos los días que vendrán.

Con estas palabras les agradezco y los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Vayan en paz y vivan con gratitud esta caminata hacia Belén. No olviden, hijos, que no importa lo que vivan como pruebas, desafíos, humillaciones, incomprensiones. El final de este camino ya fue trazado por Dios y Su Voluntad solo se comprende cuando se vive.

Les agradezco. Vayan en paz y con el corazón pleno de Dios.

Mientras Me elevo a los Cielos les pediré una canción que es especial para el Corazón de Dios, porque hace que Sus bendiciones desciendan como una lluvia sobre este planeta. Esta melodía fue recibida en sus corazones como un canto divino porque el propio Creador la sopló para que, de esa forma, aprendieran a atraer Sus Gracias hacia la Tierra. Cuando la cantan, sus corazones se tornan puros y es esa misma pureza que abre el camino para que esas bendiciones lleguen a los lugares más escondidos de esta Tierra, y las almas más solitarias, por un instante, ya no se sienten solas porque saben que Dios está con ellas.

Por eso canten y mientras cantan, imaginen todas estas cosas, la bendición de Dios esparciéndose sobre el mundo, permeando a los corazones y a los Reinos de la Naturaleza, a los valles y a los océanos, a toda la vida.

Les agradezco.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Hoy Mi Corazón se alegra por la respuesta de Mis compañeros y amigos.

Hoy Mi Corazón se enciende por la gratitud que siento por cada uno de ustedes, no solo porque están aquí, sino porque esto, hijos, es el reflejo de una respuesta de sus seres internos, de la sed que sus espíritus sienten de despertar, de beber del Conocimiento divino que, como su Instructor, Yo les traigo. Este Conocimiento está más allá de las palabras y es irradiado a través de Mi Corazón por Mi simple presencia, porque él está en Mí y Yo en él, en una perfecta unidad porque esta es la Voluntad de Dios.

Como Instructor de este mundo, el Creador depositó en Mi interior Sus Libros Sagrados, Su Conocimiento divino y universal para que, poco a poco, Yo pueda revelarles y, más que eso, pueda enseñarles a amar ese Conocimiento, para que él se transforme en sabiduría y, de esta forma, sus consciencias y sus espíritus sean dignos de construir la nueva vida sobre la Tierra.

Para eso estoy aquí, para instruirlos y formarlos, no para lleguen a Mi Corazón, sino para que amen este camino evolutivo que los conduce al Corazón de Cristo y, a través de Él, al Padre.

Hoy Mi Corazón se convierte no solo en un espejo, sino en una fuente de sabiduría. Creo un puente con el Corazón de Dios para traer esta sabiduría a la Tierra e irradiarla a sus corazones para que reciban este legado y no lo pierdan, a pesar de los acontecimientos de la Tierra.

Vengo a depositar esta sabiduría dentro de ustedes para que, cuando Nuestras Voces ya no resuenen en el mundo, cada uno de ustedes pueda mirar hacia dentro de sí y encontrar ese Conocimiento para saber actuar, discernir y atravesar las pruebas que vivirán como humanidad.

Hoy, hijos, vengo a enseñarles a amar a la vida superior, a la vida cósmica, más allá de la vida crística que está escrita en los Libros Sagrados de la Tierra.

Hoy les traigo los Libros Sagrados del Universo para que encuentren allí su historia, aquella que no comenzó en el planeta, sino en el Corazón de Dios, en la Esencia más pura de su Padre Creador, que se fue diseñando a lo largo de su evolución como esencias, como consciencias, como espíritus y, finalmente, como seres humanos.

Esta vida que ustedes viven en la Tierra es un momento culminante de una evolución que se viene construyendo mucho antes de este planeta.

Por eso, hijos, ahora que aprendieron a amar a la Sabiduría que recibieron en el planeta a través de los Libros Sagrados que el Creador transmitió a sus diferentes profetas, apóstoles y discípulos; ahora amen el Conocimiento divino atraído por los Espejos del Cosmos, por los profetas celestiales y por los apóstoles que aún no conocen, los Señores de la Sabiduría que habitan en el Universo y que hasta hoy los acompañaron de forma silenciosa, pero que, en este momento, llegó el tiempo de conocerlos. 

Les digo todo esto porque la evolución, en este planeta, debe dar un paso y eso acontecerá a través de cada uno de ustedes.

