APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

 

Que la gracia de Dios esté en sus vidas. Que el Espíritu Santo habite en sus corazones.

Hoy vengo, hijos, no solo para dar Mi bendición a esta Comunidad, a este Centro Mariano, sino también a esta nación.

Vengo a fortalecer sus espíritus, como también a los espíritus de cada ser humano, como a la consciencia de los Reinos de la Naturaleza para que, de esta forma, estén prontos para cargar la cruz de estos tiempos.

A veces insisto en decirles ciertas cosas porque muchos aún no comprendieron la urgencia de estos tiempos. Viven como si sus vidas fueran a permanecer iguales, como si sus planes fueran a cumplirse exactamente de la forma como lo esperan. 

Pero hoy, hijos, abro delante de sus ojos y de sus corazones las puertas hacia el Cielo, hacia la Iglesia Celestial de Cristo, hacia el altar supremo de su Padre Creador, para que coloquen allí sus metas y sus aspiraciones y reciban de Él el Plan que se deberá cumplir en estos tiempos.

Vengo, una y otra vez, a elevar sus conciencias a una realidad superior para que, de esa forma, como adultos en la vida espiritual, puedan estar con su consciencia en lo que es real, en la verdad de Dios que ya conocen, pero que muchas veces no viven.

Si no buscan la realidad superior que los rodea y que se oculta en la materia, en la vida humana, ¿cómo podrán amarla?

Yo viví en la Tierra, fui un ser humano como cada uno de ustedes y muchas veces dudé de la grandeza de Dios porque Me era desconocida. Pero Yo sabía que la vida no comenzaba ni terminaba en este mundo, porque sentía eso en Mi Corazón.

Cuando conocí a María Santísima, el misterio de Dios se reveló delante de Mis ojos, en Su vientre, a través de Mi Hijo.

Y después de dudar, Me rendí, entregué al Padre Mi condición humana para que Él cumpliera Su Voluntad en Mí y nunca Me arrepentí, porque el amor de Dios comenzó a desbordar de Mi Casto Corazón y toda la grandeza que se manifestaba ante Mí parecía poca, porque Su Amor era infinito y Su Verdad también era infinita.

Sabía que nada de lo que podría estar delante de Mis ojos limitaba a la Creación de Dios; que podría haber una única célula de Su Cuerpo Celestial, de sus Esferas sublimes, descendiendo en aquel momento a la Tierra para revelarnos Su existencia.

Les digo todo esto porque sé que muchos aún dudan de una realidad superior, de una existencia sublime que palpita en este mundo como en el Cielo.

Si ustedes se rindieran a la Verdad y la amaran de corazón podrían descubrir como Yo, hijos, que la vida en la Tierra no es la única realidad que existe.

Para llegar al Cielo, basta estar con el corazón en Dios, basta rendirse, rendir la propia condición humana y no limitar la Obra Divina al propio interior. 

Sé que muchos Me escuchan y no Me comprenden porque, en verdad, no quieren escucharme; porque no quieren creer que transformar la vida en la Tierra, transformar la condición humana y establecer los Planes de Dios en este mundo es simple. Porque si comprendieran que es simple tendrían que rendir sus propios planes, su propia vida y su propio corazón al Padre.

El Cielo está descendiendo a la Tierra para que la realidad ya no sea un misterio, para que la verdad ya no esté oculta.

Las estrellas que envuelven a la Tierra se revelarán como una vida muy sublime y muy perfecta.

Verán delante de sus ojos la revelación de la propia ignorancia.

La ciencia humana perderá su sentido y todo el conocimiento adquirido a lo largo de los siglos se tornará pequeño.

Verán que hasta hoy fueron niños en el jardín de infantes de esta Tierra y aun así, portaban en su interior el mayor tesoro de esta Creación.

Les digo estas cosas para que coloquen allí su esperanza cuando todo comience, para que no sientan que no saben qué hacer, si a lo largo de los últimos años Nosotros se lo enseñamos.

Coloquen sus corazones en Dios y en la Verdad Divina, coloquen su esperanza en su origen celestial, coloquen su fe en lo que verdaderamente son, porque sus cuerpos podrán pasar, pero la verdad que habita en su interior permanecerá.

Ocupen su tiempo y su atención en aprender a amar y a servir; no por ustedes, sino por una Creación infinita que aguarda la multiplicación del amor en sus esencias.

Si disponen su corazón para el Amor, todo lo que les podamos revelar será simple.

Por eso, Yo vengo simplemente para impulsarlos a aprender a amar, a amar a lo desconocido y a la verdad. 

Vengo a depositar en sus corazones la humildad de Mi Casto Corazón para que, en estos tiempos de revelaciones, disipen las dudas en la certeza de su ignorancia, en la certeza de que un Dios infinito, que aún no se reveló a los hombres, habita en el Cosmos y también en la Tierra.

La Verdad de Dios no está completa en ningún libro sagrado porque ella no fue revelada a ningún ser humano.

El Hijo de Dios fue la Verdad viva y, a pesar de que Él estuvo en la Tierra en un cuerpo humano, no Se reveló completamente al mundo, porque no lo comprendieron y no lo podrían comprender.

Su Verdad será revelada en Su retorno al mundo, porque en ese momento será la última oportunidad de que la humanidad se rinda al verdadero propósito de su existencia y los velos caigan de sus ojos, los muros que hoy los separan de una vida superior dejen de existir y la realidad que hoy está invisible se haga visible, y los instrumentos de Dios, Sus herramientas divinas, como los espejos de sus corazones, se hagan palpables.

Ya no tocarán lo que es invisible, pero podrán sentir, tocar y unirse a la Verdad Suprema. 

Hoy están en la escuela de la fe porque deben seguir adelante a pesar de todo conflicto e incomprensión. Esos conflictos, hijos, no provienen de Dios, sino de sus resistencias humanas.

Reconcíliense con el Padre y con Sus Mensajeros, clamando a Él para que les enseñe a rendir sus resistencias y a conocerse a sí mismos antes que todo.

Hoy les habló todas estas cosas porque, con la verdad impresa en su interior, deben defender la propia fe, primero de sí mismos y después del mundo, porque la purificación del planeta moverá la fe de muchos hombres y les traerá dudas sobre la existencia de Dios, no comprenderán Su Justicia porque no quisieron conocerse a sí mismos para saber que estaban equivocados y nunca clamaron por Misericordia para ser merecedores de ella. Creerán que el mundo terminará, que la Tierra dejará de existir, pero eso no es verdad.

Si mantienen su corazón en Dios, las naciones se estremecerán y la esperanza parecerá desaparecer, pero después de que todo acontezca y de que fortalezcan su fe, el Cielo se volverá a abrir a través de la puerta de sus corazones y el Dios vivo retornará al mundo para establecer una nueva vida con Sus compañeros, aquella que estuvo aquí desde el principio.

Sean guardianes de este suelo sagrado para que el Creador encuentre aquí una semilla para manifestar lo nuevo, Su verdadero Propósito.

Miren al mundo y comprendan que lo que Yo les hablo no es una utopía. Todo ya comenzó; por eso, dentro de ustedes el amor debe estar más fortalecido que nunca, la unidad entre sus corazones debe estar más fortalecida que nunca.

Vénzanse. Venzan la necesidad de sobresalir en relación a sus hermanos. Venzan la necesidad de vivir el poder humano y solo manifiesten en la Tierra el Poder de Dios, que no se construye con la destrucción del prójimo, sino con la unidad entre hermanos, con el amor y la comprensión.

Sientan en sus corazones esa necesidad de amar, de ser diferentes, porque puede llegar un día en el que ya no tendrán la oportunidad de hacerlo.

Vivan cada día como si fuera el último, como si en este mismo día, Su Señor retornara a la Tierra para mirarlos a los ojos y preguntarles dónde están los Dones que Él les entregó y que hicieron con tantas Gracias que Él derramó sobre el mundo a través de Sus Llagas.

Esto es lo que Yo les quiero decir hoy para que reflexionen, mediten de corazón y decidan ser instrumentos de Dios.

Tienen Mi bendición para esto.

En este pequeño relicario cabe Mi Casto Corazón, porque aprendí con Dios a hacerme pequeño por amor a los seres humanos y al Propósito Divino. Que delante de él no solo oren los niños, sino también sus familias.

Oren por una nueva vida, por una nueva humanidad, para que las virtudes de Mi Casto Corazón lleguen a cada corazón humano. Oren por los Reinos de la Naturaleza, por los elementos y por la conciencia del planeta, para que ellos no desistan de sustentar a la humanidad.

Oren con sinceridad, no solo por sus amigos, oren por los que duermen, por los que se tornan enemigos del corazón humano, por sus incomprensiones, por su ignorancia, por no conocer a Dios y a Su Amor.

Hoy coloco una parte de Mi Corazón en cada uno de estos pequeños relicarios, aunque sé que jamás comprenderán la Gracia que hoy les concedo.

A través de este relicario protegeré el corazón de los niños para que no pierdan la voluntad de estar en la Tierra y para que comprendan por qué vinieron al mundo en este tiempo.

Que los padres sepan enseñarles a sus hijos que, a pesar de las pruebas que suceden en el mundo y del caos que parece instalarse, esos pequeños corazones vinieron al planeta para instituir una nueva vida, en la que el amor triunfe y la fe sea una realidad.

Consagro estos elementos en memoria de Mi Hijo y por la Gracia que Él Me concedió de ser Padre y Sacerdote en esta Tierra. Hoy el Cielo se está manifestando entre ustedes y las bendiciones divinas permean a los elementos como a los corazones de los hombres.

Sientan a los Ángeles de la Presencia, transubstanciando esta materia, portando en sí, en la irradiación de sus manos, la Sangre y el Cuerpo de Cristo que son eternos, en eterna entrega y en eterno sacrificio, para que cada ser que comulgue con Él fortalezca su propia fe y reciba una nueva oportunidad de tornarse un Cristo del Nuevo Tiempo.

Como Mi hijo, hoy reparto este Pan y les digo a todos que coman de Él, porque este es el Cuerpo Glorificado de Cristo. Y de la misma forma, reparto este vino entre sus corazones para que beban de Él y se transformen en una imitación viva de su Señor, para que sea la nueva genética de la humanidad, aquella que Dios pensó desde el principio y que se manifestó en la Sangre de Cristo. 

Para que el Cuerpo y la Sangre de Cristo actúen verdaderamente dentro de ustedes deben decirle "sí" y dejar que Él actúe, no solo de una forma milagrosa y desconocida, sino que Su actuación se manifieste a través de su voluntad y de su persistencia, porque cuando dan un paso en dirección al Padre, Sus Manos se extienden hasta ustedes y Él puede alzarlos hacia aquello que espera de cada uno de Sus hijos.

Juntos vamos a orar al Señor para que hoy Su Bendición vaya más allá de este lugar y toque el suelo de esta nación para que su pueblo no pierda la esperanza de ver manifestarse una nueva vida.

Oración: Padre Nuestro.

Con esto los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Sigan en paz y no se olviden de Mis Palabras.

Les agradezco.

Aparición reservada de San José, en la ciudad de Cracovia, Polonia, a la vidente Hermana Lucía de Jesús

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Que el Silencio del Corazón de Dios le hable al mundo.

Dejen que sus corazones transciendan las apariencias, la materia, este espacio físico, para que Yo pueda conducirlos al lugar a donde los quiero llevar hoy.

Como Siervo de Dios vengo a conducirlos a la Fuente de la Divina Misericordia, de la cual bebí como consciencia, como corazón humano.

La Misericordia que proviene del Corazón de Dios aún es muy desconocida para ustedes, porque si conocieran esa Misericordia, la amarían infinitamente.

Coloquen su atención en el Corazón de Dios. Denle ese permiso a su propio espíritu, para que en este lugar Yo pueda mostrarles algo diferente a todo el sufrimiento y la angustia que se guardan en la consciencia humana y en el éter de la Tierra.

Quiero mostrarles una Faz de la Consciencia Divina que es el aspecto misericordioso de Dios a través de Su Hijo.

La Misericordia no nace solo del sufrimiento de Cristo en la Cruz. Ella tiene allí su puerta para el mundo, pero esta Fuente es amplia, universal y divina. Esta Fuente se desborda hacia toda la vida desde el Corazón de Cristo.

La Misericordia es la cura para todas las enfermedades. La Misericordia es el perdón para todos los errores y la Gracia para todas las necesidades.

Yo miro al mundo y veo a una humanidad enferma por no conocer el poder de la Divina Misericordia. Veo a las almas que se pierden en los abismos de oscuridad, desesperanza, ignorancia y desamor por no conocer la Divina Misericordia.

Yo miro hacia el mundo y veo tantas veces a los Reinos de la Naturaleza ultrajados por la consciencia humana, porque en ella no habita la Divina Misericordia.

Tan simple como una fuente de agua que nace de la Tierra y se transforma en un río que sacia la sed de los hombres, así es la Fuente de la Divina Misericordia en el Corazón de Dios.

Una Fuente que se torna un caudal inagotable cuando las almas claman con sinceridad, cuando las palabras no salen vacías por su boca cuando invocan: "Por Su dolorosa Pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero".

Este es un ejercicio que les abre la puerta hacia Algo aún inaccesible para el corazón humano, incomprensible porque aún no profundizaron en el amor a la Divina Misericordia.

Si supieran que no hay pecado eterno cuando las almas sinceramente claman por una oportunidad, cuando se arrepienten y convierten sus caminos por la Gracia de la Divina Misericordia.

Las almas pueden ser elevadas de los infiernos y de los purgatorios de este mundo si existe un corazón sincero que clama por Misericordia.

La Misericordia es la Fuente de la Esperanza de Dios, proviene del infinito Amor del Padre por la humanidad y por la vida, proviene del infinito Amor de Dios por cada uno de Sus hijos.

La Misericordia es la verdadera señal de que Él es Dios, el Dios del Amor y de la Gracia.

La Misericordia se esconde incluso en la Justicia Divina, reconvierte las Leyes y las transforma cuando ellas parecerían ser inmutables, porque allí se guarda el potencial del corazón humano, su semejanza con el Padre.

La semejanza de los hombres con Dios no está en las apariencias, ni en lo que conocen de sí mismos. Está en algo más profundo que desconocen. Y cuando acceden a esa verdad es que pueden convertir las Leyes y transformar el destino de la humanidad, así como del planeta, de la Creación.

La Misericordia que nació del Corazón de Cristo cuando estuvo en la Cruz, que se derramó como la Sangre y el Agua de Su Cuerpo fecundando la Tierra, se expandió al Universo y generó oportunidades de redención para todas las criaturas.

Pero esa Misericordia no brota sola. Es necesario una fuerza interior que la impulse. Es el arrepentimiento el que le abre la puerta, el clamor o el amor sincero que nace del corazón cuando él clama por Misericordia, no solo para sí, sino para el mundo entero.

Muchos piensan que conocen la Divina Misericordia, pero no la viven. Se entristecen con la situación del planeta, se indignan por el sufrimiento de los Reinos y de los hombres, pero no buscan la Misericordia.

Hijos, la transformación de este mundo no nacerá de proyectos sociales, nacerá de lo profundo del corazón humano.

De nada les valdrá construir grandes cosas si dentro de ustedes el amor no fuera grande también y la Misericordia no viviera en sus células.

Hoy Yo estoy aquí no solo para rescatar almas y curar corazones heridos.

Estoy aquí para enseñarles a ser intercesores verdaderos, para que profundicen en sus oraciones como el mayor servicio que pueden prestarle a la humanidad y al planeta.

Pocos fueron como Santa Faustina que conociendo profundamente la Divina Misericordia no cabía en sí la voluntad de anunciarla al mundo.

Y tan grande era la angustia de su corazón al saber que el bálsamo para todas las enfermedades estaba disponible y que los corazones preferían permanecer enfermos.

La grandeza de la Divina Misericordia es que ustedes pueden pedirla unos a otros, en nombre de Cristo, cuando le claman a Dios.

Si unen sus corazones al Corazón del Padre y se sumergen en la Fuente de Su Divina Misericordia, estarán intercediendo por el mundo, por realidades que desconocen, que jamás podrían imaginar, que solo los Ojos de Dios, que todo lo contempla, pueden ver.

La Justicia ya está golpeando a las puertas del mundo porque los corazones escogieron no despertar.

Por eso venimos hacia aquí, para que unan su corazón a la Misericordia, para que unan la consciencia humana a la Fuente de la Divina Misericordia, y para que no pierdan, por ignorancia, la oportunidad de vivir la Redención y el Perdón de Dios.

Agradezcan por la Misericordia que nace del Corazón de Cristo todos los días. Amen el momento de unirse a ella, porque ella justifica la existencia de esta Obra y de sus vidas.

Sus almas fueron congregadas para traerle una nueva oportunidad al mundo y para no permitir que la humanidad se pierda, que todo el Amor depositado por Dios en este proyecto humano se desvanezca.