Si no aman el Conocimiento del Universo, la vida que se guarda en el Infinito, ¿cómo podrán manifestar el Reino de Dios en la Tierra?

El Reino de Dios, hijos, no es nada de lo que conocen con sus mentes, es algo que conocen con sus corazones, con sus esencias, porque ellas provienen del Corazón del Padre y guardan en su interior los Principios más puros de Dios.

Por eso, en este momento, abran sus corazones, dejen que Yo diseñe este momento de despertar en los espejos de sus espíritus, aquellos que protegen a sus esencias.

Permitan que el espejo de Mi Corazón de Instructor se refleje en los espejos de sus corazones y les muestre, así, la verdad que se guarda detrás de Mis Palabras.

Así como hay una jerarquía en la Tierra, también hay una Jerarquía en el Cielo, y la vida eterna es mucho más profunda de lo que ustedes imaginan.

A lo largo de su evolución como humanidad, fue parte de la Voluntad de Dios que ustedes vivieran aislados de esta realidad superior, porque así podrían vivir un aprendizaje único, porque el amor que deben desenvolver aquí no existe en ningún otro lugar de la Creación divina sino en el Corazón del Padre y del Hijo, y aun allí se debe renovar.

Si ustedes supieran de la Verdad Superior desde el principio, jamás podrían vivir una experiencia única, porque serían influenciados por todo lo que se vive en el Cosmos.

Pero en este momento, hijos, todo el universo aprende con la Tierra, y llegó el tiempo de retornar, de vivir su experiencia final, no para que el planeta deje de existir, sino para que él exista verdaderamente, cumpliendo la Voluntad de Dios y el Propósito que nació del Corazón del Padre al pensar en la Tierra.

En este último tiempo de ignorancia, de ilusión, de velos en sus ojos, el planeta se estremecerá, no solo físicamente sino también espiritualmente para que, de esa forma, recorriendo el camino en el calvario de estos tiempos, aquellos que fueron convocados para vivir una experiencia crística, puedan vivirla y, de esa forma, abran un nuevo ciclo, un nuevo tiempo, en el que la Tierra podrá retornar al Tiempo de Dios, a la Realidad Superior, porque ya cumplió con lo que el Padre esperaba, ya comenzó a dar los primeros pasos en la renovación de su Divino Amor y esta renovación podrá continuar a través de toda su Creación, de todos los seres que no conocen, pero que aguardan poder vivir este amor que se desenvuelve en la Tierra.

En este tiempo, hijos, cuando todo haya pasado, la Tierra recibirá un nuevo nombre, un nombre que proviene del Corazón de Dios, y cada uno de ustedes será llamado a través del sonido sagrado que emanó de las fuentes sublimes cuando fueron creados. Ya no habrá personajes que vivan en la Tierra a través de las personalidades de los hombres.

Cada ser manifestará lo que verdaderamente es, porque esta es la Voluntad Divina.

Sé que todo lo que les hablo les parece muy distante y, a veces, irreal.

Recuerden que Yo estoy colocando dentro de ustedes una verdad de la que no son conscientes, pero que deberán comenzar a recordar, por eso les hablo de ella. Dejen que ella ingrese en su corazón y los transforme, no para que sean otros, sino para que sean ustedes mismos y dejen de dormir en el sueño del planeta, con sus ojos turbios por la ilusión de la Tierra, para que puedan despertar, porque el tiempo ya está llegando y aquellos que no tuvieron la misma Gracia que ustedes tienen hoy de escuchar estas palabras y de recibir este Conocimiento Divino en su interior, se despertarán tarde y no tendrán tiempo para arrepentirse de sus errores y para enderezar sus caminos para llegar a Dios.

A estos, hijos, la realidad los tomará por sorpresa y no comprenderán lo que ven delante sus ojos, no comprenderán lo que sienten sus corazones, porque la realidad para sus mentes era la vida sobre la Tierra y no la Verdad que provenía del Corazón del Padre.

Hoy reciban lo que les digo y sepan que hay mucho más para ser revelado, pero sus corazones se deben ir preparando como la tierra que preparan para recibir a las semillas nuevas que generan nuevos árboles, nuevos frutos, nueva vida. Esta preparación, hijos, acontece a través de la oración, acontece dejando quebrar este viejo hombre que piensa y critica todo lo que Dios les entrega.