Sean conscientes de esa misión, que va mucho más allá de su pequeña comprensión humana.

Pueden penetrar en los misterios de la Divina Misericordia cuando oran y cuando le piden a Dios conocerla un poco más, vivirla; cuando contemplan la Cruz de Cristo, cuando contemplan el Inmaculado Corazón de María, eterno portador de la Divina Misericordia, y cuando contemplan el Relicario de Mi Corazón, como el símbolo de aquel Corazón que se abrió hacia algo superior, que se permitió conocer la Misericordia de Dios, vivirla y anunciarla, así como Yo lo hago hoy.

Dejen que Mi Corazón los inspire para que encuentren un camino seguro para transformar sus vidas y tornarse intercesores ante de Dios.

Las puertas del Reino Celestial están siempre abiertas para los servidores que oran de corazón.

Entren, colóquense a los Pies del Padre y, por la memoria de la Pasión de Su Hijo, clamen por Misericordia.

Por la memoria de la entrega de María Santísima, acompañando el Calvario de Cristo y sintiendo en Su Corazón cada una de Sus Llagas, clamen por Misericordia.

Por la renuncia del Corazón de San José que, sabiendo todo lo que viviría Su Pequeño Hijo y Su Santa Esposa, dejó este mundo, porque Su renuncia era Su verdadera Misión. Por los méritos de esa renuncia, clamen por Misericordia.

Y por la renuncia que viven cada uno de ustedes todos los días, que es cada vez mayor y a la que son invitados a amar; ofrézcanla también para clamar por Misericordia.

Cada acto de sus vidas puede tornarse una oportunidad de intercesión ante Dios, si aprenden a no reclamar, sino a clamar por Misericordia.

Reciban hoy la Gracia de conocer esta Fuente Divina.

Acepten esta misión de ser misericordiosos y todo se cumplirá tal como Dios lo pensó en el principio.

Hoy, los Rayos de la Misericordia de Cristo traspasan Mi Castísimo Corazón, se irradian a los Relicarios de Mi Corazón en el mundo, donde quiera que estén.

Recuerden Mis Palabras cuando los contemplen y pidan la Gracia de amar a la Misericordia delante de ellos, porque Yo intercederé por ustedes, para que ustedes intercedan por otros.

Con estas palabras les agradezco, los bendigo y uno sus corazones a la Fuente de la Divina Misericordia.

San José Castísimo

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN LA CIUDAD DE MENDOZA, ARGENTINA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Hoy no estoy aquí solo, estoy con toda la Hermandad. Llamo Hermandad a aquellos seres, a aquellas consciencias que, a pesar de no tener necesidad de estar más en este mundo, siguen aquí para servir a la humanidad. Sus ojos no son visibles a los ojos humanos porque ya no pertenecen a este mundo, pero están aquí por un aprendizaje superior de humildad, de entrega y de servicio.

Llamo Hermandad a aquellos hermanos suyos que en los mundos invisibles, lugares sagrados que la humanidad desconoce por su ignorancia y su indiferencia, allí, hijos, ellos sirven incansablemente, donde los Reinos de la Naturaleza los amparan, donde la grandeza de las montañas guarda una grandeza aún superior que se hace pequeña y humilde, por ser desconocida por la humanidad. A pesar de todos los ultrajes cometidos por la humanidad, los Reinos de la Naturaleza persisten también en un servicio incondicional y, junto con sus Hermanos Mayores, auxilian a este mundo y lo sustentan para que este Proyecto no se pierda, para que la esperanza del Corazón de Dios no se desvanezca. 

Sé que muchos se preguntarán de qué estaré hablando.

Vengo a revelarles un misterio, a hablarles a los oídos que quieran oírme, porque de esa forma les traigo un sentido para sus vidas, más allá de su existencia material, más allá de esta lucha constante por la sobrevivencia en el mundo.

Están, hijos, en un lugar sagrado, pero lo sagrado se ocultó del corazón humano porque no quisieron verlo. La semejanza con Dios se ocultó dentro de sus corazones para dar lugar a aquello que hicieron crecer, siglo tras siglo, y que en verdad nada se asemeja a lo que verdaderamente son. Si el hombre es semejante a Dios, ¿jamás se preguntaron dónde está esa semejanza? ¿Será que Dios envió al hombre al mundo para hacer lo que hace; para vivir como vive, entre guerras y conflictos, entre ignorancias, soberbia y vanidad? ¿Será esa, hijos, la semejanza con Dios o existe algo dentro de ustedes que no conocen, que no buscan y que, muchas veces, no creen que exista?

Yo vengo con aquellos que representan la verdad, para que ella se refleje en sus corazones y los coloque ante un nuevo ciclo. En estos tiempos, no solo el caos será visible para el corazón humano, no solo el mal podrá actuar libremente sobre la Tierra; la Luz también resplandecerá, la verdad también emergerá del interior de los seres, del interior de la Tierra, de sus mundos invisibles, de realidades superiores. Y es eso que les traigo en este día porque, aunque no lo parezca, aunque no lo sepan, este lugar al que vine es un lugar sagrado. Estas montañas que los rodean guardan misterios que ustedes desconocen y que hoy Yo les vine a dar a conocer.

Porque deberán encontrar allí su fortaleza. Cuando nada en la superficie de la Tierra tuviera sentido y el Plan de Dios pareciera haber fracasado, como en la Cruz pareció para muchos que el Hijo de Dios había fracasado, será en estas montañas que ustedes encontrarán aliento y, en lo que en ellas vive, encontrarán su fortaleza y amparo.

Cuando este mundo tiemble con un temblor desconocido nunca visto, será en estas montañas donde encontrarán la fortaleza para no caer, para no temer y bajar sus brazos antes de que el Redentor llegue al mundo; porque Él vendrá; sí, Él vendrá.

Pero será cuando la humanidad hubiera dado todo, cuando sus corazones descubran el potencial oculto que existe dentro de ustedes, cuando la inercia dé lugar al servicio, a la transformación y al amor incondicional. Cuando ustedes, hijos, descubran la potencia que existe en el propio interior y la inmadurez espiritual se desvanezca, será allí que el Hijo de Dios retornará.

Antes de eso, todo acontecerá y ustedes no deben temer. Estos momentos con los Mensajeros Divinos los preparan y los fortalecen. Tomen firme cada impulso que les entregamos, colóquenlo en lo profundo del corazón y háganlo florecer, transfórmenlo en semillas para que otros que no están aquí y que no estarán en Nuestra Presencia puedan recibirlos.

Las Gracias que traemos del Cielo son para ser multiplicadas todos los días por cada una de sus manos, por sus corazones, por su verbo y por su pensamiento.

Hoy Dios hace emerger, del interior de estas montañas, sus espejos de paz que no están solo en los lagos, en los océanos, en los ríos; están también en las montañas y en los corazones de los hombres; están en el universo, así como en la Tierra, atrayendo paz y redención para aquellos que quieran recibirlas.

A través de Mis Palabras, que ingresan en sus consciencias, traigo la redención que proviene del Corazón de Dios para el corazón humano.

De esa forma, los coloco delante de un gran servicio por todo el planeta, aunque estén aquí, en este lugar tan pequeño.

¿Cuántas almas están pasando por estas calles y no me ven? ¿Cuántas familias, cuántos corazones necesitados de paz no están sintiendo la paz de los espejos del cosmos, de las montañas sagradas que hoy se abren y se revelan, pero que los ojos no las quieren ver?

Con esto, hijos, quiero que salgan a las calles y que su testimonio sea una luz en el mundo. Que sus ejemplos llamen a las miradas, despierten los corazones a la verdad suprema que hoy les traigo.

El verbo que sale de sus bocas puede ser escuchado por muchos oídos, pero los ejemplos verdaderos de sus acciones inevitablemente transforman a los corazones de este mundo. Por eso, les pido que hablen, que anuncien y que, sobre todo, sean el Mensaje Divino.

Hoy, la cadena de los Andes se enciende en gratitud, porque el Reino Mineral sí puede verme. Y así, se renueva en su servicio incansable por la sustentación y por el rescate de los corazones humanos. Así como los Reinos de la Naturaleza se renuevan, hijos, hoy también ustedes se deben renovar para saber que Yo los llamé hasta aquí, en Nombre de Dios, para que se tornen instrumentos del Divino y no más de sus propias vidas.

Dentro de estas montañas, como de tantas otras, habita un misterio, un mundo tan real como este que ven, que tocan, que sienten. Allí las almas se unen a Dios y sus corazones pueden llegar cuando oran, cuando obran en silencio por la paz de este mundo. Hoy sus puertas se abren para que su luz se irradie a sus esencias y les traigo códigos nuevos para que den nuevos pasos y, así, ayuden en la consagración no solo de la Argentina, sino de este mundo.