Dejen que su mente se detenga por un momento, que sus corazones se abran a algo desconocido. No tengan miedo de sentir el Amor de Dios, porque Él no les hará mal.

El corazón humano sufre cuando se resiste porque, para ingresar en la Verdad de Dios, ustedes deben perder todo aquello que tenían como verdad y, de esta forma, también perder su voluntad humana, su  voluntad propia, porque sus planes ya no tendrán sentido y solo reencontrarán el sentido cuando encuentren la Voluntad de Dios para sus vidas.

Para vivir lo que les digo, ustedes no necesitan estar en un lugar diferente. Necesitan, hijos, dejar que una química oculta, interna, acontezca dentro de ustedes. Es algo que comienza en sus corazones y que, muchas veces, sin que lo perciban, se manifiesta en su vida externa. No es al contrario, no es cambiando de casa, de ciudad, de empleo que vivirán una transformación, porque muchas veces hacen todas estas cosas y siguen siendo los mismos, viviendo la misma ilusión.

Por eso, en esta mañana, Yo vengo con este Conocimiento Divino, vengo con la luz de los Espejos del Cosmos para transformarlos por dentro, para despertarlos por dentro.

Sientan en su corazón Mi Presencia. Contemplen internamente el Cosmos que se manifiesta a través de Mi Corazón. Contemplen las estrellas, luces que se encienden en un azul profundo. Contemplen las fuentes de la vida que parecen lagos celestiales, de una luz que desconocen, porque sus colores solo se contemplan en la vida celestial.

Dejen que esta imagen ingrese en su corazón, profundicen en ella, lleguen al Corazón de Dios, que no es un ser humano, sino una Fuente Celestial, una Luz que no tiene dimensión, que no tiene forma ni color, pero que guarda en sí todas las dimensiones, todas las formas, todos los colores, todos los sonidos.

Vean, hijos Míos, que todo esto que les muestro se refleja en el espejo de sus corazones. Les estoy revelando la puerta, que hay dentro de ustedes, hacia el Corazón de Dios. Les estoy revelando la llave de la semejanza con el Corazón del Padre.

Contemplen, en este momento, su espejo interior, su esencia divina y vean allí todo lo que les digo: el Cosmos, las estrellas, las galaxias, los planetas, las Fuentes de la Creación y el Creador. Todo esto se esconde dentro de ustedes y, en este diseño divino muchos otros misterios se guardan: rayos, energías divinas y sublimes, una vida superior, planetas, civilizaciones, seres en evolución.

Vean así, hijos, que el Padre no los abandonó en la ilusión de la Tierra. Él escondió dentro de ustedes Su Verdad, Su presencia, como en ningún otro ser de Su Creación.

No busquen comprender lo que les hablo; solo reciban con amor lo que les traigo, porque viene de Dios.

Este Conocimiento estará escrito en los Libros de la Redención de la Tierra, los que se están escribiendo en este tiempo a través de las Palabras de los Mensajeros Divinos y que completan un legado único no solo para este planeta, sino para toda la Creación. Aquello que es sagrado, no es sagrado solo para la Tierra, sino para toda la vida.

Hoy, hijos, como humanidad, ustedes viven algo único, una Gracia celestial que sé que no comprenden, pero que pueden estar agradecidos por ella, porque este momento se escribe en la historia de la Creación, así como se escribieron los momentos en los que el Hijo de Dios estuvo en la Tierra.

Ustedes están aquí para preparar Su Retorno y aunque esto parezca algo distante y que nunca vivirán con sus ojos, con sus corazones, vivos; hoy Yo les digo que sí, que lo vivirán, que no es algo distante, que es un acontecimiento que ya se manifiesta en la Tierra en los niveles espirituales, que, poco a poco, se diseña en la manifestación de la Vida.

Por eso les digo estas cosas, para que vivan cada día como si fuera el día del retorno de Cristo. Él puede llegar en cualquier momento y ustedes deben estar prontos para esto.

En sus oraciones, recuerden lo que Yo les dije, recuerden este puente que hay en su mundo interior hacia la Consciencia Divina.