Estamos en un tiempo definitivo y sus almas ya lo saben, sino no estarían aquí y no escucharían estas Palabras. Por más que muchos duden y muchos no crean, sus almas sí lo saben, porque no dejaron de escucharme.

Dios espera de ustedes un cambio definitivo, porque la Argentina lo necesita y este mundo también. Si quieren construir aquí una realidad tan semejante a esta que les presento de los mundos invisibles, deben trabajar incansablemente y, aunque en esta vida sus ojos no encuentren ningún resultado, nunca deben parar. Los resultados de sus acciones no son para ustedes, son para el universo.

Todas las estrellas que ustedes ven en el cielo, cuando anochece, esperan la redención de este mundo, y es por ellas y por aquel Corazón Supremo, que habita más allá de todas las cosas, que ustedes vivirán su transformación y transformarán consigo este mundo. Es por la renovación del Corazón de Dios y de toda la evolución universal que ustedes están en esta Tierra. Perciban cuán pequeñas son todas las dificultades del corazón humano, todas las aspiraciones, todos los deseos. Todo eso, hijos, se debe desvanecer.

Cuando estén tomados por el egoísmo y no consigan vivir la fraternidad, miren hacia el cielo estrellado, dejen que su corazón llegue más allá de las estrellas y encuentren, no solo sus Hermanos del Cosmos, sino el Corazón de Dios que aguarda a que den ese paso.

Es en las cosas simples que lo grande se construye. Es en lo invisible que construye aquello que será visible en la Nueva Humanidad. Es con la fe que se vence la arrogancia y la ignorancia humana.

No son los fenómenos que construirán la redención de este mundo, porque eso convence a la mente, pero no transforma el corazón. Tantos fenómenos ya manifestamos en la Tierra y la humanidad permanece igual. Este es el tiempo de la fe, y es para eso que estamos aquí, que nuestra voz resuena a través de una voz humana y que sus ojos no nos pueden ver, a no ser que nos miren con el corazón.

Despierten la fe dentro de sí y en sus hermanos, y todo lo que les digo les será comprensible. Todos los misterios se revelarán y encontrarán la paz, aunque este mundo viva el caos. Para esto estoy aquí, para esto les hablo.

Hoy reconsagren sus corazones, porque deben hacerlo todos los días, aún más en la Presencia de Dios y de sus Hermanos Mayores. Recuerden que hay un plan superior por cumplir y que él comienza dentro de cada uno de ustedes. El Nuevo Hombre nace de la transformación de sus vidas; por eso, no teman quebrarse por dentro y morir para que nazca algo nuevo.

En esta mañana, les agradezco por su presencia y, ante tantos misterios, les entrego una verdad: la Comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Este es el mayor misterio revelado de la Creación, cuando Dios se funde en una alianza siempre nueva, siempre eterna, con los corazones de los hombres, para que este pedacito de pan y este vino les revelen la semejanza con Dios.

Hermana Lucía de Jesús: ¿El grupo de Mendoza podría venir hasta aquí?

Los llamo porque quiero agradecerles y colocar este sagrado monte, que los ampara, dentro de sus corazones, para que den un paso definitivo y sean soldados de este tiempo. Y, más allá de este mundo, que su redención anuncie al cosmos la grandeza del proyecto humano y el triunfo del Corazón de Dios a través de la Redención y de la Misericordia de Cristo para con sus almas, hoy y siempre.

Por la potestad que Me dio Mi Hijo, consagro estos elementos, como Él un día los consagró, repartiendo el pan y el vino a Sus compañeros, diciéndoles: "Tomen, coman y beban, porque este es Mi Cuerpo y Mi Sangre que serán entregados por ustedes".

Cristo se entrega a la humanidad todos los días, en todos los Sagrarios de la Tierra, en todas las Eucaristías. Este es el símbolo de la Renovación de Dios y debe ser el símbolo de su renovación permanente por un plan superior que se manifiesta en el Corazón de Cristo.

Oremos juntos un Padre Nuestro en arameo, como Él nos enseñó, para que esta oración sagrada no solo transforme estos elementos, sino transforme sus corazones, transmute y redima este lugar y los torne consagrables, una posible cuna de la Nueva Humanidad.

Abbun debashmaia
Netkadesh eshmoj
Teite malkutaj
Nejuei sevianaj aikana
Debashmaia af ba-arja
Jav-lan lajma teesunkanan iagmana
Washpocklan jaubein wajtagein
Aikana daf jenan shoaken oljaiaben
Wela tajlan letnesiuna
Ela patsan men bisha
Metul delaje malkuta
Wajela wateshpurjta
Laj-lam almin
Aamein


Con estas palabras, les agradezco, los bendigo y les pido que no solo busquen entrar en el corazón del Aconcagua, sino que dejen que el corazón del Aconcagua entre en ustedes y permanezca allí para que ustedes sean parte de esta Hermandad que hoy les traigo, eternamente.

Yo los bendigo con el Poder de Dios, por Mi humildad y simplicidad, que unió Mi Corazón al Corazón del Padre como un símbolo de que es posible, para todo corazón humano, vivir esa unidad con el Creador; y dejo sobre ustedes los Dones del Espíritu de Dios y la presencia de la Jerarquía para que sean consecuentes con todo lo que reciben en este tiempo y sean dignos de ser llamados compañeros de Cristo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Nuevamente, les agradezco y les pido, mientras Me elevo, dejando sobre la Tierra la Paz y la Misericordia de Dios, que canten y dejen a sus almas expresarse, para que sean ellas las que comanden sus vidas. Clamen por paz y dejen que ella se extienda más allá de la Argentina, que a través de estas cámaras, de estas tecnologías, llegue a los cuatro puntos del mundo, más allá de los ojos que nos ven y de los corazones que nos sienten.

¡Clamen todos por paz!

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN LA CIUDAD DE ÁVILA, ESPAÑA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

He aquí que estoy con Mi sierva e hija Teresa de Jesús para que, junto Conmigo y con cada uno de ustedes, ella pueda clamar por la humanidad, porque su camino de santidad no terminó en este mundo.

Estoy aquí con aquella que un día, inspirada por Dios, deseó vivir el Evangelio con todo su corazón y que, después de su muerte, descubrió un evangelio vivo, un evangelio universal que nunca estuvo escrito en los libros de este mundo, un evangelio que no se limita a las religiones, a las culturas o a las fronteras que existen entre las naciones. Un evangelio que fue escrito por el Corazón de Dios, con palabras de Luz en el firmamento del universo, un evangelio que en verdad es la esencia de la existencia humana.

Hoy Santa Teresa viene Conmigo para ayudarme a redimir a un pueblo del cual un día formó parte. Que con su ejemplo de evolución las almas puedan trascender sus límites, curar los dolores del pasado y retomar su unión con Dios, más allá de las formas. 

Estoy aquí no solo como un siervo, compañero e hijo de Dios; estoy aquí a pedido del Señor que creó todas las cosas para darles un ejemplo de unidad con el Único.

En la esencia del Evangelio de este mundo, que fue escrito por la memoria de los hombres, de lo que vieron sobre Jesús, se encuentra un Principio Divino que los une al Evangelio universal.

El Evangelio, que está escrito en los Libros Sagrados de esta Tierra, es una base para que encuentren la Vida Divina, la Vida Universal, y ya no estén presos de este mundo.

Pero para esto, hijos, para que encuentren este conocimiento, que trasciende la mente y el corazón humano, deben estar más allá de las religiones, más allá de una doctrina; deben estar en la esencia de lo que les enseñó Cristo; y es allí, en ese Amor único, que aún se esconde en Sus Palabras, donde aprenderán a superar y curar los dolores, el pasado, y aquello que aún hiere el Corazón de Dios, porque sus consecuencias se espejan hoy en la actitud humana.

Los Mensajeros Divinos llegan, en este tiempo, para fortalecer la fe de los corazones, para fortalecerlos en el amor. No importa sus orígenes, sus religiones, sus culturas, porque todo aquel que vive en el amor encontrará a Dios, aun sin saberlo.

Vinimos hasta aquí para renovar su fe, para curar el pasado y elevar, de las entrañas de este lugar, como de este país, un dolor milenario que no permite que los corazones se abran para encontrar a Dios.

Ha llegado la hora de vencer las resistencias, de encontrar en el propio corazón una realdad oculta, un microcosmos que los hace semejantes a Dios.