Contemplen la propia esencia como algo sagrado, verdadero y, de esa forma, dejen que la Vida Superior ya no sea una Enseñanza, ya no sea una Instrucción de la que beben y beben, pero no asimilan. Vean que la Vida Superior es algo vivo, que ustedes son la Vida Superior.

Vamos a realizar juntos una oración que, a pesar de pequeña y simple, guarda en sí todas las llaves que ustedes necesitan para llegar a Dios; para que Él manifieste Su Presencia en ustedes; para que, de esa forma, Su Reino Celestial también viva en la Tierra.

Señor, yo que nada soy,
me entrego a Ti
para que hagas de mí Tu Morada. 
(Se repite siete veces)

Sé que muchos no creen, pero en la Eucaristía se guarda la Verdad Divina, porque en ese misterio el Creador les entrega todo lo que Él es, para que sean como Él y se fundan ​​en Él en cada comunión.

Por eso, en este momento, como Sacerdote consagrado por Cristo desde el inicio de Mi existencia, vengo para consagrar estos elementos, para que Mis Gracias, las que traigo del Cielo en el nombre de Dios, se tornen materia en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, porque lo que les traigo y lo que les hablo no proviene de Mí, sino de Dios.

Cada palabra pronunciada por los Mensajeros Divinos es manifestada por la Voluntad Divina, por eso son sagradas y deben ser reverenciadas eternamente.

El recuerdo de la Santa Cena no está solamente en los Libros Sagrados, sino que se profundiza en los libros del Universo, porque este acontecimiento fue y es mucho más profundo de lo que ustedes imaginan.

Cuando Su Señor elevó el pan, lo bendijo y lo partió, toda la Vida lo reverenciaba, las civilizaciones se postraban, los Espejos del Cosmos se volvieron hacia la Tierra y el mismo Dios hizo silencio, manifestando Su Gratitud por la entrega de Su Hijo para la renovación de Su Amor en toda la vida.

Cuando Su Señor elevaba el Cáliz, lo bendecía y lo repartía entre Sus compañeros como Su Sangre, como el símbolo de Su "sí" que era emitido a Dios, no solo por el sacrificio que viviría en la cruz, sino por una entrega perpetua, manifestada a lo largo de los siglos en los niveles del Espíritu porque, hasta hoy y todos los días, Cristo revive Su entrega para estar en todos los sagrarios de la Tierra.

En cada momento de Comunión, el Universo vuelve a reverenciar a la Tierra, los Espejos se vuelven hacia el planeta para irradiar cada código, cada instante de la historia del sacrificio de Cristo que fue escrita, en ellos, para que cada momento vivido por el Señor sea impreso en los elementos ofrecidos por el hombre para ser divinizados y sacramentados y, así, transformados en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo.

Como toda la Vida, como todo el Universo, como la Consciencia Divina que en este momento vuelve a hacer silencio, reverencien también ustedes la transformación de los elementos en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo y sepan, hijos, que esta es la Ceremonia más Sagrada de sus vidas, porque no importa dónde estén o quién esté oficiando, porque cada sacerdote en ese momento recibe la Gracia de Dios y toda vida reverencia la entrega de Cristo, para que el Amor se renueve, no solo en el corazón humano sino también en el Corazón de Dios.

Juntos oremos y en gratitud sintamos la transubstanciación de estos elementos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo:

Oración: Padre Nuestro (en portugués).

Padre Nuestro (en arameo, transliterado al español)

Abbun debashmaia
Netkadesh eshmoj
Teite malkutaj
Nejuei sevianaj aikana
Debashmaia af ba-arja
Jav-lan lajma teesunkanan iagmana
Washpocklan jaubein wajtagein
Aikana daf jenan shoaken oljaiabenWela tajlan letnesiuna
Ela patsan men bisha
Metul delaje malkuta
Wajela wateshpurjta
Laj-lam almin 
Aamein.

Que la paz, el amor y la Vida de Cristo estén en sus corazones.

Le dejo, hijos Míos, Mi profunda gratitud por sus vidas, por sus esfuerzos y por su presencia.

No dejen de profundizar en su camino interno, porque él solo termina cuando ustedes llegan a Dios y se funden en Él eternamente.

Les dejo Mi bendición y Mi paz y, sobre todo, Mi divina gratitud a sus corazones.

Les agradezco.

Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN LA CIUDAD DE BAHÍA BLANCA, BUENOS AIRES, ARGENTINA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

No podía dejar de estar en Argentina, junto a su Madre, Santa María. Y uniendo Nuestros Sagrados Corazones, hoy su Padre San José viene para bendecirlos bajo el espíritu de la nueva Natividad del Señor, para que las familias del mundo puedan conciliar en su seno el espíritu de la reconciliación y de la paz.

Por eso estoy aquí, hijos Míos, en nombre de Jesús y unidos a su Madre Celeste, para propagar la paz en el mundo, tan necesaria en estos tiempos, para que esta paz, que debe ser incansable, pueda fortalecer a las almas y a los corazones que necesitan de luz y de amor.

Por eso he venido con su Santa Madre, no solo para trabajar con sus mundos internos, sino también para trabajar con el planeta que día a día agoniza perdiendo la fe y la esperanza por falta de luz y de amor.

Hoy he venido junto a su Madre Celeste para decirles, compañeros Míos, servidores de Mi Casto Corazón, que Yo estoy aquí junto a ustedes en este camino de transformación y de entrega que sus vidas deben conquistar día a día.

No bajen los brazos. No abandonen el camino de la cristificación. Adéntrense, compañeros Míos, en el camino de la oración incondicional y del servicio, y les aseguro, como su Padre espiritual, que alcanzarán la trascendencia de sí y la redención.

Hoy vengo a darles Mi bendición especial, no solo a ustedes sino también al mundo. Fue un pedido de Cristo que Nuestros Sagrados Corazones, el de María y el de San José, hoy estuvieran aquí entre ustedes para que el mundo pudiera percibir que no los abandonamos, que estamos paso a paso caminando junto a sus vidas en esta trayectoria para algún día conquistar el amor, la hermandad y la fraternidad sincera entre todas las criaturas de este planeta.

Sean semillas de amor, compañeros Míos, para que Mi Casto Corazón, con el Agua de Vida de Cristo, pueda regarlas y ustedes puedan brotar, y algún día ser árboles sobre este planeta, de la Sabiduría de Dios, de la Unidad Divina, de un incondicional Amor que nunca los cansará. Al contrario, los llevará a amar cada día más a sus compañeros, a sus semejantes y, sobre todo, a aquellos que aún no aceptan, por ser diferentes, en sus vidas y a su alrededor.

Hoy vine también con su Madre Celeste para consagrar, en este día de Mi Casto Corazón, a las familias del mundo que en estos tiempos difíciles están intentando vivir la consagración, abriendo las puertas de sus corazones para sumergirse en lo desconocido y en el precioso arquetipo de la Sagrada Familia de Nazaret.

Hoy, con esta consagración que Yo impartiré para sus corazones y vidas, que pueda ayudar, servidores castos de Mi Corazón, a que las familias de mundo, por medio de su ejemplo, de su fraternidad y caridad, ante toda la necesidad planetaria, puedan imitar su ejemplo, seguir sus pasos y adentrarse definitivamente en el camino del Plan de Dios. Porque de esa forma, hijos Míos, estarán cumpliendo la Voluntad de Dios.

Dejaré ahora que su Santa Madre del Cielo les diga lo que ha venido a decirles, para que Su voz y Su mensaje resuenen en el mundo.

Mientras tanto, compañeros de Mi Casto Corazón, oren internamente para que, por medio de Mi divina intercesión, en esta hora culminante del planeta, mientras están con su Madre Celeste, Yo pueda ir al encuentro de las familias del mundo, especialmente hacia aquellas que pierden el amor, la reconciliación y la unidad entre los seres.

Imploren en silencio a Mi Casto Corazón, para que Yo pueda compartir con ustedes y con los corazones del mundo las gracias que Dios ha concedido a Mi Sagrado Corazón.

Imploren, interiormente imploren a Dios, porque Mi Casto Corazón elevará hacia el Cielo las súplicas de los corazones de esta superficie.

Imploren a Dios por la paz, por el fin de los conflictos y de las guerras, para que se establezca el Espíritu de la Misericordia de Dios.

Imploren de corazón hasta que sus almas sientan el Amor del Padre, el Amor del Hijo y el Amor del Espíritu Santo.

Mientras heridas muy profundas son cerradas, corazones que se habían endurecido se están abriendo para recibir la Gracia de Dios y la reconciliación en sus vidas.