Ha llegado la hora de poder mirar a los Ojos del Creador sin vergüenza de lo que son; de arrepentirse por tanta ignorancia, por tanta guerra entre hermanos, entre culturas, entre religiones; por tanta necesidad de poseer algo que no les pertenece; porque vinieron a este mundo, hijos míos, para aprender a ser nada.

No vinimos hasta aquí para crear una nueva religión y traer un nuevo conflicto a la mente y al corazón humano. Estamos aquí para llevarlos a la esencia de la verdad, aquella que inspiró a los corazones cuando formaron las primeras religiones en la Tierra, como una forma de que la mente humana pudiera encontrar un camino para vivir las Leyes que se viven en el universo, aquellas que los aproximan al Corazón del Padre.

Por eso, hijos, encuentren hoy dentro de ustedes la esencia de la Creación, algo puro, simple, que los une a Dios tan simplemente como el acto de orar, de ser fraternos, de ser humildes ante el prójimo.

Estamos aquí para que Europa tenga una nueva oportunidad de aprender a amar, de amar al prójimo y a los Reinos de la Naturaleza y, a través de ellos, de amar a Dios.

Hoy les traigo el Reino de Dios como una Luz sublime que los retira de la ceguera y de la oscuridad en la que viven, del materialismo y de la gran importancia que dan a las cosas de este mundo, a los placeres y a las comodidades, olvidando que nada de esto tiene sentido si no aprenden a amar.

Porque muchas vidas pasaron, muchos pies pisaron la Tierra, caminaron y evolucionaron como pudieron, y cuántos, hijos, no aprendieron a amar y cometieron los mismos errores, una y otra vez, por miedo de ser amados, de perderse a sí mismos y de descubrir que, en verdad, cuando se rinden y abandonan lo poco que son, pueden encontrar al Todo que es el Creador de todas las cosas.

Quisiera que las Palabras de los Mensajeros Divinos resuenen más allá de las religiones, de las fronteras de las naciones, para que todas las almas que creen en el amor, que creen en la posibilidad de vivir una Nueva Humanidad en este mundo, aunque aparentemente les sea imposible, puedan recibir un impulso, fortalecer la propia fe, sin importar cuál sea, si ella los lleva a la verdad y al encuentro con Dios.

Vinimos, en este último tiempo, a decirles a los hombres que se arrepientan, que ya no ignoren a los Ojos del Creador que están puestos sobre ellos, que ya no se engañen a sí mismos, intentando esconderse de una verdad que se precipita sobre el mundo.

Porque la Justicia llegará a todas las razas, a todas las religiones y a los lugares más escondidos de este mundo. Hasta aquel corazón que se siente solo, perdido, también sentirá la verdad, porque ella emergerá del cielo, en donde no existen fronteras, en donde podrán verla de norte a sur.

Esta verdad circundará la Tierra y demostrará a los hombres que no existe norte o sur, oriente u occidente; existe un Propósito Divino que debe ser cumplido desde el principio y que se resume, simplemente, en vivir la fraternidad y el amor, perdonar el pasado y recomenzar todos los días, intentando transformar el viejo hombre que habita dentro de ustedes.

¡Vénzanse! Ríndanse ante Dios, aquel Dios que conocen, no importa en qué religión estén. Ríndanse al Dios del Amor, al Dios de la Verdad que une todos los caminos en Su Corazón, que une a todas las almas en una única alma, que une a todos los espíritus en un único espíritu, que es el Espíritu de Dios que divinizó la materia y, como un Soplo Divino, creó toda la vida. Hacia Él, esa vida debe retornar.

Hoy, con Mis brazos abiertos, les entrego la Gracia de Dios y les pido que no la desperdicien. Los elevo a un propósito superior para que sus vidas recobren el sentido en la Voluntad de Dios y no en la propia.

Los coloco delante de un gran Plan que se revela de una forma simple, no por ser pequeño, sino por demostrar la humildad de Dios y la arrogancia del corazón humano, así como él se expresa hoy.

Porque los corazones humanos que emanaron de la Fuente, que fueron entregados por las Manos de la Divina Señora para que vivieran en esta humanidad, no son estos que conocen, porque ustedes, hijos Míos, se desconocen.

Mis Palabras son como impulsos que ingresan en sus consciencias como algo que no deben comprender, sino solo sentir y dejar que los transformen y los conduzcan a una realidad interna que los hará saber todas las cosas, aunque no las entiendan.

Con el espejo vivo que es Teresa de Jesús, encendemos los espejos de sus corazones una vez más, para que ellos reflejen en su interior la pureza que deben alcanzar. Y a través de esta luz, que Santa Teresa recibe de un Espejo Mayor, que se cure el pasado y se diseñe para el futuro una nueva esperanza, en la cual emergerá, a pesar de todas las purificaciones y pruebas, de la nada que se tornarán, una nueva humanidad.

Confíen en lo que les digo y trabajen todos los días, no solo para tener una vida mejor, sino para ser mejores ante de Dios.

Hoy los coloco delante de una verdad que es el espejo del corazón humano. Este pedacito de pan y este jugo de uva parecen fruto del trabajo y de las manos humanas, así como lo que ustedes son, como humanidad y como personas, parecen fruto del desarrollo humano, del propio esfuerzo, del propio trabajo.

Pero en verdad, hijos, este pedacito de pan guarda un don único, un amor único en toda la Creación. La memoria de una entrega que se perpetúa, a lo largo de los siglos, en este planeta y más allá de él. 

De la misma forma, cada uno de ustedes guarda en sí un milagro único, un amor latente que es tan desconocido para ustedes como para toda la vida. Comulguen con este misterio, despertando no solo el Cristo vivo, que convierte estos elementos y los consagra, sino también el Cristo vivo dentro de ustedes que despierta al sentir el pan, convertido en cuerpo y el jugo convertido en sangre, para curar el pasado, liberarlos y colocarlos en el camino de la verdadera redención. 

Hoy quiero que sientan que todo lo que son aún lo deben descubrir. Y esto, hijos, no es y no será obra de su propio trabajo, pero así como este pan se deja transformar y transubstanciar en el Cuerpo Místico de Cristo, de la misma forma, cuando ustedes se dejan transformar pueden ver despertar en el propio interior este mismo Cristo, esta misma memoria viva de Amor que un día murió en la Cruz, para que cada uno de ustedes aprendiera a morir a sí mismo.  

Por la potestad que Dios Me concedió, por el sacrificio y la humildad que un día viví como ejemplo para todo corazón humano, como Sacerdote consagrado por Cristo desde Su nacimiento, pido a los ángeles que transubstancien estos elementos y los conviertan a imagen y semejanza interior y espiritual, del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, para que todas las almas que hoy Me escuchan, por la Gracia Divina, alcancen la redención.

Oración: Padre Nuestro.

Este es Tu Cuerpo, Señor, y Tu Sangre. Felices los que comulguen de Él, libres de sí, para que vivan el mismo milagro de transformación que hoy, delante de Tu altar, vivieron estos elementos.

Yo los libero, los consagro y los animo a seguir adelante, retirando cada día, del propio interior, el viejo morador, el viejo hombre, para que el Hombre Nuevo encuentre dentro de ustedes el mismo pesebre humilde que encontró en Belén.

Les agradezco y, con la bendición de Santa Teresa, les dejo Mi Paz y la Paz de Aquel que Me envío.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN LA CIUDAD DE LISBOA, PORTUGAL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Hoy el Reino de Lys se expande más allá de los bosques, se expande más allá de los lagos, llegando a los mares, a los océanos, a los ríos. Hoy el Reino de Lys demuestra su pureza a través del Reino de las Aguas, para que de esa forma les pueda ayudar a los Reinos que allí habitan, para que encuentren la paz y la redención con el auxilio de la humanidad. Hoy el Reino de Lys se extiende hasta aquí para clamar por auxilio, para que su paz toque a los corazones de los hombres y ellos reconozcan la vida superior, la verdad que habita en sus corazones y que los llama a la comunión con todos los Reinos de la Naturaleza.

Como Sagrada familia, hoy les revelamos que los Sagrados Corazones también habitan en Lys y encuentran allí la fortaleza para recorrer este mundo, para ayudar a los que más necesitan, sin perder nunca la esperanza de que el Plan de Dios se cumpla. 

Hoy el Reino de Lys se extiende a los mares y a los océanos para que los espejos de luz, que se reflejan con el Poder de Dios, con la luz del sol que proviene del universo, puedan transmutar y liberar a este planeta, sobre todo a esta parte del mundo, para que reciba un poco más de paz y tenga un tiempo para despertar, antes de que la Justicia de Dios descienda. 