Este es el trabajo profundo de Mi Casto Corazón en unión a los demás Sagrados Corazones.

Hoy el Cielo viene para bendecir a la Argentina a fin de que todos los argentinos sean fuertes en el amor e invencibles en la unidad.

Eso permitirá que Dios esté cerca de ustedes y siempre les tienda Su mano para llevarlos hacia Su Reino de amor y de compasión.

Hoy, como siervo del Gran Sacerdote Mayor, Jesucristo, bendeciremos el pan y el vino, para que los ángeles transubstancien sus partículas y las almas vivifiquen nuevamente la comunión con nuestro Redentor y Señor.

Como la sagrada unidad que vivió la Familia de Nazaret en el pesebre de Belén, esa Divina Unidad de Dios se expanda hacia el mundo y especialmente hacia los corazones que más la necesitan para poder despertar al gran servicio, al amor y a la fraternidad.

Que se cumpla en esta hora, por medio de esta bendición y de esta Gracia, la consagración de las familias del mundo al Plan Divino del Creador y en unión a los Sagrados Corazones de Jesús, de María y de San José:

"Hijo amado, Jesucristo, escucha la Voz de Tu Siervo, a quien le encomendaste la protección y la guía de las almas del mundo. Hoy te ofrezco, amado Señor del Universo, el amor, la renuncia y la entrega de Mi Castísimo Corazón a fin de que las partículas divinas de Luz se siembren en los corazones que necesitan encontrar la paz y la confianza en Tu sagrada Voluntad. Amén”.

En nombre de Nuestro Señor Jesucristo y por la autoridad concedida por Nuestro Creador, Mi Casto Corazón, por todas las familias del mundo, bendice esta Comunión para que multiplique las Gracias en el mundo, que la cura y la redención lleguen a los corazones.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Vamos a repetir la oración de la Sagrada Unidad junto a San José y a Santa María.

Sagrada Unidad de Dios,
unifica nuestras vidas,
unifica nuestro ser,
unifícanos en profunda fraternidad.
Amén.
(Se repite 4 veces)

Que en esta Nochebuena que se aproxima a sus vidas y a todo este planeta, pueda hacer nacer en ustedes la sagrada Estrella de Belén, para que el mundo reciba la Luz de la Gracia y de la Misericordia de Dios, que debe surgir de sus corazones.

Les agradecemos por estar con Nosotros en este Plan Divino y por la redención de la humanidad. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DEL ESPÍRITU SANTO, CÓRDOBA, ARGENTINA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Encuentros con el Castísimo Corazón de San José


Si, en este día, Yo les hablara de la rendición de sus almas, de la gran necesidad de rendición del corazón humano, e ignorara la necesidad de los Reinos de la Naturaleza, tal vez Yo no estaría cumpliendo la Voluntad de Dios.

Si en este día, hijos, Yo dejara de lado la consciencia planetaria para amparar sus corazones humanos, en sus pruebas y purificaciones, para traerles un aliento de esperanza, Mi Misión en este lugar estaría incompleta.

Quisiera, sí, con todo Mi Amor, colocarlos en Mis brazos y pedir la intercesión del Padre para sus pequeñas almas.

Quisiera disolver en sus corazones lo que les impide encontrar a Dios, rendirse a Él, decirle sí, a pesar de cualquier dificultad, a pesar de cualquier ilusión sobre sí mismos.

Pero hoy debo mostrarles algo un poco más amplio. Hoy, debo llevar sus consciencias a la Consciencia de Dios de una forma diferente, porque no solo el corazón humano tiene grandes necesidades, también la consciencia de los Reinos de la Naturaleza, en este lugar, así como en todo el planeta, necesita de sus oraciones.

Hijos Míos, los traigo aquí para que contemplen las montañas, para que las reverencien y les agradezcan por sostener a la Tierra, por transmutar y transformar toda la carga psíquica, emocional y mental que el ser humano genera y que, si permaneciera en la Tierra, terminaría con ella en un solo día.

Por medio de estas montañas les revelo un misterio: la consciencia viva de los Reinos de la Naturaleza. Una consciencia que siente, que ama, que observa, que trata de comprender la evolución de la humanidad para, así, vivir la propia evolución.