Hoy, al lado del Mayor Espejo de Amor de los universos, su Madre Santísima los llama a despertar el espejo de sus corazones, unidos al Reino de Lys, para irradiar al mundo el amor que él tanto necesita. 

Contemplen, en las aguas de los mares, la pureza de su interior que muchos perdieron. Dejen que el Espejo Mayor del Corazón de María despierte a los espejos de sus corazones, para que el Reino de Lys se pueda extender también a través de sus almas, pueda encontrar en cada uno de ustedes un instrumento para llevar la paz al mundo. 

Hoy estoy delante de los mares que tanto necesitan de auxilio y que, al mismo tiempo, sustentan el planeta. Así debe ser el corazón humano que, a pesar de todo el auxilio que necesita, pueda superarse a través del amor a Dios para sustentar este planeta, en comunión con los Reinos de la Naturaleza.

El Reino de Lys se extiende hasta aquí para demostrarles cuán grandiosa es la piedad del Corazón de Dios para con el corazón humano. Y que de esa forma puedan inspirarse para transformar sus vidas en una imitación de la donación de los Reinos de la Naturaleza, en una imitación de la donación del Reino de Lys y de todos los seres de luz que allí habitan y que incansablemente sirven a la humanidad. 

Con palabras simples, busco despertarlos a una realidad superior, porque los corazones están adormecidos y, aunque expresen devoción, aún no expresaron su compromiso verdadero con Dios.

Los Mensajeros Divinos recorren Europa en este tiempo para despertar a aquellos corazones que se comprometieron con el Plan de Dios en el principio, que se comprometieron con el Reino de Lys para este momento, para cuando la Tierra más lo necesitara. Llegó la hora, hijos, de vivir ese compromiso verdadero, dejando un poco de lado las necesidades prácticas de sus vidas, aquellos pequeños problemas internos que les impiden vivir el amor; porque cosas urgentes los aguardan, situaciones planetarias que dependen del sí de la humanidad, que dependen de la adhesión del corazón humano para que la Ley de la Misericordia pueda actuar. 

Por eso, hoy vengo a su encuentro, junto al Reino de Lys, para que de esa forma reconozcan un servicio espiritual que deben despertar y cumplir en este tiempo. No les pediré nada extraordinario porque el Reino de Lys es la expresión de la simplicidad, de la humildad y de la pureza. 

Solo les pediré que ingresen por la puerta que hoy Yo les abro, dejando todos los conceptos mentales, todas las ideas humanas que cultivaron hasta hoy para que, ingresando en este Reino, reconozcan la verdad de la cual se alejaron hace tanto tiempo. 

¿Por qué será tan difícil vivir la fraternidad y la unidad unos con otros? ¿Por qué será tan difícil, hijos, para los corazones suplir la necesidad del prójimo antes que la propia? ¿Será inalcanzable para sus corazones amar y servir? ¿Será inalcanzable sentarse delante de un océano y agradecer por su existencia, contemplando su sacrificio y uniéndose a él para que sienta alivio, aliento, amparo? ¿Será imposible, inalcanzable, llegar delante de un hermano al cual le faltaron y pedirle perdón?

¿Será extraordinario, imposible, escuchar a aquellos que necesitan ser escuchados? ¿Orar con los que necesitan de la Presencia de Dios? ¿Expresar al mundo la propia fe, sin miedo a los juicios humanos? Esas son cosas simples que marcan la diferencia en la historia de la humanidad. 

Expandan el Reino de Lys difundiendo la paz, la humildad y la unidad con todos los Reinos. Expandan el Reino de Lys siendo un poco más fraternos, un poco más humanos, aquel ser humano que Dios pensó, aquel en el cual Él pone Su esperanza y del cual no desiste nunca, porque Él conoce esa verdad, aunque ella se oculte ante sus ojos. 

Dejen que el Reino de Lys toque sus corazones y sus espíritus, liberándolos del mal, liberándolos de la ilusión, para que puedan cumplir con aquel propósito que Dios tiene para ustedes desde el principio.

Imaginen un pequeño espejo de luz que se enciende delante de sus seres, delante de sus corazones. Algunos de ellos necesitan ser limpiados, purificados y liberados para que puedan tornarse instrumentos de Dios. Sientan la luz que proviene del Reino Celestial y también del Reino de Lys, y dejen que esa luz purifique sus seres, los renueve y los impulse a ser verdaderos servidores de Dios y no de sí mismos. 

Por un instante, entréguense a lo desconocido para que actúe en sus vidas, y oren Conmigo por el Reino de las Aguas, para que Lys encuentre un espacio en la esencia de esos Reinos y pueda expresarse. 

Pureza del Reino de Lys, extiéndete sobre los mares. Pureza del Reino de Lys enciende el espejo de nuestros corazones. Pureza del Reino de Lys vuélvenos puros y simples para la redención del planeta. Pureza del Reino de Lys extiéndete sobre el Reino de los mares. Pureza del Reino de Lys despierta a los espejos de nuestros corazones. Pureza del Reino de Lys vuélvenos puros para la redención de este planeta. 

Sientan la Presencia de Adonai que hoy contempla el mundo y, con Su Santo Espíritu, espera descender sobre los hombres y sobre los Reinos. Contemplen la Misericordia de Adonai. Contemplen Su infinita Luz, más brillante que un sol o que mil soles. Dejen que este intenso brillo, que proviene del Reino de Dios, limpie y purifique los espejos de sus corazones y que, a través de ellos, se irradie al mundo y a los Reinos de la Naturaleza. 

Con el corazón unido al Corazón de la Sagrada Familia, oremos a Dios:

Adonai, 
Misericordia, Misericordia, Misericordia,
Redención, Redención, Redención 
para este planeta. 
(cuatro veces)
Amén.

Ahora orarán por todos los Reinos y pedirán redención para los Reinos de la Naturaleza:

Adonai, 
Misericordia, Misericordia, Misericordia,
Redención, Redención, Redención
para los Reinos de la Naturaleza. 
(siete veces)
Amén.

Purifiquen sus vidas y pacifíquenlas a través de la oración. Es de esa forma simple que entrarán en el Reino de Lys y curarán aquello que les parece imposible. Hoy, hijos, solo quiero hacer de sus vidas espejos simples del Corazón de Dios, prolongamientos del Reino de Lys hacia el mundo, porque así deben ser sus servidores. 

¿Será que preferirán lo que viven en sus vidas a vivir en el Reino de Lys? ¿Preferirán la ignorancia de los hombres a vivir en la Sabiduría en el Amor de Dios? Deben preguntarse estas cosas todos los días para que avancen en la vida espiritual y para que la vida espiritual no sea para ustedes una teoría, un libro en el armario de sus casas, sino una experiencia, una vivencia que eleva a la humanidad y le permite retornar al Reino de Dios.

En la Presencia de la Santa Virgen, que los ama y los bendice incansablemente; en la Presencia del pequeño Niño Jesús que hoy les transmite Su pureza, Su bondad; consagraremos los elementos que son el símbolo de la mayor Gracia y de la infinita Misericordia que brota del Corazón de Dios; que la Humildad Divina del Creador, que se multiplica en el pan y en el vino, ingrese en sus corazones y los invite a vivir esa virtud que les abre las puertas del Cielo.

Que toda la humanidad y también los Reinos de la Naturaleza comulguen espiritualmente de este grandioso milagro de la multiplicación de Dios y que, unidos a Él en Su interior, puedan ser inspirados y guiados para volver a vivir un día la unidad con el Padre. Oremos, entonces, unidos a Dios por la conversión de los elementos, por la redención del planeta. 

Padre Nuestro (en arameo y en portugués).

Comulguen de la Presencia viva del Corazón de Dios y sigan en paz, dispuestos a unirse al sagrado Reino de Lys, por la misericordiosa Presencia de Dios entre los hombres y entre los Reinos de la Naturaleza.

Nosotros los bendecimos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Sigan en Paz. 

Les agradezco.

 

En este momento, Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús compartió el Mensaje diario transmitido por la Virgen María en este mismo día, 19 de mayo de 2017.

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Solo queríamos completar que es muy especial ver en los días 19 a la Sagrada Familia reunida, cuando es posible, porque de alguna forma los códigos divinos que Ellos nos traen ingresan en nuestras consciencias y también nos renuevan a todos nosotros en este espíritu de fraternidad y de hermandad, volviendo posible, a través de nuestros esfuerzos, como dice San José, que algún día alcancemos la meta de ser una verdadera familia espiritual. 