Ante ustedes, contemplan un lindo valle; dentro de él, sin embargo, habita un gran dolor: el dolor de la consciencia indígena, el dolor de los Reinos de la Naturaleza, no solo de este lugar, sino de muchos otros espacios del planeta. Dentro de este valle habita un gran dolor: el dolor del Corazón de Dios porque la humanidad no despierta, por la ignorancia y por el egoísmo que aún viven en el corazón humano.

Dentro de este gran valle también habita una esperanza, la esperanza de que ustedes, que están despertando, puedan comulgar con la Naturaleza, no solo para usufructuar su presencia en la Tierra, sino para colaborar conscientemente con su misión. No es solo la humanidad, hijos, la que debe crecer y evolucionar en este mundo; cada criatura que vive debe evolucionar. Y cuando hablo de vida, hablo de una vida que ustedes no comprenden, porque muchos no creen que una montaña tenga vida, que los minerales tengan vida, que los elementos tengan vida. En esta Tierra, todo lo que pueden ver, que evoluciona, que crece y que se transforma, tiene vida. También muchas cosas invisibles tienen vida.

Hoy, delante de este valle, les revelo también una vida que, a pesar de no estar más en este mundo, sigue padeciendo su experiencia en él. La consciencia indígena, que en estos campos habitaba, necesita del auxilio del corazón humano. Y muchos se preguntan: ¿Cómo ayudarlos? Comprendiéndolos, aprendiendo con ellos de la unidad con la Naturaleza, de la simplicidad, de la vida fraterna, comunitaria, la vida sin competiciones, la vida en colaboración mutua.

Hoy, Yo les pido, hijos, que vayan en auxilio de sus hermanos de los pueblos originarios que aún viven en esta Tierra y que están sufriendo la degradación de la pureza de su origen. Porque, así como hizo con toda la pureza de los corazones, la densidad de este mundo está haciendo desaparecer aquel don divino que el Creador entregó a los pueblos originarios: el espíritu del servicio, de la Caridad Crística, que va mucho más allá de un acto de caridad, como lo conocen.

La Caridad Crística está colmada de un Amor Divino; es una caridad que dona sin esperar resultados, sin esperar la transformación del prójimo, sin esperar agradecimiento. Dona por la simple necesidad de amar y eso es lo que le cuesta mucho al corazón humano. Por eso, hasta hoy, esos pueblos que hace tantos siglos pasaron por la Tierra aún padecen el mismo dolor; porque para libertarlos, hijos, es necesario un amor único, verdadero y puro.

Hoy los traje aquí porque quería depositar este amor en sus corazones y despertarlos para que puedan vivirlo en lo que aún les queda de esta experiencia en la Tierra. Aunque para muchos no reste mucho tiempo, aunque sea en el último instante de la vida, si experimentan el amor verdadero, ese amor abrirá las dimensiones y transformará el destino de este universo en el que viven.

Hoy les pediré que oren Conmigo para perdonar y disolver la ignorancia de los corazones que, en este instante, no piden perdón a Dios.

Hijos, si ante la necesidad del mundo reconocen cuán pequeña es su dificultad; si ante el sufrimiento del mundo reconocen cuán pequeño es su sufrimiento y le piden perdón a Dios, en este día, Yo les concederé la gracia del perdón. Por la potestad que Dios Me dio y por la intercesión alcanzada por Mi Castísimo Corazón, abriré una puerta hacia la Consciencia Divina y depositaré, en los corazones de los que tienen fe y de los que la quieren tener, la gracia del perdón. Y de esa manera Yo los ayudaré, no solo a dar sus pasos, sino a ayudar a esta Tierra, tan herida y desamparada en el vasto universo.

Digo que este mundo está desamparado, no porque el Creador lo desamparó, sino porque, para recibir una Gracia de Dios, deben abrirle la puerta, como Yo lo haré ahora. Yo abriré esta puerta porque me dicen sí y porque Mi Corazón también fue humano y, de alguna forma, aún pertenece a este mundo.

Para recibir el perdón, pidan perdón.

Pidan perdón por la ignorancia humana.

Pidan perdón por no poder abrir sus corazones, por resistirse a la Voluntad de Dios.

Pidan perdón por no saber amar ni comprender al prójimo.

Pidan perdón por dejar de lado un sufrimiento milenario que, muchas veces, está escondido bajo el suelo que pisan.