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN LA CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Como un sol que ilumina las esencias y las almas, así llegamos a este mundo. Como una luz pura que proviene de una Luz Mayor, encendemos hoy sus almas, sus espíritus, sus vidas para que sean como un farol en este mundo, en esta nación y más allá de ella.

Hoy venimos como la Sagrada Familia de Nazaret para renovar el principio de las familias de este mundo. Junto al Inmaculado Corazón de María y el pequeño Corazón de Jesús, estamos aquí para tornar sagradas sus vidas, para que recuerden, una y otra vez, el verdadero arquetipo que deben manifestar como humanidad. Si aún llegamos al mundo es porque es posible, hijos, que ese arquetipo se exprese y que sean ustedes portadores de la perfección divina.

Hoy estamos aquí como una esperanza, como un aliento, porque sabemos que muchos de los corazones humanos ya perdieron la esperanza de ver manifestarse un mundo nuevo y creen que es una utopía que esta Tierra pueda consagrarse a Dios.

Miren a su alrededor y no vean solo las miserias, no vean solo la pobreza espiritual y material de los hombres, no vean solo la riqueza en las manos de unos pocos, la gran soberbia y la gran miseria del corazón humano. Miren hacia los que tienen al lado, vean cómo oran con fervor, cómo hoy abrieron las puertas del Cielo para que Aquellos que estuvieron aquí, hace más de dos mil años, pudieran regresar.

Vean así, hijos, que existe un misterio celestial que la humanidad aún no comprende. Existe un misterio interior que está oculto para ustedes mismos. La verdad está aún silenciosa, escondida en sus corazones, esa verdad que los hace invencibles y que los hace capaces de cualquier cosa. Cuando oran con fervor y cuando están unidos a Dios, pueden sentir una gota de lo que son en esencia, pueden sentir que existe un vasto universo, dentro y fuera de ustedes, que les trae grandes posibilidades de vida, de vida espiritual, de vida divina.

Como Sagrada Familia, vinimos a su encuentro para que reconozcan ese camino de retorno al Padre, para que encuentren fuerzas, fortaleza interior para perseverar en lo sagrado y difundir, a través del propio ejemplo, la vida de consagración al Padre.

La desesperanza de este mundo nace del hecho de que el caos y el mal se muestran a todos los ojos, porque ellos viven de las apariencias, del engaño, y de la mentira; y la verdad y el bien se ocultan y se muestran solo a los ojos de los puros y de aquellos que ingresan dentro del propio corazón y se esfuerzan día a día para vivirlos.

Sin embargo, una gota de luz vence a toda la obscuridad de este planeta. Un acto de amor destruye una guerra. Una oración verdadera, realizada humildemente, con la rendición del corazón humano, hace desaparecer los planes de obscuridad y no permite que ciertas cosas se manifiesten en este mundo.

Sin embargo, el corazón humano aprendió a vivir de las apariencias y solo cree en aquello que se expresa delante de sus ojos y que su mente puede comprender y comprobar. Este es el mayor engaño, hijos Míos, que vive la humanidad, porque el Misterio de Dios, como les dije, es silencioso, sin embargo es poderoso porque se une a la Consciencia del Único, Aquel que creó todas las cosas, Aquel que vence con un soplo todas las maldades de este mundo.

Con todo lo que hoy les digo, quiero aproximarlos un poco más a lo que son verdaderamente. Quiero que sientan y vivan todos los días lo que sintieron ayer y hoy cuando oraron de corazón.

Que esa esperanza de ver a Dios pueda crecer en sus vidas y, cada vez más, la oración los aproxime a la verdad y los retire de los desvíos que un día siguieron y que, como humanidad, los trajeron hasta aquí. 

A través de ustedes, hijos Míos, vinimos a curar un pasado milenario para que comprendan que, con la simplicidad de sus corazones, podemos hacer grandes milagros, que en verdad son milagros porque desconocen la verdad, porque desconocen el verdadero potencial de sus corazones. 

Muchos no creen en lo que hablamos, porque día a día se pierden en sus miserias y en la imposibilidad de perseverar en este camino. Pero, si hoy estamos aquí, hijos, es porque pueden responder a este llamado, porque pueden consagrar el suelo en el que viven y hacer triunfar el Plan de Dios.

Hoy, delante de sus ojos, somos tres, una Familia simple, humilde, que en el misterio de Su hogar transformó el destino de la humanidad y de todo el universo, de toda la Creación. Y delante de Nuestros ojos, son miles de almas simples, que aún deben develar los secretos de Dios sobre sí mismas. 

Vemos, delante de Nuestros Ojos, la transparencia de sus espíritus y de sus corazones, la posibilidad de que Dios manifieste Su Plan en la Tierra y en todo el cosmos, la posibilidad de que se termine esta espera que toda la Creación vive de ver triunfar el Amor Divino.

Delante de Nuestros ojos, contemplamos sus esencias, contemplamos el potencial de Amor que un día se expresó en la Cruz y que hoy se debe expresar en el calvario de este mundo.

Un día, el Amor divino emergió del Corazón de un Hombre, que hoy, delante de ustedes, se expresa como un niño. Ese Amor nació de Su esfuerzo, de Su sacrificio, de la lucha en la que Él venció contra Sí mismo y contra todo el mal.

Ahora, hijos, el universo aguarda que ese mismo Amor pueda nacer de sus esencias, por su esfuerzo, por la entrega diaria de su sacrificio, por su perseverancia en vencerse a sí mismos en las cosas más simples, porque no les pediré grandes cosas, no les pediré grandes martirios, flagelación, coronación de espinas ni muerte en la cruz.

Yo les pediré que amen a sus hermanos como son, que digan no a toda ira, a toda crítica, a todo juicio de valor.

Yo les pediré que renuncien, un poco cada día, a los placeres y distracciones de este mundo. Yo les pediré que ofrezcan su purificación y que no reclamen tanto cuando, en verdad, reciben todo de Dios.

Yo les pediré que sean más agradecidos y que, de rodillas, oren a Dios todos los días, agradeciendo al Padre por las Gracias que recibieron y pidiéndole por aquellos que nada tienen, ni en el cuerpo ni en el espíritu; pidiéndole por los que son ignorantes, por los indiferentes, por los Reinos de la Naturaleza. Yo les pediré que ayuden a esos Reinos, que oren por ellos, que oren con ellos, que los sirvan, que los respeten como Creaciones de Dios, como portadores de la Presencia Divina en el mundo, que aprendan con ellos un amor también único, que multiplica el amor que existe en sus almas. 

Yo les pediré, hijos, que cada día entreguen algo de sí mismos por el prójimo. Es de esa forma que se carga la cruz del mundo.

Con estas cosas tan simples, los conduzco a Dios. Sé que, aun así, a pesar de la simplicidad de Mis Palabras, en este tiempo es difícil vencer la condición humana. Por eso es que estamos aquí, por eso es que todos los días les entregamos tantas Gracias, tantas bendiciones, les damos tantas oportunidades de levantarse de cada caída. Es por eso que Nuestras Manos están siempre extendidas hacia la humanidad y que, a pesar de la flagelación que aún vive el Corazón de Dios por las acciones humanas, el Creador aún Nos permite llegar a este mundo.

Pero les pido de corazón, con la humildad de Mi Corazón Divino, que perseveren, que reconozcan sus dificultades, pero que no se aferren a ellas. Agárrense firmes, hijos, a esas instancias en las que un amor puro puede surgir de adentro de ustedes. 

Y, de esa forma, ayúdenos a liberar a este mundo de todos los errores del pasado. Con estas acciones tan simples, convierten los errores de ayer. Cuando aman y aceptan a sus hermanos, están equilibrando todas las faltas cometidas ayer por la incomprensión del corazón humano, por su imposibilidad de aceptar las diferentes culturas y expresiones de las almas.

El misterio divino es inmenso y a veces incomprensible para la mente humana. Por eso les pido que, antes de intentar comprender, experimenten y vivan todos los días esta experiencia divina de amor, sea con el prójimo, con los Reinos de la Naturaleza o en el silencio del propio corazón, o sea en una oración íntima con Dios.

Con esta instrucción tan simple, vengo a retirarlos un poco de ustedes mismos, para que así se pueda ampliar la liberación de este mundo, de esta nación y de todos los seres que hoy Nos escuchan. Porque los corazones Nos llevan más allá de este lugar, cada hogar que Nos abre la puerta, abre también la puerta de su nación y ofrece a la humanidad una oportunidad más de llegar a Dios.

Ahora les pediré que canten y clamen por la paz, para que se abran los portales del Reino de Dios y que aquello que vinimos a hacer en este mundo pueda ser hecho, no solo por Nosotros, sino por la intercesión del corazón humano. Clamen por paz para todas las almas, para todos los Reinos, para todo el planeta.

Cántico.

Y hoy les ofrezco la mayor liberación y salvación de este mundo y de todo el universo que es el Cuerpo y la Sangre de Mi Hijo, entregado por ustedes y por toda la Creación de Dios. Que esta Gracia se multiplique para todas las almas y para todos los Reinos.

Mi pequeño Hijo yergue Sus Manos y bendice estos elementos para que se conviertan en fuente de transformación para las almas y de liberación para este mundo.

Padre Nuestro (en arameo).

Que la Paz de Cristo, de María y de Mi Casto Corazón esté en sus vidas y en todo el planeta.

Les agradezco por estar aquí y por multiplicar estas Gracias para toda la humanidad. Oren, hijos, para que esta puerta de paz siga expandiéndose y ampliándose para que más almas encuentren a Dios.

Yo los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Sigan en paz y con la esperanza de renacer en el espíritu y ser uno con Dios.

Les agradezco.

 

En este momento, Frei Elías del Sagrado Corazón compartió el Mensaje diario transmitido por la Virgen María en este mismo día, 19 de noviembre de 2016.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ Y DE LA VIRGEN MARÍA, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LOS VIDENTES FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Escucho la voz de los que claman por una oportunidad y, a través de Mi Vientre Purísimo que gesta las nuevas cosas en todos los corazones de la Tierra; hoy, les traigo el Espíritu de la Natividad del Señor para que sientan la Paz, el Bien y la Misericordia que se expanden por los cuatro puntos del planeta.

Hoy, las oraciones fueron recogidas por Mis ángeles y son derramadas como Gracias en los corazones más necesitados de la Presencia infinita de Mi Hijo.

Pero hoy, no estoy sola aquí, queridos hijos, estoy con la Presencia de San José y de todos los ángeles que Nos guían hacia el Propósito infinito de Dios, con todos los Ángeles de la Guarda que rezan por sus almas y por sus familias. 

Un saludo es enviado, un saludo de Paz, es emitido desde el Corazón del Universo, el Corazón de Adonai.

Hoy, Mi Hijo está entre ustedes, abran sus corazones para poder recibirlo con humildad y en paz. No dejen, queridos hijos, de buscar a Aquel que les dio la vida, Aquel que murió por ustedes y que aún derrama Su Misericordia sobre el mundo, a pesar de las guerras y las confrontaciones, a pesar de las familias exiliadas o de las familias que han vivido la inundación en Uruguay.

El Espíritu de Dios está atento a la necesidad de todos Sus hijos en el mundo.

Hoy, ofrezcan, queridos hijos, este tiempo de transición para que pueda reinar la paz, principalmente en aquellos que no la buscan. Hoy, Mis ojos miran con dulzura sus corazones. Hoy, Mis manos tocan sus cabezas, así como Yo toqué la pequeña Cabeza de Jesús, para sentir la Presencia, entre todos, del único Dios.

Hoy, Mi Corazón les habla a todos los Cristos internos, que emergen de lo profundo de sus corazones para traer la Paz y la Luz al planeta. Es esa Luz, queridos hijos, es ese Cristo al que siempre deben buscar, a pesar del tiempo de tribulación.

Hoy, están, queridos hijos, ante el sagrado Pesebre espiritual que les recuerda el Nacimiento del Mesías, la encarnación de la Misericordia de Dios en el mundo y la oportunidad sagrada para todas las almas.

Mientras, Yo les entrego Mis Palabras de Amor y de Paz, coloquen en sus corazones a todos Mis hijos, a todos aquellos que se distancian de Dios en esta noche; pues Mis pies hoy pisan la cabeza de la mala serpiente, porque triunfa la Gracia de Dios a través de la Luz de Mi Vientre purísimo, que los renueva, que los congrega en el Amor y en la Verdad.

Hoy, todos ustedes tómense de las manos, así como Yo Me tomo de las manos de Mi Esposo, San José, ante el Reino Celestial y todo el universo congregado en este suelo sagrado. 

Aurora vuelve a amanecer en los corazones no redimidos. Las deudas son perdonadas, las cuentas son equilibradas y la balanza está en su justa ley por la donación amorosa de Nuestros Sagrados Corazones.

Honren al Dios de las Alturas. Traigan la Paz a la Tierra para todos los espíritus sufrientes, para las almas que claman por la Misericordia de Dios, para aquellos que sufren en la oscuridad, para todos los que se encuentran en su profunda soledad espiritual, para los niños y enfermos de los hospitales, para aquellos que se exiliaron de sus casas para buscar un nuevo camino de esperanza.

Congreguen, a través de esta unión, al Espíritu de la Paz de Cristo, a la sanación de los corazones, a la Paz para todos los seres de la Tierra.

Y ahora, queridos hijos, coloquen en Mi Vientre purísimo sus sublimes intenciones, para que Yo las pueda gestar y sus seres vuelvan a nacer a través de la redención del Señor.

¡Estrella de Belén, circunda al universo! 

¡Estrella de la Hermandad y de la santa fraternidad brilla en los corazones que se abren para encontrar la paz!

Oremos a Dios.  Oremos a Su Misericordia para que Sus Rayos se derramen en los que más sufren en estos tiempos de caos.
 

Oración:  Padre Nuestro.
 

Y así, queridos hijos, siempre los quiero ver unidos, en la alegría, en la tristeza, en la hermandad, en la tribulación, en el caos y en el triunfo de Mi Inmaculado Corazón.

Ahora, escuchen, con la suavidad de Nuestras Palabras, al Casto Corazón de San José. Aquel hombre que se ofertó, por todos ustedes, para que el Proyecto de Dios se cumpliera en todo el mundo.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de San José:

Solo les digo en esta noche que sean humildes de corazón, porque es en la humildad que sus aspiraciones más verdaderas se tornarán reales.

Busquen el camino de la simplicidad, porque fue en la simplicidad de esta noche, en la pura alegría de sus corazones, que los cielos volvieron a abrirse para la Tierra, en espacios olvidados del mundo, donde la Luz de Dios ya no podía brillar.

Descubran, queridos, que en esta noche la simplicidad reina en sus corazones.

Descubran el misterio de vivir con pura alegría, de ser como niños que se expresan tal cual son y lo ofrecen al Creador, para que la pureza vuelva a reinar en el corazón de los hombres.

Muchos desconocen la Presencia de Dios en el mundo y, poco a poco, la humanidad debe volver a reconocer que Dios es el Padre Supremo de todas las criaturas de esta Tierra para que, unidos a Él, Su Reino se establezca en este mundo y la unidad vuelva a ser una realidad entre todos los Reinos de la Naturaleza, incluyendo hoy el Reino de los Ángeles y de los Arcángeles, aquellos que los aguardan día y noche para que aprendan con ellos a crear Luz, a alabar a Dios, para construir en esta Tierra Su Reino de Infinita Paz.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Queridos hijos, si sus brazos están cansados, eso es lo que deben sentir. Incansablemente, busquen la unidad entre todos los seres de la Tierra, porque hoy les revelo el misterio del Nacimiento de Jesús. 

La unidad de Mi Corazón con el Corazón de San José, y con todos los que se congregaron para esa tarea, hizo posible la salvación de la humanidad.

En acto de humildad y de reparación, oraremos nuevamente a Dios. Pero quiero, queridos hijos, ver en sus rostros la alegría de estar comulgando con el Niño Rey para que desaparezca la tristeza, el odio, la incomprensión, la desunión entre los corazones; y que, en nombre de Mi Corazón Inmaculado, prometan ante Mi Dios Santísimo esforzarse todos los días por esta Sagrada Unidad que está desapareciendo de la Tierra.

Recemos:

Somos una sagrada familia.
Somos semillas futuras de la Nueva Humanidad.
Somos dignos hijos de Dios.
Amén.
Amén.
Amén.

Y ahora, lleven sus manos hacia el corazón, porque Cristo nació nuevamente en los corazones que hoy le clamaron y lo buscaron en cualquier punto de esta Tierra.

Les agradezco y les agradecemos por haber respondido a Nuestro llamado.

Que suenen los cuencos y las campanas. El Rey ha nacido en el tabernáculo de los corazones de todos los seres. 

Proclamen a Dios esta grandeza. Alaben Su Nombre por los siglos que vendrán. Que así sea.

Mientras Nos elevamos, llevando las plegarias de todos los seres, cantemos. Hoy, se establece una noche de Paz. 

¡Les agradezco!

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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