Pidan perdón por ignorar a los Reinos de la Naturaleza; por sólo usufructuar de ellos.

Pidan perdón por haber perdido tantas veces la oportunidad de perdonar.

Pidan perdón, como humanidad, por no vivir el Proyecto divino y preferir la imperfección humana que elegir la Perfección de Dios.

Pidan perdón por aún generar tantos conflictos dentro y fuera de ustedes; por no comprender la grandeza de estos tiempos y perderse tantas veces en cosas tan pequeñas.

Pidan perdón por el pasado, aquel que conocen y aquel que no conocen; el pasado de este mundo y aquel que no perteneció a él, pero que trajo consecuencias para la vida en la Tierra.

Yo no los perdonaré solo por Mi potestad. Yo los perdonaré porque estoy imitando a Aquel que perdonó primero y que depositó la esencia del perdón en la Tierra. Yo los perdonaré como Mi Hijo, porque Él los perdona todos los días, pero no siempre saben valorar este perdón.

Yo los perdonaré en nombre de Aquel que entregó Su Cuerpo y Su Sangre y renovaré Su Entrega, demostrando a la humanidad que ella es eterna y que, por Sus méritos, más de dos mil años después, nuestros corazones siguen perdonando. Con este acto, los invito a realizar una entrega verdadera y también a perdonar.

Canten la música que cantaron al principio; pero, esta vez, canten con mayor verdad y reciban la cura y el perdón que, junto a Mi Hijo, depositaré en esta Eucaristía y a través de ella recibirán esta Gracia.

Después de haber recibido la expiación de Mi Hijo, por Su Infinita Misericordia, no guarden esta expiación solo para ustedes. Ofrezcan, durante la comunión con Su Cuerpo y con Su Sangre, la Gracia del perdón por los más necesitados, por los Reinos, por los pueblos originarios, por sus hermanos y compañeros que están en este camino intentando perseverar.

En unión al Corazón de Mi Hijo y al Sacratísimo Corazón de Dios Padre y por la intercesión de Su Divina Sierva, Yo los perdono y les pido que, por lo menos, se esfuercen todos los días para no cometer errores. Esfuércense todos los días para recordar la grandeza de la vida y de los Planes de Dios y la pequeñez de la propia alma.

Acuérdense todos los días de que la Gracia de Dios es infinita y que el Creador solo espera que le abran los brazos para venir en su auxilio y despertar el Amor de Su Hijo, Cristo, en sus corazones.

Por la señal de la Cruz, cargada por el Hijo de Dios, Yo losbendigo.

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Yo les agradezco,

San José Castísimo

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Mientras pronuncio Mis Palabras, solo escuchen Mi voz en cada uno de sus corazones y reciban la Voluntad de Dios para sus vidas, porque los portales del Reino de los Cielos hoy se abren delante de sus ojos, y los Mensajeros Divinos hacen descender sobre la humanidad los principios de perfección que, por medio del esfuerzo y de la perseverancia de todos, podrán transformar a la humanidad, hacer desaparecer al viejo hombre. Y de esa forma, puedan cumplir la Voluntad de Dios, la perfección del corazón humano que está latente dentro de cada uno.

Escúchenme en su interior.
 

En este momento, Hermana Lucía de Jesús interrumpe para anotar en el cuaderno. Al finalizar, ella vuelve a transmitir las Palabras de San José. 
 

Nunca olviden que cuanto mayor es la Gracia que desciende en el mundo, mayor es la urgencia que se anuncia, para que se transformen prontamente y que vivan la Voluntad de Dios.

Yo los bendigo.

En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Que sigan en paz y en confianza, para que los Planes del Creador se cumplan en sus vidas.

Cántico: Sagrada Familia.

 

Hermana Lucía de Jesús:

Hermanos, queremos compartir con todos que hoy San José nos trajó una gran sorpresa, un Mensaje que nosotros no esperábamos.

Durante la oración, durante las últimas cuentas, vimos a San José en un espacio del Reino Celestial, y Él nos mostraba un libro en blanco que tenía en sus manos. Él dijo que con ese libro escribiría una última historia junto a la humanidad, que Él nos explicó en este Mensaje de hoy.
 

Enseguida, la Hermana Lucía de Jesús leyó el Mensaje de San José del 19 de agosto de 2015.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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